Ética, globalización, educación, temas centrales de la discusión

    La magia ocurre cuando la pauta queda definida y se comienza a avanzar en la realización periodística. Ocurre allí, prácticamente siempre, un fenómeno revelador.

    Una trama invisible, una especie de plan maestro, parece anudar un tema con otro. Y casi todos ellos tienen una conexión que al principio no se percibía.

    Lo mismo ocurrió en esta edición. La globalización no es un asunto lejano, ni teórico. Afecta cada instancia en la actividad económica de las naciones. Especialmente desde que Donald Trump ocupa la Casa Blanca. Por eso es muy interesante la entrevista al presidente mundial del Boston Consulting Group (en página 14), que exhibe un pensamiento diferente a la corriente principal, y sostiene que las brechas que dividen a la gente en dos bandos irreconciliables, se originan en un problema de expectativas. Los más pobres del mundo conocen hoy, gracias al teléfono celular, todo lo que tiene el planeta para ofrecer y aspiran a tenerlo.

    Otra mirada sobre la globalización es la de Jesús Rodríguez, dirigente político radical que actúa en Cambiemos (ver página 26), que sostiene que una consecuencia visible de la globalización es que ha reducido sensiblemente la pobreza a escala global, pero también que ha generado un aumento de la desigualdad en los países centrales, que afecta el normal funcionamiento democrático.
    En íntima conexión con estos enfoques se encuentra el debate sobre la educación en la era digital en todo el planeta (página 20). A pesar del interés retórico que la mayoría de los gobiernos del mundo muestra por nivelar la educación entre ricos y pobres, persisten grandes brechas entre los resultados que obtienen distintos grupos socioeconómicos de un país y de los países entre sí, debido a la dificultad para traducir la retórica en estrategias concretas. La era digital agrava el problema.

    Entre los grandes actores de la globalización están las empresas, acusadas de modo creciente por su codicia que se traduce, según los críticos, en falta de ética (página 32). Así es como la percepción pública no les asigna una buena nota.

     

    Transparencia

    Como punto de partida: ¿en qué puesto está la Argentina en materia de percepción de transparencia según Transparency International? Entre 147 países, el país ocupa el lugar número 107.
    Los escándalos se suceden en todo el mundo y no dejan de sorprender. No es siempre la simple corrupción en el poder. Los que se acostumbran al poder pierden de vista cuando se cruza la línea ética. La identificación entre los miembros de un grupo de poder puede llevar a respaldar conductas ilegales o no éticas.

    El ángel caído suele estar en el más alto nivel, pero el entorno piensa parecido y no hizo nada a tiempo para cambiar una conducta equivocada. Al contrario, cuando se actúa como grupo hay más tendencia a mentir que cuando se actúa como simples individuos. Los otros miembros no son proclives a disentir.

    Ahora hay otra clase de acontecimientos que muchos analistas incorporan a la discusión sobre ética. Aunque algunos otros lo circunscriban a un tema colindante, la reputación. E incluso, con temas de management como el tratamiento y la relación con los clientes, que suelen tener importantes aristas éticas (página 10).

    Algo así ha ocurrido con algunos episodios en las últimas semanas, como para que la gran discusión emergiera, se instalara en la superficie y ocupara la atención de todo el mundo.
    La primera bomba fue una decisión del directorio del Credit Suisse, que obligó a su CEO y al resto de la planta directiva, a aceptar un recorte de 40% en los bonos especiales acordados que sumaban US$ 77.6 millones. El directorio demostró su independencia y su sano temor a una violenta reacción de los accionistas y de los organismos reguladores. El año pasado, el banco perdió US$ 2.800 millones. Sin embargo, la alta gerencia no vaciló en proponer (para ella) un premio tan abultado.

    Con pocos días de diferencia, otra noticia explotó, se viralizó e hizo añicos la reputación de una aerolínea inmensa como United. El temor y el rechazo que despertó el video de dos policías arrastrando por el suelo, sangrante, a un pasajero que había pagado su pasaje y que era obligado por la empresa a dejar el avión para dejarle lugar a un tripulante, fue fulminante. Un golpe a la reputación de la aerolínea del que le costará reponerse.
    Así es como irrumpió el segundo tema: lo que de verdad hacen las empresas por sus clientes, el respeto que tienen por sus derechos, y sus prácticas más cuestionables.