En 2019 el sector se comportó con cautela ya que venía de un complejo proceso desatado en las distintas devaluaciones generadas en abril de 2018. “No obstante, los desarrolladores e inversores han tenido comportamientos erráticos, algunos se paralizaron, otros aprovecharon los menores costos en pesos de la construcción para acelerar sus proyectos, otros apostaron a aprobar proyectos a nivel municipal a la espera de certezas en 2020, que aún no llegan”, exponen los arquitectos Mario Roberto Álvarez, Fernando Sabatini y Hernán Bernabó.
“Hoy todos estamos en vilo –continúan– esperando saber qué sucederá finalmente con la renegociación de la deuda externa argentina. Todos esperamos que sea exitosa y que genere ciertos lineamientos de orden económico que genere reactivación. Necesitamos baja de la inflación, estabilidad y valoración de nuestra moneda”.
Según los directivos, con una política sostenida en el tiempo de esta naturaleza, podría aparecer el crédito y los instrumentos para que millones que hoy alquilan, accedan a una vivienda o bien puedan crecer las familias.
En la actualidad, remarcan, el problema no es la moneda extranjera, sino que no tenemos moneda y, al no tenerla, desde hace más de 70 años, en los que padecemos procesos inflacionarios, el refugio es el dólar. Por eso el mercado inmobiliario y la economía toda está dolarizada. “Hay que comprender de una vez y para siempre que el camino hacia la independencia económica es el equilibrio fiscal y uso razonable del gasto público, superávit en la balanza comercial”, enfatizan. “Esta vía es la única que nos daría una moneda y sin dudas un país en crecimiento constante, y lo más importante, esto que es tan simple y tan racional no debiera tener una bandera política, debiera tener por delante, al país, debiera ser una política de Estado. Como lo han hecho muchos de los países del mundo y la región, por ejemplo, en Bolivia, Paraguay y Perú, se otorgan hipotecas a 20 y 30 años en moneda nacional. Es esencial que se entienda que esto es lo que añora el país y podríamos lograrlo, prosperidad.
En canto a los productos de mayor crecimiento, “frente a la realidad descripta y frente a un cepo cambiario, son aquellos que están en manos de nichos, por lo general premium de mercado, cuyos actores tienen dólares para poder generar transacciones”, aseguran los socios. “O bien otros nichos con excedentes en pesos que invierten en proyectos de cualquier tipo a fin de convertirlos a dólares mediante la venta de los futuros inmuebles resultantes del mismo. Por lo general estos actores, no son consumidores finales, si no generadores de resguardo de valor”.
Las tendencias en el negocio del Real Estate están ligadas a nuevas políticas urbanísticas que tienen que ver con lo sustentable. Los tratados internacionales, como el de París 2015 y Osaka 2019, plantean determinados requerimientos. Londres, Paris, Milán, Madrid o Barcelona son ciudades pioneras en esto. “Esto tiene que ver con la visión de la densificación de las ciudades y el aumento de las áreas verdes públicas, en desmedro de la ciudad en damero con pulmones privados, la cual necesita mayor superficie a menor altura para desarrollar ciudad, modelo depredador heredado desde el imperio romano”, describen los voceros. “Los resultados sobre estas políticas son una mejora en la macro y micro movilidad, como así también en el increíble aumento de áreas verdes por habitantes solo por dar un ejemplo: París, con 28 m2 de verde por habitante, o Nueva York, con uno de los mejores índices del mundo, 39 m2 de verde por habitante. Para tener una idea de sustentabilidad y calidad de vida la OMS recomienda un mínimo de 9 m2 por habitante”. En cambio, “Buenos Aires, la principal ciudad del país cuenta con 6 m2 de verde por habitante. El país no solo por ahora está cerrado económicamente al mundo por un cepo, que dificulta la importación de nuevas tecnologías, sino que tenemos un cepo generado en el nuevo código de planeamiento urbano de Buenos Aires que impide la generación de torres, y la posibilidad de introducir espacios verdes públicos a partir de otra óptica urbana, que rompa las cadenas de la cuadricula española de tiempos de la colonia y nos haga libres de nuestro propio destino. Una visión de futuro que nos permita subir al tren del mundo moderno y que frene a la vez el crecimiento al infinito del área del Conurbano Bonaerense, que tantos problemas sociales genera. En el resto de las ciudades del país el panorama es más o menos similar, con el agravante de que el PBI, de las mayorías de las ciudades del interior es un tercio del de Buenos Aires, con el mismo costo del m2 de construcción. Eso genera pocas posibilidades de negocios y desarrollos”.
“Debemos tener otra prioridad en las políticas de Estado que es lo territorial –aseguran–; el país debe aplicar toda la innovación en lo que a lo urbano/creativo pueda generar. Desde ya lo proponemos y estamos a disposición para ello”.