Muchas de las políticas y estrategias adoptadas por el Presidente Donald Trump, oscilan entre lo ridículo y lo impensable, aunque algunas pueden orillar el límite de lo trágico.
Es evidente que uno de los temas más relevantes para la economía mundial es la agotadora guerra comercial entre Estados Unidos y China, una novela sin final, o al menos que exhibe nuevos comienzos cada pocas semanas.
Hay que recordar alguno de los episodios recientes ymás notables.
Durante la reunión del G–20 en Osaka, Japón, – a finales de junio pasado– los líderes de ambas naciones anunciaron que se había logrado una tregua en la ardua contienda. Trump confirmó que no entraban en vigencia –suspendidos– los nuevos aranceles previstos por su administración para las importaciones de origen chino (también se suspendió la prohibición a empresas tecnológicas estadounidenses, de vender productos a Huawei, la tecnológica china que frecuenta la lista negra estadounidense.
Comenzaba (otra vez) un nuevo ciclo de negociaciones. O eso parecía, porque a lo largo de varias semanas no hubo el menor avance. Pero en septiembre, sí hubo novedades. La Casa Blanca impuso más altos aranceles a las mercaderías chinas. Esta vez en el orden de US$ 125 mil millones. La respuesta china, a su vez, fue aumentar los aranceles sobre US$ 75 mil millones de mercaderías compradas a Estados Unidos (en su mayoría, producción agrícola de los estados centrales que votaron mayoritariamente por Trump).
Pero entonces, quedó sin efecto la aplicación de aranceles adicionales proyectada para el 15 de octubre por el gobierno de EE.UU.
La amenaza de Washington era que, en diciembre próximo, se pondrían nuevos aranceles que llevarían el total a US$ 500 mil millones de importaciones afectadas. Naturalmente, los chinos no pensaban quedarse atrás. La represalia estaba calculada para alcanzar casi 70% del total importado por Beijing.
En otros términos: si todo seguía así, los aranceles promedio de EE.UU. sobre productos chinos, sería en torno a 24% (era de 3% hace dos años). En cuanto a los aranceles promedio de China, se situarían en torno 26% cuando el mismo promedio con terceros países, es de menos de 7%.
Hasta este momento, hubo al menos doce rondas de negociación, con muy pobres resultados. Para Trump, la magnitud de los aranceles punitorios terminaría por eliminar toda resistencia china. No fue así. La potencia asiática demostró voluntad de abrir un poco más sus mercados, de hacer nuevas compras en Estados Unidos, y reconocer mayor espacio a la propiedad intelectual (fuente permanente de conflictos).
Mientras tanto, esperaba, que las contramedidas arancelarias dañaran a Estados Unidos, como para que su gobierno aceptara avances aunque no fueran de la extensión pretendida.
Para los observadores, parece claro que EE.UU. no está ganando esta guerra comercial. Es cierto que el crecimiento económico chino bajó su ritmo. Pero la imposición de aranceles parece haber hecho más daño entre consumidores estadounidenses que entre los chinos. Con la sombra de una recesión acechando, es posible que se debilite la presión de Washington.
Puede que el año próximo, la disputa comercial quede congelada. Pero la pelea de fondo por la hegemonía mundial, continuará.
“Fase uno” de acuerdo con China
Ahora la expectativa pasa a noviembre. Trump anunció el acuerdo junto al vice premier chino Liu He. Agregó que harán falta de tres a cinco semanas para redactarlo y que probablemente se firme para mediados de noviembre. Trump, quien poco antes instó públicamente al gobierno chino para que investigue al ex vicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter por la participación de este último en un fondo de inversión, dijo que los Biden no participaron de las conversaciones comerciales.
Según el nuevo arreglo, China comprará entre US$ 40.000 y 50.000 millones en productos agrícolas norteamericanos. El acuerdo incluye también compromisos por parte de China relacionados con su moneda, con propiedad intelectual y con la autorización para que algunos servicios financieros norteamericanos accedan a los mercados chinos.
Estados Unidos no seguirá adelante con el aumento de aranceles que estaba planificado para el 15 de octubre, dijo el Secretario del Tesoro Stephen Mnuchin.
Habrá una “fase dos” para este acuerdo y las conversaciones para esa fase comenzarán en cuanto concluya la fase uno.
Lista negra de empresas chinas
Washington se propone asfixiarlas para detener el crecimiento chino en Inteligencia Artificial. Si el plan le sale mal, podría estar fomentando la independencia tecnológica del país.
El Departamento de Comercio de Estados Unidos ha sumado 28 entidades privadas y estatales chinas, incluidos ocho gigantes tecnológicos, a la Entity List o sea, la lista negra–– por actuar en contra de los intereses norteamericanos de política exterior.
El Technology Review del MIT presenta una explicación del hecho:
La medida prohíbe a las compañías estadounidenses vender tecnología a las firmas y organizaciones que integran la lista negra sin aprobación previa del gobierno federal.
Estados Unidos dice que esas entidades han participado en violaciones de derechos humanos contra los iugures y otras minorías étnicas predominantemente musulmanas en la región de Xinjiang, al noroeste de China.
La lista incluye a varias compañías que colaboran con el equipo nacional de IA, que formó el gobierno como parte de su estrategia para convertirse en líder global en la tecnología. Está Hikvision, una compañía de videos de vigilancia; iFlytek, un gigante en reconocimiento de voz, Megvii y SenseTime, ambas dedicadas al reconocimiento de imagen y Yitu compañía de reconocimiento de voz y visión.
Luego de haber incluido a Huawei en esa lista negra, éste es el último intento de detener el crecimiento de la industria de Inteligencia Artificial china privándola de productos, servicios y know how norteamericano.
Los impactos previsibles
La industria china de IA necesita chips IA. China compra 90% de sus chips a empresas extranjeras, y la tecnológica californiana Nvidia domina el desarrollo y la producción global de unidades de procesamiento gráfico, el microprocesador más popular para alimentar los algoritmos de aprendizaje profundo. Las compañías chinas, al figurar en la lista negra, no podrán comprar los chips. Tampoco podrán colaborar con universidades norteamericanas ni recibir inversiones extranjeras.
El gobierno chino ha confesado hace tiempo la debilidad del país en producción de chips IA y ha tratado de fomentar la industria doméstica de esos microprocesadores. En los últimos meses, por ejemplo, Huawei y Alibaba anunciaron sus propios semiconductores poderosos y especializados. La lista negra norteamericana podría terminar fomentando el desarrollo intensivo de inversiones chinas en chips y acelerar así la independencia tecnológica del país. O sea, a Trump, el tiro podría salirle por la culata.
Varias de las compañías castigadas dicen que se las ha interpretado mal. Hikvision y Megvii dieron a conocer sendos comunicados donde dicen que están comprometidas con los impactos positivos de su tecnología. “Alrededor de 1% de los ingresos totales de la compañía derivaron de proyectos en Xinjiang en 2018”, declaró Megvii.
China busca sumar a Australia
La invitación a sumarse a la Belt and Road Initiative , la hizo el embajador chino en Australia diciendo que el país se beneficiará con la iniciativa.
El intento más audaz de China hasta la fecha de lograr desarrollo sustentable mediante el fortalecimiento de las relaciones económicas y de conectividad con otros países a través de la Belt and Road Initiative se produjo en la conferencia sobre esta iniciativa.
El Departamento Australiano de Relaciones Exteriores y Comercio expresó dudas sobre ese posible beneficio pero el embajador de China, Chen Jingye, las desestimó diciendo que la Belt and Road Initiative, que se propone un resultado donde todos ganen, no tiene nada que ver con la geopolítica. “En lugar de ser una música tocada por China como solista, es una sinfonía ejecutada por todos los participantes”, dijo.
“No imponemos acuerdos comerciales a los demás. La consulta significa que todos los países, grandes o pequeños, participan de las discusiones en situación de igualdad”.
La Iniciativa, propuesta por China en 2013, se refiere al Silk and Road Economic Belt y a la Ruta Marítima de la Seda del Siglo 21, que se propone crear una red de infraestructura y comercial que conecte a Asia con Europa y África a lo largo de las antiguas rutas comerciales de la seda.
Nueva Zelanda, vecina de Australia, es uno de los países que ya firmaron su participación en la Iniciativa. John Brumby, presidente del Australia China Business Council, sugirió en julio que Australia se sume a la iniciativa. “Enviaríamos la señal que estamos dispuestos a integrarnos a una Asia que cada vez más es el centro del mundo en crecimiento y en innovación”, publicó en el News Corp Australia.
Política económica sana
Portugal, un oasis de paz en Europa
Diez años después de una crisis que lo puso a de rodillas, el país es la envidia de sus vecinos. Antonio Costa, Primer Ministro socialista, estabilizó la economía y creó 350.000 empleos en un país que está creciendo el doble que todos los países medianos del continente.
teamericana podría terminar fomentando el desarrollo intensivo de inversiones chinas en chips y acelerar así la independencia tecnológica del país. O sea, a Trump, el tiro podría salirle por la culata.
Varias de las compañías castigadas dicen que se las ha interpretado mal. Hikvision y Megvii dieron a conocer sendos comunicados donde dicen que están comprometidas con los impactos positivos de su tecnología. “Alrededor de 1% de los ingresos totales de la compañía derivaron de proyectos en Xinjiang en 2018”, declaró Megvii.
China busca sumar a Australia
La invitación a sumarse a la Belt and Road Initiative , la hizo el embajador chino en Australia diciendo que el país se beneficiará con la iniciativa.
El intento más audaz de China hasta la fecha de lograr desarrollo sustentable mediante el fortalecimiento de las relaciones económicas y de conectividad con otros países a través de laBelt and Road Initiative se produjo en la conferencia sobre esta iniciativa.
El Departamento Australiano de Relaciones Exteriores y Comercio expresó dudas sobre ese posible beneficio pero el embajador de China, Chen Jingye, las desestimó diciendo que la Belt and Road Initiative, que se propone un resultado donde todos ganen, no tiene nada que ver con la geopolítica. “En lugar de ser una música tocada por China como solista, es una sinfonía ejecutada por todos los participantes”, dijo.
“No imponemos acuerdos comerciales a los demás. La consulta significa que todos los países, grandes o pequeños, participan de las discusiones en situación de igualdad”.
La Iniciativa, propuesta por China en 2013, se refiere al Silk and Road Economic Belt y a la Ruta Marítima de la Seda del Siglo 21, que se propone crear una red de infraestructura y comercial que conecte a Asia con Europa y África a lo largo de las antiguas rutas comerciales de la seda.
Nueva Zelanda, vecina de Australia, es uno de los países que ya firmaron su participación en la Iniciativa. John Brumby, presidente del Australia China Business Council, sugirió en julio que Australia se sume a la iniciativa. “Enviaríamos la señal que estamos dispuestos a integrarnos a una Asia que cada vez más es el centro del mundo en crecimiento y en innovación”, publicó en el News Corp Australia.
Sustitución de importaciones
Plan de Rusia para la diversificación
Por el precio del petróleo y por las sanciones económicas de países occidentales, se busca impulsar la industria local. Con el fin de acelerar el proceso, se han implementado medidas destinadas a reducir la dependencia de las importaciones y de los hidrocarburos.
La sustitución de las importaciones por la producción local depende de numerosos factores, muchos de los cuales aún no se han logrado, como advierte el reciente informe de COFACE.
Es una estrategia dirigida a los sectores clave de la economía. Contratos de inversión especiales para fomentar la inversión extranjera, reducciones de impuestos selectivas para la producción local, acceso privilegiado a las licitaciones públicas, son algunas de las iniciativas destinadas a alentar a las empresas a cambiar su escala.
Para promover la modernización, el desarrollo tecnológico y la innovación, los mecanismos incentivadores (zonas económicas especiales, financiación pública, conectando la investigación con la industria, apoyo a las exportaciones, etc.) se han visto materializadas mediante la creación del Centro Ruso de Exportaciones.
Los principales interesados en este intento de promover la producción local, las industrias agroalimentaria, farmacéutica y automotriz y las tecnologías de la información, ya están disfrutando de sus propias regulaciones y mecanismos de promoción.
Los resultados más significativos se han conseguido en el sector agroalimentario, con el embargo impuesto sobre las importaciones de productos agroalimentarios provenientes de los países que habían sancionado a Rusia. La escasez de productos supuso un aumento de los precios, que impulsó a los consumidores rusos a elegir los productos locales frente a los importados, lo que a su vez ha aumentado la producción local significativamente. De este modo, Rusia ha conseguido la autosuficiencia en su producción de carne. No obstante, la calidad inferior de algunos productos locales, en algunos casos, sostiene las importaciones, a pesar de la diferencia de precio.
Tecnologías de información
En el sector de las tecnologías de la información, se ha prohibido al sector público la importación de equipos informáticos, de telecomunicaciones y electrodomésticos, si hay productores locales que ofrezcan los mismos artículos. Las autoridades aspiran a expandir la producción de componentes electrónicos para hacer frente al embargo occidental sobre las ventas de tecnología para los sectores de la energía, inteligencia y defensa, si bien es cierto que el rendimiento sigue siendo modesto.
El mismo deseo de reducir su dependencia de las importaciones se manifiesta en el sector farmacéutico, con incentivos fiscales para la producción local y ventajas para los productos locales en los mercados públicos. Asimismo, los industriales extranjeros que firmen un contrato de inversión con las autoridades podrán beneficiarse de contratos exclusivos con el estado. Pero también en este caso, los objetivos establecidos están lejos de ser alcanzados.
Finalmente, en el sector automotriz, los contratos especiales de inversión con fabricantes extranjeros ofrecen incentivos fiscales, un acceso privilegiado a la contratación pública y protección frente a futuras evoluciones fiscales a cambio de compromisos para producir localmente y promover la innovación. Pero si Opel anuncia su regreso al mercado ruso, Ford cerrará sus fábricas allí. El mercado de vehículos comerciales y camiones es más dinámico y atractivo.
Condicionada por la disponibilidad de las materias primas, la modernización de las líneas de producción y la mejora del entorno empresarial, la estrategia “Made in Russia” presenta complicaciones y representa un compromiso a largo plazo. Las sanciones y contra sanciones (tanto actuales como potenciales), el entorno empresarial, el aumento del riesgo político y la falta de mano de obra disponible, también pesan sobre la inversión nacional y extranjera.
27% crecen los ingresos de Huawei
Este notable desempeño durante el tercer trimestre, se debe a un alza en la demanda de smartphones. Esas ventas fueron entregadas antes de la lista negra impuesta por Estados Unidos, que seguramente hará impacto en los próximos resultados.
Huawei, el mayor fabricante del mundo en equipos de redes de telecomunicaciones tiene prácticamente prohibido desde mayo hacer negocios con compañías norteamericanas, lo que indudablemente afectará su capacidad para adquirir las piezas fundamentales que necesita.
A la compañía se le concedió una prórroga hasta noviembre, lo que significa que perderá acceso a algunas tecnologías el próximo mes. Hasta ahora Huawei ha vendido teléfonos que fueron lanzados antes de la prohibición. El nuevo modelo Mate 30 –que carece de acceso a la licencia del sistema operativo Android, comenzó a venderse el mes pasado.
En el mes de agosto Huawei dijo que los frenos dañarán menos de lo que se temió al inicio, pero que podrían reducir los ingresos por venta de smartphones en unos US$ 10.000 millones este año.
“El resultado del tercer trimestre es realmente impresionante dada la tremenda presión que está acosando a la compañía. Pero vale la pena aclarar que las fuertes ventas fueron impulsadas por dispositivos lanzados antes de la prohibición norteamericana y que el panorama a largo plazo se ve oscuro”, dijo Nicole Peng, vicepresidente de movilidad de la consultora Canalys.