RSE, a la hora de rendir cuentas

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    El producto resultante no es un ranking. La tarea, acometida mediante la colaboración de un comité de evaluación, fue leer y analizar los informes anuales en la materia que nos hacen llegar las empresas que siguen esta práctica.
    La investigación, igual que el año pasado, versa sobre estos puntos:
    1. ¿Cuántas son las empresas, con prácticas de RSE o similares, que tienen un reporte anual, integrado con los estados contables y financieros, o independientes? Los temas que incluyen.
    2. Selección de casos emblemáticos para que los responsables de área expliquen los criterios con los que formulan el reporte anual sobre estas materias.
    3. Confiar a un comité de profesionales y ejecutivos independientes la lectura de todos los informes disponibles, fijar criterios de evaluación y señalar únicamente los 10 reportes que han merecido especial valoración y detallar por qué y en base a qué parámetros.
    4. Además, testimonios de responsables de área RSE que explican por qué creen en el potencial del informe anual en la materia.

    Beneficios medibles
    Antes, las empresas que hacían RSE eran miradas con curiosidad. Hoy, la implementación de políticas de sustentabilidad y Responsabilidad Social Empresaria es la corriente dominante de pensamiento en el ámbito empresarial.
    Con esa madurez de la práctica, comienzan a formularse preguntas que no tienen respuesta sencilla. Crear una cultura corporativa claramente orientada a estos temas, ¿mejora los resultados financieros y aumenta el valor de la acción?
    Interrogante que es la continuación del debate anterior: ¿esto de la RSE, es una mera práctica de relaciones públicas para mejorar la imagen, o afecta de modo beneficioso el desempeño financiero?
    Un libro publicado por un grupo de académicos de Harvard Business School y London Business School busca dar respuestas y demuestra que si el compromiso con la RSE y la sustentabilidad es profundo se traduce en mejores resultados económicos y financieros.
    El libro, que lleva por título The Impact of a Corporate Culture of Sustainability on Corporate Behavior and Performance fue escrito conjuntamente por Robert G. Eccles (Harvard Business School), Ioannis Ioannou (London Business School) y George Serafeim (Harvard Business School).
    El libro analiza 18 años de datos en Estados Unidos y descubre hechos que confirman que las firmas que ponen acento en esas prácticas obtienen mejores resultados financieros y en la bolsa que las que no lo hacen.
    Las firmas que los autores definen como “de alta sustentabilidad” (las profundamente comprometidas no solo con temas ambientales sino también con una amplia gama de iniciativas de RSE) son diferentes también en su estructura de gobierno y colocan los esfuerzos de responsabilidad social en el área de responsabilidad del directorio y no en personas que ocupan cargos menos jerárquicos de la organización. Además, en ellas los sueldos ejecutivos son fijados según logros en sustentabilidad y RSE. Tienen una relación más estrecha con los stakeholders (todos los grupos con intereses en la empresa), sus inversores miran el largo plazo y hay más transparencia en sus informes no financieros.

    Elementos de la investigación
    Los autores analizaron 675 compañías sobre la base de sus políticas de sustentabilidad y RSE. Incorporaron menciones en los medios, balances e informes propios de las compañías más las entrevistas que ellos mismos hicieron a más de 200 ejecutivos.
    Al final, señalaron 90 organizaciones que realizaron una cantidad respetable de procedimientos sociales y ambientales a principios y mediados de los 90. En ese primer período, el grupo “de alta sustentabilidad” había adoptado un promedio de 40% de las políticas identificadas en la base de datos y para finales de la década del año 2000 habían introducido 50%.
    Por otro lado, las firmas “de baja sustentabilidad” habían implementado solo 10%, en promedio, para finales de 2000. Para generar un grupo de control de firmas que se parecieran lo más posible a las compañías de alta sustentabilidad, los investigadores compararon firmas a partir de 1993, primer año de adopción de ese tipo de políticas. Usaron una serie de factores; activos totales para determinar tamaño, retorno sobre la inversión y valor de mercado sobre valor de libros, para señalar firmas de alta y baja sustentabilidad en las mismas industrias.
    Encontraron que 53% de las compañías con fuerte cultura de sustentabilidad asignaban la responsabilidad formal sobre RSE al directorio, algo que hacía solo 22% de las firmas de baja sustentabilidad. Además, 41% de las empresas en el grupo de alta sustentabilidad nombraba una comisión de directorio separada para asistir a los gerentes en estrategia y revisión periódica del desempeño RSE, pero solo 15% de los firmas de baja sustentabilidad hacía algo parecido. Además, las empresas con cultura de sustentabilidad eran más proclives a relacionar remuneración ejecutiva al cumplimiento de metas ambientales, comunitarias y de satisfacción de clientes.

    Expectativas de stakeholders
    Como todos los esfuerzos relacionados con RSE suelen depender de la comprensión de las necesidades y expectativas de los stakeholders, los autores encontraron que las firmas de alta sustentabilidad capacitaban mucho a sus gerentes locales para que pudieran mantener buenas relaciones con clientes y subcontratistas, especialmente en lo que se refiere a enmendar agravios o buscar metas más ajustadas a las preocupaciones de sus stakeholders.
    Los investigadores descubrieron también que aproximadamente un tercio de las firmas de alta sustentabilidad llevaba a conocimiento del directorio la información y opiniones procedentes de stakeholders y otros departamentos y que 20% de ellas presentaba los resultados del proceso al público general, convirtiendo todo en algo más proactivo, más transparente y más responsable en cuando a la manera de relacionarse.
    Finalmente, rastrearon la salud financiera de las firmas en ambos grupos (de sustentabilidad alta y baja) desde 1993 hasta 2010, examinando tanto desempeño en bolsa como desempeño financiero general. Descubrieron que una inversión de US$ 1 al comienzo de 1993 en una firma de alta sustentabilidad se convirtió en US$ 22,60 para finales de 2010 (sobre la base de precios de cotización en bolsa). En firmas de baja sustentabilidad, una inversión de US$ 1 había crecido solo a US$ 15,40.
    Los autores usaron el retorno sobre activos como una medida de la rentabilidad de la compañía. Descubrieron que US$ 1 en activos a principios de 1993 en una cartera de firmas de alta sustentabilidad habría crecido a US$ 7,10 para finales de 2010; por el contrario, US$1 de activos en una firma de baja sustentabilidad habría aumentado a solo US$ 4,40 en el mismo período.
    En definitiva, las firmas que abrazan prácticas de Responsabilidad Social Empresaria superan ampliamente a sus rivales en términos de resultados financieros y cotización en bolsa. Las firmas con antecedentes de compromiso con temas sociales y de sustentabilidad también consiguen inversores de más largo plazo y ponen más énfasis en transparentar datos no financieros.