Países del Asia-Pacífico buscan expandir sus ventas en la región

    Hay en toda la región poderosas tendencias en cadena de suministros y consumo que ya existían antes de la pandemia: crecen sus mercados de consumo y crece también en las compañías el deseo de diversificar la manufactura y las cadenas de suministro para no depender tanto de China –donde aumentan los costos y las regulaciones– o de otros mercados.

    La creciente madurez de los proveedores locales en otras partes del Asia Pacífico también refuerza la decisión de las compañías de expandir sus manufacturas hacia nuevos territorios, como los del Sudeste Asiático, por ejemplo. Analizan estas tendencias, y aportan sugerencias, Raymund Chao, Christopher Kelkar y David Wijeratne en Strategy & Business.

    Este reacomodamiento, dicen, se vio acelerado por una serie de acontecimientos disruptivos como la pandemia y muy especialmente la creciente frecuencia de las disputas transpacíficas de comercio. Esas dos fuerzas obligaron a las compañías a pensar en cómo hacer para reacomodar sus manufacturas y cadenas de suministro de manera de aprovechar el cambio en las tendencias de los consumidores y proveedores y crear resiliencia para poder hacer frente a futuras disrupciones.

    Históricamente, la región ha mostrado una gran capacidad para absorber y superar poderosos shocks y obstáculos a su desarrollo. En los últimos veinte años, contratiempos como el brote de SARS (siglas inglesas para Severe Acute Respiratory Syndrome), desastres ambientales como el terremoto japonés seguido de tsunami en 2011, inestabilidad política y social y, en algunos países, una persistente debilidad de infraestructura no logró detener el impresionante crecimiento de la región.

    No obstante, los rasgos fundamentales que permitieron su crecimiento y prosperidad hasta este momento se están deteriorando, lo que redunda también en el deterioro de la capacidad de la región para hacer frente al cambio.

     

    La hora del Pacífico Asiático

    “Durante mucho tiempo las economías ricas de Occidente invirtieron en manufacturas y en exportaciones a toda la región del pacífico asiático, lo que condujo al crecimiento económico de muchas de las economías de esa región”, dice Tom Rafferty, director de la región asiática de la Economist Intelligence Unit.

    “No obstante, las recientes tensiones comerciales y la pandemia actual han provocado un cambio en este modelo, un cambio que torna necesario que Asia ahora mire hacia adentro y que los países de la región colaboren entre sí para fomentar su crecimiento”.

    Los acuerdos establecidos para las cadenas de suministro que contribuyeron a fortalecer sus economías en el área de la exportación durante los últimos 25 años ahora necesitan enfocarse más en la propia región mientras siguen atendiendo la demanda en Europa y Estados Unidos. Eso es porque la demanda en esos dos mercados se debilitó mientras los mercados asiáticos maduraron y merecen ser atendidos.

    Los efectos de esos cambios se están percibiendo mientras la región trata de recuperarse del Covid–19. El Fondo Monetario Internacional predijo en enero 2021 que luego de caer un promedio de 1,1% en 2020, el PBI de las economías asiáticas crecerá nada menos que 8,3% en 2021. Pero calcula que esa recuperación será despareja y ampliará la brecha económica regional. Advirtió también que la cohesión social podría debilitarse por el aumento de la desigualdad que resulta de la pandemia, que genera desempleo entre los trabajadores de bajos ingresos y reduce el dinero disponible.

    En su conjunto, esos desarrollos muestran que el Asia Pacífico, donde vive 60% de la población mundial, está en una encrucijada. En las últimas décadas, la región brindó una de las historias de crecimiento más grandes en la historia de la humanidad.

    En el período de 60 años que culminó en 2020, la participación de la región en el PBI mundial se triplicó para llegar a casi 40%. El área ahora representa más de un tercio del comercio global de bienes manufacturados y contiene a cuatro de los 10 países principales en manufactura mundial (China Japón, Surcorea e India). Pero la región necesita ahora con urgencia una nueva historia de crecimiento, una que deje atrás el pasado y adopte nuevas estrategias. Los gobiernos, las empresas y los respectivos pueblos buscan ahora hacer realidad su potencial ahora que comienzan a ceder los efectos del Covid–19. Buscan nuevas estrategias que permitan a la región estar en condiciones de superar futuras disrupciones.

    Los autores creen que el nuevo enfoque debería concentrarse en crear cadenas globales de suministro más resilientes que permitan el crecimiento regional de negocios nacidos en la misma región. Esos negocios deberían ser sostenidos por pilares complementarios de crecimiento: deberían avanzar la economía digital, fomentar la innovación, expandir la fuerza laboral y prepararla para el futuro y crear resiliencia al cambio climático hacia un futuro de emisiones cero neto.

     

    Reacomodar las cadenas de suministro

    Para muchas industrias de manufactura y compañías de bienes de consumo, hace tiempo que es prioritario contar con cadenas globales de suministro eficientes. Esta eficiencia generalmente implica manejar una cantidad relativamente pequeña de proveedores grandes, reducir los tiempos y aumentar la rentabilidad.

    Pero la demanda doméstica en el Asia Pacífico está creciendo rápidamente. El aumento de los ingresos y la urbanización han acelerado el crecimiento de una amplia clase media, que ahora representa 70% de la población de la región (en 1980 representaba solo 13%).

    La disponibilidad de una red de proveedores maduros ha creado la oportunidad –y la necesidad– de hacer un rebalanceo de las cadenas de suministro para acercar a proveedores y fabricantes a donde se produce el consumo, y hacerlo de un modo resiliente y confiable.

    Los comienzos de ese rebalanceo ya eran evidentes antes del surgimiento de las tensiones comerciales y luego de la pandemia, pero esos acontecimientos aceleraron la incorporación de más líderes a la acción.

    El rebalanceo es uno de los factores. El otro es la resiliencia. La pandemia reveló la naturaleza frágil de las actuales cadenas globales de suministro. Cuando se instalaron las cuarentenas, la súper concentración de las redes de suministro en unos pocos países (como China) llevó a importantes disrupciones en la producción y el movimiento de los productos. Eso, a su vez, creó problemas de inventario en los sistemas just–in–time, tan difundidos en la actualidad.

    Las limitaciones de transporte y de embarque causaron embotellamientos y las medidas de aislamiento social también provocaron la acumulación de pedidos, escasez de materiales y aumentos de precios. Todos esos acontecimientos juntos permitieron ver la necesidad de apartarse del método globalizado para adoptar uno regional que priorice encontrar socios confiables.

    Las empresas han comenzado a crear más redundancias en sus cadenas de suministro para asegurar los inventarios en el caso de futuras disrupciones. Hacerlo les permite garantizar la continuación de las entregas a los principales clientes. Simultáneamente, están buscando proveedores y socio regionales alternativos para las entregas. Intentan así diversificar la manufactura y las entregas de los proveedores para reducir la dependencia de un pequeño número de mercados. Buscan también asegurar que los nuevos proveedores en Asia Pacífico cumplan con los estándares de calidad y sean capaces de aguantar acontecimientos disruptivos.

     

    Adopción de tecnología digital

    Las cadenas de suministro regionales que incorporen tecnología ayudarán a las empresas a lograr un manejo más eficiente de sus redes de compras, producción y distribución para lograr mayor resiliencia. Cuando los participantes tienen acceso a datos en tiempo real a través de plataformas digitales, las compañías pueden anticipar posibles problemas, monitorear el desempeño y reaccionar a tiempo ante problemas inesperados.

    Aunque algunos mercados –como Vietnam, Tailandia, Malasia, Taiwán e Indonesia– se pueden beneficiar de ese reacomodamiento de proveedores, otros –como Singapur, Hong Kong y Surcorea– están bien posicionados para tener un papel importante en la forma de manejar esas actividades regionales.

    Los grandes centros de intercambio comercial y de logística en lugares como Hong Kong, Singapur y Busan, en Corea del Sur, podrían convertirse en esos hubs regionales de cadenas de suministro. Hong Kong lanzó a principios de 2020 un programa de US$ 44.500 millones para ampliar los subsidios a los proveedores de logística que adopten nuevas tecnologías digitales.

    Pero además de todo este reacomodamiento de las cadenas de suministro y de huella manufacturera está la necesidad de hacerlo teniendo en cuenta consideraciones ambientales, sociales y de manejo de las empresas (ESG).

    La región del Asia Pacífico es responsable de la mayor cuota de emisiones de dióxido de carbono del mundo y el indetenible ritmo de la urbanización y el consumo sigue aumentando emisiones y desperdicios.

     

    Regionalización

    La reconfiguración resiliente de las cadenas de suministro hacia el Asia Pacífico soluciona solo en parte de la necesidad de poner foco en la región. Las compañías locales deben sumarse a las multinacionales para aumentar la ventaja que tienen y competir mejor con los jugadores globales.

    Las empresas familiares, pequeñas y medianas en particular, tienen una necesidad urgente de competir en mejores condiciones. Son negocios que tradicionalmente buscaron crecer vendiendo o en Europa o en Estados Unidos o en sus mercados domésticos. Pero ahora sufren presiones de rentabilidad en un momento en que la pandemia debilitó el consumo en Estados Unidos y Europa.

    Afortunadamente, hay políticas de apoyo para esto. Luego de una década de negociaciones, 15 naciones del Asia Pacífico firmaron la Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) en noviembre 2020. La RCEP reduce las barreras comerciales entre las economías que representan un tercio de la población y producción económica mundial y marca un importante avance en la integración económica porque reemplaza un enorme entramado de anteriores acuerdos comerciales bilaterales.

     

    Exportación de servicios

    El sector servicios tiene gran potencial. En 2018 representó solo 18% de las exportaciones del Asia Pacífico. Eso es muy inferior a la cifra global de 25%, según el International Trade Center. Aunque cerrar esa brecha debería ser una prioridad de corto plazo, la zona tiene la posibilidad de aumentar su comercio de servicios todavía más. Globalmente, el comercio de servicios va a aumentar más de 30% del comercio mundial total para 2040, según la Organización Mundial del Comercio.

    Como resultado del aumento de la digitalización y reducción de las barreras la región podría mejorar mucho esa participación de 18% si se concentrara en exportar servicios. Los mercados individuales tienen fortalezas complementarias en diferentes categorías de servicios, lo que ofrece oportunidades de colaboración regional.

    Por ejemplo, China, Corea del Sur y Japón tienen la posibilidad de exportar su experiencia en servicios de construcción al resto de la región; India y Singapur podrían surgir como proveedores regionales de tecnología de información y comunicación (TIC) y servicios profesionales.

    Los países con mayoría de población vieja, como Singapur, Tailandia, Surcorea, Japón, Nueva Zelanda, Australia y China, tienen mayor demanda de servicios de salud, seguros y de bienes raíces.

    Se calcula en cambio que la demanda de educación, entretenimiento, transporte y viajes permanecerá fuerte en mercados con poblaciones más jóvenes como India, Indonesia, Filipinas, Malasia y Vietnam. La digitalización, que se aceleró con la pandemia, redujo aún más la necesidad de proximidad física para brindar esos servicios. Eso crea más oportunidades para la entrega remota de servicios como educación, entretenimiento, salud y servicios profesionales.

    A pesar de todos los desafíos que enfrenta, la región sigue siendo el principal impulsor de la actividad económica global. Pero la conclusión ineludible es que su éxito no está garantizado. Con el mundo alejándose de la globalización, es fundamental que haya más colaboración intrarregional en el Asia Pacífico para asegurar que la región realice todo su potencial.

     


    El rol protagónico del sector

    El verdadero impacto climático de las instituciones financieras

    Si bien van por el buen camino, todavía no dan información sobre los riesgos climáticos que permiten con sus inversiones.

     

    En una gran investigación realizada por el CDP (antes conocido como Carbon Disclosure Project) la mitad de ellas indicaron que no realizan un análisis de cómo impactan sus carteras en el cambio climático. Solo la mitad de las compañías de seguros mostraron un plan de transición hacia un mundo de cero carbono y la mitad de esa mitad está tomando medidas.

    Además, solo la cuarta parte de las compañías dan a conocer las emisiones que ellas financian, según revela la investigación. “Si bien la mayoría de las instituciones financieros brindan financiamiento sustentable, no prestan suficiente atención a asegurar que la totalidad de sus negocios esté alineada con la famosa meta de ‘cero neto’. Enormes sumas de capital todavía se destinan al financiamiento de combustibles fósiles sin poner foco en la transición”, concluye el informe.

    Hay excepciones. Allianz, BNP Paribas y BNY Mellon merecen aplausos por la transparencia y amplitud de sus revelaciones. El CDP elogia especialmente a la institución de préstamos holandesa ABN Amro.

    Pero como la excepción no hace la regla “el sector debe actuar ya”, dice el informe y explica en detalle por qué.

    La transición hacia una economía de “emisiones cero neto”, clave para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático, está dominando el debate en los gobiernos y los directorios más influyentes del mundo. La actual pandemia de Covid–19 en lugar de distraer la atención de Gobiernos y empresas hacia ese objetivo está enfocándola en la necesidad de hacer frente a los peligros sistémicos globales, como el del cambio climático.

    Cualquier empresa, sea del sector que sea, tiene un rol que desempeñar. Tal es la escala del cambio que hace falta. No obstante eso, el sector financiero es especialmente importante. La transición a cero neto va a necesitar enormes cantidades de capital orientado a la descarbonización de la economía y a aumentar la resiliencia a los cambios que ya llegaron al sistema. Por eso, el sector financiero debe jugar un rol protagónico en ese empeño.

    Se necesita financiamiento verde. Pero también que las finanzas sean totalmente verdes. Para lograrlo el sector debe tomar medidas. El mayor impacto climático de las instituciones financieras surge de las actividades que ellas permiten mediante los préstamos, las inversiones y los seguros que suscriben.

    Son esas carteras de financiamiento las que deben alinearse con un mundo que detenga el calentamiento.

    Hay demasiado capital que se sigue orientando a los combustibles fósiles. Por eso el sector debe actuar sin pérdida de tiempo.

    La importancia del papel del sector financiero en lograr la transición hacia el carbono cero fue reconocida directamente en el Acuerdo de París. Sus metas incluyen “hacer que los flujos financieros sean coherentes con el camino hacia bajas emisiones de gases de invernadero y el desarrollo resiliente al clima”.

    La Taskforce for Climate–related Financial Disclosures (TCFD), que también reconoce la importancia del sector, publicó una guía con recomendaciones para bancos, dueños de activos, administradores de activos y compañías de seguros.

    Mientras los organismos reguladores avanzan hacia la obligatoriedad de la divulgación climática de acuerdo con el marco definido por la TCFD, podría ser que las instituciones financieras sean las primeras a las que se les exija cumplir.

    Hace falta primero una evaluación para determinar si el sector financiero está preparado para desempeñar el papel que se le pide; hay que saber si cuenta con las herramientas para manejar los riesgos financieros relacionados con el clima, si está en condiciones de brindar los flujos de capital necesarios para las tecnologías de bajo carbono y para aumentar la resiliencia.

    También es urgente evaluar si el sector financiero global está en condiciones de divulgar esa información de acuerdo con las recomendaciones de la TCFD.

    Idealmente el CDP está en condiciones de brindar esa evaluación. Su sistema ha brindado durante más de 20 años datos financieros a los mercados de capitales.

    Las respuestas de las instituciones financieras a las preguntas exploratorias en el cuestionario 2020 sugieren que cuando otorgan préstamos, financian o suscriben seguros prestan menos atención a los problemas de deforestación y provisión de agua potable que al cambio climático.

    El CDP, entonces, se propone ampliar sus cuestionarios para incluir toda la gama de factores ambientales y acelerar el pase a la acción.