Por Viviana Lupi
Edmund Phelps
En la segunda edición de la Cumbre de Economía Verde, 300 jóvenes líderes de proyectos relacionados con el medio ambiente y la economía se reunieron en Córdoba durante dos días. Referentes internacionales –de bancos, seguros, ONG, empresas– debatieron sobre avances y desafíos en esta delicada materia que compete a todos.
El llamado es a pensar nuevas formas de producción y desarrollo que generen empleos de calidad utilizando los recursos naturales a disposición con el menor impacto ambiental posible. Organizado por Leadership Foundation y el Gobierno de la Provincia de Córdoba, el encuentro permitió, ante todo, visibilizar –basta con recorrer la nutrida lista de sponsors que brindaron su apoyo– la disposición y volumen significativo de emprendedores, grandes empresas y organismos estatales interesados en hablar de economía en función del medio ambiente, y de una voluntad por desarrollar prácticas de producción más limpias.
Juan Verde, presidente de Leadership Foundation, cuyo apellido aclarará casi al cierre de este evento “no es un sobrenombre, sino más bien un designio”, es quien durante la apertura fijó el mensaje que intenta dejar la reunión: apostar a un modelo de sustentabilidad económica como oportunidad, “cambiar el modelo cortoplacista por la sostenibilidad como ventaja competitiva y a largo plazo”. La meta es lograr que las partes se acerquen, se compartan ideas, inspirar y que el mensaje se replique, “que en lugar de pensar en las siguientes elecciones y pase a pensarse en las siguientes generaciones”.
Ideas desde la mirada de premios Nobel
Edmund Phelps, ganador del premio Nobel de Economía en 2006 y director del Center on Capitalism and Society de la Universidad de Columbia –casado desde hace 43 años con la argentina Viviana Montdo– habló sobre la falsa disyuntiva en la elección de crecimiento económico versus cuidado del medio ambiente. Uno de los problemas más grandes, frente al clima deteriorado, y en el que hizo especial hincapié, es detener las emisiones de dióxido de carbono (CO2)* y remover las existentes, porque no lo hacen naturalmente. Su disertación llamó a salir del pensamiento unívoco de las medidas conocidas, para que desde el sector privado se involucren en la búsqueda de nuevas soluciones. Por ejemplo – comentó Phepls–, ya existen tecnologías probadas que pueden atrapar las emisiones generadas, para que sean comercializadas; algo que vinculó con los desarrollos de la argentina Graciela Chichilnisky, matemática, economista y autoridad en cambio climático, reconocida por haber diseñado el mercado de bonos de carbono. Chichilnisky ideó un sistema que permite capturar el dióxido de carbono de la atmósfera, y esto, “crea un incentivo para que desde el sector privado se pueda llevar la captura de carbono más allá de lo que podrían imaginar los Gobiernos nacionales”. Para disminuir la contaminación que producen las industrias, Phelps no se mostró partidario de la subregulación ni de la híper regulación; más bien se inclinó por pensar en regulaciones que permitan mantener un estándar que impulse la innovación, y luego abogar por su cumplimiento, que es “una de las mayores tensiones que enfrentan las economías en desarrollo”. Son estas economías más débiles las que sacrifican sus regulaciones en pos de conservar empresas y empleos, por lo cual, convocó a la sociedad civil a que se involucre y exija a sus gobernantes el cumplimiento de los acuerdos.
Juan Pablo Bonilla
En su ponencia, Phelps abrió algunos interrogantes no menores que llaman a pensar alternativas al modelo de consumo actual. Por ejemplo, el caso del crecimiento de la economía y el consumo en China. En este momento, 20% de la población mundial representa 80% del consumo de los recursos naturales; entonces, la pregunta es ¿qué sucedería si aquellos que hoy conforman el 80% comienzan a consumir del mismo modo que quienes conforman el 20%?
Otro de los dilemas que se planteó desde el comienzo y se extendió a lo largo de las distintas ponencias y paneles de debate fue ¿cómo se incentiva a las organizaciones para que comiencen a implementar tecnologías de producción más limpias?
Una posible respuesta a esta pregunta fue el centro de la disertación de Eric Maskin, Premio Nobel de Economía en 2007. Maskin es creador, junto con Leonid Hurwicz y Roger B. Myerson, de la Teoría de Diseño de Mecanismos. Casi como en una clase de Harvard, llevó a pensar al auditorio en cómo se diseña un mecanismo que funcione como un estímulo económico en la reducción de gases nocivos, y presentó una idea aplicada por Gran Bretaña, que es nada más y nada menos, que un sistema de subastas de incentivos. El mecanismo induce a que las empresas pujen para ganar los incentivos otorgados por el Estado. Según Maskin de ese modo se “estimula a las empresas para que reduzcan sus emisiones de carbono, y que oferten de acuerdo a sus costos”. La solución sería, desde su perspectiva, “apropiada para países como la Argentina, que necesitan optimizar el gasto público”, porque lo importante no es el presupuesto asignado, sino alcanzar la mayor reducción de emisiones al menor costo posible. En paralelo favoreció la idea de aplicar impuestos a las emisiones de carbono, que “deben combinarse con los incentivos para lograr mejores resultados”, considera.
Katie McGinty
Ndaba Mandela y Kathleen McGinty, Trump en el medio
Si hay algo en que está centrada la “economía verde” es en lograr el equilibrio entre la producción de bienes y el ecosistema para que las personas puedan desarrollarse dignamente. Ndaba Mandela persigue el objetivo de desarrollo y bienestar para su país. Nieto de Nelson Mandela, co fundador y co presidente de Fundación Africa Rising, que creó hace siete años, explicó el concepto de “Ubuntu”, que “significa que criar a un niño no es solo responsabilidad de los padres sino de toda la sociedad”. Así, “lo que le ocurre a un niño en Argentina, afecta al mundo”, que sugiere que el mundo tiene límites diluidos. En conferencia de prensa se refirió a esta situación: “Como africanos, deberíamos estar en la misma mesa debatiendo junto a los líderes mundiales el futuro, pero no podemos estar allí si no tenemos conocimiento de las herramientas tecnológicas”. Uno de los sistemas que implementan para saldar la brecha es a través de centros donde se enseña a los jóvenes cómo utilizar la tecnología. Sin embargo, en Ãfrica, existen alrededor de nueve millones de jóvenes que terminan la escuela cada año y buscan trabajo. Y no existen, claro, nueve millones de oportunidades esperando por ellos. Por esto, implementaron un programa que fomenta las habilidades emprendedoras, algo que desde su punto de vista es esencial para el progreso del país. En este sentido, Ndaba Mandela propone que el mundo deje de ver al continente africano como sinónimo de malestar o sufrimiento, y comience a verlo como un continente con gente que celebra la vida: “tenemos mucho para dar al mundo y nos interesa tender puentes para que vean que este continente es también alegría, moda, arte, música”.
Eric Maskin
Aunque nadie quiso destinar demasiada energía en criticar al presidente de Estados Unidos Donald Trump por la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, y por su posición ahora contraria frente al cambio climático, la pregunta estuvo presente. Para Ndaba Mandela, la nueva política se verá en la mayor degradación ambiental, pero su conclusión fue categórica: “ponerse a discutir con un tonto lo convierte a uno en un tonto”.
Por su parte, Katie McGinty, ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Pennsylvania y asesora de Medioambiente del presidente Bill Clinton y el vicepresidente Al Gore, comentó en este sentido que algunos CEO se opusieron a la salida de EE.UU. del acuerdo, y que empresas como General Electric se comprometieron ellas mismas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. “No se trata de quedarse de brazos cruzados frente a este panorama, incluso las organizaciones ambientales podrían presentar acciones legales”, señaló. En su exposición, McGinty repasó algunas de las estrategias que aplicó en su estado para lograr que empresas, como las papeleras, adopten nuevos modos de producción responsables. Una de estas prácticas consistió en otorgar incentivos estatales, pero a diferencia de las diseñadas por Maskin, en vez de dinero, el atractivo estaba conectado con variaciones en el vencimiento de permisos para producir de cierta manera, con plazos que se ampliaban en el caso de que la empresa decidiera experimentar con tecnologías y proyectos en desarrollo en las universidades o aquellos provenientes de emprendedores.
Otro aspecto de la exposición de McGinty refiere a que, muchas veces, los ambientalistas tienden a querer “avanzar desde arriba, con reglamentaciones y nuevas políticas” y esto es habitual que genere rechazo. En cambio, de acuerdo a la especialista, es más efectivo el favorecer la integración de sectores, ya que fomenta la innovación tecnológica, y la conexión se produce desde otro lugar. En este contexto, explicó el éxito de un programa implementado desde 1983, Masachussetts Bottle Bill, mediante el cual se determinó el pago de un monto mínimo (de aproximadamente un níquel) por cada lata de aluminio que los residentes llevan a reciclar. El programa es desde entonces uno de los principales proveedores de aluminio de Estados Unidos, ya que es mucho más barato hacer productos de latas recicladas que de aluminio virgen.
Ndaba Mandela
El rol de bancos y emprendedores
Juan Pablo Bonilla, gerente del Sector de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), participó dedos paneles de financiación. Según informó, la meta del BID hacia 2020 es otorgar 30% de los créditos de todo el banco a temas vinculados con cambio climático, y puso el acento en la “transversalidad”. Si uno quiere sostenibilidad en el largo plazo, dijo, es necesario unir políticos con el sector privado. En 2015, recordó, se aprobaron las metas de desarrollo sostenible hacia 2030, y en los 17 indicadores –entre los que se cuentan ciudades sostenibles, infraestructura, océanos, biodiversidad, etc.–. La sostenibilidad es algo transversal y un indicador se refiere específicamente al “partnership”. Este es un elemento a trabajar porque “estamos educados para pensar en silos”. “Es clave que los ministros de Hacienda sean el eje coordinador, con el apoyo técnico de los ministerios ambientales, para desarrollar una política pública sostenible, que luego pueda ser bajada a las provincias y ciudades”, indicó Bonilla. En cuanto a la matriz energética, tomó el caso de Uruguay, por el cambio abismal que supo realizar en seis años. También se refirió a la ley de Energías Renovables de Colombia, y dio cuenta de que, para llegar a esto, fue necesaria una reforma pública muy importante con incentivos fiscales, cambios regulatorios y algo elemental: “Quitar los subsidios a los combustibles fósiles es una señal que empieza a regular el mercado, para que las energías renovables puedan competir”.
Ahora bien, ¿es realmente viable rediseñar la economía como un subsistema de la naturaleza?
Los casos citados por Ignacio Jiménez –Pérez, director de Conservación de Fundación Conservation Land Trust, vinculado a la organización Tompkins Conservation, ejemplificaron de qué se trata la integración público-privada desde la vereda “privada”. Luego de explicar cómo trabaja la fundación, y su proceso de compra de tierras ricas en biodiversidad (en Argentina y Chile) con el objetivo de donarlas al Estado, Jiménez explicó que fue este proceso lo que los llevó a pensar en la falsa dicotomía entre conservación y producción: “Tendemos a pensar que son excluyentes y, por lo tanto, los parques han sido vistos como ‘cajas negras’ que están fuera del sistema económico”. Pero en los Esteros del Iberá –explicó– esta lógica fue rebatida: el hecho de llevar especies que se habían extinguido movilizó a la sociedad correntina, “porque la gente quiere escuchar historias de restauración, donde la naturaleza se recupera”. Así, se dieron cuenta de que estaban “produciendo” el “producto” del que se nutre la economía de un pueblo que al principio era de niños y ancianos, pero que desde que el lugar se convirtió en un espectáculo por sus paisajes naturales, también comenzó a ser de jóvenes que podían conseguir un empleo. Algo similar está ocurriendo en la Patagonia, donde se está creando un gran parque binacional que conecta la Ruta 40 con la Ruta Austral de Chile. Desde 2007, la mayor parte de la población del mundo vive en ciudades, algo sin precedentes históricos –comentó Jiménez– y, como consecuencia, “la gente visita cada vez más destinos relacionados con la naturaleza”. Esto ayuda al desarrollo del primer cordón que rodea a los parques, y la intención es que ese impacto se expanda. Por el momento, 16% de las áreas mundiales están dedicadas a biodiversidad, pero eso se encuentra en crecimiento. Se trata entonces “de salir de ‘medio ambiente’, para que ‘medio ambiente’ entre en todos los ministerios”.
* “Las concentraciones globales de CO2 alcanzaron 403.3 ppm (partes por millón) en 2016, por encima de las 400 ppm de 2015, a raíz de la combinación de actividades humanas y de un fuerte evento de El Niño, de acuerdo al boletín The Greenhouse Gas, el informe anual de la agencia climatológica de las Naciones Unidas. El estudio que analiza y sigue las tendencias en emisiones desde 1750 señaló que el dióxido de carbono en la atmósfera se está incrementando cien veces más rápido que en la última glaciación (era de hielo). La última vez que la tierra experimentó niveles similares de concentración fue hace entre 3 a 5 millones de años.