Por Fabiana Culshaw
El intendente de Maldonado, Enrique Antía, acaba de anunciar en rueda de prensa que la actividad de la construcción en su jurisdicción recoge una inversión superior a los US$ 800 millones, en su mayoría en “Punta”, como le suelen decir al exclusivo balneario uruguayo.
Algunas fuentes especializadas afirman que más la mitad de ese monto correspondería a capitales argentinos. Esto ocurre en pleno estancamiento de la construcción en el vecino país, que viene cayendo por ocho trimestres consecutivos. Según el Banco Central del Uruguay (BCU), la caída es de 5,5% en el último año.
La recesión del sector llevó a la pérdida de casi 26 mil puestos de trabajo en el lapso 2012–2016, cifra más que significativa para una nación pequeña. El empleo en obras también cerró con su peor semestre en una década, en julio de 2017.
Si bien las nuevas inversiones focalizadas en Punta del Este no alcanzan para revertir ese fenómeno de estancamiento y caída, constituyen un aliciente o, tal vez, el inicio de un ciclo de reactivación.
“En Punta del Este se está dando un impulso inmobiliario, aunque no llega a ser un boom, pero igual es atractivo. Las estadísticas también muestran que los gastos de argentinos en Uruguay han alcanzado récords históricos últimamente”, declaró el economista y especialista en análisis económico Alfonso Capurro, gerente senior de la firma CPA Ferrere Uruguay.
A todo lujo
A la fecha, inversores nacionales y extranjeros tramitaron 37 permisos bajo el régimen de exoneraciones impositivas en Punta del Este. Se suman otros cinco proyectos bajo la ordenanza vigente, que serán construidos en los próximos meses.
La inversión en los 37 proyectos mencionados supera los US$ 1.800 millones en una primera etapa, para más de 900.600 metros cuadrados de obra directa.
Los mismos inversores desembolsarán US$1.000 millones en una segunda fase.
Uno de los proyectos más interesantes es “Fendi”, del multimillonario
Sergio Grosskopf, con unos 100.000 metros cuadrados en la Playa Mansa entre manos, que le cuestan más de US$ 250 millones.
Por su parte, el también argentino Moisés Khafif, desarrollista y titular de la firma Ragsa, está levantando su tercera torre “Le Parc”, en plena rambla, con una inversión que supera los US$ 100 millones. Ambos están apostando a un público nuevo, más exclusivo y global.
Según cálculos de CPA Ferrere, la ejecución de esas obras representan, como mínimo, unos 2.000 empleos; esto es, alrededor de 5% de la actividad de la construcción en Uruguay, la cual suma entre 45.000 y 50.000 ocupados formales.
“La economía uruguaya volvió a crecer en el último año impulsada por el consumo y el turismo, pero la inversión y el empleo siguen en caída. Viene bien este nuevo movimiento en Punta”, opinó Capurro.
Alfonso Capurro
¿Qué buscan los argentinos?
Uruguay (junto con Chile) es el país en América latina que más inversión extranjera directa (IED) recibió en relación al PIB en los últimos años, sobre todo de la Argentina. Se estima que hoy en día las inversiones argentinas en esa nación están en el orden de los US$ 450 millones.
El interés en las tierras uruguayas, ya sea para trabajar o construir, es de larga data. Entre 2004-2010, por ejemplo, muchos productores llegaron a desarmar sus operaciones en la Argentina y se fueron a Uruguay, por los costos convenientes de esas tierras. “Prácticamente revolucionaron la industria nacional, al traer tecnologías más avanzadas en agricultura”, observó Capurro desde su oficina en Montevideo.
En aquel entonces, se habló de una explosión del mercado de tierras y de una “argentinización” de la agricultura que elevó el estándar de tecnología y productividad uruguayas. Posteriormente, ese mismo proceso hizo que las tierras se encarecieran, y en los años 2011 y 2012 dejó de ser atractivo.
“Uruguay empezó a resultar caro y surgió la oportunidad del mercado de Miami, con mayor potencial, más liquidez y también más conveniente porque todo ocurrió después de la crisis inmobiliaria de 2008”, explicó el economista.
Actualmente Uruguay parece haber entrado en un nuevo repunte, “porque si bien resultamos caros en dólares, desde hace un par de años la Argentina lo es aún más”, agregó.
Ciclos y oportunidades
Según Capurro, desde el punto de vista histórico, la variabilidad de los ciclos de inversión se ha dado no tanto por repercusión de los problemas económicos de estos países hermanos, sino por negocios que son o dejan de ser atractivos.
Como ejemplo, cita el período 2011-2013, cuando aún con el cepo cambiario y restricciones de capital, las inversiones argentinas en Uruguay se elevaron a US$ 809,3 millones (2011), US$ 975 millones (2012) y US$ 672,3 millones (2013), de acuerdo al BCU.
“El único período en el que esas inversiones llegaron a un mínimo de unos US$ 30 millones fue en 2002-2004, al darse prácticamente una quiebra virtual de los sistemas financieros en ambas naciones.
No todos los públicos están contentos con los nuevos rascacielos, y hubieran preferido mantener el salvajismo natural que en algún momento distinguió a Punta del Este.
Sin duda, esas construcciones, una vez terminadas, alimentarán el paisaje citadino de cemento, vidrio y mármol de un balneario que, unos 40 años atrás, era solo puro verde, mar y sol. (Eso sin entrar en el delicado tema de la tala de millones de árboles que se ha efectuado a lo largo de la costa).
A pesar de que existen claras disposiciones municipales para preservar lo más posible la bellezaa original, varios de los nuevos mega-edificios arañarán los cien metros de altura y cambiarán el skyline (panorama visual) de la zona.
El nuevo paradigma arquitectónico comenzó ya hace algunos años y se puso más en evidencia con la construcción de Trump Tower en Playa Brava, cuya inauguración está prevista para el próximo año.
Lo cierto es que mientras algunos aprontan sus galas y celebran el glamour, otros ponen su mira cada vez más al este del paisito, pasando Punta del Este, donde aún existen dunas y tupidos bosques perdidos, bajo la mirada Dios y lejos de la mano del hombre.
Icónica Trump Tower
Un edificio exclusivo, de 26 pisos con vista al océano, 154 apartamentos y dos penthouses de 900 metros cuadrados, está en proceso de construcción en Playa Brava de Punta del Este.
Se trata de Trump Tower, en manos de YY Development Group. La inversión asciende a más de US$ 100 millones.
El proyecto incluye dos piscinas, canchas de tenis, restaurantes, spa, cines privados, un helipuerto y demás. Las unidades, ultra exclusive, estarán equipadas con tecnología inteligente y todas las comodidades y detalles de alto nivel
Al menos 50% de los compradores de esa torre son argentinos, seguidos por uruguayos y norteamericanos. En promedio, los desembolsos se acercan a US$ 1 millón para cada unidad.
La mayoría de los compradores ya tienen una o dos propiedades en la zona, y se piensa que tomarán la nueva propiedad como residencia propia, sin intención de poner el inmueble en alquiler.