Por Eduardo De Bonis y Juan Tripier (*)
Sin embargo Argentina, la tercera economía de Latinoamérica, no se ha visto beneficiada por esta tendencia. Por razones de coyuntura política e institucional –falta de confianza– Argentina fue perdiendo protagonismo en este terreno en los últimos 7 años. Hoy se observan en promedio menos de 30 transacciones por año, cuando en Brasil son más de 200, y en México cerca de 70. A su vez países como Colombia y Perú, por sus crecimientos económicos estables y mayor apertura, han desplazado a Argentina de los rankings de M&A.
Dentro de este contexto, el perfil de las transacciones en Argentina ha sido principalmente entre empresas nacionales, habituadas a entender y manejarse mejor en el entorno local. Muchas de ellas Pymes, y algunas involucrando la compra de las operaciones de multinacionales que estaban desinvirtiendo en el país.
Pero hubo un cambio de vientos. La victoria electoral de Mauricio Macri, inclusive antes del ballotage, produjo que a los pocos días el valor de los activos argentinos en los mercados financieros aumentara más de 30%. Los inversionistas anticipan un clima más propicio para los negocios. Se destaca también los casos de grupos locales que se fueron posicionando en industrias estratégicas en anticipación a los cambios esperados.
Pero los inversores son pragmáticos, las inversiones vendrán después que las condiciones de gobernabilidad estén dadas. Una demostración clara la dará la habilidad del nuevo gobierno para negociar y establecer alianzas en el Congreso siendo minoría, lo cual puede darle más solidez que si tuviera mayoría absoluta.
Entre las señales que hay que enviarles a los inversores nacionales y extranjeros se incluyen:
- Revisión y sinceramiento de las estadísticas internas.
- Nuevo enfoque con deudores externos actuales y futuros (holdouts, CIADI, FMI, entre otros).
- Reformas fiscales pro-inversión.
- Flexibilización de cepos y controles en general.
- Nuevo financiamiento externo solo para obras de infraestructura en lugar de gastos corrientes.
A medida que las puertas se abran, las empresas buscarán mayor rentabilidad y competitividad, lo cual derivará en mayor actividad de M&A. Algunos de los sectores claves donde se espera mayor protagonismo son:
- Petróleo & Gas: Impulsado por las enormes reservas de shale oil & gas, se espera que el sector crezca más de diez veces en tamaño durante la próxima década. M&A: Foco en upstream y servicios petroleros.
- Minería: La minería es relativamente nueva en Argentina y ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años. M&A: Capital para desarrollar proyectos, en especial en los segmentos de oro, plata, cobre y litio.
- Agribusiness: Argentina es uno de los productores más importantes y eficientes a escala mundial, pero que ha sufrido un proceso de desinversión. M&A: Inversiones a lo largo de la cadena de valor agro-industrial.
- Infraestructura: Argentina tiene la capacidad para captar más de US$ 150.000 millones para inversión en infraestructura. M&A: Asociaciones estratégicas y joint ventures para proyectos de energías renovables, trenes, aeropuertos, autopistas, comunicaciones, real estate, entre otros.
Otro punto a considerar, es que las operaciones de M&A tienen una fuerte vinculación con las valuaciones de las empresas. En el caso de Argentina, el valor de las compañías continúa siendo hasta un 50% más bajo comparado con otros países de la región. Este desfasaje de valor, el cual probablemente se mantenga al menos en el corto plazo, impulsará la entrada de inversores financieros (private equity). Se debe tomar en cuenta que en la región, en 1 de cada 4 acuerdos en promedio, participa un fondo de private equity.
Al momento de vender o asociarse, es importante que las empresas y accionistas optimicen el valor de venta. Esto se logra a través de un proceso de preparación previa, que entre otros aspectos, incluye identificar y subsanar temas claves que impactan sobre el valor de la compañía.
En esta etapa de transición es importante evaluar oportunidades con calma, y estar listo para moverse rápido cuando sea necesario. La transición hacia una economía abierta no va a ser inmediata, sino gradual. Evaluar el momento oportuno para actuar, como siempre, será lo clave.
(*) Eduardo De Bonis es socio, y Juan Tripier es Deputy Manager, de First Corporate Finance Advisors