El año que viene, en este mismo mes de agosto, Mercado cumplirá medio siglo. Nada menos que 50 años de vida periodística independiente, al servicio de empresas y empresarios. Con el mismo desafío. Que este medio sirva para entender el mundo, en todas las dimensiones noticiosas: en el ámbito de los negocios, del management, del marketing, de la tecnología. Pero también desde la perspectiva de la economía y buscando respuesta a los grandes interrogantes que se plantean en nuestra sociedad y en nuestro país.
Igual, obviamente, que en esta edición del 49° aniversario, donde una constelación de investigaciones especiales, documentos, análisis y anticipo de tendencias, ha sido puesta bajo el paraguas del título que define hoy este producto: La era de la perplejidad.
Así –a partir de la página 52– se desarrolla este escenario, donde nunca antes el ritmo del cambio fue tan veloz y vertiginoso. Sin embargo, cuando se analice este escenario desde el futuro cercano, esta parecerá –aunque cuesta imaginarlo desde hoy– una época donde todo transcurría lentamente. No hay tiempo para sorprenderse. Apenas para digerir los datos de una cambiante realidad.
Cómo será –con todas sus implicancias– una economía digital, el desarrollo de la inteligencia artificial y sus efectos transformadores sobre la vida cotidiana y el futuro del empleo. Robotización y automatización con sus promesas benéficas, y también las apocalípticas. Cambios que afectarán nuestra vida cotidiana, pero también el futuro de la humanidad. Un futuro para el que, claramente, todavía no estamos preparados.
Otro tema central se despliega en una investigación inédita (desde la página 58): Las mujeres en los directorios de las 500 empresas que más venden en el país.
Aquí no se trata de percepciones u opiniones (aunque también las hay) sino de
datos duros. Lo que se hizo fue analizar las 500 empresas que más facturan en el país, y con metodología similar a la tarea con la que se realiza el ranking de ventas, determinar, para cada una de las empresas en cuestión, cuántos miembros integran el directorio. Y de inmediato, cuántas mujeres integran ese cuerpo. Nada de nombres de las personas. Solamente números.
Entre titulares y suplentes, solo 288 mujeres participan en los directorios de las 500 compañías que más venden en la Argentina. Esto es, 8,4% de un total de 3.413 miembros. 12 de ellas ejercen como presidentas y 25 como vicepresidentas. 370 firmas, de las 500, no cuentan con titulares mujeres dentro de sus directorios y 295 (casi 60%) tampoco suplentes.
Grandes interrogantes
Bajo este título incorporamos dos secciones con sólido análisis y valioso aporte testimonial. El primero, que indaga en torno a la inteligencia artificial (y que se despliega a partir de la página 150) analiza en detalle una tecnología que está transformando todos los caminos de la vida. Es una herramienta de amplio alcance que permite a la gente pensar otra forma de integrar información, analizar datos y usar los aprendizajes para mejorar la toma de decisiones.
Las percepciones y visiones fluctúan en un amplio arco. En un extremo, los que anuncian el retorno de Terminator y de un mundo donde los seres humanos serán esclavos de las máquinas, ya que estas aprenderán a pensar como humanos.
En el otro, los optimistas con razonamiento que arguyen que las máquinas pueden aprender a hacer muchas tareas, pero nunca a funcionar como el cerebro de un ser humano. Por tanto –dicen– aprovechemos todas las ventajas que nos brindan.
El segundo es en torno al futuro del empleo (comienza en la página 108). En un campo, están los apocalípticos. Millones de empleos desaparecerán por culpa de las máquinas y los software inteligentes. Puestos que no se cubrirán porque los desplazados no podrán capacitarse a tiempo para atender nuevas actividades. Los mercados colapsarán, el capitalismo quedará herido de muerte, y habrá una par de generaciones perdidas hasta que algún día se encuentre una solución.
En el otro están los optimistas racionales. Se perderán empleos pero se ganarán muchos otros nuevos, más especializados y mejor pagos. Siempre ha ocurrido así en otras revoluciones industriales, y volverá a suceder. Se trabajarán menos horas, en mejores condiciones, y lo más importante, aparecerán categorías de empleos y actividades que hoy apenas se imaginan. Todo lo que hay que hacer es seguir actualizados y no perder contacto con la velocidad del cambio disruptivo.
En el medio hay una vasta franja de gente confundida y con mucho temor. No alcanzan a forjarse una idea clara del futuro y sienten aprensiones y miedos por potenciales riesgos que no ven claros.