Los medios y el riesgo de una “uberización”

    Hace apenas nueve años, Apple lanzó iPhone, con lo que comenzó una incesante revolución con todas las aplicaciones desarrolladas para el teléfono inteligente. Un poco antes, a fines de 2006, Facebook dejó de ser un hobby de estudiantes universitarios en Estados Unidos para convertirse en un fenómeno mundial. También en 2007, Google lanzó su sistema operativo Android, y Twitter adquirió su propia plataforma en ese mismo año. Para las mismas fechas, Amazon introdujo Kindle y Airbnb comenzó a operar su revolucionario sitio de reservas de habitaciones en todo el planeta.
    Toda esta revolución en los últimos 10 años. Cada vez con mayor frecuencia y velocidad, todo es móvil y digital, reformulando la economía como se conocía. En el comercio, en las finanzas, en la educación, en el trabajo. Hubo un solo inconveniente: la profunda recesión de 2008 (más seria que la Gran Depresión de 1930, según algunos historiadores). Pero sus efectos comienzan a ser digeridos, y otra década de cambio vertiginoso se vislumbra.

    ¿Por dónde vendrá la amenaza? Tal vez del terreno menos pensado, aunque Uber y la forma en que erosionado el negocio de los taxis en todo el mundo, sirve de advertencia. Todos saben que el auto que se conduce sin conductor, eléctrico con baterías, o con combustible que no contamina, está avanzando a pasos acelerados. Tesla, el fabricante chino BYD e incluso GM, Ford y otros grandes nombres automotrices se apuran por ser los primeros en dominar este campo.

    Es muy probable que en cuatro o cinco años –si no antes- este tipo de vehículos deje de ser novedad y se convierta en el estándar. Lo que traerá aparejado otro problema que demandará una solución.

    El nuevo tiempo libre

    Si no tiene que manejar, ¿en qué ocupará el tiempo de viaje el pasajero? Millones de horas a la espera de ser ocupadas de manera atractiva. Una gran oportunidad para una nueva generación de medios. Los pasajeros podrán ver videos, revisar el contenido de sitios web y de blogs, hacer compras online, y también practicar con video games. ¿Y quién aportará todos estos contenidos?
    Pueden ser los que hoy son habituales proveedores de contenidos en todas las plataformas, los medios tradicionales o nuevos actores.

    ¿Pero, por qué Tesla habría de renunciar o compartir un mercado cautivo que contribuyó a crear de forma decisiva?

    Tal vez los nuevos medios surjan a partir de la industria automotriz, de peso pesados del retail, proveedores de conexión wireless o grandes estudios dedicados a generar nuevo tipo de contenidos. Lo mismo está ocurriendo en buen número de industrias y actividades económicas diversas, donde nuevos jugadores están ofreciendo nuevas posibilidades.

    Por eso en un reciente estudio global de PwC sobre el rol del CEO, 58% de los 2.200 consultados mostraban inquietud por la inesperada disrupción que podía sobrevenir en cualquier momento y transformar el negocio que hasta ahora dominaban.

    La realidad es que en el pasado reciente, el universo de los medios se ha fragmentado cada vez más, y no cesa de digitalizarse. La batalla por conseguir la atención del consumidor se ha vuelto brutal y demanda nuevas habilidades y estrategias. Todo el mundo parece querer un lugar en el negocio de los medios. Aunque para ello haya que ampliar y redefinir el concepto de qué es un medio.

    En pocos casos –pero algunos hay– las empresas logran anticiparse al desafío inevitable. Es que cuesta cambiar. Todos recuerdan cuando IBM vendió su negocio de fabricación de PC a la china Lenovo. Ambas partes hicieron buen negocio.

    Más recientemente tenemos el caso de General Electric. Desde su nacimiento en el siglo 19, la empresa fue sinónimo de gran compañía industrial (todavía hoy es la novena global por valor de mercado). Pero vendió a una firma china todo su negocio de electrodomésticos, el que la hizo más famosa.

    La china Haier pagó U$ 5.400 millones por las líneas de producción que GE mantenía desde 1905, cuando aparecieron sus famosas tostadoras que cambiaron la forma de hacer el desayuno en todo el mundo.

    No fue lo único que vendió General Electric. Se desprendió totalmente de la unidad de servicios financieros, y también de una red televisiva. Ahora se concentra en la fabricación de escáners de uso médico, equipos para la generación de electricidad, y turbinas para aviones y trenes.
    Seguramente la nueva GE no consiga la notoriedad de marca que tenía hasta ahora. Pero sus nuevas plantas parecen ser el comienzo de la “cuarta revolución industrial”.

    Tal vez algunos medios tradicionales estén estudiando pasos drásticos como este.