Comencemos por el contexto: las estadísticas evidencian el crecimiento y potencial de la industria del gaming, tanto en lo cultural como en lo económico. Cerca del 33% de la población mundial juega videojuegos, lo que representa el 60% de los usuarios de Internet y el 78% de los usuarios de smartphones.
Desde hace tiempo, el sector que implica el desarrollo, publicación y comercialización de videojuegos supera año a año al de la música y el cine juntos: en 2019 se esperan ingresos por US$ 152.000 millones y, al mismo tiempo, la tendencia se traslada a los móviles, gracias a celulares cada vez más sofisticados y accesibles y conexiones más potentes. El mobile es hoy el segmento más robusto, con US$ 68.500 millones, el 45% del mercado global de videojuegos.
Está claro que el sector tecnológico es dinámico, y ya vemos que la industria de videojuegos móviles, aún más.
El foco en entretener y aportar al tiempo de ocio de las personas en muchos países en simultáneo nos invita y exige poner al usuario en el centro. Es que nuestros seguidores están en todo el mundo: desde que publicamos un juego, personas de todas partes pueden disfrutarlo.
A la vez, repentinamente competimos con actores que pueden lanzar un producto de entretenimiento en cualquier lugar y posicionarlo al alcance de millones de personas sin importar su lugar de origen. Esto hace que las preferencias y necesidades del usuario, pero sobre todo sus diferencias culturales y sociales sean partes indiscutibles de la estrategia, con una necesidad intrínseca de adaptabilidad constante.
La vida es juego
Cada una de nuestras acciones es motivada a lograr la satisfacción, permanencia y recurrencia de los usuarios, creando juegos que responden a esas particularidades, con mecánicas simples, para sesiones cortas, ya sea individuales o retando a amigos.
Partidas tematizadas, contenidos geolocalizados, cientos de idiomas disponibles. Y también los escuchamos, ya que su aporte es un elemento esencial para crear comunidad, pertenencia y localización.
En esta línea, la “Fábrica de Preguntas” de Preguntados o los torneos espontáneos de fanáticos de Apalabrados son ejemplos claros de modelos colaborativos que generan contenido original y de interés para todos.
Al comprender este sector y el mercado dinámico en sí mismo, y con la convicción de perseguir continuamente la mejor versión de nosotros mismos, los entornos y métodos ágiles son parte del ADN de Etermax.
Nuestros equipos, estratégicamente conformados por diferentes disciplinas, interpretan esos públicos universales y locales desde la programación, el diseño, el arte, el sonido, el contenido, el marketing, entre otras áreas.
Esos equipos se reconfiguran para cada proyecto, en una estructura horizontal, colaborativa y eficiente, y en un espacio físico y una cultura que nos motiva a combinar la tecnología y la creatividad y desarrollar ideas cada vez más innovadoras.
De esta manera, logramos la calidad que nos representa e incorporamos procesos de mejora continua.
El desarrollo de juegos implica una experimentación constante y de rápida resolución, con iteración de los productos para encontrar también su mejor versión.
Logramos métricas definidas y competitivas, apoyándonos en el valor de los datos como herramientas para entender el comportamiento de las personas como usuarios de una experiencia única.
Compartimos conocimientos, aprendizajes y errores, fomentando ese modelo colaborativo en el que el camino recorrido y a recorrer es tan importante como el resultado final, que surge de una gran interpretación de las necesidades de ocio como de negocio.
(*) Fundador y CEO de Etermax