El reto de la igualdad de género en Europa

    Por Melike Akkaraka (*)

     

     Así se expresó en el Parlamento Europeo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, con respecto al “Sofagate”, el incidente ocurrido durante la visita de los líderes de la Unión Europea a Turquía. No se puede expresar con mayor claridad cómo la identidad, las emociones y los valores se entrelazan y constituyen una parte inherente de la política internacional.

    La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se quedó momentáneamente sin asiento mientras se reunía con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, en Ankara. Con solo dos sillas disponibles, Von der Leyen, la única dirigente femenina presente, se sentó en el sofá mientras Erdoğan y Michel se sentaban en las sillas.

    Después de este lamentable suceso, tanto Bruselas como Ankara intercambiaron recriminaciones, mientras que políticos nacionales europeos, miembros del Parlamento Europeo y periodistas se unieron al debate.

    Lo que hace que el “Sofagate” sea realmente irónico es que uno de los temas agendados en la visita a Ankara era, precisamente, solicitar a Turquía su adhesión a la Convención de Estambul (Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica), tras haberse retirado recientemente.

     

    Deterioro de los derechos humanos

    Los derechos humanos se están deteriorando día a día en Turquía y la violencia contra las mujeres va en aumento. El gobierno no está tomando medidas efectivas para enmendar la situación. El “Sofagate” provocó, como era de esperar, un amplio rechazo por parte de las figuras políticas europeas, con acusaciones que discurren desde la mala educación al machismo.

    Por otra parte, el incidente responde a los patrones habituales de comunicación entre Turquía y la Unión Europea: un juego recíproco y circular de culpar al otro sin que cada uno haga el menor atisbo de autocrítica constructiva.

    A la luz de este trasfondo discursivo que nos resulta familiar, las palabras de Ursula von der Leyen constituyen, definitivamente, un discurso alternativo y un contramanifiesto en sentido feminista.

    Es bastante rico en términos de significados; por ejemplo, se refiere a dos identidades al mismo tiempo; mujer (identidad de género) y europea (identidad cultural).

    Se sintió herida como mujer por el trato desigual y la discriminación de los dos hombres que ocuparon los asientos disponibles. Y se sintió sola porque era la única mujer en esta sala y nadie, ni siquiera el presidente del Consejo, ayudó a resolver la situación.

    Asimismo, se sintió herida como europea, tal y como explicó en detalle en su discurso en la reunión preliminar del Parlamento Europeo: “Esto incide en el núcleo de quiénes somos. Esto incide en los valores que defiende nuestra Unión”. Aquí recontextualiza el incidente en un nivel superior de identidad común.

    “Me sentí herida como europea” implica que todo aquel que comparta los valores y la identidad europea común se sentiría (y debería sentirse) herido en una situación similar, ya que se violó uno de los principios fundamentales: la igualdad de género. Solo los valores y los principios trazan una línea divisoria entre europeos y no europeos.

    Sin embargo, el otro sentimiento, sentirse sola, resulta aún más crucial que sentirse herida. Sentirse solo puede ser igual de acusatorio que sentirse herido porque puede implicar “quedarse solo” o “ignorado”, según el contexto.

    Para Von der Leyen tuvo un significado claro: en aquella sala no había nadie aparte de ella, ni siquiera su colega europeo, que se tomase en serio los valores europeos. Esta es una acusación mucho más fuerte –aunque no la hizo explícitamente– dirigida no solo al presidente Erdogan, sino al presidente Michel.

    Desde el principio, presenta una perspectiva de género y la eleva a un tema de identidad: apela especialmente a las parlamentarias que forman parte de la Cámara. No solo subraya los valores o principios comunes, sino los sentimientos comúnmente compartidos por las mujeres.

    Esta perspectiva por sí sola, combinada con una apelación a experiencias similares de las eurodiputadas, supone una ruptura sustancial con respecto la dicotomía habitual de Turquía vista como “el otro” en Europa y el juego de culpas políticas que ha sido la tónica habitual durante décadas en las relaciones entre ese país y la UE.

    La apelación de Von der Leyen a las parlamentarias europeas, que posiblemente hayan vivido experiencias dolorosas similares en contextos europeos, replantea el problema de la desigualdad de género al margen de las divisiones nacionales o culturales. Una puede sentirse herida como mujer tanto en Turquía como en cualquier otro país miembro de la UE. No es de extrañar que esta identidad de género englobe a millones de mujeres que experimentan situaciones dolorosas todos los días en todos los rincones del planeta.

     

    Un punto de vista rompedor

    Su punto de vista rompedor va más allá de las dicotomías discursivas en términos de autocrítica. Si bien está profundamente preocupada por la retirada de Turquía de la Convención, también comparte su inquietud por la credibilidad de la UE al pedir a Ankara que se adhiera a ella.

    Recuerda que varios Estados miembros de la Unión aún no la han ratificado y otros están pensando en abandonarla. Señala que para resultar creíbles no solo hay que criticar a los otros, sino dar ejemplo en casa.

    En su enfoque alternativo, Von der Leyen pregunta por qué las democracias son más fuertes cuando las mujeres se involucran de igual a igual: no porque las mujeres seamos mejores, sino porque somos diferentes. Tenemos una visión distinta del mundo y vemos otros riesgos y oportunidades.

    Finalmente, en su contramanifiesto, al hablar directamente sobre sus sentimientos personales sobre el “Sofagate”, se desvía del discurso político tradicional que incorpora emociones colectivas cuidadosamente seleccionadas en la retórica y actualiza un viejo lema: lo personal es político.

     

    (*) Investigadora Marie Curie, Instituto Cultura y Sociedad (ICS), Universidad de Navarra. Artículo extraído de Ethic.es. Original en The Conversation.


    Cambios en la propiedad intelectual

    Dilemas de la IA: ¿quién es el dueño de un algoritmo?

    La inteligencia artificial como generadora de contenido es uno de los grandes temas a los que tiene y tendrá que enfrentarse el sector tecnológico pero también la comunicación y la publicidad.

    ¿De qué hablamos cuando hablamos de creatividad si está creada por un algoritmo?

    ¿De quién es la responsabilidad sobre un contenido generado bajo estas condiciones? ¿Alguien es su dueño? Estos interrogantes y sus respuestas se plantea la consultora Trendsity que dirige Mariela Mociulsky.

    Las tecnologías de IA están cada vez más involucradas en la creación, por ejemplo, de música (una IA creó hace poco una nueva canción de la banda Nirvana), amplían las fronteras del periodismo y de  las obras de arte, y hasta escriben poemas (por ejemplo, al estilo que lo haría Shakespeare).

    Lo que esto suscita no es solamente una transformación en la concepción de “creatividad” sino un dilema legal, ¿existe el derecho de autor en obras generadas por IA? Parecería ser que las ideas de “compositor”, “autor” e “inventor”, “patentes”, “diseños” serán transformadas, aunque no queda claro cómo.

    Existen movimientos que apuntan a pensar que los datos no deben tener categorías de propiedad; es más, deben ser libres y gratuitos para que sobre ellos se desarrollen otras aplicaciones nuevas y alimentar ecosistemas digitales.

    Por otro lado, quienes argumentan a favor de derechos de propiedad sobre intangibles entienden que estos incentivan la creación de nuevos conocimientos y aseguran una competencia leal. En 2020 un tribunal de China ha determinado que un artículo escrito por un algoritmo debía recibir la misma protección a nivel de derechos de autor o “copyright”’ que los textos creados por seres humanos.

    Los datos y los algoritmos desafían la propiedad intelectual: ¿cómo se crean derechos de propiedad en un algoritmo que cambia constantemente? Por otro lado ¿Cómo los creadores pueden obtener valor de su trabajo en este contexto? ¿En qué etapa se le atribuye el valor al origen humanos de datos con los que una IA crea una canción u obra de arte?

    Si bien no hay una respuesta unánime, parecería que es necesario que esos dos enfoques puedan conciliarse, es decir, tener abierta la posibilidad de canales de datos abiertos, circulares, fluidos pero también buscar maneras de garantizar algún tipo de incentivo para la creación de nuevos conocimientos. Seguramente, todos estos planteos, junto con la cuestión de la seguridad de los datos personales y sus implicancias vean nacer nuevas categorías para repensar el concepto de creación y propiedad intelectual.


    La redefinición de una era

    ¿Cómo se puede ganar en este nuevo contexto?

    Las nuevas tecnologías, las crisis sociales y la pandemia han impuesto nuevas condiciones. Las empresas deben ser más creativas y crear una ventaja competitiva para seguir creciendo.

     

    Por Alfonso Astudillo (*)

     

    No basta con hacerlo bien, hay que ir más allá y romper las barreras tradicionales.

    Hasta hace poco tiempo, para que una compañía alcanzara la grandeza, se requería de retornos de inversión sobresalientes dentro de un sistema global con reglas estables, pero la tensión social, los nacionalismos económicos y la revolución digital han redefinido esta era.

    Para prosperar en ambientes en permanente transformación, las empresas deben abrir nuevos caminos, porque ser grande hoy ya no alcanza.

    Las empresas que han ido “más allá” cuentan con un propósito claro, que da sentido, inspira y alinea a la organización.

    El propósito complementa a la visión, misión, valores y objetivos estratégicos y genera el compromiso organizacional para crear valor financiero, medioambiental y social, ofreciendo así un impacto positivo para todas las partes interesadas.

    Este propósito estará embebido en la estrategia del negocio, en la innovación de sus productos y en su modelo operativo para crear ventaja y generar valor.

    Otra estrategia que han seguido las empresas líderes es la de participar, e incluso crear, ecosistemas. Las empresas que van “más allá” potencian su oferta de valor a través de alianzas con otros jugadores para crear experiencias ganadoras para sus clientes. Ya no se mueven solas, han pasado de una cadena de valor rígida a una red formada por partners que crea un ecosistema digital colaborativo de firmas interdependientes.

    Lograr ir “más allá” no significa caminar en una línea recta, sino permitir a cada uno estar en el lugar indicado en el momento indicado. Para lograrlo, es necesario contar con una fuerza de trabajo ágil y organizada alrededor del cliente como punto central de encuentro. Estas empresas han ido desde estructuras organizacionales tradicionales jerárquicas con equipos en silos hacia organizaciones planas con equipos multidisciplinarios y empoderados para resolver de punta-a-punta los desafíos del negocio.

    Esto ha permitido a estas empresas ser más rápidas y eficientes y aumentar el compromiso de sus equipos. La compañía será tan buena como lo sea el talento que la conforme, y para ello será necesario atraer el mejor talento allí donde sea que se encuentre. Es importante inspirarlos a través del propósito y la cultura de la organización y empoderarlos a través de las plataformas adecuadas para que puedan superarse constantemente.

    Hoy es tiempo de actuar. Las empresas que van “más allá” son las que crean ventajas competitivas sustentables y mantienen sendas de crecimiento. Hoy ser bueno no es suficiente, el proceso de ir Beyond Great nunca termina. Será necesario volver a adaptarse a medida que las circunstancias cambien, o cuando no lo hagan.

    El cambio debe ser comprendido como una parte constante del negocio, siempre en funcionamiento y como parte constituyente de todo lo que se haga. Y para completar este camino de la transformación, los nuevos líderes deberán dejar de tomar las decisiones en cada paso del camino. En su lugar deberán liderar con convicción, empoderando a sus equipos, aprendiendo abiertamente con ellos y colaborando para navegar la ambigüedad.

     

    (*) Partner de BCG


    Estados Unidos sigue siendo un país poderoso

    China cree que Estados Unidos declina, pero los activos económicos del país del norte son demasiado grandes para que eso ocurra.

    Según Jude Blanchette, del Center for Strategic and International Studies (un think-tank de Washington) la élite china está convencida de que Estados Unidos atraviesa una irreversible declinación. Lo que ha venido ocurriendo en el país norteamericano en los últimos años, particularmente en el área política, parecería avalar esta perspectiva. Una democracia estable no habría elegido a Donald Trump, una persona carente de todas las cualidades necesarias para liderar el país.

    No obstante, la noción de que Estados Unidos declina es exagerada. El país tiene grandes activos, particularmente económicos. Esa es la apreciación que hace Martin Wolf en Financial Times. Desde hace 150 años Estados Unidos es la economía más innovadora del mundo. Esa ha sido la base de su poder y de su influencia en el mundo. Y hoy, a pesar de la competencia que le presenta China, su capacidad innovadora se mantiene bastante bien.

    Una evaluación relativamente imparcial de las perspectivas del país es el valor que los inversores en la bolsa depositan en sus empresas. Al 20 de abril, 7 de las 10 compañías más valiosas del mundo y 14 de las primeras 20 tienen su base en Estados Unidos. Si no fuera por el petróleo saudita, las cinco empresas más valiosas del mundo serían gigantes tecnológicos norteamericanos: Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet y Facebook.

    China tiene dos compañías tecnológicas valiosas: Tencent (en séptima posición) y Alibaba (novena). Son las únicas que tiene China en las Top 20. La compañía europea más valiosa es LVMH en la posición 17. Y se trata de una colección de marcas de lujo.

    En tecnología, Estados Unidos tiene 12 compañías en las Top 20. En ciencias de la vida –un sector crucial para la prosperidad futura– tiene 7 de las Top 10 y 11 de las Top 20. O sea que sus empresas son globalmente dominantes y casi todas las empresas no americanas más valiosas están basadas en países aliados. También importantes son las universidades. cinco de las Top 10 y 10 de las Top 20 son norteamericanas y solo una es China.

    La mayor amenaza al rol que desempeña Estados Unidos en el mundo está en Estados Unidos, no en China, dice Wolf. Si elige líderes que desprecian la democracia, la diversidad étnica, las alianzas internacionales, la ciencia y la razón, seguramente declinará.