“Ni siquiera esta nueva realidad es la definitiva”

    El combo de revisar lo actuado dentro de una empresa, enfocar contable y legalmente los negocios y armar líneas de acción junto al modo de ejecutarlas, conjuga conocimientos estratégicos, técnicos, tecnológicos con una expertise en la formación, capacitación y funcionamiento de equipos multidisciplinarios de trabajo que da el ejercicio dentro de los escenarios más variados.

    Hay cuatro grandes globales, o Big Four, como se las conoce en el mundo de las empresas, que reúnen todos esos atributos: KPMG, Deloitte, E&Y y PwC.

    De escudriñar entrañas y contornos se forman una visión integral que las habilita para diagnosticar y recetar con propiedad en cada caso, pero esta pandemia en la que amaneció el planeta en 2020 no figuraba en ningún manual de estilo, ni se avizora en bola de cristal alguna.

    De ahí que la polifuncionalidad de los miembros de los staffs, su sensibilidad para transportar virtualmente piezas del rompecabezas desde el pasado conocido al futuro incierto, sin hacer copy paste, coticen en lo más alto de las expectativas empresariales del universo.

    Ser contador, auditor internacional, líder en energía y recursos naturales, haber participado en la emisión de obligaciones negociables en Argentina y en Estados Unidos, manejarse en información financiera (ICOFR) bajo la ley de Sarbanes Oxley y normas del PCAOB, y tomar parte del Latin American Talent Development Program y del Partner Global Leadership Seminar en la London Business School, abarcan mucho más dentro de KPMG que las líneas que ocupan en el CV de quien empuña el timón de la consultora desde 2018.

    Plataforma de meeting de por medio, el entrevistado aceptó el reto de trazar escenarios aun en plena nebulosa.

    Lo que está y lo que vendrá

    –¿La sociedad demandará una nueva actitud de las empresas para la pospandemia?

    –Tenemos un ejemplo concreto: el teletrabajo llegó para quedarse. Había empresas que lo tenían, pero no eran la mayoría ni nada por el estilo; solo personas haciendo home office, pero hoy día con la tecnología actual el proceso que iba a darse hasta 2030 ya está de repente entre nosotros.

    Prevemos en KPMG que pondremos en práctica un mix entre días de trabajo físico en la empresa y otras jornadas de teletrabajo. Nos lo mostró la realidad que transitamos hoy, que no es la definitiva. En muchas de las empresas, como la nuestra, lo estuvimos haciendo porque no podíamos movilizarnos a la oficina, pero probamos que podemos perfectamente hacerlo desde nuestras casas.

    De modo que apreciamos las ventajas que tiene todo esto. Y algunas personas que quieran trabajar desde la casa y no veamos por qué tienen que estar físicamente en la oficina, podrán quedar definitivamente como teletrabajadores.

    Pensemos que alguien que tarda por lo menos tres horas entre colectivo, subte, tren, y combinaciones y podría trabajar tranquilamente sin movilizarse, para qué necesitaría hacer todo ese despliegue si con venir una vez cada tanto a la oficina para alguna reunión en especial estaría igual de cumplido. Hay encuestas que están dando que existe una mayoría que pretendería un mix entre teletrabajo y presencial en oficina.

     

    –¿Se mantendrá la tendencia, que ya venía de arrastre, a replantear las formas tradicionales de rentabilidad?

    –Entiendo que la economía que integra lo social, económico y sustentabilidad se va a consolidar como modelo de negocios y deberá contemplar uno nuevo también, que es el de la rentabilidad. No veo que sea inmediato, sino que habrá un período de integración.

    Lo que sí podría suceder es que se acelere respecto de lo que suponíamos. Esta nueva realidad podría perdurar. Hay precisamente varios temas, de los cuales, además de la persistencia de trabajar de manera remota que traerá implicaciones en la cultura del trabajo, están el cambio climático y todo lo que es el enviroment, lo que implica que las empresas reconocerán la presión del sector público y privado en esa dirección.

    Una cuestión que recibirá el impacto de ambas cosas es el real estate. La transformación digital afectará asimismo por su lado a la fuerza laboral. Tanto este punto como el del comercio digital van a tener un híbrido entre lo que es el trabajo físico y el digital. Pero este cambio que muchas veces se temía que trajera más desempleo no será tan así.

    Van a cambiar ciertas formas de trabajo. Lo que era mucho más repetitivo, tal vez, de hacer va a pasar a ser más bien de análisis. Habrá robots que harán ciertos trabajos, pero la gente tendrá que analizar qué sale de esos robots. Por eso las compañías deberán capacitar más sobre estas cuestiones.

     

    –¿Prevén más inversiones en tecnologías que mejoren lo que ya estaba o ganarán espacio las más sofisticadas, que venían algo ralentizadas?

    –Se ve que todo lo que es necesidad de invertir en tecnología se ha acelerado, tanto en la propiamente dicha como en lo que abarca la ciberseguridad. Porque a consecuencia de eso vienen los ataques cibernéticos.

    Hemos visto cómo ha crecido uno de los temas que vendemos cuando hacemos auditoría, impuestos, legales y consultoría. Es que dentro de esta última está ciberseguridad y lo que es digital level, y una parte de esto, más allá del data analytics, está relacionada con el e–commerce, que es la experiencia del cliente.

    Es que cambió muchísimo la forma de comprar y, en consecuencia, todo un modelo de negocios en muchas de las industrias y actividades, lo cual obliga a trabajar en repensarlo y en eso se está. Hay ejemplos mucho más sencillos que aplican, como las consultas médicas por video.

    En Gran Bretaña impuso un cambio terrible la cantidad de gente que se quedó con el tema de las videoconsultas. Porque ante ciertos malestares llegaron para quedarse. En vez de estar en una sala de espera médica esperando, solucionar la visita en una comunicación audiovisual lo resuelve en forma mucho más rápida y cómoda.

    Pasó algo así también con los bancos: ahora hay que sacar turno para ser atendido. Es hermoso. Te lo dieron a la 1, llegás y te atienden en horario y a la 1 y cuarto te fuiste, cuando antes llegabas sacabas el número, esperabas sentado perdiendo no sé cuánto tiempo.

     

    –¿Existe algún margen para retomar prácticas anteriores una vez levantadas las cuarentenas?

    –Las empresas actualmente atraviesan por cuatro fases para gestionar una instancia crítica como ésta, que no ha tenido precedentes: la reacción, que pondera los desafíos inmediatos, como ocurrió en un primer momento; la resiliencia, que es gestionar a través de la incertidumbre; la recuperación, que sería restablecer la identificación de oportunidades. y la adaptación a un mundo nuevo.

    Ya no importa la posición social, el cargo en una compañía, el rol que se tenga, sino que abarca todo e incluye las rutinas de cada uno, la forma de comunicarse, de trabajar, de la interacción social con la familia, en definitiva una cantidad muy fuerte de cambios.

     

    –¿Esta situación excepcional llevará a la práctica reformas que parecían políticamente inviables como la laboral, por ejemplo?

    –Hay que tener cuidado con las legislaciones laborales que en lugar de fomentar el teletrabajo lo terminen desalentando. Está bien que se respeten las jornadas laborales, con las horas extras, como sucede cuando se asiste presencialmente a la oficina, pero no debería perderse de vista el mutuo beneficio del teletrabajo, que precisamente es que las partes puedan elegir qué les conviene en cada caso.

     

    La hora de la capacitación

    –Si la tecnología irrumpió así de golpe, ¿en qué se verán obligadas las empresas a invertir para no relegar posiciones?

    –La capacitación sigue siendo clave en los presupuestos, desde ya que para nuestra compañía también. Y hay que pensar en un nuevo modelo, que en realidad ya venía aplicándose, con las plataformas que cada uno tiene, los cursos por Internet, etc, pero todo esto se aceleró.

    Se nota mucho con los webcast, con varios webinar, que la cantidad de inscriptos es mucho mayor que la que iba antes a los presenciales. Ahora no requiere trasladarse. Antes por ahí había que correrse de una punta a la otra de la Ciudad, y alejarse de la oficina o de la vivienda para una capacitación, pero si se da lo mismo por la web, como se está haciendo ahora, uno termina y sigue con lo que estaba haciendo.

    Ni te cambiás de ropa. Esto se nota en la asistencia, que es mucho mayor de lo que era en las presenciales, pese a que los webinar abundan.

     

    –¿Hay un avance de las startups en desmedro de las grandes empresas, habrá menos proyectos de inversión y más negocios puntuales?

    –En generación de negocios, sí, va a haber más emprendedores. Desde el punto de vista de consultoría, lo que está sucediendo es que se terminó la etapa de los procesos largos. Es como que se saltea lo que es la parte de planificación. No se distinguirá entre planeación e implementación. En dos o tres meses el proyecto empezó y terminó, las lecciones deben ser aprendidas e incorporadas rápidamente.

     

    –En cuanto haya una salida cierta para las cuarentenas, ¿se requerirá un “hospital” para atender a los heridos económicos de este prolongado confinamiento?

    –No todo está igual. Hay industrias que se empezaron a mover. En muchas provincias están en actividad, mientras en Capital y Gran Buenos Aires el confinamiento ha sido mucho más fuerte. Hay plantas que están trabajando, venían con un turno solo y ya tienen dos. El agro está mejor que los otros sectores.

    Nosotros diferenciamos cuatro tipos de comportamiento en las industrias: unas despegaron, como e-commerce, comunicaciones, Internet, media; otras tienen que reempezar, como turismo, hotelería, restoranes; hay otras que tienen que transformarse para volver a emerger, como es el sector de petróleo y gas, minería, automotrices, retail, y un cuarto grupo que va a retornar a la normalidad, como las finanzas, real estate, construcciones.

     

    –¿Hasta qué punto ve que haya avanzado la morosidad?

    –Por lo que tengo entendido, en los bancos tampoco es que haya crecido demasiado la incobrabilidad, pero sí se ven muchas pymes afectadas, aunque la crisis, en general, alcanza a todas las empresas, incluidas las grandes.

    Se sobrelleva un poco mejor en las grandes ciudades del interior que, gracias a que pudieron abrir, como Rosario y Córdoba, transitan una nueva normalidad. Los empleados de nuestras oficinas en Rosario podrían concurrir, si quisieran, pero estamos siguiendo la prioridad de cuidar ante todo al personal y mientras podamos trabajar en remoto lo mantendremos, salvo casos especiales.

     

    –¿Se encuentra comprometida la cadena de pagos?

    –Con suerte, la cadena de pagos no se vio afectada, que era uno de nuestros mayores temores. Hubo algunos problemas puntuales con algunos de los clientes, los que no estaban preparados desde el punto de vista tecnológico. Pero el resto pudo seguir trabajando a distancia y sí hubo compañías en las cuales los proyectos se vieron demorados, a la espera de que la industria se readapte y se readecue.

    Serían casos como los de los aeropuertos, que lo están haciendo en todo el mundo. Estamos ante un shock muy fuerte para la mente de una gran parte de la sociedad. Argentina ya venía con una crisis económica de antemano, se le sumó esta pandemia, con lo que llevará un tiempo emerger. Pero cuando se empieza a ver que se sale, la mente ya funciona de otra manera. El ánimo comienza a cambiar.

     

    –¿La reconstrucción deberá correr por cuenta exclusivamente del Estado, o tendría que hacerse partícipe a la sociedad en un reparto explícito de los costos?

    –Es importante ordenar la relación con los acreedores –los bonistas, el FMI– porque ello crearía otro entorno para las compañías privadas. Entramos en un período de transición cuya salida es muy difícil predecir. Sigo pensando que lo mejor sería un libre mercado, protegiendo a las industrias, como cualquier país hace, pero sin dejar de lado las libertades que se necesita la iniciativa privada, siempre pensando en exportar y en desarrollar las industrias regionales.

    Si todo esto se pudiera combinar con el teletrabajo, ampliaría las oportunidades laborales y se podría incorporar mano de obra de las provincias sin sacarla de su hábitat, de modo de detener el éxodo hacia el área metropolitana de Buenos Aires para conseguir trabajo.

    Un buen régimen de teletrabajo abría la posibilidad de contratar a alguien de Jujuy, Catamarca, Tucumán, Tierra del Fuego, Santa Cruz, de donde sea. Estamos inmersos ya en un cambio muy grande. Las chances están.