Toshiba, el conglomerado japonés fundado en 1875, anunció hace pocos días que también se partirá en tres empresas separadas. Lo mismo con Johnson & Johnson, que se partirá en dos.
Tienta pensar que estos desarrollos señalan que el conglomerado está muerto. Sin embargo, no ocurre lo mismo con los gigantes tecnológicos. Amazon abarca e–commerce, cloud computing, producción de TV y películas y productos de almacén. Alphabet obtiene el grueso de sus ingresos de las búsquedas, pero también posee empresas que trabajan en descubrimiento de drogas, extensión de la vida, robótica, entregas con drones y vehículos autónomos. Incluso Facebook, que se concentró en redes sociales y mensajería, hace equipos para videojuegos y quiere convertirse en un gimnasio hogareño.
Frente a estas compañías altamente diversificadas, sería más preciso concluir que GE fue simplemente un conglomerado equivocado. Durante sus 129 años, GE –centrada principalmente en la manufactura– incursionó en seguros, finanzas, televisión de aire y productos electrónicos de consumo general. Pero desde hace bastante más de diez años, los accionistas vienen reclamando a algunas empresas industriales que se partan o vendan negocios no relacionados para poner más foco en sus operaciones centrales.
La respuesta de GE a estas preocupaciones era que su ventaja estaba en el management. Por el contrario, los gigantes tecnológicos actuales son excelentes en desarrollo de software. Por eso el nuevo programa de capacitación en management de GE es enviar a su gente a trabajar un tiempo como gerentes de producto en Google.
El final de un modelo
Los gigantescos conglomerados industriales parecen condenados a desaparecer. IBM, también, anunció un importante desprendimiento.
General Electric dio a conocer planes de partirse en tres compañías separadas: una dedicada a la salud, otra a la aviación y la tercera a la energía. La decisión se conoce pocos días después de que IBM se desprendiera del negocio de los servicios, el mismo que la salvara de la quiebra en la década de los 90.
Ambas fueron imperios muy diversificados, con operaciones aparentemente inmunes a los shocks macroeconómicos en cualquiera de las regiones donde operaban, con negocios lo suficientemente estables como para compensar otros no tanto.
Pero no resultaron inmunes. El desmembramiento de GE, decidido por su CEO, Larry Culp, continúa destejiendo lo que fue, brevemente, la compañía más grande del mundo, un gigante construido por Jack Welch a finales del siglo pasado. Cuando golpeó la crisis financiera de 2008 el sucesor de Welch, Jeff Immelt necesitó para sobrevivir un rescate bancario de US$ 130.000 millones.
La culpa del descenso de GE parece estar en operaciones desafortunadas y en un agujero negro de riesgos financieros que tomó cuando su crédito era equivalente al del Gobierno estadounidense. Usando su balance perfecto GE perdió miles de millones de dólares en todo tipo de operaciones, desde malas hipotecas hasta seguros para ancianos.