Distinción a un argentino

¿Cómo hicieron los chinos para tener gran desarrollo?

La jerarquización del aparato científico y tecnológico, los vaivenes de las políticas implementadas y el diseño de un plan a mediano y largo plazo buscan conseguir un grado mayor de independencia

8 enero, 2021

A la par que expandir el alcance de su matriz tecnológica, todo converge para hacer del “sueño chino” algo más concreto que una simple imagen vaporosa pensada como la contraparte oriental del “sueño americano”.

A un argentino le acaban de otorgar el Premio “Special Book Award of China”, en su edición 14º, competencia en la que participan libros de todo el mundo cuya temática sea China, escritos en cualquier lengua excepto chino, claro está.

Quien mereció la distinción fue Gustavo Alejandro Girado, director de posgrado en Estudios en China Contemporánea, de la Universidad Nacional de Lanús.

Este año compitieron cerca de 300 trabajos por el premio “más importante a una publicación extranjera sobre China, que los honra por hacer importantes contribuciones” al dar a conocer a China y su cultura, al mundo.

El premio ya había sido otorgado 13 veces antes, y el galardón en esta edición fue por el trabajo de Girado sobre “¿Cómo lo hicieron los chinos?

El Special Book Award of China es un premio anual establecido por la Administración Estatal de Prensa y Publicaciones de la República Popular China para reconocer a escritores extranjeros –y traductores y editores–, se otorga desde 2005 y se anuncia durante la Feria Internacional del Libro de Beijing. La ceremonia de premiación se ha retrasado esta vez debido a la situación sanitaria mundial por el Covid–19, y se está reorganizando en este momento.

Mercado ofrece a continuación una selección de párrafos extractados del libro premiado: “Cómo lo hicieron los chinos? Algunas de las causas del gran desarrollo del gigante asiático”, de Gustavo Alejandro Girado, editado por Astrea en 2017

“Los mecanismos que estimularon la absorción de tecnología (y definen las vías adecuadas para hacerlo) una vez que se decide la apertura de China fueron varios y se han ido modificando con el correr de los años.

El plan era ambicioso, pero la secuencia con que China consigue las metas sorprende, a pesar de que la participación de las empresas chinas era mayoritariamente pasiva al inicio del proceso, cuando la IED se avino al mercado chino a gran velocidad –en la primea década del siglo XXI–.

Para entonces el desarrollo del sistema de ciencia y tecnología (en adelante CyT) en China era pobre, y el progreso aparecía dominado por la importación de tecnología extranjera, que era incorporada en las máquinas y otros equipos de proceso. Para entonces todavía la industria de bienes de capital no jugaba el papel de irradiador de innovaciones para el resto de la economía –como sí sucede en economías en transición hacia su madurez productiva–, ni tampoco proporcionaba adecuados medios de producción avanzados para los usuarios.

Por el contrario, esta industria se construyó de manera subordinada a las CGV; en general, los posibles vínculos locales o nacionales a lo largo y entre las cadenas de valor se desarrollaron lentamente.

 

Motores del desarrollo industrial

Cuando se rubrica el Plan Nacional de Política Industrial (para definir los “motores” del desarrollo industrial chino por venir), la electrónica es considerada una industria clave y es un pilar del programa citado. Junto con la industria de maquinarias, petroquímica, automotriz y materiales para construcción, en un momento son protegidas de la inversión extranjera, cuyo acceso se restringe a menos que se establezca transferencia tecnológica.

Se sostiene que hubo una primera fase (hasta fines de la década del 80 en el siglo pasado), caracterizada por la simple importación en gran escala de productos finales, incluidos aparatos de televisión, heladeras, computadoras y centrales telefónicas, momento en el cual no se detecta que hubiese habido ni transferencia de tecnología, como tampoco algún grado de absorción de ella, siquiera parcialmente.

En una segunda etapa, que se despliega durante la década siguiente, las barreras arancelarias y no arancelarias pasaron a restringir las importaciones de bienes finales al mismo tiempo que fueron estimuladas diversas políticas de apoyo al ingreso del capital extranjero hacia las recientemente creadas ZEE. Aquí se configuran diseños de política que intentan favorecer el catch up por parte de las empresas chinas”.

“(…) La performance de las exportaciones chinas (…), su metamorfosis durante el transcurso del tiempo y las modificaciones dentro de cada componente –las modificaciones en la propiedad del capital tal que permitiera ascender a las empresas en la escala de valor dentro de una CGV– han constituido los resultados emergentes, los más visibles, de las decisiones de los hacedores de política.

Esas decisiones no han sido homogéneas ni han constituido una simple profundización de las políticas preexistentes. Eventualmente, dichas decisiones se tomaron para conseguir un determinado objetivo, el que con el tiempo puede haber cambiado, modificando el propósito original. En definitiva, la promoción intencional de las políticas tecnológicas ha contribuido notablemente al desarrollo de las capacidades industriales chinas, y el valor de la práctica (pragmatismo) iluminaba ese camino.

 

Los planes quinquenales

El intento de apuntar más alto en términos sistémicos (ganar densidad, acumular conocimientos, aplicarlos al crecimiento) le ha permitido a China diseñar un escenario para su desarrollo desde otro lugar, lo que fue quedando plasmado en los sucesivos planes quinquenales. A nuestro criterio, tanto las políticas de ciencia y tecnología como las que promueven la innovación científica y tecnológica, que son medulares al momento de comprender la posición china frente a los derechos de propiedad intelectual y el patentamiento de las invenciones, por ejemplo, están en el centro del esquema que permite comprender el éxito de las empresas chinas en los mercados internacionales.”

“(…) Una característica que tenía el sistema al inicio del período de reformas era que el entorno institucional no apoyaba el desarrollo tecnológico en los diferentes institutos estatales y la inversión extranjera no estaba permitida. Había una clara desvinculación (casi no había relación) entre los centros de I+D de las empresas productivas industriales y las actividades de I+D realizadas en instituciones públicas, además de que sus resultados no se comercializaban.

Más aún, la OCDE sostiene que en esa época las actividades de I+D fueron limitadas en varios sentidos, destacando esas restricciones por motivos de escala, alcance y profundidad. La entidad también informa que esas acciones de I+D estaban determinadas en forma separada del espacio productivo.

Un documento posterior (1999) de la misma entidad, informó que el número de trabajadores altamente calificados en China era bajo y que el nivel que tenía el desarrollo de la ciencia y la tecnología estaba muy atrasado respecto del alcanzado en otros países de desarrollo relativo similar.

En una época en la cual la tecnología más avanzada –o alta tecnología, a la cual suele encontrarse bajo el rótulo high technology– se reflejaba cabalmente en productos tales como las minicomputadoras, las computadoras personales, los semiconductores, y en ciencias como la biotecnología y actividades vinculadas con el desarrollo de las telecomunicaciones, China necesitaba desarrollar mecanismos novedosos (para sus prácticas habituales) que le sirviesen para ponerse al día –llevar adelante su actualización, el upgrade–, o alcanzar al menos parcialmente la frontera tecnológica, que se alejaba cada vez más en el horizonte científico chino.”

(…) el Politburó tomó nota de un hecho concreto: las multinacionales invertirían en territorio chino solo cuando sintieran la competencia de las empresas nacionales. Lo evidente es que, de alguna manera, el Gobierno supo tomar nota de las restricciones al desarrollo que enfrentaba con las políticas de CyT vigentes. Por este camino, interpretamos, China podría seguir creciendo pero no desarrollándose, y menos aún en forma independiente.

 

Punto de inflexión

“(…) El hito que marca otro punto de inflexión fue la publicación posterior del “Plan de Mediano y Largo Plazo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (2006–2020)”, que visibiliza todo el diseño de la política que vuelca los recursos del Estado chino para intentar ser menos dependiente de la tecnología foránea, alrededor de cuatro palabras: “innovación indígena” y “desarrollo armónico”.

El plan constituyó (y constituye) uno de los más importantes esfuerzos del país para promover el ascenso de las empresas chinas en las CGV de las industrias que son intensivas en tecnología, programa de innovación autóctona que es elevado al mismo nivel estratégico que la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping. La campaña de innovación autóctona se consagró como la estrategia nacional que pondría el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el centro del modelo de desarrollo de China”.

El libro finaliza con el siguiente párrafo: “(…) China intenta hacer que lo viejo sirva a lo nuevo”, de donde en referencia a lo foráneo su pretensión es recoger su esencia y utilizar solo lo que sea útil para integrarlo en la civilización china por medio de un proceso de “naturalización” que aquí llamamos !indigenización”.

La jerarquización del aparato científico y tecnológico, los vaivenes de las políticas implementadas y, finalmente, el diseño de un plan a mediano y largo plazo para conseguir un grado mayor de independencia y expandir el alcance de su matriz tecnológica, convergen para hacer del ‘sueño chino’ algo más concreto que una simple imagen vaporosa pensada como la contraparte oriental del ‘sueño americano’.

Nuestra percepción es que la pretensión de la RPC es la de desplegar su política sobre un eje, lo que implicaría retomar un rumbo que la historia y sus circunstancias han propiciado su abandono. Si China encuentra formas efectivas de adoptar un cambio hacia una economía más innovadora dentro de este moderno patrón de crecimiento, que pretende convertir en desarrollo, podría realizar su sueño –y hasta más rápido– de trasladarse al club de altos ingresos”.

 

Objetivos económicos para 2021–2025

El plan quinquenal se conocerá en detalle cuando lo apruebe el Parlamento a principios de 2021. Pero lo que es seguro es que China se concentrará en aumentar la demanda interna y en lograr importantes avances en tecnología, anunció oportunamente el Partido Comunista en el cierre de la reunión anual de planeamiento en Beijing.

Los 200 miembros del Comité Central del Partido de gobierno concluyeron el proyecto de planificación de ahora hasta 2025, cuando se espera que el presidente Xi Jinping estará en el punto medio de su tercer mandato de gobierno. SE publicaron pocos detalles y el plan no será completamente revelado hasta que no haya sido rubricado por el parlamento a principios de 2021.

Después de pasar los últimos años tratando de reducir la deuda nacional y se aguantar una guerra comercial iniciada hace dos años por Donald Trump, la administración de Xi vuelca ahora la atención hacia lograr “autosuficiencia” en una serie de sectores tecnológicos actualmente dominados por Estados Unidos.

Además de mencionar que el crecimiento económico fue “mejor de lo esperado” gracias a la exitosa contención de la pandemia de Covid–19, el Comité Central advierte que “el entorno internacional es cada vez más complicado” con mayor “inestabilidad e incertidumbre”.

El documento publicado termina anunciando que China tendrá, para 2027, un ejército “completamente moderno”.

 

Rivales pero integrados

Si bien son muchos los paralelos entre la actual rivalidad entre ambas potencias y el comienzo de la guerra fría del siglo 20, también hay importantes diferencias.

La más evidente es que las economías de ambos países están profundamente integradas entre sí. El comercio entre China y Estados Unidos representa más de la mitad de un billón de dólares al año. China es dueña de más de US$ 1 billón de deuda norteamericana.

Importantes compañías norteamericanas dependen de fabricar y vender sus productos en China. La manufactura del iPhone de Apple está estructurada alrededor de una cadena de suministro basada en el sur de China. Hay más restaurantes Kentucky Fried Chicken en la República Popular China que en Estados Unidos.

Este entretejido económico también ha creado un grado de convergencia social. Es cierto que China está gobernada por el partido Comunista, pero en sus principales ciudades bulle la vida comercial, la empresa privada y las marcas occidentales. Nunca podría compararse eso con la gris uniformidad de la Rusia soviética. La sociedad china es más similar a la norteamericana de lo que fue la sociedad soviética.

También hay fuertes lazos científicos y educativos entre ambos. La hija de Xi Jinping estudió en Harvard. La hija de Stalin no fue a Yale. Además, el desafío que plantea la República Popular China para la seguridad de Estados Unidos es muy diferente del presentado por la Unión Soviética a mediados del siglo 20.

En toda su historia milenaria, el “reino del medio” nunca peleó por un equilibrio de poder. Siempre fue la potencia dominante en Asia rodeada de estados tributarios. Desde su perspectiva, está en el lugar que le corresponde, dicen Whalter Lohman y Riley Walters en Understanding the Chinese challenge to the United States.

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