Cecilia de Maio
Son pocos los que no aspiran a llegar a ser número uno en una organización. También son pocos los que son conscientes de que junto al bienestar económico, la autoridad y el prestigio social que logran, ese cargo los coloca en territorio resbaladizo, pues deberán responder no solo por las acciones propias sino por las de todos sus subalternos. Esto, en un clima de gran fastidio social con las empresas por la cantidad de fraudes, engaños y triquiñuelas que se descubren a diario. De manera que manejar una empresa, u organización de cualquier tipo, exige estar permanentemente con los cinco sentidos alerta.
Mercado conversó sobre este tema con Cecilia de Maio, directora Senior de Investigaciones y Disputas de Kroll, consultora internacional en investigaciones corporativas, mitigación y prevención de riesgos.
De Maio sostiene que junto con los riesgos que corre la empresa hay otros, mucho menos percibidos como peligro por los propios posibles perjudicados: son los riesgos que un directivo corre en forma privada (especialmente desde la reciente vigencia de la ley de responsabilidad penal).
“Al momento de decidir si aceptan o no el cargo que se les ofrece lo que más preocupa a los candidatos al puesto es el salario; luego están los bonos, días de vacaciones, beneficios. Muy pocas veces aparece en la negociación la carta de indemnidad. Por lo general el candidato conoce el contenido de ese documento protector al momento de la firma del contrato. Esa carta –que entre otras cosas es una garantía para mantener indemne el patrimonio de ambos contratantes para que la actividad de uno de ellos no afecte el patrimonio del otro– suele ser tratada como un documento más que el nuevo director baja de la intranet de la empresa y firma sin prestar mayor atención a sus términos. Si lo hiciera, tomaría conciencia de las responsabilidades que asume al firmarla y tal vez estaría en condiciones de negociar una limitación a esas responsabilidades”.
“Pero –dice de Maio– lamentablemente la carta nunca es cuestionada por el candidato como parte de las condiciones de contratación. La indemnidad es considerada como un requisito más: obligatorio, indiscutible, incuestionable.”
Indemnidad, seguro y asesores
“En la Argentina, como en tantos otros países, los directores y gerentes de empresa son solidaria e ilimitadamente responsables por los daños que provoquen a terceros las decisiones que adopten en el normal desenvolvimiento de su función”.
De esta manera, estos directores se exponen a reclamos que pueden provenir de accionistas de la propia empresa, empleados, autoridades públicas, proveedores y hasta la misma competencia en algunos casos.
La forma más adecuada de brindarles tranquilidad es la firma de una carta de indemnidad, mediante la cual la empresa se compromete frente al director a solventar cualquier gasto desprendido de este tipo de reclamos. Con la carta no se exime de responsabilidad, pero sí afrontará los costos necesarios para el deslinde de su responsabilidad.
De ahí la importancia que tiene la negociación del contenido de la carta de indemnidad al momento de aceptar una cargo directivo o gerencial en una empresa. Es necesario, además, que el candidato tenga asesoramiento legal y contable, para que el contenido de ese documento sea lo más relevante posible.
En esa negociación inicial con la empresa el candidato debería también reclamar el pago de una póliza de seguro que traslade a una aseguradora el riesgo patrimonial que acepta el funcionario al tomar un cargo en una empresa. Se trata de la Póliza de Responsabilidad Civil para Directores y Gerentes de Empresa (“D&O”, por sus siglas en inglés).
En ciertos casos la estructura de la póliza, si existen convenios de indemnidad firmados, permite el reembolso a la sociedad de los gastos en los que hubiere incurrido para solventar al director a raíz de un reclamo. Por este motivo el seguro es también beneficioso para la empresa.
Finalmente los asesores internos o externos, están para proteger los bienes de la empresa, no los del directivo. Actúan con límites bien claros de responsabilidad, obligaciones y cargas. Dentro de su trabajo el bienestar personal de las personas físicas de la empresa es totalmente irrelevante”.
Errores ajenos
En una organización trabajan muchas personas y todas deben actuar con arreglo a la ética. De vigilar eso debe encargarse la persona con más autoridad en la organización. Ante la pregunta referida a si las personas en el sillón de la dirección saben que deben vigilar también que nadie con autoridad en la empresa haga o autorice nada reñido con la ética, la respuesta es que, “en líneas generales, suponen que todos deben actuar éticamente, pero pocas veces asumen su responsabilidad cuando se producen situaciones reñidas con la ética o la transparencia.
Es recién cuando eso ocurre que el directivo toma conciencia de su responsabilidad personal; para entonces el conflicto ya se desató y las consecuencias resultan ineludibles. Son pocos los casos en los que el directivo toma medidas precautorias pensando en su propia responsabilidad”.
“Con el vértigo y las urgencias del día a día un directivo no puede sopesar detenidamente las consecuencias de cada uno de los papeles que firma. Una constante en la vida de un director es la firma de pilas de documentos: pagos, compras, presentaciones, declaraciones, etc. Puedo asegurar que si uno le preguntara al final del día cuántos papeles y documentos firmó, no sabrá responder ni la cantidad ni el contenido de los mismos”.
–¿Cuáles son los riesgos personales que acechan a un directivo que por distracción, negligencia, desconocimiento o exceso de confianza ha incurrido en anomalías por las que tiene que responder?
–Los riesgos que se asumen pueden clasificarse en:
• Riesgos económicos: en algunos casos deberán afrontar el pago de multas con bienes personales por actos de la empresa.
• Riesgos financieros: ante una potencial investigación los organismos nacionales (entes reguladores, agencias de cumplimientos, cortes judiciales) pueden tomar como medida preventiva la traba de una medida cautelar, inmovilizando fondos personales del directivo hasta tanto se esclarezca la situación.
• Riegos impositivos: se pueden ver envueltos en un caso de evasión fiscal ante la falta de presentación de impuestos personales por causa del movimiento monetario generado por la propia actividad de la empresa.
• Riesgos legales: más allá de actuar en nombre de la empresa se entiende que ante un hecho delictivo, la persona ha actuado –también– en nombre propio, con conocimiento de causa.
• Riesgos reputacionales: puesto que la performance dentro de un cargo siempre va más allá de los límites de la propia empresa. Si su desempeño ha generado una opinión pública negativa puede verse comprometida su capacidad para lograr otro contrato.
Riesgos cotidianos
Lo primero que pueden hacer para prevenir o mitigar cada uno de estos riesgos es tomar conciencia de que existen y acechan todos los días. No deberían, por ejemplo, estampar una firma sin antes leer el documento. Deberían también contar con el asesoramiento de un profesional especializado. Luego, tomar las medidas de saneamiento necesarias a fin de detener cualquier acto que pueda llegar a estar afectando su responsabilidad. Finalmente, bien asesorados, deberían tomar medidas preventivas para que su gestión no registre antecedentes negativos.
“Una de las cosas que se observa a menudo –finaliza de Maio– es que a la persona que ocupa el puesto más alto le resulta casi imposible advertir que a la vez que cuida los intereses de la organización debe velar también por sus propios intereses personales. En la vorágine diaria, la necesidad de resultados positivos, la operatoria habitual del negocio y demás, el directivo termina poniendo como objetivo principal y primordial el beneficio de la empresa, la mayoría de las veces, a su costo. La celeridad con que se mueve el mercado hoy en día, la evolución constante en las prácticas de ética y compliance más la transformación habitual de las leyes laborales y tributarias, hacen que muchas veces el directivo tome decisiones al vuelo sin sopesar antes las posibles consecuencias que podrían tener para su propia vida privada”.