Por Gabriel Caamaño Gómez
Desde hace varios años que esa economía está encerrada en lo que se ha venido a llamar “la gran desaceleración”. En cierto sentido, había una añoranza de lo que fueron y significaron para la economía estadounidense las presidencias de Ronald Reagan en la década de los años 80 (1981-1989).
Buena parte de las investigaciones académicas están explicando esa “gran desaceleración” como resultado de la combinación de dos elementos:
A) El envejecimiento poblacional. En el caso de EE.UU. la mayor parte de los “baby boomers”, entendiendo por tales a los nacidos durante el “baby boom” (1946-1965), ya se retiraron o están en la última etapa de su vida laboral. El envejecimiento poblacional no solo implica una menor tasa de participación (mayor población pasiva), planteando importantes desafíos para las finanzas públicas, en general, y los sistemas de seguridad social, en particular. También una fuerza laboral más vieja y, consecuentemente, progresivamente menos productiva.
B) Un menor ritmo de crecimiento de la productividad multifactorial, es decir aquella generada por la innovación. Que en la mayor parte de los casos no se explica por reducción del ritmo de innovación tecnológica, en general, sino por una menor orientación de ella hacia las actividades productivas.
Si solo vamos a tener medidas proteccionistas y/o con sesgo anti inmigración, vamos a tener un problema. Pues ellas no solo no resuelven esos problemas, sino que, por el contrario, podrían profundizarlos.
Es que el proteccionismo está más cerca de desincentivar la innovación productiva que de alentarla y, además, reduce la competencia y genera una asignación más ineficiente de recursos, lo que tiende a reducir la productividad de todos los factores productivos.
En tanto, la inmigración bien entendida es una de las formas más eficientes de evitar que la fuerza laboral, en particular, y la población, en general, de un país envejezca tan rápido, revirtiendo el deterioro de la productividad y aliviando la presión sobre los sistemas previsionales.
Todo lo dicho conlleva el riesgo de respuesta de los países damnificados por esas medidas. Es decir, del riesgo de una escalada proteccionista entre la mayor economía del mundo y alguna o algunas de las más importantes qué conforman el resto. Entre ellas, China, que es la segunda.
Cuestiones perturbadoras
Hay al menos otras dos cuestiones más, que resultan como mínimo perturbadoras de las propuestas de Trump.
En primer lugar, el retorno del sesgo expansivo a la política fiscal del gobierno federal en el contexto descripto en los párrafos previos y sin que exista una brecha de producto significativa, tendería a impactar más sobre las presiones inflacionarias, que, sobre el dinamismo del producto, reforzando el sendero de endurecimiento de la política monetaria de la FED. Lo que, a su vez, dada la descoordinación de política monetaria con Europa y Japón, tendería a reforzar el fortalecimiento del dólar, limitando aún más el impacto sobre el dinamismo de esa política. O, en su caso, como ya especularan prestigiosos colegas, podría dar pie a la primera intervención cambiaria directa del Tesoro Norteamericano en 30 años. Lo que podría resultar tan disruptivo como el brote proteccionista.
En segundo lugar, los datos indican que en 2016 la industria estadounidense produjo 86% más que en 1987, pero solo con dos tercios de los trabajadores que existían en ese entonces. Léase, el encarecimiento de la mano de obra del país, no solo llevó a que muchas compañías buscaran localizaciones en el extranjero donde la mano de obra fuera más barata. Además, incentivó la automatización.
Entendemos que el sistema tiene sus propios anticuerpos. Uno de ellos son las instituciones. La división de poderes de una democracia que se mantuvo ininterrumpida y evolucionó por más de dos siglos. El poder legislativo y el judicial tienen un papel importante que desempeñar.
Es poco probable que EE.UU. vuelva a ser grande de nuevo por este camino.
Ojalá nos equivoquemos, pues al fin y al cabo, que la mayor economía del mundo recupere su dinamismo de antaño sería una buena noticia para todo el resto.