Por Sergio Meller (*)
Además, se propulsa la innovación, a partir de la instalación de capacidades colectivas como cooperación, confianza, apertura, horizontalidad y disenso.
Aquí compartimos algunos tips que marcan tendencia:
- Se comprenderá más el lugar vital de la creación y el aprendizaje.
- Habrá espacios para la exploración y la sinergia, claves para adaptarse a las nuevas realidades.
- Será más natural mostrar las emociones. Así se quiebra el mito acerca de las emociones como estorbo y amenaza.
- Se fomentarán las relaciones de confianza que permiten tomar decisiones en forma más ágil. Tendrá valor el desacuerdo.
- Viviremos más en Beta. Se habilitará una actitud proactiva hacia los que diseñan, prueban, reflexionan y ajustan, generando así un círculo virtuoso y permanente.
- Se pondrá menos atención directa en el resultado porque se habrá comprendido que nos hace miopes. El foco para alcanzar los resultados estará puesto en los procesos y en el aprendizaje permanente.
Algunas estrategias para acelerar el paso hacia una organización más madura post crisis:
Aplicar la regla 30-70. Durante las reuniones o conversaciones es fundamental que el líder escuche a su gente el 70% del tiempo y solo hable el 30%. Es impresionante lo que genera la escucha activa y empática. El líder deja de tener el monopolio de la palabra y el equipo empieza a producir y a involucrarse.
Cazar al elefante por partes. No se puede hacer todo. Hay que priorizar, saber cuáles son las actividades esenciales para mantener a flote el negocio durante la pandemia y cuáles pueden esperar.
Generar una red de contención entre pares. En estos momentos, los errores no forzados pueden crecer de forma exponencial. Mucha gente está intentando trabajar desde sus hogares, en espacios muy reducidos, con los niños en casa, haciendo de docentes, cuidando a algún familiar de alto riesgo, compartiendo computadoras por turnos o compitiendo por algo de banda ancha… Esta situación nos lleva a buscar estrategias que minimicen los errores, hacer dobles chequeos, pedirle a algún par que revise sus números, etc.
Definir rutinas diarias o semanales con el equipo. Empezar y cerrar el día juntos en una breve reunión virtual. No olvidarse de los que trabajan desde casa.
Tener muchos vestuarios. Reuniones de 15 minutos como máximo entre grupos reducidos de personas que comparten un proyecto o responsabilidad común para armar las jugadas, coordinarse, ofrecer ayuda, pedir ayuda.
Romper los silos y barreras imaginarias que fragmentan el trabajo. Re distribuir los equipos, de ser necesario, dando la posibilidad a los colaboradores de hacer otros trabajos. Así se incrementa el conocimiento de la organización y a la vez la empleabilidad de su gente.
Regular la energía del equipo. Esta carrera requiere que regulemos las energías para evitar el desgaste físico y mental que puede llevar a un burnout.
Fortalecer al equipo a través de la generación de espacios de conversación. Generar intimidad, aún de forma virtual es posible sobre la forma en que cada integrante vive esta situación. Un equipo bien formado nos brinda anticuerpos emocionales para tomar los desafíos presentes.
Gestionar las fuentes de la resistencia al cambio. La gente no se resiste al cambio per se. Se resiste cuando percibe una potencial pérdida o amenaza en el cambio.
Brindar seguridad psicológica. En términos generales, a mayor seguridad psicológica, menos ansiedad, menos miedo y menos parálisis. La seguridad psicológica consiste en poner a disposición los recursos que necesita un equipo, capacitar a la gente, mantenerla informada, mostrar una dirección clara y garantizar las condiciones de trabajo, entre otras estrategias.
Poner el foco en el aquí y ahora. Un paso a la vez. No perder tiempo especulando sobre un futuro que aún no llegó y poner atención en nuestros clientes, la calidad de nuestros servicios y nuestra gente.
(*) PHD en Psicología y CEO Advisor en Meller Transformación Organizacional
Empresas y colaboradores puestos a prueba
Desafíos para la vuelta a las oficinas
La crisis sanitaria ha transformado por completo la manera en la que trabajamos y ha impactado en la dinámica del mercado laboral a escala mundial. Algunos cambios incorporados durante los períodos más críticos de cuarentena y aislamiento han llegado para quedarse.
Con el avance del proceso de vacunación y adaptados a esta nueva normalidad, las organizaciones comienzan a transitar el camino de regreso a las oficinas, buscando establecer esquemas híbridos de trabajo que permitan rescatar lo bueno del viejo modo de producción y organización del trabajo para combinarlos con los beneficios y factores positivos que se establecieron durante la experiencia de la crisis sanitaria.
En este sentido, Randstad, especialista en recursos humanos, identifica algunos de los desafíos para empresas y colaboradores.
En el caso de las organizaciones, los mayores desafíos pasan por los protocolos de higiene y seguridad, la organización de turnos y burbujas, la provisión de elementos de seguridad, la logística de sus colaboradores y el establecimiento de esquemas graduales de regreso a la presencialidad.
Para los colaboradores, los desafíos están en la toma de conciencia del cuidado individual y la importancia del distanciamiento físico, afrontar la pérdida del escritorio personal o fijo, asimilar la necesidad de mayores desplazamientos, establecer nuevas rutinas laborales y enfrentar los miedos generados por la pandemia, el aislamiento y el “síndrome de la cabaña”.
Sobre esta realidad, Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay, afirma: “Tanto las organizaciones como los trabajadores han tenido que enfrentar un contexto de incertidumbre, cambios radicales y altísima exigencia. Hoy es momento de recuperar cierta normalidad, que desde ya tendrá nuevos componentes y donde las personas y su seguridad seguirán estando en primer lugar, pero que deberán contemplar esquemas de trabajo que nos re-vinculen con la socialización diaria que genera el trabajo, nos saquen del sedentarismo extremo que genera el encierro y nos ayuden a volver a una rutina laboral más sana, más humana, más social y más positiva para nuestro bienestar emocional”.
En cuanto a las rutinas laborales, el estudio de Randstad hace énfasis en los nuevos formatos, que traen consigo la necesidad de establecer una nueva organización de las tareas que contemple definir qué actividades resulta mejor hacerlas en la oficina y cuáles los días que toca home office. En este sentido, es poco útil ir a la oficina si la persona pasará toda la jornada laboral tras la pantalla respondiendo e-mails, desaprovechando la oportunidad para el encuentro y la interacción cara a cara con jefes y colegas.
Por otra parte, si bien muchos colaboradores extrañan su lugar de trabajo y el vínculo con colegas, muchos otros también tienen reparos para volver a la oficina, por miedo o por el agobio que les genera volver a una rutina en el “afuera”, afección conocida como el “síndrome de la cabaña”.
En algunos casos, la principal barrera es la inercia generada por el acostumbramiento a un largo periodo de rutinas de bajo desplazamiento y limitada socialización.
“El distanciamiento y las rutinas de baja movilidad y socialización nos ha marcado a todos, muchos están deseosos y listos para recuperar las charlas de pasillo, los breaks y el café con los colegas, mientras que algunos se han visto más afectados por el aislamiento y deberán prepararse emocionalmente para asimilar la vuelta a los espacios de trabajo y la vinculación social que implica. En estos casos, el acompañamiento de la organización y de los líderes de equipo será fundamental para contener y ayudar a la persona a su vuelta a la presencialidad”, sostiene Andrea Ávila.