Ello explica que, sobre este nuevo escenario, esta nueva realidad, es preciso indagar sobre en la nueva raza de CEO que está apareciendo. Por ello se eligen directivos de actividades o industrias que han sufrido el efecto de la aceleración y se encuentran lidiando con las implicancias del teletrabajo, la presión por robotizar, o el impacto masivo de la Inteligencia Artificial.
Aunque también con un ojo vigilante sobre otros temas centrales del management, como conciliar los intereses de todos los stakeholders, adherir claramente a la lucha contra el deterioro climático, y testimoniar con palabras y hechos su adhesión a la inclusión y la diversidad, como a la sustentabilidad.
Una prioridad a tener en cuenta ahora es que para inyectar nueva savia a las empresas es necesario actuar antes que reaccionar. Incluso aunque estemos inmersos en un escenario global de incertidumbre, la meta ha de seguir siendo construir para el largo plazo. Las empresas fuertes y resilientes estarán siempre en mejores condiciones de sobrevivir y prosperar. Por eso hay que apuntar a reforzar esa resistencia.
La nueva manera de conducir, en todo caso, debe centrarse en algunos factores que se deben analizar. Hay que acompañar el sentido de urgencia dominante.
Sin embargo, se está muy lejos de observar consenso en este escenario.
Algunos directivos consultados creen que simplemente habrá un retorno a la realidad anterior a la pandemia (aunque seguramente con mayor peso de la intensidad y simultaneidad en el uso de tecnología).
Hay otros que creen que la “nueva normalidad” será la realidad que se impuso durante la pandemia, en especial con el teletrabajo y las relaciones distantes. Finalmente hay un tercer grupo que rompe con estas visiones. Cree que casi todo será distinto, aunque todavía no percibamos con claridad en qué dirección serán los cambios.
Lo que sí es seguro es que viviremos tiempos regidos por la incertidumbre.
Transformación en RR.HH.
Ante el descalabro sembrado por las cuarentenas, el centro de gravedad de los equipos de liderazgo viró hacia la función RR.HH. Ahora esa gerencia participa en rol protagónico en el trazado de la estrategia de la compañía.
Todos los sectores que integran el equipo de la alta gerencia tienen responsabilidades importantes para el funcionamiento a la compañía. Pero hay una persona que debe dar respuesta a los muchos temas inesperados que las compañías enfrentan este año. Y esa persona está en la gerencia de Recursos Humanos.
Las cuestiones inesperadas que aparecieron ahora son vitales y hasta existenciales para el negocio. Por ejemplo, ¿cómo hacen las empresas para mantener a todo el mundo seguro cuando el trabajo pasó a ser remoto de la noche a la mañana?
¿Cómo hacen los líderes para brindar soporte médico, emocional y mental a la distancia? ¿Cómo miden el desempeño y desarrollan talento para que la gente prospere en estos días de incertidumbre? ¿Cómo se comporta la compañía en cuanto a inclusión?
Todos los ojos se vuelven hacia la gerencia de Recursos Humanos.
La normalidad que viene
Hay visiones competitivas sobre cómo será el escenario de la nueva realidad, cuando la dichosa pandemia quede atrás. Pero los dos polos de esta discusión tienen como idea central: para algunos, todo volverá a ser lo mismo que antes. Para otros será sustancialmente distinto.
Tanto que ni siquiera alcanzamos a imaginarlo. En el medio hay un océano de alternativas, teorías y predicciones. Pero hay algunas opiniones que vale la pena evaluar y sopesar.
Para Bill Gates, el veterano fundador de Microsoft, convertido en los últimos años en una suerte de profeta del ámbito corporativo, lo único seguro es que habrá una nueva forma de manejar y gestionar los negocios. Cree que los tradicionales viajes de negocio (esenciales para reuniones presenciales, con los actores frente a frente) desaparecerán en un 50%. Como la asistencia diaria a trabajar en las oficinas que –pronostica– se reducirá en 30%. El teletrabajo ha hecho avances importantes y piensa seguir predominando.
Rol de la empresa en la sociedad
Es un hecho incontrovertible: el comportamiento general de las empresas ha cambiado, producto de la necesidad durante los últimos meses, generada por la crisis pandémica. Surge con nitidez la necesidad de un nuevo contrato social entre ellas, el Estado, la sociedad y sus empleados.
En buena medida ha obligado a repensar cuál es –o será– el verdadero comportamiento de ellas. Y plantea el interrogante: cuándo se retorne a algo parecido a la normalidad, el saldo de las transformaciones, ¿será positivo?