El nuevo rol del CEO

     

    Si hoy estuvieran en actividad legendarias figuras del management mundial como Jack Welch de General Electric o Lee Iaccoca de Chrysler, es probable que pasaran inadvertidas. En sus tiempos, tenían un mandato más prolongado, los cambios del entorno eran mucho más lentos y previsibles, y las figuras sobresalientes se ganaban un lugar en la historia,
    Esos CEO no existen más. En su lugar aparecen figuras conflictivas como Jeff Bezos de Amazon, o Elon Musk de Tesla. Hace pocos años nadie sabía de su existencia o de sus logros. En poco tiempo más, tal vez, comenzarán a olvidarlos.
    Lo singular de hoy es que hay que aceptar que no es posible estar preparados para lo inesperado. Habrá que vivir aprendiendo, tratando de desarrollar resiliencia. Esa será la marca de la próxima generación de directores generales.
    En el mundo de hoy el imparable avance de la conectividad y la tecnología cambió el paisaje de los negocios. Adaptabilidad, agilidad y capacidad de respuesta son todas palabras que se han popularizado en una era donde no actuar o el no ver el próximo gran juego puede resultar en un colapso catastrófico. En un momento en que la expectativa de vida de una empresa ha caído a menos de 15 años, adaptarse o morir es un mantra que debería oírse en cada sala de directorio.
    Hay un debate intenso en el nuevo escenario: ¿Qué es más conveniente? ¿Contratar a un director ejecutivo con experiencia? Tal vez no resulte ser la mejor opción, incluso si viene de una compañía del mismo tamaño y sector. En un nuevo contexto, el currículum previo del CEO puede frenar su aprendizaje y obligarle a readaptar conocimientos y habilidades.
    Otro aspecto a considerar es que las antiguas estrategias pueden no dar el mismo resultado favorable, pero sin tener en cuenta este dato, los CEO con experiencia anterior suelen ser fichados precisamente para replicar el éxito que alcanzaron en una tarea particular como la venta de una división, la gestión de una fusión o la compra de empresa, pero en un nuevo contexto empresarial y de negocio.
    En cuanto a la elección del CEO, una de las críticas comunes es que la empresa de selección se centra en captar al candidato más obvio o aquellos cuyas posiciones actuales concuerdan con la que están tratando de llenar, y no se arriesgan a apostar por ejecutivos prometedores de bajo nivel.
    Sobre todas estas cuestiones profundiza la investigación periodística que se desarrolla a partir de la página 18, con los resultados exclusivos de una encuesta y los testimonios valiosos de los CEO consultados por Mercado.

    La transformación digital
    Este año, la versión del anuario de IT que realiza esta publicación, transita por el análisis de la denominada disrupción que no es otra cosa que la adaptación a un medio ambiente que ya nos rodea. Cómo y en qué grado lograr esa transformación, dependerá de la arquitectura de procesos e información, sumada a una sólida estrategia.
    Todo este temario se desarrolla in extenso a partir de la página 82 de esta edición. ¿Quiénes saldrán ganando de esta transformación? En la opinión de muchos especialistas, los ganadores serán quiénes sean capaces de operar con canales integrados y con transacciones que recorran sin dificultad a los involucrados en todo el ciclo del negocio. Súmese a eso la capacidad de analizar e interpretar con realismo y velocidad los datos de los clientes. Todo en forma gobernable y con la mayor seguridad factible.
    Este enfoque exige que la organización esté dotada de una arquitectura empresarial. Las empresas que encaren la transformación digital no tendrán éxito si no cuentan con una arquitectura capaz de permitir la ejecución de sus estrategias del negocio. Por supuesto que esta afirmación es discutible. Existe una gran cantidad de empresas exitosas en las que no se considera que su éxito esté garantizado por la transición a una economía digital.
    Como existen diversas definiciones o acepciones del término “arquitectura empresarial,” digamos que los arquitectos necesarios pueden variar en su perfil. Lo más aceptado es que se trate de profesionales en TI (Tecnología de Información), si bien debido a esas diferencias semánticas, las funciones que se esperan de ellos varían.
    En algunas empresas pensarán que hacen falta tecnólogos que ayuden a decidir si conviene usar servicios de la nube o hacer todo en el centro de datos propio, por ejemplo. En otras se habrá concebido mejor el alcance del proyecto y se preverán posiciones por separado para arquitectos de aplicaciones, de datos o de seguridad.
    Toda esta gama de opiniones y definiciones se encuentra en la variedad de respuestas que empresas del sector han brindado a nuestra consulta periodística.