La biotecnología es la revolución que no cesa

    Por Fabio Nahuel Lezcano y Miguel Ángel Diez

     

    No solo genera conocimiento científico y productivo, sino que también crea empleo calificado, y permite mejorar la calidad de vida de la población con nuevos productos y servicios de valor agregado.

    Los avances en este campo implican además una verdadera convergencia tecnológica: desde la confluencia con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) y la nanotecnología hasta los biosensores, o las aplicaciones para los smartphones para controlar enfermedades como la diabetes y la hipertensión.

    En esta revolución que está comenzando, hay un punto de partida muy importante. En la práctica la biotecnología genera un impacto positivo en el sector agropecuario con la provisión de semillas para la producción de soja. Pero si vemos un poco más allá en el mundo, todo el sector de la salud está desarrollando un sinnúmero de productos biológicos y terapias que guardan relación con soluciones biotecnológicas.

    Pero además, la biotecnología puede ayudar a desarrollar las industrias verticales que tienen mayor capacidad de impacto en el PBI del país. Desde la industria alimenticia, los biomateriales, hasta la salud en su lucha contra el cáncer o la búsqueda de la longevidad. Por sobre todo, la biotecnología tiene una gran capacidad para generar alto valor agregado.

    El aumento de la demanda de alimentos en el plano global abre una gran oportunidad a países como la Argentina tanto para producir las proteínas que se necesitan, como para exportar las biotecnologías que se aplican en el sector agropecuario, y que se ha logrado desarrollar.  La biotecnología es una clave estratégica ya que puede abordar las principales problemáticas que plantea el mundo globalizado, como inseguridad alimentara y energética o cambio climático.

     

    Presencia cotidiana

    La biotecnología es una presencia relevante en la vida cotidiana y hoy todas las industrias la usan, ya sea porque la emplean para fabricar sus productos o porque utilizan insumos generados por biotecnología. En todos estos campos tiene un protagonismo activo, como lo deja asentado el sitio web de argenbio.

    Industria farmacéuticaMedicamentos como insulina, hormona de crecimiento e interferón; vacunas, como la de la hepatitis B y COVID–19.

    Industria alimenticia: Quesos, embutidos, yogures y probióticos; aditivos; vino, cerveza y otras bebidas alcohólicas; enzimas para producir pan, galletitas, jugos, etc.

    Industria textil y de detergentes: Enzimas para ablandar, decorar telas y sacar manchas; tinturas.

    Combustibles: Producción de biocombustibles como etanol, biogás y biodiesel.

    Plásticos: Plásticos biodegradables producidos a partir de bacterias o de almidón.

    Biorremediación: Bacterias y plantas que limpian suelos o aguas contaminadas.

    Agroindustria: Cultivos mejorados para sobrevivir el ataque de enfermedades e insectos plaga; cultivos con mayor capacidad de sobreponerse a condiciones ambientales adversas, o que brindan alimentos más saludables; animales más eficientes para producir carne y mejor adaptados al ambiente.

    El crecimiento de la población mundial es de 1,1% anual. En 2030 llegaremos a ser 8.500 millones de habitantes en el planeta, unos 700 millones más que actualmente.

    Además, el objetivo de incrementar los cultivos se encuentra fuertemente atravesado por factores ambientales y humanos, como los fenómenos meteorológicos extremos, los cambios en el uso del suelo y las dificultades para acceder al agua.

    Es por eso por lo que no todos los abordajes para alcanzar la meta de mayor producción son favorables. La FAO alertó sobre que el aumento de las superficies cultivadas y el incremento de la frecuencia de las cosechas son estrategias poco alentadoras que tienden a agotarse.

     

    ¿Cómo resolver este dilema?

    La opción más viable es aumentar los rendimientos de los cultivos. En ese sentido, la biotecnología aplicada a la producción agrícola parece ser el mejor camino para lograrlo.

     

    Los seis grandes obstáculos

    La biotecnología es un amplio campo con muchas tecnologías que transforman cosas vivas en productos modificados con más potencial y rendimiento.

    Sus métodos y técnicas se aplican al campo alimentario, químico, industrial, médico, marino, farmacéutico, nanociencia, biomédico, y más.

    En lo que respecta a la medicina, ya a finales del siglo pasado se comenzó a entender mucho más la genética humana. Hoy la ciencia sabe cómo aprovechar la genética humana para fabricar medicamentos personalizados: los fármacos biotecnológicos.

    La forma de medicar a los seres humanos está asistiendo a un cambio que se asemeja mucho a lo que Internet hizo hasta ahora para cambiar la vida de la gente.

    La industria de la biotecnología sigue produciendo medicamentos que salvan vidas mientras los inversores les aportan miles de millones de dólares. Pero a pesar del boom, todavía tiene serios desafíos que superar.

     

    Muchos riesgos

    Los inversores tienen que poner en un plato de la balanza la perspectiva de los enormes beneficios que prometen estas empresas; en el otro, los grandes y abundantes riesgos. En primer lugar, hay un largo periodo de desarrollo en el que se invierte dinero en I+D, con la esperanza de que el producto llegue al mercado y tenga éxito. Los gastos para desarrollar un fármaco pueden ascender a mil millones de dólares. Y las empresas de biotecnología tienen que lograr que la FDA y organismos regulatorios aprueben su producto para poder venderlo en el mercado, lo que supone un proceso oneroso y largo.

    Hay toda una secuencia de ensayos y de pruebas en humanos, mientras la FDA vigila de cerca cada etapa. Y a veces, en el transcurso de estos ensayos, el producto puede no resultar una opción viable.

    Todo el proceso puede durar hasta una década, durante la cual la empresa no obtiene ningún beneficio. Además, durante la fase de I+D pueden producirse cambios tecnológicos importantes que podrían tener un impacto negativo en el producto.

     

    Desarrollar un nuevo producto

    Crear un producto nuevo o modificar uno ya existente con biotecnologías tropieza con dificultades. Diseñar y conseguir el producto deseado en el laboratorio es el primer nivel de realización. El siguiente será producirlo a escala piloto y analizar el estudio estadístico en el marco industrial. Luego habrá que lidiar con los retos de la comercialización de la biotecnología.

     

    Costos

    El alto costo de la salud, en particular de los medicamentos, es y seguirá siendo un problema político. Una píldora común utilizada para bajar el colesterol puede costar en Estados Unidos unos 5 dólares diarios, lo que significa unos US$ 1.825 al año. Un medicamento biotecnológico, en cambio, tiene un precio de US$ 20.000 anuales o más.

     

    Privacidad

    La protección de la identidad del paciente es una preocupación cada vez mayor gracias a los últimos avances que permiten descifrar el genoma humano. Sin embargo, a medida que los investigadores se tornan más hábiles en la decodificación de la composición genética de un individuo, es muy posible que poco a poco se vaya conociendo información comprometedora sobre la salud futura de un paciente. Esto podría generar grandes problemas.

     

    Adopción de alimentos MG

    La biotecnología se utiliza ahora para producir cultivos modificados genéticamente (MG). Para ello, los científicos aíslan un gen de una planta, organismo o animal y lo insertan en otros. De ese modo aspiran a conseguir importantes mejoras agrícolas, como resistencia a los pesticidas y herbicidas, mayor rendimiento en los cultivos y resistencia a sequías o enfermedades. En Estados Unidos, más del 88% de las plantaciones de colza, maíz, soja, algodón y remolacha azucarera están modificadas genéticamente.

     

    Preocupaciones sociales

    El campo de la biotecnología cambia a gran velocidad. El ritmo al que se generan nuevas tecnologías supera el del cambio regulatorio, lo que crea problemas. Entre muchos otros, están los problemas de seguridad de los científicos en los laboratorios, bioterrorismo y ética.

     


    Biotecnología y producción de antibióticos

    Actualmente, la biotecnología moderna emplea técnicas de ingeniería genética, e incluye la producción de proteínas recombinantes, el mejoramiento de cultivos vegetales y del ganado, el empleo de organismos para limpiar el medio ambiente, y otras aplicaciones industriales”. Los antibióticos pueden definirse como moléculas con actividad antimicrobiana y, originalmente, eran el producto del metabolismo de hongos y bacterias. De lo anterior se desprende que los antibióticos para uso humano que se obtienen a partir de los microorganismos son productos biotecnológicos, y se consideran la primera aplicación de la biotecnología a la industria farmacéutica.


    Distintos campos de acción

    Los avances en este campo implican además una verdadera convergencia tecnológica: desde la confluencia con las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) y la nanotecnología hasta los biosensores, o las aplicaciones para los smartphones para controlar enfermedades como la diabetes y la hipertensión.

    En esta revolución hay un punto de partida muy importante. En la práctica la biotecnología genera un impacto positivo en el sector agropecuario con la provisión de semillas para la producción de soja. Pero si vemos un poco más allá en el mundo, todo el sector de la salud está desarrollando un sinnúmero de productos biológicos y terapias que guardan relación con soluciones biotecnológicas.

    Pero además, la biotecnología puede ayudar a desarrollar las industrias verticales que tienen mayor capacidad de impacto en el PBI del país. Desde la industria alimenticia, los biomateriales, hasta la salud en su lucha contra el cáncer o la búsqueda de la longevidad. Por sobre todo, la biotecnología tiene una gran capacidad para generar alto valor agregado.

    El aumento de la demanda de alimentos en el plano global abre una gran oportunidad a países como la Argentina tanto para producir las proteínas que se necesitan, como para exportar las biotecnologías que se aplican en el sector agropecuario, y que se ha logrado desarrollar.  La biotecnología es una clave estratégica ya que puede abordar las principales problemáticas que plantea el mundo globalizado, como inseguridad alimentara y energética o cambio climático.


    Riesgos abundantes

    Seis grandes obstáculos y los enormes beneficios

    La biotecnología es un amplio campo con muchas tecnologías que transforman cosas vivas en productos modificados con más potencial y rendimiento. Sus métodos y técnicas se aplican al campo alimentario, químico, industrial, médico, marino, farmacéutico, nanociencia, biomédico, y más.

     

    En lo que respecta a la medicina, ya a finales del siglo pasado se comenzó a entender mucho más la genética humana. Hoy la ciencia sabe cómo aprovechar la genética humana para fabricar medicamentos personalizados: los fármacos biotecnológicos.

    La forma de medicar a los seres humanos está asistiendo a un cambio que se asemeja mucho a lo que Internet hizo hasta ahora para cambiar la vida de la gente.

    La industria de la biotecnología sigue produciendo medicamentos que salvan vidas mientras los inversores les aportan miles de millones de dólares. Pero a pesar del boom, todavía tiene serios desafíos que superar.

     

    Muchos riesgos

    Los inversores tienen que poner en un plato de la balanza la perspectiva de los enormes beneficios que prometen estas empresas; en el otro, los grandes y abundantes riesgos. En primer lugar, hay un largo periodo de desarrollo en el que se invierte dinero en I+D, con la esperanza de que el producto llegue al mercado y tenga éxito. Los gastos para desarrollar un fármaco pueden ascender a mil millones de dólares. Y las empresas de biotecnología tienen que lograr que la FDA y organismos regulatorios aprueben su producto para poder venderlo en el mercado, lo que supone un proceso oneroso y largo.

    Hay toda una secuencia de ensayos y de pruebas en humanos, mientras la FDA vigila de cerca cada etapa. Y a veces, en el transcurso de estos ensayos, el producto puede no resultar una opción viable.

    Todo el proceso puede durar hasta una década, durante la cual la empresa no obtiene ningún beneficio. Además, durante la fase de I+D pueden producirse cambios tecnológicos importantes que podrían tener un impacto negativo en el producto.

     

    Desarrollar un nuevo producto

    Crear un producto nuevo o modificar uno ya existente con biotecnologías tropieza con dificultades. Diseñar y conseguir el producto deseado en el laboratorio es el primer nivel de realización. El siguiente será producirlo a escala piloto y analizar el estudio estadístico en el marco industrial. Luego habrá que lidiar con los retos de la comercialización de la biotecnología.

     

    Costos

    El alto costo de la salud, en particular de los medicamentos, es y seguirá siendo un problema político. Una píldora común utilizada para bajar el colesterol puede costar en Estados Unidos unos 5 dólares diarios, lo que significa unos US$ 1.825 al año. Un medicamento biotecnológico, en cambio, tiene un precio de US$ 20.000 anuales o más.

     

    Privacidad

    La protección de la identidad del paciente es una preocupación cada vez mayor gracias a los últimos avances que permiten descifrar el genoma humano. Sin embargo, a medida que los investigadores se tornan más hábiles en la decodificación de la composición genética de un individuo, es muy posible que poco a poco se vaya conociendo información comprometedora sobre la salud futura de un paciente. Esto podría generar grandes problemas.

     

    Adopción de alimentos MG

    La biotecnología se utiliza ahora para producir cultivos modificados genéticamente (MG). Para ello, los científicos aíslan un gen de una planta, organismo o animal y lo insertan en otros. De ese modo aspiran a conseguir importantes mejoras agrícolas, como resistencia a los pesticidas y herbicidas, mayor rendimiento en los cultivos y resistencia a sequías o enfermedades. En Estados Unidos, más del 88% de las plantaciones de colza, maíz, soja, algodón y remolacha azucarera están modificadas genéticamente.

     

    Preocupaciones sociales

    El campo de la biotecnología cambia a gran velocidad. El ritmo al que se generan nuevas tecnologías supera el del cambio regulatorio, lo que crea problemas. Entre muchos otros, están los problemas de seguridad de los científicos en los laboratorios, bioterrorismo y ética.

     


    Una sinergia novedosa

    Argentina, líder en el mundo biotecnológico

    Nos encontramos, como país, frente a una oportunidad única para liderar en la región esta amplia rama interdisciplinaria que es la biotecnología, gracias a la experiencia, los recursos humanos y el ecosistema emprendedor existente en el país fruto de más de 30 años de trabajo sostenido.

     

    Por Graciela Ciccia (*)

     

    Argentina cuenta con profesionales, técnicos e investigadores calificados en este campo y lo que es fundamental un marco normativo con agencias regulatorias reconocidas como la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica y la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria que garantizan la seguridad de los desarrollos.

    Sin embargo, lo que nos da la oportunidad de crear un presente y futuro próspero para el país es la combinación de una industria nacional madura que invierte millones para desarrollar nuevos productos biotecnológicos y expandirse a mercados internacionales, junto a un semillero de empresas de base científica tecnológica que crece de manera exponencial asegurando el liderazgo en las próximas décadas.

    Esta novedosa sinergia que se alimenta de la colaboración de diferentes mundos como la industria, el emprendedorismo tecnológico y la academia en diálogo con las políticas públicas es producto de un ecosistema virtuoso generado por la Cámara Argentina de Biotecnología, a través de la participación de sus socios desde hace una década.

    En plena pandemia, durante septiembre de 2020 creamos un espacio para las empresas jóvenes biotech al que llamamos CAB Startup y el cual tengo el placer de coordinar, donde hoy confluyen 71 empresas que sorprenden con sus propuestas, su expertise científico y un espíritu emprendedor contagioso que cosecha premios en los principales hubs de innovación en el mundo.

    Una de las características de esta iniciativa es su carácter federal con empresas localizadas en distintas provincias del país, como la Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán, Rio Negro, Mendoza y Salta. La virtualidad nos permitió borrar las fronteras y construir comunidades más allá de la geografía, es así como también participan representaciones de México, Uruguay, Chile y Brasil en pos de buscar soluciones a problemas que en la actualidad son globales.

     

    Rol protagónico de las mujeres

    Para destacar y símbolo del cambio de paradigma hay un dato relevante: casi el 50 por ciento de las fundadoras de las empresas de CAB startup son mujeres.

    Así es como surgen día a día innovadoras propuestas para el reemplazo de agroquímicos, el desarrollo de nuevos inoculantes, la producción de alimentos, la medicina personalizada, la generación de fuentes de proteínas alternativas, el desarrollo de medicamentos con alta accesibilidad, los nuevos materiales, los reactivos de diagnóstico entre otros.

    Otra de las razones que hacen posible este fenómeno es la implementación de un instrumento muy reciente que surge en la Argentina hace apenas seis años. Se trata de la inversión en proyectos disruptivos a través de los denominados Venture Capital y de un elemento central que son las aceleradoras o company builders que ejecutan este proceso.

    GridX es un ejemplo exitoso de este modelo focalizado en biotecnología que se multiplica en otras compañías. Desde 2017 ha invertido más de US$ 14 millones MM en la creación de 50 empresas, de las cuales diez fueron seleccionadas e invertidas por Indie BIO la aceleradora de biotecnología más importante del mundo en competencia con miles de propuestas de todo el planeta.

    Aunque parezcan ciencia ficción estas diez empresas son pura ciencia en acción: Beeflow, polinización inteligente; Stamm revolución en la biomanufactura; Caspr test diagnóstico en el hogar; Michroma colorantes naturales a partir de hongos, Microgenesis tratamiento para infertilidad;Argentag ,tecnología para secuenciación accesible;Puna Bio inoculantes extremófilos;Nat4Bio ,prolonga la vida útil de alimentos; Bioeutectis ,solventes naturales y Oncoprecision ,diagnóstico oncológico personalizado.

    En un contexto tan difícil como el que vivimos, demostrarnos que somos capaces de construir espacios donde se cultiva la confianza, el trabajo colaborativo y el respeto mutuo desde distintos ámbitos como el de la ciencia, los emprendedores y la industria y ese intercambio enriquecedor es la energía que nos motiva para seguir creando empresas de base científica con mayor valor agregado e impacto mundial.

     

    (*) Directora de Innovación y Desarrollo Tecnológico Grupo Insud, y Coordinadora Ejecutiva CAB Startup.

     


    Avance global firme y sostenido

    Rol central de la biotecnología

    moderna en el sector de la salud

    Actualmente aproximadamente un 40% de los productos en investigación clínica son de origen biológico/biotecnológico. Además de los biofármacos recombinantes “históricos” que contribuyen a nuestra salud desde los años 80, se multiplican las terapias innovadoras.

    Por Esteban Corley (*)

     

    Como, por ejemplo, la de extraer células de un paciente, modificarlas genéticamente y devolverlas repotenciadas para combatir tumores (Terapias CAR-T), o corregir la expresión de ciertos genes como también modificar los propios vía terapias génicas o edición genética.

    Sin embargo, el aporte de la biotecnología excede el campo de las terapias, revolucionando también el diagnóstico, permitiendo personalizar tratamientos y contribuir sustantivamente a la comprensión de los mecanismos moleculares que subyacen a las patologías, al impacto del ambiente sobre nuestra salud y al vínculo entre nuestros cuerpos y los microorganismos que los habitan cotidianamente.

    La biotecnología permite identificar dianas claves sobre las que deben incidir los medicamentos para corregir patologías. En el campo de la prevención, el impacto de la biotecnología es muy importante hace ya varios años, con vacunas recombinantes para todo tipo de patologías. El papel de la biotecnología en el desarrollo de las vacunas contra COVID-19 fue fundamental, apalancado en dos tecnologías que llevaban muchos años en desarrollo, la del ARN mensajero y la de los adenovirus.

    Los últimos años han demostrado un avance global firme y sostenido con mejoras sustantivas en curso de las enfermedades oncológicas y en la dilucidación de los mecanismos de envejecimiento, la biotecnología se está enfocando ahora en mejorar el “healthspan” y no solo el “lifespan”. Es decir, extender la vida, pero aportar además a una vejez más saludable. El avance es constante. Hoy en día es posible desarrollar medicamentos que ataquen específicamente un tipo de célula cancerosa, aumentando la efectividad y reduciendo efectos secundarios. También hay formas de modificar la información genética de un tipo de células para que produzcan una proteína o una enzima. Con esta metodología, por ejemplo, ya se están tratando enfermedades como la Atrofia Muscular Espinal, una enfermedad rara, pero hasta ahora sin cura.

    Pero la biotecnología no solo ha revolucionado la salud, en otros campos como la producción de alimentos y energía, también cambio el paradigma, ofreciendo mejoras productivas, disminuyendo la huella ambiental, creando mejores semillas y también biosoluciones para la salud de las plantas.

    Un caso destacable es la generación de eventos como las semillas con mayor resistencia a sequía, desarrolladas íntegramente en argentina por una empresa privada utilizando una patente del CONICET.

    No debemos olvidar el impacto de la biotecnología en la salud animal y el aporte al concepto “one health”, es decir, que la salud animal es esencial para asegurar la salud de los humanos. Basta con mirar lo que sucedió con la COVID.

    Pero además, lo que se hizo evidente durante la pandemia, fue que Argentina tenía un capacidad instalada que pudo movilizar rápidamente para enfrentar la crisis de salud, lo que se demostró con la producción local de diagnósticos, vacunas y la generación de medicamentos innovadores anticovid como los sueros hiperinmunes.

    Argentina tiene la fortuna de tener un fuerte sector público de investigación y desarrollo destacado en las ciencias de la vida; universidades que generan recursos humanos altamente capacitados y una industria moderna y competitiva tanto en el sector agro como el farmacéutico.

    Además, en forma destacable el país comenzó muy tempranamente a trabajar en estas áreas en los sectores públicos y privados. El componente central de esta industria es el conocimiento integrado en productos de alto valor agregado muy demandados internacionalmente.

    Esta situación se configura como una oportunidad de crecimiento del PIB vía integración de ciencia y tecnología a nuestros productos y servicios, generando empleos altamente calificados y permitiendo desplegar la potencia creativa de nuestros profesionales de las ciencias de la vida.

    Un ejemplo del potencial de creación de empleos es nuestra empresa que empezó con 5 personas en 2009 y ahora cuenta con 350 empleados de los que el 74% son universitarios o estudiantes universitarios avanzados.

    En Argentina hay numerosas empresas y también microemprendimientos de base biotecnológica. Existe también, una Cámara Argentina de Biotecnología que nuclea muchas de las empresas del sector y que también alienta mediante un equipo especializado la creación de empresas en las que nuevas ideas se llevan a la producción.

    La Cámara organiza un encuentro anual que se llama Bio Argentina, donde se discuten las tendencias de la Biotecnología en el mundo y en nuestro país, y también se establecen nuevas relaciones entre empresas y grupos de investigación.

     

    (*) Biólogo, fundador y Director General para Argentina de mAbxience, primera compañía con una planta de producción de anticuerpos monoclonales en Sudamérica

     


    Sigue el debate que no cesa: ¿envejecimiento o enfermedad?

    En octubre del año pasado empezó a correr la voz entre los investigadores de que la Organización Mundial de la Salud estaba considerando un cambio en su Clasificación Internacional de Enfermedades, un catálogo utilizado para estandarizar el diagnóstico de enfermedades en todo el mundo.

    En una siguiente revisión, el plan era sustituir el diagnóstico de “senilidad” por algo más amplio: “vejez”. Lo más importante es que el código asociado al diagnóstico incluía el término “patológico”, lo que podría haberse interpretado como una sugerencia de que la vejez es una enfermedad en sí misma.

    La pregunta central es: ¿la vejez es una enfermedad en sí misma o es un proceso biológico que contribuye a la aparición de enfermedades?

    Mientras que algunos investigadores veían con buenos ojos la revisión, por considerarla parte del camino hacia la creación y distribución de terapias antienvejecimiento, otros temían que estos cambios no hicieran más que fomentar el viejismo, señalando que si se presumía que la edad era una enfermedad por sí sola, eso podría llevar a una atención inadecuada por parte de los médicos.

    En lugar de detectar exactamente qué es lo que le pasa al paciente, un problema podría explicarse simplemente por la edad del paciente, opina Kiran Rabheru, profesor de la Universidad de Ottawa.

    “El problema central es que si legitimizamos la vejez como un diagnóstico, corremos el riesgo de que mucha gente lo utilice en forma inapropiada”. Muchos expertos coincidieron con él.

    Rabheru formó un grupo con aquellos que presentaron un reclamo a la comisión catalogadora y consiguieron una revisión formal seguida de una retractación.

    Pero esa decisión no fue bien recibida por todos. “La problemática decisión de la Organización Mundial de la Salud de definir al envejecimiento como una “condición médica” lamentablemente se ha revertido, tuiteó David Sinclair, profesor de la Harvard Medical School y una figura influyente en el estudio del envejecimiento.

    “Mi pregunta a los científicos y médicos que protestaron la inclusión de la vejez es esta: “¿Qué es lo que encuentran tan amenazador? Me encantaría conocer la motivación, además de intentar mantener el status quo”.

    A Sinclair también le preocupa el viejismo, pero él dice que la mejor manera de combatirlo es abordando el envejecimiento: afrontar el problema, creando tratamientos para demorar su avance.

    Del lado de los que buscan conectar edad avanzada directamente con enfermedad se dice que ayudaría al campo de la investigación de la longevidad a superar obstáculos regulatorios y allanar el camino a las drogas diseñadas específicamente para tratar el envejecimiento.

    La Food and Drug Administration de Estados Unidos (FDA), ha declarado que no considera el envejecimiento como una enfermedad. “La visión actual de que el envejecimiento es aceptable es viejismo en sí mismo”.

    El debate sobre con qué palabra se define el envejecimiento llega al corazón de las preguntas que se hacen sobre el tema y si el proceso biológico que contribuye al riesgo de desarrollar una serie de enfermedades es, en sí mismo, una enfermedad.

    Hasta los investigadores que llevan años en estos estudios tienen problemas para definir envejecimiento, dice Simon Melov, cuyo laboratorio examina los mecanismos centrales del envejecimiento. Él cree que se trata de “una declinación de las funciones provocada por el paso del tiempo”.

    Desde el punto de vista biológico, el envejecimiento puede pensarse como una acumulación de cambios moleculares que terminan debilitando la integridad y la resiliencia del cuerpo. Daniel Belsky, profesor adjunto en la Columbia Mailman School of Public Health ve al envejecimiento desde esta perspectiva: “el envejecimiento es causa de enfermedad, no enfermedad en sí misma”, dice.

    Hay personas de la misma edad cronológica que tienen edades biológicas notablemente diferentes basadas en cambios observables como el deterioro de las células.

    Otros afirman que, si una condición es tratable, es una enfermedad. Este puede ser un argumento que induzca a confusión: hay enfermedades que no son tratables y tratamientos para cosas que podrían no ser clasificadas como enfermedades. Pero si el argumento se sostiene, aunque no haya todavía un tratamiento para el envejecimiento, tal vez sea suficiente si se puede concebir que podría haberlo en el futuro.

    Algunos investigadores dicen que no tiene sentido enmarcar como enfermedad algo que es un proceso biológico normal. Belsky agrega que para complicar más las cosas, no existe un punto aceptado a partir del cual puede decirse con certeza que unas persona comienza a ser vieja.

     


    Una actividad estratégica

    Capacidad propia en producción de biotecnológicos para salud

    La aplicación del avance en el conocimiento biotecnológico en el campo de la salud está permitiendo un cambio en la oferta de medicamentos. La demanda de productos de base biológica en Argentina crece a tasas más altas que la de los medicamentos tradicionales.

    Esa es la visión de Lilia Stubrin, investigadora en políticas de ciencia, tecnología e innovación. Vice directora de la fundación Cenit, Coordinadora académica del programa de doctorado en Economía de la Innovación.

     

    –En la práctica la biotecnología genera un impacto positivo en el sector agropecuario con la provisión de semillas para la producción de soja. ¿Es una práctica ya generalizada?

    –El mejoramiento de semillas es realizado por el hombre desde, podría decirte, el origen de la civilización. Inicialmente basado en la observación de las plantas, o sea basado en el “fenotipo” de las plantas, el hombre fue seleccionando las variedades vegetales que mejor se adaptaban y que mejores rendimientos daban en el lugar que deseaba producir.

    Lo que ha cambiado con el tiempo, y fundamentalmente con la evolución del conocimiento genético sobre las plantas, es cómo se hace el mejoramiento vegetal y quién lo realiza. El conocimiento genético ha permitido combinar la selección de variedades de plantas a partir de conocimiento fenotípico con conocimiento genotípico. Para esto último, los avances en lo que denominamos biotecnología han sido cruciales.

    En el caso particular de la soja, en Argentina tenemos empresas semilleras y capacidades públicas de gran relevancia en la mejora genética y provisión de semillas. Un ejemplo interesante, es el de la empresa Don Mario que prosee un cuarto de la genética de soja del mundo, y utiliza conocimiento científico de frontera para desarrollar semillas de soja adaptadas a las características de cada territorio.

    El mejoramiento en las variedades de soja sembradas ha sido clave para obtener ganancias en términos de productividad, y la difusión de tecnologías transgénicas, como fue la introducción del gen RR resistente al glifosato, ha permitido reducir significativamente los costos de producción.

     

    –Todo el sector de la salud está desarrollando un sinnúmero de productos biológicos y terapias que guardan relación con soluciones biotecnológicas. ¿Es una tendencia firme que se consolida y es salud uno de los grandes protagonistas de este proceso?

    –Sin dudas, la aplicación del avance en el conocimiento biotecnológico en el campo de la salud está permitiendo un cambio en la oferta de medicamentos. En sintonía con la situación internacional, la demanda de productos de base biológica en Argentina crece a tasas más altas que la de los medicamentos tradicionales.

    Este gran dinamismo en la demanda ha repercutido, por un lado, en un aumento paulatino del peso de los productos biológicos importados por laboratorios multinacionales generando una balanza comercial crecientemente deficitaria. Por otro lado, también ha estimulado la fabricación de medicamentos biológicos por parte de laboratorios nacionales.

    Recordemos que la Argentina posee empresas nacionales con capacidades de desarrollo y producción de productos biotecnológicos para la salud humana que comenzó a gestarse data desde los años 80, la cual fue respondiendo al crecimiento del mercado de biológicos a través del desarrollo y producción local de medicamentos biosimilares primera y segunda generación, vacunas recombinantes, reactivos de diagnóstico y la instalación de plantas de elaboración de principios activos biotecnológicos.

    La Argentina es el único país en América Latina con capacidad propia en el sector empresario de desarrollo y producción de biotecnológicos para salud humana.

     

    –Parece que no hay campo donde la biotecnología no tenga un rol destacado. ¿Sirve para ayudar a desarrollar las industrias verticales que tienen mayor capacidad de impacto en el PBI del país?

    –Una característica que distingue a la biotecnología es su horizontalidad. La biotecnología no es un sector económico en sí mismo, sino que está constituida por un conjunto de tecnologías que son desarrolladas y utilizadas por empresas en diversos sectores de aplicación: salud humana, salud animal, alimentos, productos agrícolas, insumos agrícolas, etc.

    Recordemos que la biotecnología es considerada una actividad estratégica en el país. Una de las razones justamente es su horizontalidad y su capacidad por no sólo para generar bienes de mayor valor agregado y sofisticación tecnológica, sino para contribuir a transformar productiva y tecnológicamente los sectores más tradicionales de la economía (vía aumentos de productividad, reducción de costos, diversificación y cambio de la oferta de productos, etc.).

     

    –Desde una perspectiva económica, ¿es correcto que tiene una gran capacidad para generar alto valor agregado?

    –Como decía anteriormente, la biotecnología, así como otras nuevas tecnologías como son los nuevos materiales o las tecnologías 4.0, se consideran ‘ventanas de oportunidad’ para el desarrollo. Es decir, se piensa que generan oportunidades para diversificar la estructura productiva de los países en favor de bienes de mayor valor agregado y sofisticación tecnológica. A partir del desarrollo de productos innovadores la biotecnología permite la obtención de rentas tecnológicas.

     

    –Se afirma que la biotecnología no solo genera conocimiento científico y productivo, sino que también crea empleo calificado, y permite mejorar la calidad de vida de la población con nuevos productos y servicios de valor agregado. ¿Coincide con estos enunciados?

    –Totalmente. La biotecnología es una actividad ciencia-intensiva. Sin ciencia, no hay descubrimiento biotecnológico que pueda ser aplicado a resolver los problemas de la sociedad. La reciente pandemia nos mostró muy claramente, la importancia del avance científico, y en particular de a la biotecnología, para desarrollar vacunas en un tiempo record que contribuyeron a dar fin a la pandemia mundial.

    Conectar las capacidades en ciencia y tecnología en biotecnología en el país con las demandas productivas y sociales es el gran reto que tenemos para aprovechar la ventana de oportunidad que provee la biotecnología.

     


    Nueva tecnología sin precedentes

    ¿Volver a los diecisiete después de vivir un siglo?

    Fuertes inversiones van a parar a los emprendimientos que buscan encontrar tratamientos para aumentar la duración de la vida humana sana. Hace algo más de 15 años, varios científicos de la Universidad de Kioto (Japón) hicieron un descubrimiento extraordinario.

     

    Cuando añadieron solo cuatro proteínas a una célula de piel y esperaron unas dos semanas, algunas de las células sufrieron una transformación inesperada y asombrosa: volvieron a ser jóvenes. Se convirtieron en células madre casi idénticas a las que se encuentran en un embrión de un día de edad, apenas comenzando el viaje de la vida.

    Al menos en una placa de Petri, los investigadores que utilizan este procedimiento pueden tomar células de la piel marchitas de una persona de 101 años y regenerarlas para que funcionen como si nunca hubieran envejecido.

    Ahora, tras más de una década de estudio y corrección de la llamada reprogramación celular, varias empresas de biotecnología y laboratorios de investigación declaran tener indicios reveladores de que el proceso podría ser la puerta de entrada a una nueva tecnología sin precedentes para revertir la edad.

    Al aplicar dosis limitadas y controladas de las proteínas de reprogramación a los animales de laboratorio, los científicos dicen que están viendo que el procedimiento rejuvenece a los animales –o al menos a algunos de sus órganos.

    Uno de los principales promotores de esta idea, Richard Klausner, subió al escenario en junio en un lujoso congreso de US$ 4.000 la entrada en San Diego, para mostrar resultados de experimentos aún no publicados en los que unos ratones enfermos recuperaban la salud tras ser sometidos al tratamiento experimental.

    Klausner estaba lanzando nada menos que el “rejuvenecimiento médico”, un procedimiento para tomar animales viejos y volverlos “jóvenes”. Es el organizador y científico jefe de Altos Labs, una nueva empresa de investigación financiada con más de US$ 3.000 millones de personajes muy ricos de Silicon Valley y dinero del petróleo del Golfo Pérsico. Klausner y sus inversores han conseguido docenas de científicos de primera línea –a los que ofrecen sueldos de un millón de dólares o más– y los han puesto a trabajar en una tecnología que la empresa llama hoy “programación del rejuvenecimiento”.

    Parece que funciona, al menos en parte, restableciendo lo que se denomina el vepigenoma, o sea, unas señales químicas del ADN que controlan los genes que se activan o desactivan en una célula. En el envejecimiento, algunos de estos marcadores se desplazan hacia posiciones incorrectas. La reprogramación es una tecnología que puede devolverles la posición. Pero también puede provocar cambios peligrosos en las células, que incluso pueden causar cáncer.

    El propósito de Altos es dominar este fenómeno, comprenderlo y, finalmente, aplicarlo como tratamiento para revertir una amplia gama de enfermedades. Según Klausner, esto podría ser posible porque las células jóvenes tienen más capacidad de recuperación y pueden recuperarse del estrés biológico de un modo que las viejas no pueden. Y Klausner tiene pruebas que parecen indicar que ya podría estar funcionando.

    Por ahora, nadie tiene una idea clara de cómo podrían ser esos tratamientos. Algunos dicen que serán terapias genéticas incorporadas al ADN de las personas; otros piensan que sería posible descubrir píldoras químicas que hagan el trabajo. Uno de los promotores de esta tecnología, David Sinclair, que dirige un laboratorio de investigación sobre el envejecimiento en la Universidad de Harvard, afirma que esta tecnología podría permitir a las personas vivir mucho más tiempo que en la actualidad. “Creo que un día será normal ir al médico y obtener un medicamento cuyo efecto será retroceder una década”, dijo Sinclair en el mismo evento de California. “No hay ninguna razón por la que no podamos vivir 200 años”.

    Por ahora, nadie tiene una idea clara de cómo podrían ser estos futuros tratamientos. Algunos dicen que serán terapias genéticas incorporadas al ADN de las personas; otros prevén como posible que se puedan realizar. Los críticos ven un exceso de publicidad, egos desbordados y una ciencia que se encuentra en territorio incierto. Pero este año los escépticos se vieron apagados por el estruendo de la estampida de los inversores. Además de Altos, cuyos US$ 3.000 millones fueron la mayor recaudación de fondos de una startup en la historia de la biotecnología, el multimillonario de las criptomonedas Brian Armstrong, cofundador de Coinbase, contribuyó a aportar US$ 105 millones a su propia empresa de reprogramación, NewLimit, cuya misión, según él, es “ampliar drásticamente el alcance de la salud humana”. Retro Biosciences, que dice querer “aumentar la vida humana sana en 10 años”, recaudó US$ 180 millones.

    Estos enormes desembolsos se realizan a pesar de que los científicos siguen sin ponerse de acuerdo sobre las causas del envejecimiento. De hecho, no hay consenso sobre cuándo comienza el envejecimiento en la vida. Algunos dicen que, en la concepción, mientras que otros piensan que en el nacimiento o después de la pubertad.

     


    La biotecnología tradicional

    La biotecnología es el empleo de organismos vivos para la obtención de un bien o servicio útil para el hombre. Así, la biotecnología tiene una larga historia, que se remonta a la fabricación del vino, el pan, el queso y el yogurt. El descubrimiento de que el jugo de uva fermentado se convierte en vino, que la leche puede convertirse en queso o yogurt, o que se puede hacer cerveza fermentando soluciones de malta y lúpulo fue el comienzo de la biotecnología, hace miles de años.

    Aunque en ese entonces los hombres no entendían cómo ocurrían estos procesos, podían utilizarlos para su beneficio. Estas aplicaciones constituyen lo que se conoce como biotecnología tradicional y se basa en la obtención y utilización de los productos del metabolismo de ciertos microorganismos.

    Los científicos actualmente comprenden en detalle cómo ocurren estos procesos biológicos, lo que les ha permitido desarrollar nuevas técnicas a fin de modificar o copiar algunos de dichos procesos naturales para poder lograr una variedad mucho más amplia de productos.

    Los científicos hoy saben, además, que los microorganismos sintetizan compuestos químicos y enzimas que pueden emplearse eficientemente en procesos industriales, tales como la fabricación de detergentes, manufactura del papel e industria farmacéutica.

    La biotecnología moderna, en cambio, surge en la década de los 80, y utiliza técnicas, denominadas en su conjunto “ingeniería genética”, para modificar y transferir genes de un organismo a otro. De esta manera es posible producir insulina humana en bacterias y, consecuentemente, mejorar el tratamiento de la diabetes.

    Por ingeniería genética también se fabrica la quimosina, enzima clave para la fabricación del queso y que evita el empleo del cuajo en este proceso. La ingeniería genética también es hoy una herramienta fundamental para el mejoramiento de los cultivos vegetales. Por ejemplo, es posible transferir un gen proveniente de una bacteria a una planta, tal es el ejemplo del maíz Bt. En este caso, los bacilos del suelo fabrican una proteína que mata a las larvas de un insecto que normalmente destruyen los cultivos de maíz. Al transferirle el gen correspondiente, ahora el maíz fabrica esta proteína y por lo tanto resulta refractaria al ataque del insecto.

    La biotecnología tradicional se define como el empleo de microorganismos para la obtención de un producto útil para la industria. El término “microorganismos” incluye a un grupo variado de organismos, relacionados entre sí por su tamaño microscópico. La gran mayoría son unicelulares, y viven en forma solitaria o formando colonias, aunque hay otros que son pluricelulares. El grupo abarca tanto a procariontes (bacterias) como a eucariontes (protozoos, algas y hongos).

    A los microbios se los conoce sobre todo por las enfermedades que causan a las personas, animales y plantas. Sin embargo, son esenciales para la elaboración de alimentos, medicamentos y otros productos de interés industrial. Entre los microbios útiles se destacan las levaduras, que producen el alcohol para la elaboración del vino y el dióxido de carbono para “levantar” la masa del pan, y las bacterias ácido lácticas, que aportan el ácido láctico en los productos lácteos, cárnicos y vegetales fermentados.

     


    Factores ambientales y humanos

    La biotecnología para mejorar el rendimiento de los cultivos

    El cambio climático atenta contra la producción de los principales cultivos, mientras el mundo experimenta una demanda creciente de alimentos. Abastecer a la población en este contexto es uno de los grandes problemas a afrontar durante los próximos años.

     

    Por Carlos Crocco (*)

     

    Dimensionemos este desafío. El crecimiento de la población mundial es de 1,1% anual. En 2030 llegaremos a ser 8.500 millones de habitantes en el planeta, unos 700 millones más que actualmente.

    Además, el objetivo de incrementar los cultivos se encuentra fuertemente atravesado por factores ambientales y humanos, como los fenómenos meteorológicos extremos, los cambios en el uso del suelo y las dificultades para acceder al agua.

    Es por eso por lo que no todos los abordajes para alcanzar la meta de mayor producción son favorables. La FAO alertó sobre que el aumento de las superficies cultivadas y el incremento de la frecuencia de las cosechas son estrategias poco alentadoras que tienden a agotarse.

     

    ¿Cómo resolver este dilema?

    La opción más viable es aumentar los rendimientos de los cultivos. En ese sentido, la biotecnología aplicada a la producción agrícola parece ser el mejor camino para lograrlo. Desde hace décadas se emplean variedades genéticamente modificadas con el objeto de aumentar los rendimientos resolviendo problemas como el ataque de patógenos y la eliminación de malezas en el campo.

    Muchos de estos enfoques han generado una mala percepción social sobre las modificaciones genéticas en las plantas. Sobre todo porque estas estrategias vienen acompañadas del uso de agroquímicos que, en muchos casos, afectan la salud y al medio ambiente.

    Por eso los nuevos desarrollos biotecnológicos deben ser abarcados con soluciones sustentables que sean capaces de optimizar las características de interés agronómico de los cultivos que permitan aumentar su rendimiento bajo las condiciones cambiantes del ambiente.

     

    Una solución sustentable

    El objetivo de estas estrategias es satisfacer la demanda creciente de alimentos a través de la transferencia de tecnologías que puedan promover mejores rendimientos en menor cantidad de hectáreas. Todo ello preservando el bienestar del planeta y de la población.

    Una estrategia para lograrlo es la implementación de tecnologías enfocadas a mejorar los procesos fisiológicos de las plantas que intervengan sobre sus propios genes.

    Entre las múltiples opciones, una aproximación es la optimización de aquellos procesos que se encuentran vinculados a la luz. Estos constituyen un elemento vital para el crecimiento y desarrollo de las plantas impactando directamente sobre su rendimiento.

     


    Acompañar la transición

    Agricultura más eficiente con herramientas biotecnológicas

    Las soluciones que llegan hoy al campo además de proponerle al productor una mejora en la calidad y cantidad de rindes, también tienen que ser capaces de ayudar a mitigar los efectos del cambio climático, contribuir a la reducción de los gases de efecto invernadero y proteger la biodiversidad de los suelos.

     

    Por Ricardo Yapur (*)

     

    Por lo tanto, las herramientas biotecnológicas cumplen un rol fundamental para acompañar la transición hacia una agricultura más eficiente, y consiente de la necesidad de cuidar los recursos naturales, fundamentalmente la riqueza de los suelos, principal sustento de un agro ecosistema saludable.

    Estamos evolucionando en el modo de producir, y ese movimiento esta sostenido en gran parte por tecnologías de base biológica para el cuidado de los cultivos. El mercado, un termómetro de este cambio de paradigma, muestra el crecimiento de un 15% anual en la comercialización de estos productos.

    Este escenario asegura la aparición de nuevas biotecnologías, un gran caudal de inversión en el negocio, nuevas alianzas comerciales y mayor investigación y desarrollo. Según la Cámara Argentina de Bioinsumos, para 2025 se comercializarán productos por US$ 11 billones a nivel global.

    El diseño de soluciones basadas en las propiedades de nutrición y biocontrol que brindan microorganismos presenten en el suelo, como las bacterias y los hongos, y también extractos de plantas, vienen a complementar y hasta a reemplazar la acción de las tradicionales formulaciones basadas en síntesis químicas.

    El principal aporte es que promueven entornos naturales de nutrición y protección, altamente eficaces, con acciones prolongadas, y que brindan las condiciones para que los ambientes productivos se regeneren progresivamente, en alianza con la implementación de buenas prácticas, y un abordaje integral sustentable.

    En Rizobacter, desde hace 45 años nos dedicamos a la investigación, desarrollo y comercialización de microbiologías agrícolas para promover la sanidad de los principales cultivos de interés agronómico y mejorar el microbioma del suelo.

    Como pioneros, fuimos desarrollando un mercado de biofertilizantes que acompañó la expansión del cultivo de soja. Hoy el 90% de las semillas que se siembran en la Argentina se tratan con un biofertilizante   En la actualidad, somos líderes en ese sector y llegamos a 48 países donde la práctica está en expansión.

    Hemos alcanzado un nivel de complejidad de investigación (invertimos el 30% de nuestras ganancias en I+D) que  nos permite el desarrollo de diferentes biotecnologías, que interactúan con alta eficiencia con la planta, y responden a las necesidades de diferentes ambientes productivos.

    La fertilización biológica es principal aliada de un paradigma productivo que está llamado a sumar sustentabilidad en las prácticas. Al activar un proceso natural que provee de forma efectiva el nitrógeno, se evita una recurrente aplicación de fertilizantes químicos para sostener los rindes.

    Esto representaría un alto costo económico para el productor y un impacto negativo para el ambiente, con consumo de combustibles fósiles, una alta emisión de dióxido de carbono a la atmósfera e incidencia en el equilibrio de los ecosistemas.

    La aplicación del inoculante por hectárea, tiene un valor de US$ 4 mientras que la  úrea, el fertilizante nitrogenado que se produce industrialmente, cuesta alrededor de US$ 150-200 por hectárea.

    Desde Rizobacter fuimos desarrollando otras tecnologías que, en un comienzo, solo eran tenidas en cuenta en nichos de mercado. Hoy, ya se están adoptando con fuerza en los sistemas productivos alrededor del mundo.

    Un caso de éxito es el exponencial crecimiento del primer biofungicida para tratamiento de semillas, que desarrollamos en Argentina junto al INTA. Rápidamente la tecnología fue muy aceptada en el país y en Latinoamérica (Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil). Ahora está en proceso de registro en Estados Unidos, Colombia, Sudáfrica, Canadá y la Unión Europea.

    En nuestra compañía, estamos muy entusiasmados con todo lo que se viene. Hoy atravesamos  un proceso de expansión que resulta de la adquisición de Marrone-Profarm por parte del Grupo Bioceres Crop Solutions, al cual pertenecemos. Esto nos  posiciona como uno de los proveedores más importante de biológicos a nivel global y nos posibilitará traer a los mercados latinoamericanos nuevas 18 tecnologías, desde proyectos más revolucionarios como son los bio herbicidas, hasta otros de igual importancia –pero ya más instalados– como son biofungicidas, bioinsecticidas y bionematicidas.

     

    (*) CEO de Rizobacter.

     


    Biogénesis Bagó

    Soluciones biotecnológicas en emergencias por la aftosa

    Cuáles son los programas de prevención y control que permiten una capacidad de respuesta rápida, eficaz y adaptable a las distintas realidades de cada país. Una emergencia sanitaria se define como la aparición de un foco de una enfermedad, en una región o lugar en la que no estaba presente.

     

    Por Rodolfo Bellinzoni (*)

     

    En el caso de la fiebre aftosa, la historia de diversos países que han sufrido brotes ha demostrado que puede generar fuertes consecuencias en términos sanitarios, productivos, económicos, entre otros, por lo que es necesario estar preparado para hacer frente a ella en forma urgente.

    El actual contexto global de hiper–conectividad entre personas, animales y mercaderías, ha generado que diferentes cepas de virus pueden reaparecer y trascender las fronteras de los países. Esto representa un riesgo que debe ser contemplado por las autoridades responsables de mantener los estatus sanitarios de los países, así como la industria veterinaria, para poder prepararse y controlar un posible brote de esta enfermedad.

    El avance de la ciencia e investigación ha permitido que las soluciones biotecnológicas a disposición sean cada vez más seguras y eficaces. Contar con vacunas de calidad es clave para poder anticiparse, prevenir y –en caso de ser necesario– atender una emergencia. Pero esa herramienta debe ir acompañada por experiencia y un profundo conocimiento sobre el manejo de estas situaciones, así como la capacidad productiva para proveer un enorme volumen de vacunas en forma inmediata, brindando además el acompañamiento necesario para que sean utilizadas de forma apropiada, para asegurar el éxito de la atención de la crisis.

    Uno de los casos más recientes relacionado con una emergencia por fiebre aftosa se dio en Indonesia, país que se encontraba libre de la enfermedad desde 1986. Biogénesis Bagó, uno de los actores globales en producción de vacuna contra la fiebre aftosa participó activamente a través del abastecimiento de más de 7 millones de dosis de la vacuna Aftogen Oleo entre agosto y septiembre, y planea continuar dando soporte a las autoridades para que puedan controlar la emergencia y continuar trabajando en la prevención.

    La compañía cuenta con más de 20 años de experiencia en la atención de emergencias por fiebre aftosa. En 1997 contribuyó a controlar un brote en Taiwán, en el 2000, cumplió un rol fundamental en Argentina y Uruguay y en 2016, colaboró con las autoridades de Corea y luego el país incorporó la vacunación en sus planes oficiales con el fin de prevenir la aparición de otros brotes.

    En todos estos casos la empresa pudo resolver eficientemente uno de los principales desafíos a la hora de atender una emergencia sanitaria: responder con una herramienta eficaz y con la mayor rapidez posible. Su vasta experiencia hizo que además de la provisión de vacunas terminadas, los Estados puedan contar con reservas estratégicas para asegurarse una respuesta en tiempo y forma. Es por ello que cobra gran relevancia contar con un banco de antígenos, que constituye la garantía de contar con concentrados de antígenos virales congelados con los que se puede formular vacunas en cuestión de días. Luego, también resulta clave contar con la capacidad instalada necesaria para producirlas.

    De todas maneras, la forma más segura en las que un país puede llegar a controlar a esta enfermedad infecciosa que afecte a sus rodeos es a través de la prevención. Para ello es importante establecer planes regulares de vacunación. Sin embargo, en ocasiones, una vez que una enfermedad está controlada, algunos países toman la decisión de abandonar la vacunación. En este sentido, existe un peligro inminente: que la enfermedad resurja y provoque un brote que afecte a los animales. Aquí reside la importancia de contar con una reserva de antígenos de manera de tener la garantía de poder abastecerse con celeridad de vacunas que permitan controlar el brote.

    Es por ello por lo que Biogénesis Bagó está en constante evolución para asegurar el desarrollo de nuevos avances tecnológicos que permitan trascender fronteras y especies para la prevención de la enfermedad con el objetivo de contribuir a la producción sustentable de alimentos en todo el mundo.

     

    (*) Director de Operaciones de Biogénesis Bagó

     


    El gen emprendedor

    Un hub biotecnológico que excede al sector agropecuario

    Con poco más de dos décadas de vida, Bioceres la compañía con sede en Rosario, en Santa Fe, es una de las líderes en el sector de biotecnología. Su visión permite entender el gen emprendedor local pero a la vez la generación de oportunidades que genera la biotecnología para la Argentina.

     

    Por Gabino Rebagliati (*)

     

    –En la práctica la biotecnología genera un impacto positivo en el sector agropecuario con la provisión de semillas para la producción de soja. ¿Es una práctica ya generalizada?

    –Es una práctica generalizada sobre todo a partir de los años noventa con la aprobación y rápida adopción de la soja rr, pero hoy no solo se limita a la soja, sino que tenemos maíz y tambien trigo gmo.

    Argentina además está en el selecto grupo de países que a nivel global desarrollan eventos biotecnológicos para el sector agropecuario, lo cual da una buena idea del lugar que tenemos en el escenario global. Pero el aporte no se termina en las semillas: también somos líderes en muchos insumos para el agro, como los productos biológicos.

     

    –Parece que no hay campo donde la biotecnología no tenga un rol destacado. ¿Sirve para ayudar a desarrollar las industrias verticales que tienen mayor capacidad de impacto en el PBI del país?

    –Sin duda, pero estamos asistiendo al desarrollo de una vertical propia, con creación de cientos de empresas, con un hub biotecnológico que excede largamente al sector agropecuario, con implicancias en salud humana, animal, industria alimenticia…por decir algunos. Estamos frente a un sector que puede hacer una contribución importante al crecimiento.

     

    –Desde una perspectiva económica, ¿es correcto decir que tiene una gran capacidad para generar alto valor agregado?

    –Sin duda y Argentina tiene una oportunidad diferencial porque cuenta con una gran base de talento a partir de sus cientificos, entre otros factores.

     

    (*) Gerente de Comunicación Corporativa de Bioceres.