Recién cuando los protagonistas muestren claramente cómo se reposicionan, se podrá apreciar cuál será el destino de los acuerdos multilaterales y del libre comercio, en general. Aunque lo único seguro es que abundarán los sobresaltos y las dificultades.
Nadie olvida que hace apenas un año, cuando Donald Trump se instaló en la Casa Blanca, su primer decisión fue enterrar el proyecto de Obama, el TPP, Tratado Trans Pacífico, que tenía un doble objetivo: contener el ascenso de China y contar con una organización inspirada y dirigida por EE.UU en la ahora zona más rica y estratégica del planeta.
Tras el desaliento, los once miembros restantes impulsados por el socio mayor ahora, Japón, siguieron avanzando en la reunión celebrada en Vietnam, donde se pulieron algunas diferencias pero donde también quedó en claro que falta mucho por andar.
La visita de Trump a la región permitió a los líderes regionales conocer de primera mano qué entiende el mandatario por “America First“, el eje de su política comercial. En el discurso ante la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), advirtió que la intención era reforzar los vínculos comerciales y económicos entre los 21 países miembros de la organización. Pero no a través de acuerdos o multi-tratados (“que atan las manos de EE.UU”, como dijo). Criticó con dureza a la Organización Mundial de Comercio “que ha tratado de forma desleal a EE.UU.”, y advirtió que su gobierno no tolerará que se le haga trampa, cuando mantiene abultados déficits comerciales con muchos países.
Fue en esta ocasión donde delineó lo que parece ser la nueva estrategia comercial de Estados Unidos, el entendimiento Indo-Pacífico. En síntesis, acuerdos comerciales bilaterales entre Estados Unidos y cada uno de los países de la región.
Con la posible excepción de Filipinas, que pareció vocear su acuerdo, el silencio más diplomático posible fue la respuesta que obtuvo la invitación. Tal vez la resistencia se debe a dos causas. Una, advierten que los déficits comerciales no pueden ser fácilmente eliminados con negociaciones comerciales. La otra: hay más futuro en tratados multilaterales, que realimentan las cadenas globales de comercio.
La concepción china
En este escenario se mueve China, cada vez con mayor soltura. Ya desde un año atrás aprovechó la retirada estadounidense y Xi Jinping se convirtió en campeón del multilateralismo y del libre comercio (algo que suena extraño dicho por un gobierno regido por un partido único y – teóricamente- marxista).
Después de Trump fue su turno ante la misma audiencia. Y la música cambió. Hizo una defensa del comercio internacional como una propuesta donde todos deben ser ganadores y como una herramienta para el crecimiento y el desarrollo de todos los países.
En momentos donde se duda si la globalización está en retirada, reafirmó que es un proceso indetenible, sin retroceso, y que por el contrario puede y debe ser más inclusiva y balanceada.
No eran palabras de un actor más. La influencia económica y política de China ha crecido de modo significativo tras el lanzamiento del Banco Asiático de Infraestructura e Inversión, que se sumó al gran proyecto global de Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda.
Pero los interlocutores tampoco se sienten fascinados con este entusiasmo chino por el libre comercio. Creen que se vincula más que nada con las necesidades de la nueva superpotencia en el campo de las materias primas que escasean en ese país.
Mientras tanto, los otros integrantes del Trans Pacífico pugnaron, con un gran empuje por parte de Japón, en resucitar esas negociaciones en el punto en que quedaron cuando Obama dejó la Casa Blanca. Hubo que hacer un inmenso esfuerzo para no fracasar en las discusiones. Al final se avanzó un paso: el nuevo acuerdo con algunos avances fue rebautizado el Trans Pacífico Progresivo y Comprensivo. Lo importante es que los 11 miembros del grupo mantienen la vocación de acceso a los mercados con la liberalización de aranceles como se previó originariamente. En este nuevo escenario, no es poca cosa.
En el futuro previsible, Estados Unidos insistirá en la negociación comercial vis a vis, o incluso tratará de imponer su voluntad de modo unilateral. China seguirá como un pretendido campeón del multilateralismo, pero avaro en la liberalización de medidas comerciales.
Finalmente Japón, asumiendo el rol de Estados Unidos en el sudeste asiático, pero con la esperanza de que éste volverá a liderar el proceso.