El mundo en plan de desglobalizarse

    Algunos arriesgan que los volúmenes intercambiados podrían reducirse por las disputas entre las naciones luego de la invasión rusa a Ucrania y por los esfuerzos de las compañías de crear resiliencia en sus cadenas de suministro.

    No sería la primera vez que una crisis desencadena cambios importantes en los patrones de intercambio. El crecimiento del comercio se desaceleró notablemente luego de la crisis financiera global de 2008-09. Otra era anterior de globalización, ligada a la revolución industrial y apuntalada por el patrón oro, fue desmantelada por la primera guerra mundial. La participación del comercio en el PBI global no volvió al nivel de 1914 hasta mediados de la década de 1970.

    El desafío para los defensores de la globalización es determinar la escala de la posible regresión, incluyendo su impacto sobre la competencia, las cadenas de suministro y el daño a las economías en desarrollo.

    Se cree que las presiones geopolíticas van a generar un cambio hacia la desglobalización. Ese aumento del comercio que se estaba dando a medida que las economías salían de la pandemia se detiene con las nuevas barreras a la exportación que se levantan.

    La fuerte demanda, los altos precios del transporte marítimo y el aumento en los aranceles o sanciones punitivas en medio del conflicto en Ucrania está llevando a las empresas y a los países a priorizar resiliencia sobre eficiencia. Al modelo de fabricación just-in-time siempre le resultó difícil pasar el examen de las crisis financieras, desastres naturales, la pandemia. Y ahora la guerra.

    Los críticos de la globalización dicen que costó empleos en el mundo desarrollado y ensanchó la brecha entre países ricos y pobres. Pero gran cantidad de evidencia muestra que fue la mejor tecnología, más que el comercio, lo que llevó a menos empleos en la manufactura y que la globalización aumentó la eficiencia y la productividad.

     

    Ganadores y perdedores

    Las grandes ganadoras en los últimos 30 años fueron las economías emergentes que se integraron a la economía mundial y elevaron su nivel de vida. Ellas generaron el 60% del crecimiento global en los últimos años, comparado con 40% a principios de los 80, según cifras del FMI.

    Las tasas de pobreza extrema absoluta cayeron significativamente, especialmente en los países asiáticos que pasaron a formar parte de la economía global.

    Entre los perdedores figuran los trabajadores de bajos ingresos en las economías avanzadas a causa de la mayor competencia, aunque eso fue compensado por productos y servicios mucho más baratos.

    La desglobalización reduciría la eficiencia de las empresas elevando los precios y reduciendo la competencia, dice Adam Posen, presidente del Peterson Institute for International Economics.

     

    Que el péndulo no vaya al lado opuesto

    El cambio se viene gestando desde hace más de diez años. En más de un sentido, el desacople entre las dos economías más grandes del mundo –Estados Unidos y China– comenzó el día que cayó Lehman Brothers, cuando China desplegó su inmenso programa de estímulos fiscales y comenzó a reevaluar la liberalización del sistema financiero.

    Además de China, muchos otros países advierten hoy que el capital global ha creado tensiones y desigualdades dentro de los países. Advierten también que a veces, esas tensiones provocan reacciones populistas contra la globalización, definida como la posibilidad de mover bienes, personas y capitales a cualquier lugar que resulte más productivo.

    Las últimas décadas de globalización crearon una prosperidad sin precedentes en el mundo. Pero dentro de muchos países creció la desigualdad. Entre los factores que generan descontento está el estancamiento de los sueldos y los empleos perdidos, especialmente entre los trabajadores manuales y la clase media baja en los países ricos. Sin embargo, la gran causa de todos esos males fue la disrupción provocada por la tecnología en los mercados laborales y también el crecimiento del rol de China en la Organización Mundial del Trabajo.

    Del año 2000 en adelante, el flujo de capitales occidentales hacia una nación con enorme mercado de mano de obra barata (China) no permitió el aumento de los salarios y del número de empleos en Estados Unidos. Eso generó una dinámica de “el ganador se lleva todo” en la que el aumento de ingresos iba hacia las grandes multinacionales, China y otros países asiáticos. A eso se sumaba la ausencia de políticas antimonopólicas y demasiada desregulación financiera en el mundo occidental.

    Los países en desarrollo siempre argumentaban que el comercio sin restricciones los dañaba. Ahora también se quejan de lo mismo los países ricos. La solución no está en señalar al vecino como culpable sino en generar cambios tanto en las políticas nacionales como en las instituciones internacionales para retener lo mejor que tiene la globalización mientras se re-conecta la economía global con la prosperidad interna de los países para que los pueblos sientan que sus líderes cuidan sus intereses.

    Este ciclo de globalización duró 40 años. Lo ideal sería que el péndulo no oscile hacia el extremo opuesto al iniciar el nuevo orden mundial.