La economía del conocimiento

    Que además son factores vitales en el crecimiento económico y son considerados importantes recursos económicos. No obstante, es importante destacar que los principios contables generalmente aceptados (GAAP, según siglas en inglés) no permiten que las empresas incluyan esos activos en sus balances.

    La comercialización moderna de la investigación académica y de la ciencia básica tiene sus raíces en los gobiernos que buscan ventaja militar.

    La economía del conocimiento buscar ver de qué manera la educación y el conocimiento, o sea, el “capital humano” puede servir como activo productivo o producto comercial que se puede vender y exportar para que rinda ganancias a los individuos, a las empresas y a la economía.

    Ese componente de la economía depende en gran medida de capacidades intelectuales en lugar de recursos naturales o aportes físicos. En la economía del conocimiento, los productos y servicios que están basados en experiencia intelectual avanzan en los campos de la técnica y la ciencia fomentando la innovación en la economía en su totalidad.

    El Banco Mundial define economías del conocimiento con cuatro pilares:

    • Estructuras institucionales que brindan incentivos para el emprendimiento y el uso de conocimiento.
    • Disponibilidad de trabajo calificado y de un buen sistema educativo.
    • Acceso a infraestructuras de tecnología de información y comunicación (ICT, según siglas inglesas).
    • Un entorno de vibrante innovación que incluye el sector académico, el sector privado y la sociedad civil.

     

    Dependencia de capacidades intelectuales

    Un concepto fundamental de la economía del conocimiento es que el conocimiento y la educación (comúnmente referidos como “capital humano”) puede ser tratado o bien como producto comercial –porque los productos intelectuales y educativos innovadores pueden exportarse con un alto valor de retorno– o como activo productivo.

    A la economía del conocimiento se la puede definir así: producción y servicios basados en actividades de conocimiento intensivo que contribuyen a un ritmo acelerado de avance técnico y científico, y también a una rápida obsolescencia. El complemento fundamental de una economía del conocimiento es una mayor dependencia de las capacidades intelectuales que en los insumos físicos o recursos naturales.

    El creciente acceso a las tecnologías digitales podría transformar profundamente las economías en desarrollo.

    El pase de la era de cazadores y recolectores a la era de la agricultura y el nacimiento de la Revolución Industrial 12.000 años más tarde, marca transiciones trascendentales en la historia, estilo de vida y bienestar de la humanidad. Ahora en la era digital, puede que nuestra civilización se encuentre en el medio de otra transformación igualmente grandiosa. Precisamente, la era de la economía del conocimiento.

    En el pasado, los motores del crecimiento fueron una fuerza laboral abundante y la explotación de los recursos naturales. Ahora las compañías explotan los datos como si fueran recursos naturales escondidos en una mina. No cosechan manzanas sino apps móviles. Consideran que la información es la futura fuente de prosperidad.

    El término “economía del conocimiento” fue acuñado en los años 60 para describir un pase de las economías tradicionales a otras donde la producción y uso del conocimiento son los elementos principales. Los cimientos de un sistema así se encuentran en las instituciones académicas y en las empresas dedicadas a la investigación y desarrollo.

    Y también lo están entre las que aplican ese conocimiento –los programadores que desarrollan nuevo software y motores de búsqueda para usar datos y los trabajadores de la salud que usan datos para mejorar tratamientos. Una vez que el conocimiento ha sido adquirido por esos “agentes centrales”, los empleadores y trabajadores en campos más tradicionales pueden comenzar a usar información para mejorar sus entornos laborales, como por ejemplo la eficiencia de la cadena de suministro de una pequeña compañía o la cosecha de granos en una chacra.

     

    Tecnologías de la información

    En la base de todo eso están las tecnologías de información y comunicación (TIC). En un mundo donde el rápido acceso a la información es vital, es mandatorio tener acceso a Internet. Los gobiernos que buscan llevar a sus naciones hacia la economía del conocimiento ponen el desarrollo tecnológico en el centro de sus estrategias. En este sentido, el anhelo de todo país es tener su propio Silicon Valley de start-ups tecnológicas y pequeñas empresas innovadoras.

    Pero en realidad el camino hacia la economía del conocimiento no se ve con claridad. Todavía no hay una definición compartida por todos de qué es la economía del conocimiento. Podría decirse que un sistema así no tiene un sentido significativo. Porque después de todo las culturas humanas siempre han dependido del conocimiento para sobrevivir y mejorar sus vidas.

    Pronósticos y consecuencias

    En los años 90 los políticos de avanzada en las democracias desarrolladas presentaban la economía del conocimiento como el motor fundamental de la futura prosperidad. Según ellos, en la economía del conocimiento, las empresas y los países triunfarían cultivando el conocimiento de sus trabajadores en oposición a las formas tradicionales de capital, como una fábrica o su maquinaria.

    Eso tuvo profundas consecuencias en las políticas públicas, porque implicaba que la reforma educativa y otras intervenciones podían brindar inclusión y prosperidad. Hoy, sin embargo, esa visión benevolente del impacto social y económico del progreso tecnológico ha sido reemplazada por una visión mucho más distópica (distópica significa lo opuesto a utópica), en la que se asocia la automatización y el surgimiento de la inteligencia artificial y también las transformaciones en la economía digital y la naturaleza cambiante de la globalización.

    El EBRD (European Bank for Reconstruction and Development) define economía del conocimiento como una economía que puede crecer a través de la innovación o, dicho de otro modo, aumentando el factor total de la productividad.

    Una economía de conocimiento también se caracteriza por el dinamismo tecnológico y cubre sectores, como el de agronegocios o industria pesada, pues no está necesariamente asociada a la innovación de punta. Para prosperar, la economía del conocimiento depende de un marco institucional adecuado, buena educación, fuerte infraestructura de comunicaciones y un entorno financiero de apoyo.

    El término “economía del conocimiento” puede traer a la mente imágenes de Silicon Valley, startups de alta tecnología y nativos digitales viviendo su vida online con wifi en todas partes. Pero esos son apenas algunos aspectos de un concepto que incluye una amplia gama de actividades que fomentan el crecimiento.

    El motor que mueve la economía del conocimiento es la educación. Se puede pensar en educación como una inversión en conocimiento. Uno introduce tiempo y dinero y extrae conocimiento. Los gobiernos de todo el mundo están invirtiendo en educación. Las tasas de alfabetización están más altas que nunca y los estudiantes van a la universidad como ningún otro momento en la historia.

    Pero para que las empresas triunfen, la educación no se puede restringir a escuelas y universidades. Todas las áreas de la vida deben ser una oportunidad para el crecimiento intelectual. Y ninguna área lo necesita tanto como el mundo del trabajo. Eso significa que aprendizaje y desarrollo ocupan ahora el centro de la escena.

    Las entrevistas estuvieron a cargo de Rubén Chorny.


    Sergio Candelo, director general de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI)

    Las políticas públicas bienimplementadas generan impacto

    Así como la Ley de Promoción de Software brindó un marco regulatorio estable que le permitió a la Argentina crecer en empleo, exportaciones y facturación, el Régimen de la Economía del Conocimiento augura una década próspera.

    –¿Qué se espera que suceda sectorialmente en los próximos 10 años con el régimen en ciernes?

    –El compromiso de la Industria del software está fijado en las siguientes metas para 2030:

    • crear 500.000 empleos, abrazando la diversidad y la distribución geográfica; superar los US$ 20.000 millones de facturación anual;
    • lograr exportaciones por más de US$ 10.000 millones;
    • estar entre los primeros 30 puestos del Índice de Digitalización a escala mundial (NRI WEF), y
    • estar en los primeros 5 puestos del Índice de Digitalización en América Latina (NRI WEF).

     

    –¿Por qué es insuficiente la oferta de profesionales con habilidades vinculadas al desarrollo web, a las aplicaciones móviles, a la data science e inteligencia artificial?

    –Podemos abordar esta cuestión en dos aspectos principales. En el primero mencionar a los jóvenes, que siguen eligiendo las carreras tradicionales por sobre las de formación informática. Este fenómeno está también acompañado por la falta de actualización de las carreras de base para nuestro sector.

    En el segundo, se encuentra la cuestión cultural, ¿cómo vemos las carreras informáticas? ¿Los padres consideran a las carreras del futuro como viables para sus hijos? ¿Los hijos ven las carreras de informática como una actividad viable? En estas preguntas radican las principales barreras culturales que desde CESSI buscamos romper.

     

    Marcos regulatorios

    –¿En qué medida se depende de la definición del marco normativo para que se radiquen inversiones, proyectos y negocios?

    –Sin marcos regulatorios que brinden estabilidad y posibilidades de proyectar a largo plazo, los crecimientos no ocurren y, si lo hacen, es en una velocidad completamente distinta.

     

    Además del notorio incremento de la competencia por la transformación digital que se desató en el comercio y las finanzas, acelerado por efecto de la pandemia, ¿cuáles serían las otras áreas pasibles de crecer en el corto plazo, como ya se insinúa en la salud y la educación?

    –El software atraviesa hoy en forma transversal a todas las industrias y el comercio; en Argentina el proceso de transformación digital que estaba aletargado y alcanzaba solamente al 40% de la industria. Hoy en contexto de pandemia se aceleró al menos 4 o 5 años a lo que hubiese pasado naturalmente. Esperamos que esta aceleración que desató la situación de la pandemia encuentre el camino para seguir desarrollando estos pequeños cambios implementados en los últimos 4 meses.


    María Apólito, subsecretaria de Economía del Conocimiento

    Una política de Estado que lleva 16 años de coincidencias

    Se trata de un sector nuevo y dinámico, que genera rápidamente empleo de calidad muy bien remunerado, en especial en software, audiovisual e industria 4.0, y en el que se han depositado muchas esperanzas para disminuir la brecha de género.

     

    –¿Cuál sería el hilo conductor entre la ley sancionada en 2004, de promoción del software, y el régimen de la economía del conocimiento que está en el Congreso?

    –En aquel momento, la ley de software que impulsó el gobierno de Néstor Kirchner convirtió al sector en uno de los más importantes de la economía, en términos de generación de empleo y de divisas. Hoy es el segundo complejo exportador de la Argentina, que desplazó a la industria automotriz, fruto de haberse consolidado una política de Estado con incentivos fiscales que se mantuvo hasta el año pasado.

    Pero además del software existen otras áreas intensivas en recursos humanos, en el uso de nuevas tecnologías y conocimiento, que con políticas muy parecidas tienen las condiciones para poder aportar valor agregado, divisas, generar empleo. De ahí que se le haya ampliado el alcance mediante una ley que en realidad había sido aprobada el año pasado y que nuestro gobierno la reformó con algunos criterios más proPymes y de federalización. Es un tema en el que básicamente todas las fuerzas políticas coincidimos en que por este lado viene el desarrollo del siglo XXI.

     

    –¿Cómo se materializará en la actual etapa esta política?

    –Aun cuando la ley no está sancionada, la Subsecretaría está desplegando una serie de acciones para motivar la oferta y la demanda, y consiste en que las empresas, principalmente del entramado Pyme, reciban un subsidio o crédito a tasa subsidiada más directos, que las anime a realizar proyectos relacionados con la economía del conocimiento. O bien para que las que ya desarrollan esas actividades piensen en nuevos proyectos, o bien para que desde sectores más tradicionales incorporen economía del conocimiento.

     

    –¿Qué instrumentos impulsarán las soluciones colaborativas y la innovación?          

    –La idea es que profesionales vinculados a estas cuestiones, a la gestión de la innovación, del conocimiento, biotecnólogos, gente que trabaje en actividades de soluciones 4.0, se inscriban en un registro de articuladores de la economía del conocimiento.

    Les evaluaremos sus perfiles, experiencia académica, profesional, les brindaremos una serie de capacitaciones sobre todos los instrumentos que tenemos: cómo encuadrarse en la ley, cómo hacer la presentación de proyectos para acceder a estos subsidios. Tendrán una representación territorial muy importante. Pensamos que el próximo año también va a ser pagada su asistencia para que puedan colaborar a que más Pymes accedan a estas herramientas.

     

    –¿Qué medidas deberían coordinarse con otras áreas del gobierno para asegurar políticas educativas que acompañen la expansión del sector?

    –Es un tema clave, porque uno de los ejes de la economía del conocimiento es la intensidad con la que utiliza recursos humanos calificados. Las empresas nos dicen que, más allá de los incentivos, que les vienen muy bien, si no logramos de acá a 10 años tener una masa crítica preparada en estos temas del futuro, el sector va a tener una limitación en el crecimiento.

    Así es como destinamos un área específica a capacitaciones, que complementan de alguna manera el rol que tienen las universidades, los institutos técnicos, y que por supuesto están sujetos a todo un proceso para cambiar una currícula, aprobar una carrera de grado y demás.

    Hacemos cursos ad hoc bien enfocados y que las empresas, de algún modo, traten de resolver esa demanda futura insatisfecha que ven con alguna preocupación que pueda ser cubierta, debido a que desde la educación formal no se logra seguir el ritmo de los avances tecnológicos.

     

    –¿Cuáles serían concretamente las líneas de acción?

    –Armaremos cursos que duran de 6 a 10 meses para cubrir el gap entre la oferta formal educativa y las necesidades de las empresas de alguna capacitación específica. Ahora tenemos una línea con municipios, ya vigente, por la cual se les otorgan $500.000, algo bastante simbólico, que se dirige a detectar las necesidades locales.

    Vamos a lanzar cursos donde tenemos un esquema de nivelación de 4 meses en todo lo que tiene que ver con el software y las nuevas tecnologías de la industria 4.0. Habrá otros niveles para programación en distintos lenguajes de todo lo que tenga que ver con big data, IOT. Según su complejidad, van a durar entre 6 y 18 meses.

    Son perfiles a desarrollar que vamos a certificar desde la Subsecretaría, las cámaras competentes, etc, como para poder dar una respuesta a las necesidades que veamos del sector privado. En áreas más de la ingeniería, como sistemas, los estudiantes abandonaban las carreras tentados con muy buenos sueldos y condiciones laborales, porque las empresas demandaban cubrir puestos para los que no conseguían profesionales recibidos.


    Santiago Mignone, socio a cargo de PwC Argentina

    Excesivo riesgo y poca inversión, trasfondos del parate legislativo

    El cambio constante de reglas de juego, la ausencia de un marco normativo estable y la falta de inversión estatal en infraestructura de comunicaciones, lo mismo que en educación y aprendizaje de idiomas alternativos al castellano (fundamentalmente el inglés), amenazan el posicionamiento futuro.

    –¿Cuál es el motivo por el que está congelado el proyecto de expansión en 4.000 empleados del departamento de servicios al exterior en Buenos Aires, a la espera del texto definitivo de la ley de Economía del Conocimiento y el tiempo tardará en implementarse?

    –El motivo de la hayamos tenido que retrasar una expansión sobre nuevos tipos de servicios asociados a la economía del conocimiento obedece, fundamentalmente, al cambio abrupto de reglas de juego, que se ha venido dando desde la introducción de las retenciones a la exportación, la derogación de la reglamentación de la Ley de Economía del Conocimiento, actualmente vigente (aunque sin aplicación práctica) y la incertidumbre respecto del marco legal que será aplicable a nuestra industria.

    A ello debemos sumarle las consecuencias que puedan surgir de la nueva Ley de Teletrabajo, y lo que suceda a partir de la inclusión de la red de comunicaciones como servicio público. Desde el 2010 que abrimos el Centro de Exportación de Servicios del Conocimiento (Argentina Acceleration Center), hemos estado creciendo a diferente ritmo, con algunos años de excepción en que mantuvimos el volumen.

    Sin embargo, desde 2016, siguiendo la tendencia de desarrollo a nivel mundial de este tipo de servicios, nuestra expansión se dio de manera más acelerada, a un ritmo del 30% anual, aproximadamente. Hoy continuamos el crecimiento, basado en una evolución orgánica sobre los servicios que ya venimos prestando, aunque a un ritmo más lento.

     

    –¿Cuál sería el verdadero filtro con que vienen tropezando los incentivos tributarios del régimen de economía del conocimiento ahora atascado en el Senado?

    –La verdad es que no se comprenden las razones por las cuales nunca se aplicó la Ley 27.506, votada prácticamente por unanimidad por el Congreso de la Nación, ni las que impiden que las modificaciones propuestas por el actual Poder Ejecutivo Nacional no hayan sido aprobadas aún por el Senado.

    Pienso que habrá temas políticos, ajenos a la Ley y sus consecuencias, que impiden su discusión y aprobación.

    Pareciera que no les interesan los beneficios que podrían generarse a partir de la sanción de esta ley, en cuanto a creación de empleo de calidad, sobre todo a nivel de las provincias, y a generación de divisas. Tampoco parece interesar el beneficio que ello otorgaría a miles de Pymes en el país.

     

    –Si conocimiento innovador, valor agregado y talento son la moneda del futuro, ¿qué chances concretas tendría Argentina de competir contra mercados más grandes y económicos como China e India?

    –La competencia de nuestro país no es China ni India ya que esos mercados están más basados en el volumen. El sector privado en Argentina ha sabido posicionarse en un espacio de calidad de los servicios exportables, con una puesta a disposición de recursos humanos con destacado talento.


    Edgardo Vázquez, gerente general de Laboratorios Bagó

    Cómo tender puentes entre científicos y emprendedores

    El refuerzo de la vinculación entre el sistema científico-tecnológico y el sector productivo, además de crear estructuras de soporte que permiten generar un mindset de negocios, transforma los descubrimientos en nuevas empresas y conocimientos exportables.

    –¿Qué barreras enfrenta el país para abordar de lleno la economía del conocimiento?

    –La industria farmacéutica argentina es una de las industrias más competitivas del país. Aporta la mayor inversión económica en I+D y elabora uno de los productos con mayor valor agregado de la nación. Para enfrentar los desafíos de la economía del conocimiento se requieren políticas públicas de largo plazo orientadas a potenciar las capacidades productivas de actividades que generen empleo calificado y productos diferenciados que logren competir internacionalmente.

    Además, es importante generar un ecosistema de stakeholders en el que se articulen el sector público, privado, las ONG y organizaciones de la sociedad civil. Los países referentes fortalecieron el impulso privado con políticas públicas sectoriales orientadas a crear condiciones competitivas diferenciales en los aspectos impositivos, previsionales, logísticos, financieros, laborales y educacionales. Es así que en pocos años logran competir con una oferta exportadora competitiva y con mayor inserción en el mundo.

     

    –La manera de “comoditizar” toda la innovación surgida de la investigación ¿sería vía patentes y otras formas de la propiedad intelectual?

    –Un marco jurídico estable y previsible permite que las compañías podamos destinar fondos a la investigación y desarrollo, a la inversión industrial y tecnológica y al desarrollo de proyectos a largo plazo. En Laboratorios Bagó consideramos la inversión en I+D como uno de nuestros pilares y por eso centramos nuestros esfuerzos en producir medicamentos que contribuyan a mejorar la calidad de vida.

    Desde nuestra fundación, en 1934, mantenemos la misma filosofía: la búsqueda sistemática de moléculas originales, asociación de fármacos y desarrollo analítico y farmacéutico aplicado a nuevas formas farmacéuticas. Como resultado de este trabajo, contamos con 85 patentes por el descubrimiento de moléculas originales, relacionadas con procedimientos de elaboración y vinculadas con formas farmacéuticas, permitiendo que nuestros productos se diferencien a través de la innovación y la efectividad terapéutica.

    Por ello, entendemos que el régimen de Propiedad Intelectual estimula a la innovación, y en el ámbito de la salud en particular, debe adaptarse para permitir que los pacientes logren un acceso más rápido y efectivo a nuevos productos y tratamientos terapéuticos.

     

    Las ventajas de I+D

    ¿Cómo se materializa la habilidad para capitalizar descubrimientos científicos del campo de la investigación básica y aplicada?

    –En un mundo caracterizado por el cambio, la investigación y el desarrollo, entre otros factores, se convierten en ventajas competitivas para las industrias. Sin embargo, existe una diferencia entre la investigación y el desarrollo: la primera se abre hacia lo desconocido y busca nuevas formas de hacer las cosas, o en el caso de la industria farmacéutica, nuevas soluciones terapéuticas para enfermedades que aún no tienen cura; mientras que el desarrollo se orienta a dar respuestas más específicas para mejorar servicios y productos ya existentes, pero con el objetivo de satisfacer una necesidad concreta de la comunidad.

    En este contexto, toma vital importancia la interacción entre la Ciencia y la Industria para materializar y capitalizar los descubrimientos científicos, más aún en la industria farmacéutica, donde se están produciendo grandes cambios que generan un impacto en la salud de la población y la mejora de su expectativa de vida.

    Entre esos cambios, uno de los más importantes es que se está virando del desarrollo de tratamientos terapéuticos generales a la búsqueda de tratamientos para enfermedades que aquejan a poblaciones específicas o enfermedades que antes no eran tan prevalentes porque la expectativa de vida ha aumentado como resultado del avance de la ciencia, la medicina y la tecnología.

    Muchas de estas afecciones aún no han sido dominadas y nos presentan un vasto campo de investigación en pos de ofrecer mejoras radicales en la calidad de vida de estos pacientes. Este tipo de desarrollos resultan socialmente valiosos y permiten el acceso de la población a nuevos medicamentos que cubran las necesidades insatisfechas.


    Marcos Bazán, socio líder de Financial Advisory de Deloitte

    Para consensuar la cooperación pública, privada y universitaria

    La falta de políticas que acompañen el crecimiento y desarrollo que había tenido el sector puede provocar el éxodo de talento y emprendedores a otros países, relegando a la Argentina en comparación con otros que tienen visión de largo plazo en el desarrollo de personas.

    La economía del conocimiento es una actividad que ha crecido significativamente en Argentina en los últimos años. Se observa en participación en el PBI, en exportaciones y en creación de empleo.

    Si bien es indudable la importancia que ha tenido en los últimos años y que actualmente tiene el sector para la economía argentina, su participación relativa en el comercio internacional en comparación con otros países de la región se vio levemente reducida.

    Esto demuestra que se puede lograr un mayor desarrollo de la economía del conocimiento basado en políticas que acompañen dicho crecimiento y desarrollo. ¿Cómo?, entre otras cosas, proponiendo un régimen de promoción claro y sostenible para las empresas que generen conocimiento, que cuente con el consenso de los distintos sectores de la sociedad y que permita garantizar la seguridad jurídica de los inversores y empresarios del sector; en segundo lugar, incentivando la inversión en el sector a través de agentes públicos y privados y por último, transformando el sistema educativo, con metas a largo plazo, que promuevan la cultura colaborativa y la innovación en los tres niveles educativos.

    Argentina cuenta con ciertas ventajas competitivas para el desarrollo de la economía del conocimiento, que debe potenciar para lograr un mayor desarrollo. Entre las que podemos mencionar: su gran diversidad cultural; capacidad, flexibilidad y creatividad de su capital humano; huso horario compatible con la jornada de trabajo principalmente en Estados Unidos y en menor medida en Europa; buen nivel de inglés y buen acceso a las Tecnologías de la Información.

    La nueva normalidad nos está demostrando que el mundo no está compitiendo basándose en la gestión de los recursos naturales ni en su ubicación geográfica. En la actualidad, la competencia entre países está enmarcada por la captación de nuevos talentos y de nuevos emprendedores, basados en el desarrollo de tecnologías disruptivas que derramen transversalmente las industrias tradicionales que conocemos hoy.

    El desarrollo de la economía del conocimiento no es excluyente del desarrollo de otros sectores tradicionales. De hecho, nos permite incorporar mejoras competitivas y aumentar la productividad en otros sectores estratégicos para el país como el agro, la industria y los servicios (Agtech, fintech, edtech, e-commerce).

     

    Habilidades blandas y analíticas

    Cuando se analiza la composición del trabajo en la economía del conocimiento se observan como dominantes las habilidades blandas (liderazgo, comunicación, creatividad, innovación) y las analíticas (MITyC), dejando una participación marginal para las habilidades manuales o rutinarias.

    La transformación digital tenderá a incrementar el empleo en tareas que requieran habilidades humanas y MITyC. Los trabajadores mejor posicionados serán aquellos que cuenten con una educación, especialización y experiencia complementarias al uso de las nuevas tecnologías.

    En este sentido, para mejorar las posibilidades de empleo de la población y poder alcanzar un nivel de desarrollo sostenible para la economía del conocimiento, es muy importante que se generen incentivos para el crecimiento de las disciplinas MITyC e incrementar el número de egresados anuales de estas carreras universitarias.

    Estos estímulos y la inversión que se realice en materia educativa, no solo debe incluir incentivos económicos y mayores presupuestos para estas disciplinas, sino que también debe enfocarse en lograr una mayor integración entre la educación primaria, secundaria y la universitaria.

    Actualmente, los planes de estudio y las metodologías aplicadas en la escuela primaria y secundaria están más orientados al desarrollo de profesiones tradicionales, como la abogacía y las ciencias económicas.

    Para que sea factible desarrollar más profesionales en MITyC, es necesario generar la inquietud por desarrollar nuevos conocimientos en los niños y adolescentes desde la escuela primaria. Para ello, resulta necesario contar con planes de estudio integrados en lo que respecta a economía del conocimiento en los tres niveles de estudio de manera de generar conocimientos, curiosidad y entusiasmo en los jóvenes desde una edad temprana hacia la industria del conocimiento.

    Que haya integración entre la actividad laboral y la actividad académica; capacitar a docentes en aspectos relacionados con las MITyC; y por último, generar un ámbito para la pedagogía y la docencia que sea acorde con estos nuevos requerimientos de la economía global.


    Cristian Argüello, Country Manager de Cognizant

    La inversión en desarrollar talento es una ética de trabajo

    La economía del conocimiento generó en Argentina exportaciones por US$ 6.100 millones en 2018. Atraviesa la fase inicial de un sector muy fuerte y con gran potencial de desarrollo que ayudará a crecer y posicionar mucho mejor al país en el mundo.

    –¿Economía del conocimiento o industria del conocimiento?

    –Habría que pensarlo dentro de un paraguas mucho más amplio, que es la “Era del Conocimiento”, vinculada con el hecho de que el saber (y no es sólo la información) se ha convertido en un activo fundamental para el desarrollo social, económico y cultural de un país o una región.

    Podemos abordarlo desde la investigación académica o la innovación tecnológica, pero también incluye cuestiones más conceptuales como la gestión de políticas públicas, la educación o la forma en cómo resolvemos los conflictos.

     

    –¿Por ejemplo?

    –Países como Irlanda, China o Singapur, donde en los últimos 20, 30 años han invertido en capacitar a su población para el mundo que viene, se convirtieron en mercados más competitivos e idóneos en tecnología. Al mismo tiempo, han generado políticas de promoción de empresas y servicios vinculadas al conocimiento. Irlanda hoy es líder en producción farmacéutica y en tecnología médica, gracias a un fuerte compromiso en áreas de inversión privada, pero también en estrategias educativas desde la primera infancia.

     

    –¿Cuál es el poder transformador del régimen en ciernes con la digitalización global?

    –El escenario mundial cambió y sabemos que no volverá a la “vieja normalidad” por algún tiempo, por lo que es fundamental que nos adaptemos. En este sentido, se han producido algunos cambios muy contundentes, no sólo en lo que respecta a las empresas o la economía, sino a las formas en cómo vivimos y habitamos el mundo.

    En Brasil, ya están pensando en la emisión de una moneda digital desde el Banco Central y en Argentina sabemos que el pago con QR en supermercados ha aumentado un 500%, o sea que lo que antes anticipábamos que sucedería en 10 o 15 años está sucediendo hoy.

    Antes de la pandemia había muchas alternativas digitales, ya sea en salud, educación, finanzas, en el comercio minorista, pero también existían resistencias a su adopción. De manera un poco brusca, presenciamos la conversión de muchas de esas resistencias en necesidades inmediatas.

    Todo lo que podía moverse al mundo online, se trasladó al mundo online. Pero este es un paso más en el camino hacia la digitalización para las compañías y para la sociedad. Argentina puede llegar a ser un proveedor global de servicios de tecnología y negocios apoyando a compañías en su transformación digital.

     

    Escasez global de talentos

    –¿Por qué aun con salarios un 40% por encima del promedio nacional y con que cada año queden entre 5.000 y 10.000 puestos sin cubrir no se aplica un decidido impulso a la capacitación?

    La economía del conocimiento abarca muchas especialidades, pero cuando nos referimos a la escasez de recursos, esta se ve más marcada en áreas que incluyen las ciencias en general, tecnología, ingenierías y matemáticas (STEM en inglés por las siglas Science, Technology, Engineering and Mathematics), cuyo problema de escasez no es exclusivo de la Argentina, sino que es global.

    Creo que estas especialidades no gozan de buen marketing y muchos las ven como muy complejas y difíciles de estudiar. Muchos países han implementado programas para desarrollar estas especialidades y han puesto foco en la educación con planes de corto, mediano y largo plazo.

    Esto mismo es lo que debemos hacer en la Argentina donde nuestro sistema educativo es bueno, tanto público como privado, pero lamentablemente está deteriorándose, por lo que debemos invertir de manera urgente.

    La capacitación, dentro del sistema educativo, implica no solo enfocarse en los alumnos, sino también en los profesionales de la educación, para que tengan las herramientas y los recursos para que las áreas STEM sean incorporadas y promovidas de manera más eficaz y más moderna.

    Por último, la formación no termina una vez que se egresa de una institución. La capacitación durante la vida laboral está en gran medida a cargo de las mismas empresas que necesitan de esos recursos y que apuestan a acompañar a esas personas para que tengan las skills necesarias para un rol, pero también la plasticidad para adaptarse a las necesidades del futuro. La inversión en el desarrollo del talento, como lo vemos en Cognizant, es una ética de trabajo y un valor necesario para la expansión de la economía del conocimiento en nuestra sociedad.


    Roberto Manguel, Managing Director de Experis, de ManpowerGroup

    La demanda de habilidades en TI crece más rápido que la oferta

    Unificar los esfuerzos del sector público y privado es la mejor manera de potenciar el sector tecnológico en el país. Resulta esencial que todos los actores afronten su responsabilidad de fomentar y potenciar el crecimiento del sector IT, específicamente del desarrollo de software.

    –¿Habrá suficiente talento en los próximos años, incluso para ser un proveedor global? 

    –Desde nuestra especialidad en el reclutamiento de profesionales en Tecnología de la Información, creemos que Argentina es un proveedor global de talentos y que está posicionado como uno de los países a la vanguardia en materia de innovación, y que en los próximos años lo seguirá siendo.

    La clave será garantizar el fomento del aprendizaje de nuevos conocimientos para que las personas se mantengan actualizadas y así el país consolide su talento IT. Para ello, sostenemos que la Ley de Economía del Conocimiento ayudará a promover y fomentar el empleo y la producción de conocimiento en el sector.

     

    –¿Hará falta una reforma educativa que oriente la currícula a una economía argentina intensiva en conocimiento? 

    –Vivimos en un mundo en el que el conocimiento avanza de forma continua y cambia rápidamente. Por eso, creemos que se deben incorporar mecanismos en las currículas referidos a tecnología para que sean evolutivas y, de ese modo, acompañen permanentemente esta transformación.

    Es decir, no creemos que lo adecuado sea reformar la currícula una sola vez y para siempre. En ese sentido, en ManpowerGroup promovemos el concepto de Learnability que es la capacidad de las personas de aprender y desarrollar nuevas habilidades de manera continua con el objetivo de mantenerse empleables a largo plazo.

     

    –¿En qué consiste?

    –Nuestra investigación “Revolución de las Habilidades 4.0: se buscan personas, los robots las necesitan” publicada en 2019, evidencia que en Argentina la demanda de habilidades de TI está creciendo rápida y significativamente: el 14% de las empresas encuestadas espera aumentar su plantilla laboral de TI, 7 veces más que las que esperan reducirla.

    Mientras tanto, la disponibilidad de talento tecnológico es cada vez más escasa a medida que crece la demanda en este sector, y el nivel educativo y la experiencia que requieren los empleadores frente al talento disponible presenta un desequilibrio.

    Asimismo, todos los puestos requieren habilidades humanas tales como adaptabilidad, comunicación, negociación, liderazgo y dirección. La demanda de conocimientos técnicos y digitales está creciendo para todos los trabajos, pero a medida que avanza la automatización y las máquinas demuestran ser mejores en las tareas rutinarias, los empleadores valoran cada vez más las competencias humanas.

    Mientras que el 39% de las organizaciones argentinas señala que es difícil capacitar en las habilidades técnicas de mayor demanda, para el 50% resulta aún más difícil enseñar las habilidades blandas que necesitan, como el pensamiento analítico y la comunicación.

    Aquellos candidatos que pueden demostrar mayores habilidades cognitivas, creatividad y capacidad para procesar información compleja, además de capacidad de adaptación y de gozar de aceptación, pueden esperar un mayor éxito a lo largo de sus carreras.

     

    Buenas perspectivas

    La Economía del Conocimiento involucra hoy al 22% del PBI nacional y podría subir al 25% dentro de 5 años, ¿qué tendría que suceder con la generación de RR.HH. para que se pongan a la altura de esa expansión?

    –Creemos que la industria de TI en general va a crecer en el país, ya que la pandemia del coronavirus dejó en evidencia la necesidad de realizar cambios en el corto plazo para integrar sistemas y plataformas tecnológicas que les permitan a las organizaciones operar de forma remota sin mayores inconvenientes.

    En las empresas que utilizan servicios de tecnología, el sector IT sigue las tendencias del rubro de la organización en la que está inserta, teniendo en cuenta sus particularidades.

    En este sentido, aquellos que se encuentran realizando el cambio de infraestructuras físicas por digitales y que seguirán este camino por el resto del año son los laboratorios, bancos, la industria de la salud y toda actividad que esté en condiciones de desarrollar su negocio a través del comercio electrónico. Además, las Fintech y las acciones referidas al manejo de dinero electrónico se seguirán fortaleciendo. Consideramos que lo ideal es trabajar conjuntamente, generar academias y polos de capacitación entre todos, y no de manera independiente.

    Así, las empresas no tendrán que perder el foco de su actividad principal entrenando a colaboradores para ocupar esos puestos, sino que se podrán apoyar en un sistema integrado que tendrá el objetivo de potenciar el talento IT.


    Vicente Campenni, gerente general de INVAP

    Transformar conocimiento en desarrollo productivo

    Se impondría una visión holística sobre el ecosistema del conocimiento y la generación de políticas que impulsen la actuación sinérgica de los sus distintos actores antes que definir políticas independientes para cada uno de ellos.

    –¿Qué nuevas necesidades surgirán de capital intelectual específicamente referido a la habilidad para capitalizar descubrimientos científicos del campo de la investigación básica y aplicada?

    –La dinámica de la industria del conocimiento se ha ido acelerando, esto significa que los tiempos característicos de evolución de un concepto que surge desde la investigación básica, pasando por investigación aplicada, desarrollo tecnológico y su industrialización se han acortado significativamente, llegando, en muchos casos, a la superposición de esas fases.

    Otra evidencia de esta aceleración se puede ver en el cada vez más frecuente planteo de la investigación por misión (esto es, con el objetivo de satisfacer una necesidad productiva) como alternativa a la investigación por curiosidad. Estos cambios implican la necesidad de generar políticas integradas en los distintos eslabones de la cadena de valor del ecosistema del conocimiento (academia, investigación básica, investigación aplicada, desarrollo tecnológico, industrialización/comercialización).

     

    –¿En qué medida el hecho de que la Economía del Conocimiento forme parte central de política de desarrollo económico y fomento a las exportaciones modificará el escenario en el que se venían desenvolviendo las empresas de alta tecnología e innovación?

    –En particular la Argentina tiene un enorme potencial para desarrollar la economía del conocimiento y por ende para aportar al desarrollo de la Argentina.

    Cuando hablamos de la EdC normalmente nos concentramos en la palabra “Conocimiento” y tendemos a pensar en ciencia, tecnología, en otras palabras, pensamos en el capital intelectual y en este campo el país tiene muy buenas capacidades, si bien falta mejorar la articulación.

    Pero en la palabra “Economía” está el factor transformador de ese conocimiento en desarrollo productivo. Necesitamos ver la EdC como una industria que usa al conocimiento como materia prima y como toda industria lo que genera no solo se mide por los productos o servicios que produce y exporta, sino también por la capacidad de generar trabajo en la sociedad donde se desarrolla.

    Es en este último concepto, donde la EdC también hace un gran aporte, permitiendo acompañar los cambios de la matriz productiva que la evolución tecnológica impone, con la generación de empleo genuino.

     

    –¿Cómo incide en las empresas de raíz tecnológica que la guerra comercial entre EE.UU. y China se haya sintetizado en la Economía del Conocimiento, en un mundo que marcha hacia la digitalización y la virtualización de las actividades?

    –Claramente la digitalización y virtualización de las actividades brinda la posibilidad de exportar servicios tecnológicos más fácilmente. Por otro lado, existen áreas de la economía del conocimiento que implican el desarrollo y producción de productos tecnológicos y/o sistemas complejos adaptados a la infraestructura e idiosincrasia local, que muchas veces no pueden ser reemplazados por desarrollos realizados afuera, o que su solución local reduce la salida de divisas generando empleo y a su vez creando capacidad exportadora.


    Luis Galeazzi, director ejecutivo de Argencom

    Exportaciones de conocimiento podrían pagar la deuda externa

    Si Argentina tiene una ley, marca el interés estratégico del país respecto de estos sectores y define un nivel de interés para la atracción de inversiones y nuevas operaciones en el país.

    –¿Cómo afectaría una eventual involución de la economía del conocimiento a la productividad de otras industrias, como construcción, textil, manufacturas, alimentos, automotriz, comercio, agroindustria?

    –La economía del conocimiento tiene una gran importancia por su efecto transversal, porque todas las innovaciones en los procesos de los productos de los sectores tradicionales de la economía usan tecnologías nuevas: tecnologías móviles, IA, aprendizaje automatizado, capacidad de visualización de imágenes, la explosión de la capacidad de cómputos, el abaratamiento de almacenaje de información, entre otras.

    Estas tecnologías tienen impacto en la cadena de valor y procesos productivos de industrias tradicionales. No tener una Economía del Conocimiento implicaría que estas inyecciones de productividad habría que comprarlas en el mercado internacional; serían importaciones de tecnología.

    La gran posibilidad de Argentina es que provee al mercado local desde empresas locales, empresas que tienen implantadas sus capacidades en el país, lo cual da un doble beneficio a la sociedad.

     

    –¿Por qué advierten que la sanción de la reforma a la ley de conocimiento es condición sine qua non para que se cumplan los cálculos previos a la pandemia de que el sector crearía 215.000 puestos de trabajo de calidad y alcanzaría los US$ 15.000 millones de exportación en 2030?

    –Argentina tiene muchas ventajas para la competencia internacional en la Economía del Conocimiento, pero también tiene desventajas serias que básicamente son la carencia de marco normativo claro para el sector y la gran incertidumbre macroeconómica del país.

    Nunca sabemos a cuánto va a estar el dólar, por ejemplo, entonces los costos de producción de la economía del conocimiento que se miden en salarios en dólares nunca se saben cuánto son.

    Esto genera gran incertidumbre para el desarrollo de los negocios. La ley no resuelve todo esto pero sí es un gran paso para estabilizar el marco normativo de los próximos 10 años y definir reglas de costo para la industria.

    La existencia de la Ley es indispensable como primer paso, no agota toda la batería de políticas públicas que puede dar un país al sector, pero es un paso que nos pone en carrera. Estamos perdiendo la carrera, esta ley recupera algún espacio de lo perdido sin llegar a poner a la Argentina como líder en políticas públicas.

     

    Condiciones sólidas

    –Si globalización, tecnología y diversidad describen a la innovación en el mundo de los negocios, ¿dónde quedó parada Argentina?

    –Argentina tiene condiciones muy sólidas para la Economía del Conocimiento: tiene un sistema científico-tecnológico muy creativo que se destaca en áreas en particular como biotecnología, la ingeniería satelital y la ingeniería nuclear. Tiene una red de empresas muy agresivas con muy alta performance que compiten con las mejores del mundo y un entramado emprendedor de start ups muy agresivo, como por ejemplo el mundo de los emprendedores de Endeavor, que es muy poderoso.

    Argentina tiene capacidad de producción, de innovación y de conocimiento en forma natural. Esto le da una posibilidad de competir a nivel global muy alta. Hoy tiene los problemas de la macroeconomía en general, de la inestabilidad normativa y de la inestabilidad política, los gobiernos argentinos no dan mucha continuidad a sus políticas sino que cada uno vuelve a empezar.

    En una proyección de 5 a 10 años, la Economía del Conocimiento va a ser el segundo sector en exportaciones después del complejo oleaginoso. Los ingresos de las exportaciones van a ser iguales o mayores a los compromisos de pagos de deuda externa que tengamos, es decir que las exportaciones de economía del conocimiento pueden pagar la deuda externa siempre y cuando sea promovida y producto de una política pública estratégica de la nación.