El Mercosur en plena debilidad institucional

    Por Fabiana Culshaw

    La insólita acefalía del Mercosur, su conflictividad en el fuero interno y hasta los insultos del Presidente venezolano para con sus homólogos sureños en las últimas semanas no son sino una muestra de la debilidad del organismo.

    A 25 años de fundado, el bloque atraviesa una de sus peores crisis de su historia, que estalló cuando Uruguay soltó la posta de la presidencia pro-témpore como una “papa caliente” y quiso pasársela a una complicada Venezuela, pero eso es solo la punta del iceberg.

    A pesar de haber sido relanzado por iniciativa del Presidente argentino, Mauricio Macri, el bloque parece sufrir de un estancamiento endémico, en el que cada vez está más empantanado.
    En esta oportunidad, la “torta” la puso Venezuela, con su voluntad de asumir unilateralmente una presidencia témpore, como si los actos de facto (por no decir, golpes políticos) fueran moneda común cuando de organismos internacionales se trata.

    “El Mercosur es, potencialmente, un instrumento valioso para impulsar el desarrollo de Venezuela, ya que permite una ampliación de nuestros mercados. No obstante, el modelo político y económico seguido por el presidente Maduro es incongruente con el espíritu y normas del bloque”, afirmó Kenneth Ramírez, internacionalista y presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri).

    A esta altura, más de uno piensa que el país caribeño es una pesada “piedra en el ala” para el bloque, que no deja levantar vuelo, y poco les importa su petróleo o su ubicación geopolítica estratégica, por lo menos en este momento.

    Sin embargo, el Mercosur todavía tiene el potencial para salir adelante, de llegar a acuerdos provechosos con la Unión Europea y la Alianza del Pacífico. Para eso, seguramente tendrá que soltar el lastre de la burocracia, de lo que implican las asimetrías entre sus miembros y de posiciones político-ideológicas que lo alejan de las resoluciones pragmáticas.

    También es cierto que no serán suficientes las medidas que, eventualmente, podrían tomar al respecto. Es probable que el auge de la globalización entre en un punto de inflexión y el bloque también deberá prepararse ante la evolución de las dinámicas mundiales que ya se vienen encima, negociando no solo con otros bloques, sino con países que se salen de estos, como el Reino Unido.
    “El Mercosur es muy criticado, sobre todo cuando las voluntades de los más fuertes –Brasil y Argentina– se imponen sobre los demás, pero cuenta con un Fondo de Convergencia Estructural (Focem) para combatir las asimetrías y un tribunal para resolver controversias, aunque con pocas atribuciones. El bloque puede salir adelante”, observó Ramírez.


    Danilo Astori

     

    Dónde está parado

    El limbo político del Mercosur ocurre, precisamente, cuando el bloque aspira darle (una vez más) un mayor empujón a las negociaciones con la Unión Europea, y también con la Alianza del Pacífico.
    Más allá de quien detente la presidencia del organismo, está acordado que Uruguay seguirá coordinando la negociación con Europa. El Gobierno de Venezuela poco y nada quiere saber de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con “potencias imperialistas”, como ya lo ha dicho en varias oportunidades. El problema está en cómo compatibilizar la presencia de este país en el bloque, con este tipo de iniciativas. En algún momento, las contradicciones se harán insostenibles.

    A la fecha, Uruguay quiere cambiar la Resolución 32/00 del Mercosur, la cual impide la firma de acuerdos comerciales de manera bilateral, sin la participación de todos los estados miembros. Danilo Astori, ministro de Economía de Uruguay, es quien está más a favor del llamado “regionalismo abierto”. La canciller argentina, Susan Malcorra, también se muestra abierta a flexibilizar la estructura del Mercosur, según señaló en diversas ocasiones.

    “Creo que debemos resistir a la tentación de abrirle grietas al concepto de unión aduanera, que es la base conceptual del Mercosur. Pese a las dificultades que se presentan por el tema de las asimetrías, podemos seguir operando como bloque. En el caso de Uruguay, como país pequeño, podría perder más que ganar si se lanzara solo a una negociación desproporcionada. Podría parecerse que obtiene alguna ventaja a corto plazo, pero en la multidimensionalidad de las relaciones, estaría abriendo la puerta a circunstancias que lo perjudicarían. En realidad, no sería beneficioso para ninguno de los países miembros”, opinó Benjamín Tripier, presidente de la Cámara Venezolano-Argentina.

    Ramírez también se mostró escéptico. “No es sano para el bloque abandonar, de alguna manera, el enfoque regionalista y pasar a uno bilateral, de ‘varias velocidades’. Esto lo debilitaría. La flexibilidad de la que se habla puede traducirse como dilución o desbandada”, advirtió.
    “El concepto de ‘regionalismo abierto’ tiende a remitir a la filosofía económica neoliberal y a un esquema de apertura comercial unilateral. Prefiero la visión del ‘regionalismo estratégico’, que sigue la Unión Europea”, agregó.

    En todo caso, no solo las resoluciones, sino los hechos, hablan por sí solos. Brasil celebra acuerdos bilaterales, de todo tipo y color, y no ve que el Mercosur sea un impedimento para ello. Uruguay firmó un tratado de libre comercio con Chile a principios de agosto. Y la Argentina también avanza en acuerdos bilaterales con Colombia, Chile, México o Perú, a través de ALADI. Además, negocia con China o Rusia, entendiendo que no se sale de las pautas de la integración del Mercosur.


    Benjamín Tripier

     

    Venezuela aferrada a una cuerda floja

    El país caribeño se comporta como si tuviera amplios derechos en el bloque, pero la resistencia de sus socios se endurece. De todos, quizás Uruguay haya sido el más laxo hasta ahora, sobre todo al considerar que en Venezuela no se ha dado un quiebre constitucional.

    Brasil y Paraguay sí cuestionan a Venezuela en su calidad de democracia, y esta es un requisito fundamental para ser parte del Mercosur. La Argentina, al principio se mostró algo ambigua, con Macri criticando el Gobierno de Maduro, mientras la canciller Susana Malcorra mantenía un tono conciliador. Pero ahora se ve más el predominio de la posición del Presidente argentino en el tablero político regional.

    Por una parte, Brasil, Uruguay y Argentina han observado que en Venezuela existen graves problemas económicos y sociales, una crisis humanitaria que ya no se puede esconder. (Eso sin mencionar la dilación por parte del Gobierno venezolano para convocar un referéndum revocatorio, lo que llevó a la OEA a activar la Carta Democrática).

    Por otra parte, Venezuela no ha cumplido aún con todas las condiciones de los estatutos del organismo. Hace pocos días, el presidente Nicolás Maduro, con un 2manotazo de ahogado”, aprobó el arancel externo común (pendiente desde el año 2012), pero es solo algo más de una larga lista de pendientes.

    “Uno de los aportes del chavismo a la historia es el ingreso de Venezuela al Mercosur, la cuestión es que hay que saber mantenerse y aprovechar esa oportunidad. Existen muchos proyectos que requieren paciencia estratégica, pues son complejos y de largo aliento”, sostuvo Tripier.

    Ramírez observa que, con la caída de los precios petroleros y el agravamiento de la crisis económica venezolana, muchos players del Mercosur han perdido el interés en el país caribeño. “Inicialmente este fue percibido como un mercado con poder de compra de alimentos y otros productos del Cono Sur, pero ahora están viendo que, políticamente, supone una dificultad para retomar una agenda comercial en la que el gobierno venezolano no cree”, comentó.

    En todo caso, los países del Mercosur están diferenciando lo que es Venezuela como país, de su Gobierno; es decir ven su gran potencial geopolítico y comercial, pero las condiciones de armonía no están dadas en la actualidad.


    Mauricio Macri

     

    La eterna promesa de la Unión Europea

    Los acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea están fríos en muchos aspectos, sobre todo en el capítulo agrícola, pero no por eso dejan de ser prometedores, según los analistas consultados.
    El presidente Macri está muy enfocado en querer sacarle jugo a ese frente y no ve que el Brexit tenga impacto negativo alguno, o por lo menos no lo reconoce públicamente. De hecho, después de diez años de conversaciones estancadas, en el pasado mayo el Mercosur y la Unión Europea retomaron las negociaciones que incluye un tratado de libre comercio; se intercambiaron las ofertas para desgravar el comercio.

    Sin embargo, muchas organizaciones agrarias y ganaderas europeas se han pronunciado para que Bruselas frene las exigencias del Mercosur de abrir el mercado de ese continente a productos lácteos y carne.

    Europa le plantea al Mercosur que rompa con el proteccionismo en los mercados de servicios, manufacturas y compras gubernamentales. Pretende una desgravación arancelaria de no menos de 90% de sus exportaciones, en un plazo de 10 años. Desde esta parte del mundo, el bloque sudamericano aspira a vender 300.000 toneladas de carne este año a Europa, su principal socio comercial.

    Las negociaciones no fluyen tanto como se aspiraría, aunque en uno de sus viajes, Macri sí logró abordar el fin de los derechos antidumping que graban la entrada de biodiesel de la Argentina desde el año 2013. El intercambio de ofertas sobre otros rubros se ha retomado, aunque con pronóstico reservado.

    Según se reporta, la Unión Europea exportó más de € 46.960 millones (de los cuales 2.230 millones fueron a los países del Mercosur) en el año 2015, mientras sus importaciones estuvieron en el orden de € 22.820 millones.

    Alianza del Pacífico en la mira

    El “relanzamiento” del Mercosur que Macri impulsó hace algunos meses (más allá de su fracaso, a la luz de hoy), tenía en la mira un mayor acercamiento a la Alianza del Pacífico, en especial para integrar infraestructuras y energía, así como mejorar la logística de la región. Objetivo que, a pesar de las dificultades, aún se mantiene en pie.

    La Alianza del Pacífico, formada por Colombia, Chile, México y Perú, despierta el interés de los países del Mercosur, a tal grado que Uruguay, Paraguay y más recientemente Argentina, son observadores de este organismo. Y quieren ir a más, sobre todo Argentina, que ve en la Alianza un gran mercado.

    Aunque acusada de representar a los intereses de Estados Unidos en América latina, la Alianza no prohíbe que sus socios cierren acuerdos bilaterales con terceros países (a diferencia del Mercosur), y ha obtenido importantes logros en solo cinco años de fundada, entre ellos la liberalización de 92% del comercio entre sus miembros.

    Su foco está en la región Asia–Pacífico, y actualmente es responsable de más de la mitad del comercio de América latina. Los analistas proyectan que la Alianza será la cuarta economía del mundo. Hoy en día es la octava, con 40% del PIB de la región y 215 millones de habitantes.
    “Una de las razones por las que el acercamiento Mercosur-Unión Europea no avanza más rápidamente es porque Brasil tiene un Gobierno interino, el de Michel Temer, hasta que se resuelva el juicio político de la ex mandataria Dilma Rousseff”, comentó Ramírez.

    Hay que agregar que, más allá de la compleja situación brasileña, la prioridad del Mercosur es cerrar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Macri, por su parte, ha desarrollado últimamente rondas de trabajo con los mandatarios y empresarios de la Alianza del Pacífico, tratando de no descuidar ningún frente.

    El Presidente argentino asistió como observador en la última reunión de la Alianza y conversó con su homólogo colombiano, Manuel Santos, sobre el tema. También estuvo en México y reafirmó este propósito, junto con Peña Nieto. Todo esto muestra la fuerte aspiración de su Gobierno de asociarse con la Alianza del Pacífico. Las relaciones con esta no serán fáciles ni mucho menos, considerando los conflictos internos del Mercosur que harán sombra.

     

    ¿Inflexión en la globalización?

    Desde hace unos 50 años, el mundo se sumó al tren de la globalización. La Unión Europea es, seguramente, el ejemplo más claro del resultado de un proceso de integración sin precedentes; ahora sufriendo el sacudón de la salida del Reino Unido de su seno.
    Algunos analistas consideran que este hecho evidencia que la globalización ha comenzado su descenso o alcanzado el punto de inflexión. Avizoran una serie de acciones de aislamiento proteccionista en distintos países que buscan impedir el libre movimiento de bienes, personas o capital, o por lo menos hacer contrapeso a los “males” de la globalización, como el desempleo de sus nacionales o la desigualdad de ingresos en los países ricos, según afirman.
    La alerta está puesta. Así como el capitalismo (el “capitalismo salvaje”) entró en una revisión, la globalización hace lo suyo. Mercosur se enfrenta, así, a negociar en el contexto de una nueva geopolítica internacional.

    Es probable que otros países imiten la decisión aislacionista de Reino Unido. Y los que lo hagan deberán ser capaces de negociar acuerdos que mantengan las ventajas que tuvieron como países miembros de los bloques, si habían llegado a ese punto.

     

    De cara al futuro

    Los desencuentros en el fuero interno del Mercosur continuarán, pero los intentos por desideologizarlo también serán más intensos (aunque no los del actual gobierno de Venezuela).
    “Los vientos han cambiado en América latina. En pocos años habremos superado la etapa de los populismos, que tanto han dañado la infraestructura productiva de la región, al igual que en su momento lo hicieron las corrientes neoliberales. Hemos pasado por ambos extremos del péndulo y, de a poco, alcanzaremos la madurez como región. Mercosur ha sido un reflejo de esas etapas”, opinó Tripier.

    A su juicio, Macri se presenta como la avanzada de esos “cambios de viento” que se sienten en la región, con la visión de sacar a la Argentina del mundo de los commodities. “Y eso se logrará con un Mercosur fuerte e integrado. Actualmente hay una crisis de gobernabilidad en el bloque, pero se resolverá”, señaló.

    Para Ramírez, el bloque deberá aferrarse al cumplimiento de sus normas para superar obstáculos, además de procurar adquirir mayor dinamismo y relevancia a escala regional y global. Esto lo logrará eliminando las restricciones arancelarias y no arancelarias, fomentando las cadenas productivas y la conectividad, a través del desarrollo de infraestructuras estratégicas en la región.
    En este contexto regional, la situación de Venezuela es delicada. Si no hay decisiones más drásticas en contra de su Gobierno en el marco del bloque, es que los socios deben cuidar el escenario económico. No hay que olvidar la deuda financiera del gobierno venezolano con las empresas sureñas, muchas de las cuales aún aspiran a cobrar, o a que las relaciones se mantengan.

    Otro escenario futuro es que el Mercosur desaparezca o quede reducido a una mínima expresión, en medio del intento de desmantelar su demagogia ideológica e inoperante, pero la mayoría de los analistas apuestan por su reestructuración y su desarrollo a largo plazo.

    “Para ello, el bloque deberá superar su visión endógena y proteccionista, no actuar tanto como organismo político, sino enfocado en los múltiples tratados de libre comercio, como lo hace la Alianza del Pacífico”, concluyó Ramírez.

    Al cierre de esta edición, el Mercosur estaba totalmente atascado en discusiones sobre qué país asumirá la presidencia pro-témpore y las relaciones entre varios de sus mandatarios dejaba mucho que desear. Una vez más, los temas internos distraen la estrategia del bloque de su agenda comercial principal, que debería estar centrada en la Unión Europea y en la Alianza del Pacífico.
    Lo cierto es que hay mucha tela que cortar, pero primero, hay que arreglar la casa… Eso dicen, y eso ya es mucho.