A lo largo de estas páginas se pasará revista a discusiones y contraposiciones que marcaron la formación de la República y que, en algunos casos, aún siguen vigentes. Monárquicos y republicanos; Buenos Aires y “el interior”; unitarios y federales; rosistas y antirrosistas; Alberdi contra Sarmiento; autonomistas versus nacionales; radicalismo y conservadurismo; nacionalistas y liberales; peronismo y antiperonismo, desarrollismo, populismo y liberalismo…
Ya en 1910, cuando se celebró el primer centenario, la ficción de Nación inventada por varios intelectuales del siglo pasado y que se había instalado en el poder con la Generación del 80, conectada con el liberalismo y con los grandes centros económicos y educativos mundiales, comenzaba a recibir el embate de nacionalistas, populistas y revisionistas que traían su carga de razón. Las rígidas fronteras donde se libró la batalla permanente entre los mejores intelectuales del siglo 19 comenzaron a cobrarse su cuenta a todo lo largo del siglo 20.
Controversias, enfrentamientos y vicisitudes que signaron –y aún signan– la historia de la Argentina.
María Martínez
1. Monárquicos y republicanos. Un debate caliente en el Congreso de Tucumán. Por Julio Luqui Lagleyze
2. Entre provincianos y porteños. Reverdecer de una vieja querella. Por Gregorio Caro Figueroa
3. Preludios de la República. Venturas y desventuras de la Independencia. Por Bernardo Lozier Almazán
4. La sublevación de Arequito. La disolución del poder central. Por Guillermo Oyarzabal
6. Con Rosas o contra Rosas. Una polémica siempre vigente. Por Juan Francisco Baroffio
7. Urquiza y Buenos Aires. Controversias argentinas. Por Isidoro Ruiz Moreno
8. Alberdi contra Sarmiento. Enfrentamientos en la formación de la República. Por Alfonso Santiago
9. Autonomistas versus nacionales. Entre pujas y consensos. Por Rosendo Fraga
10. Conservadores y radicales. La otra mano. Por Daniel Larriqueta
12. Peronismo y antiperonismo. La construcción del enemigo. Por Cecilia Borscak
13. Desarrollismo, populismo y liberalismo. Un recurrencia elocuente. Por Marcos Novaro