Por Andrea Delfino
Annemarie Muntz
Este año fue particular para la compañía especializada en RR.HH., Randstad. Es la única del sector que participó como Sponsor B20 Argentina 2018. Además es, por primera vez, Co-Chair de Empleo y Educación, uno de los ocho task force, y formó parte así del Foro Global de Empleadores, organizado por el B20 y la Organización Internacional de Empleadores, donde se debatió sobre el trabajo del futuro y las estrategias para lograr un mercado de trabajo más inclusivo.
Anmnemarie Muntz, directora de Public Affarirs de Randstad Global, fue una de las ejecutivas que viajó a Buenos Aires en este marco y diálogo con Mercado sobre la necesidad de adaptar las legislaciones laborales a los tiempos que corren y las tendencias en el empleo del futuro.
–¿Hay algún país que cuente con una legislación laboral adecuada para las modalidades actuales de empleo?
–Probablemente no. Porque el mundo del trabajo va cambiando muy rápido y se sigue intentando encontrar el equilibrio justo entre flexibilidad y seguridad.
En Estados Unidos hay muy alta flexibilidad (en la contratación) lo que es bueno para la competitividad pero menos bueno para la protección (del trabajador) y para la economía, porque a quien no se le paga no compra, no consume.
“Al final del día lo importante es tener un empleo decente, con una paga decente, con protección social”, afirmó también la especialista, para inmediatamente reconocer: “sé que suena naïf, pero lo importante es implementar legislaciones que lo hagan posible”.
Para Muntz hace falta “mucha valentía y coraje” de parte de todas las instituciones para encarar el cambio necesario de las legislaciones laborales. “En mi opinión todo empieza con una evaluación seria. Hay que evaluar qué está cambiando en el mundo del trabajo. Esos cambios tienen que basarse en cifras, datos”, afirmó.
En algunos países, “algunas de las partes, como los sindicatos tradicionales y Gobiernos de izquierda, piensan que todos tienen o deberían tener un contrato full time. Y si vemos la realidad, cada vez son menos las personas que cuentan con ese tipo de contratación. Tampoco en el pasado la situación era de 100% de relación de dependencia”, señaló la ejecutiva.
“Hay que ocuparse de ese dogma con hechos concretos, con datos y ver lo que sucede en adelante”, sostiene, para remarcar que la evaluación debe ser conjunta entre Gobiernos, sindicatos y organizaciones políticas y sociales.
Un debate con historia
El debate sobre la regulación del mundo del trabajo no es nuevo. Desde la recomendación 181 de la Organización Internacional del Trabajado (OIT) sobre la regulación de las agencias de empleo, la búsqueda de un equilibrio es una constante. Sin embargo, en los últimos diez años, el debate se aceleró ante la masificación de las herramientas tecnológicas y la eliminación de empleos a manos de la tecnología.
“Todos los debates en la OIT, en la OCDE, por el futuro del trabajo concluyen en que hacen falta normas de trabajo flexible; que tenemos que luchar contra el desempleo y la informalidad; que tenemos que ocuparnos de la seguridad social –que incluye lo referente a la salud y la educación de los trabajadores, además de las licencias y los seguros de desempleo–; y que tenemos que ocuparnos del sistema educativo”. Estos son los cuatro pilares de los que “hay que ocuparse de manera conectada”, según Muntz.
–En este esquema los Estados tienen un rol fundamental.
–Sí. El Estado y también los interlocutores sociales.
–Pero es el Estado el que se hace cargo de la protección social, salud y educación.
– Y para eso pagamos nuestros impuestos.
Una vez realizada la primera evaluación sobre los cuatro pilares, hay un segundo trabajo que suma al análisis las excepciones, es decir qué personas con qué tipo de contrato no tienen seguridad social y por qué no la tienen, explicó Muntz. La especialista destaca, además, que un mismo profesional autónomo en diferentes países tiene acceso a la protección social bajo distintas condiciones, como puede ser su antigüedad en el empleo.
Derechos individuales y portables
–¿La flexibilidad de contratación se aplica a cualquier actividad? ¿Incluso las industriales?
–Absolutamente, ¿por qué no? Lo que realmente tenemos que resolver es el sistema de portabilidad de los derechos. El derecho es de las personas y no del puesto de trabajo o del tipo de contratación.
Muntz usa en sus presentaciones la imagen de una mochila en la que cada trabajador va cargando a lo largo de su vida sus diferentes empleos. “En esa mochila están tus derechos, porque son individuales y portables”, indica. “Lo que cuenta es tener un trabajo decente, con un pago decente y con protección, con independencia del formato de contratación”.
La protección incluye la atención de salud del trabajador, la capacitación constante, las licencias (maternidad, vacaciones, días por estudio, etc.), el seguro de desempleo y también las indemnizaciones, porque “hay que contar con ese dinero para que, en el momento en que uno se queda sin trabajo, se pueda invertir de manera tal de reingresar en el mercado”:
Efectos de la robotización
“No soy futurista, pero lo que sé es que la gente es pesimista por naturaleza y siempre le teme al futuro”, sostiene Muntz al ser consultada sobre los efectos que la robotización puede tener en el mercado laboral. Para la especialista, en el corto y largo plazo, “vamos a seguir teniendo empleos y habrá trabajo de los humanos con apoyo de la tecnología”. “Si soy muy optimista –agrega–, te diré que desaparecerán los trabajos aburridos y rutinarios, y habrá buen trabajo, pero eso, otra vez, tiene que ver con las habilidades y por ende con la formación de los trabajadores”, indica. En retrospectiva, hace cien años “se trabajaba en circunstancias terribles; la tecnología nos apoyará para explicar que los derechos son de las personas y no de los empleos”.
No obstante, la implementación de tecnologías “abre nuevos debates sobre la privacidad, si debemos estar conectados 7 por 24, los 365 días del año, dónde debería uno trabajar o cuáles son las condiciones laborales. Eso también es una gran revolución, pero no podemos ocuparnos de esa gran revolución sin habernos ocupado antes de los cuatro pilares”.
Flexibilización en ciernes
–En Argentina se perdieron 50.000 empleos en relación de dependencia en los últimos dos años; plantear la flexibilización laboral pude resultar complicado…
–Lo sé. Pero por eso el debate en Argentina debe ser integral, holístico, con todas las partes. Cuando el sindicato no quiere hablar es muy destructivo.
En Argentina, aseguró la especialista de Randstad, “el 55% de los trabajadores tienen contratos informales, que es el peor de los casos, y también hay mucha gente con contratos flexibles, a veces porque desean un contrato flexible o bien porque las empresas lo necesitan para ser competitivas”.
–¿Considera que en un plazo de cinco o diez años habrá un equilibrio entre flexibilización y protección de los trabajadores?
–No. Si no se comienza ya a tomar medida, en cinco o diez años ese 55% de informalidad será mayor, porque son muy rígidas las leyes de trabajo en Argentina y la legislación rígida no facilita el acceso a trabajos formales a quienes lo necesitan.
En este sentido, Muntz citó el caso de Italia, donde en el año 2000 se abrió el mercado laboral con un reconocimiento a los contratos flexibles. La consecuencia fue que, cinco años después, el desempleo bajó y el empleo subió en la misma proporción.
“Siempre hay trabajo informal”, aclaró la ejecutiva, para asegurar que “una buena reglamentación del trabajo por agencia va a aumentar el acceso de la gente al mercado laboral y también su movilidad”.
También indicó que en Francia el 66% de las personas desempleadas se incorporaron a empleos a través de contratos flexibles “un año después la mitad volvía a estar desempleado”.
“Hace rato que le pedimos al Gobierno argentino que convalide la recomendación 181 de la OIT, que regula la actividad de las agencias privadas de empleo y que data del año 1997”, recordó la ejecutiva.
Respecto de América latina, Muntz considera que tanto Argentina como Brasil tienen sistemas muy rígidos (si bien hoy Brasil está cambiando); mientras que Chile y Colombia son más abiertos, pero tienen economías más pequeñas.
Datos destacados
El último informe de Randstad, presentado en oportunidad de su participación como Co-Chair de la Task Force de Empleo y Educación del B20, indica que en la Argentina, el 58% de las empresas considera que el avance de las nuevas tecnologías ha tenido hasta ahora un impacto neutro en la generación de nuevos puestos de trabajo. El 30% consideró que la tecnología impactó positivamente y 12% que el impacto hasta el momento ha sido negativo en lo que refiere a la creación de nuevos puestos de trabajo a partir de la incorporación de tecnología en las empresas.
Al desagregar las respuestas según el tamaño de las empresas, con saltos de entre 21 y 28 puntos porcentuales, tanto microempresas, como pymes y grandes compañías consideran que el impacto positivo de la tecnología en la creación de empleo será mayor a futuro.
En el mismo sentido, las más optimistas son las grandes empresas, con un 64% que indica que a futuro el impacto será positivo. Entre las pymes, la visión positiva a futuro llega al 54% y en las microempresas al 52%.
En cuanto a las plantas de trabajadores, el 63% de las empresas argentinas indicaron que la cantidad total de personal se mantuvo sin cambios, mientras que el 19% afirmó que la dotación aumentó y el 18% que disminuyó.
A futuro, el porcentaje de empresas que consideran que habrá un impacto neutro en sus dotaciones baja a 45%; el 28% considera que disminuirá y el 27% que crecerá.
Con estos datos locales en mano, Annemarie Muntz considera que la polarización entre las visiones optimistas y negativas sobre el impacto de la tecnología en el empleo “es el emergente natural de las dudas y temores que hay en todo el mundo en relación a la posibilidad de un reemplazo de los humanos en la fuerza laboral por el avance de los robots y la inteligencia artificial”.
Nuevas formaciones requeridas
Por Andrea Ãvila (*)
Estamos hoy frente a un debate abierto sobre el impacto del avance de la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial en el empleo. En este escenario, en el que hay pocas certezas, se consolida con fuerza en todo el mundo la idea de que la formación en disciplinas relacionadas a las ciencias básicas, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, será un vector clave de la empleabilidad a futuro.
Para quienes tienen que formarse para ese futuro claramente incierto que presenta el mundo del trabajo, lo que está claro es que difícilmente un profesional pueda desarrollar su carrera en el mediano plazo sin dominar las prácticas y herramientas que trae consigo la digitalización de la economía. Y en ese contexto se consolida en las organizaciones una demanda creciente de perfiles con formación STEM (science, technology, engineering y mathematics).
En este sentido, en la encuesta a 500 empresas realizada recientemente por Randstad, al indagar sobre la evolución de la demanda de este tipo de perfiles en las organizaciones, el 51% refiere que en su empresa creció la demanda de personal con formación STEM en los últimos años, el 44% indicó que se mantuvo sin cambios, mientras que solo el 5% afirmó haber tenido menor demanda de este tipo de perfiles.
Es importante visualizar que si bien hay un claro consenso de que estas disciplinas configuran la base de las carreras del futuro, en Argentina, al igual que en muchos países, no son las áreas de formación más elegidas por los estudiantes. En muchos casos esto tiene que ver con la falta de información sobre las profesiones y su vinculación con el mundo del trabajo, pero el fenómeno es aún más complejo, ya que un mayor conocimiento de las perspectivas de desarrollo que da una determinada formación no alcanza por sí mismo para incentivar el estudio de esa disciplina.
El caso más paradigmático en ese sentido se da hoy en la formación en tecnología, que a pesar de haber ganado fama de ser garantía del éxito profesional y económico desde hace algunos años, no logra atraer estudiantes en cantidad necesaria para evitar el descalce entre la oferta y demanda laboral que se da en todo el mundo con muchos de los perfiles de IT.
* CEO de Randstad para Argentina y Uruguay
El rol de las agencias de empleos
Aporte al desarrollo de un mercado más formal e inclusivo
En un contexto donde la tasa de desocupación se ubica en 9,6% y un 40% de la población sufre algún grado de informalidad, el trabajo temporario se inscribe como una alternativa válida y ágil para la inserción.
Ricardo Wachowicz (*)
Ricardo Wachowicz
La evidente incapacidad del sistema para dar respuesta a las demandas sociales plantea la imperiosa necesidad de “barajar y dar de nuevo” en vistas de alcanzar una correcta interpretación del futuro del empleo. Si a esto agregamos el impulso de la robótica, la automatización y la inteligencia artificial que hace que los trabajos rutinarios tiendan a desaparecer, el problema se acrecienta.
A su vez y en el plano estructural, a los actores sociales se nos plantea la necesidad de evaluar cómo dar respuesta a ello con nuevas recetas. Si bien otros países de la región han modernizado su marco regulatorio, debemos ser cuidadosos y responsables en la necesidad de desarrollar verdaderos mercados laborales inclusivos con protección social.
¿Qué factores tenemos que tener en cuenta para ello? Existe un desfase entre educación y trabajo. Las competencias, capacidades y habilidades alcanzadas a partir de la educación formal deben ser complementadas con formación basada en la demanda. Debemos recuperar la cultura del trabajo, pero adaptándonos a las nuevas modalidades de empleo que nos propone el siglo 21. Mientras el trabajo se ha vuelto colaborativo e interdependiente, las estructuras organizacionales son planas y en red.
Para favorecer el desarrollo de un mercado del trabajo más dinámico, formal e inclusivo, el diálogo social junto a legislaciones modernas que contemplen los nuevos escenarios laborales no solo son necesarios, sino urgentes, y deben estar enmarcados en las condiciones de calidad y seguridad descriptas en la concepción de trabajo decente.
En la Argentina, las Empresas de Servicios Eventuales (ESE) tienen como misión ser un trampolín de un empleo formal a uno formal y permanente: uno de cada cuatro trabajadores que ingresan como temporarios son a posteriori efectivizados por la empresa usuaria/cliente. A su vez, un trabajador contratado a través de una ESE tiene los mismos beneficios y prestaciones que un trabajador de planta permanente.
En síntesis, el trabajo temporario es garantía de trabajo decente en tanto que nuestro propósito es el de cumplir un rol social fundamental en la tracción de personas de la informalidad/precariedad laboral a la formalidad, sobre todo en el colectivo joven. Es que, paradójicamente, mientras el 65% de los trabajadores eventuales son menores de 30 años, la informalidad laboral en esta población joven asciende al 60%. A escala global, vemos una positiva correlación entre la adecuada regulación de los servicios privados de empleo y una baja en la tasa de informalidad. Es decir que la mayor penetración de nuestra actividad se condice con mayores niveles de trabajo decente. Por esta razón planteamos la necesidad de la ratificación por parte del Congreso de la Nación de la convención N° 181 de la OIT sobre las agencias privadas de empleo, la cual menciona en sus considerandos, el rol que las agencias privadas de empleo pueden jugar en el buen funcionamiento del mercado del trabajo.
(*) Presidente de Bayton y presidente de la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario (Faett)