Por Rosendo Fraga*
María Martínez
En su origen, nacionalistas y autonomistas son los dos partidos políticos predominantes en la provincia de Buenos Aires, en el periodo de la Organización Nacional. El desarrollo de ambas fuerzas en el ámbito bonaerense llega a su máxima expresión, durante el la vigencia del llamado “Estado de Buenos Aires”.
Es ese singular momento tras la batalla de Caseros y durante varios años, la provincia de Buenos Aires se escinde de la Confederación Argentina.
La nacionalización de la política bonaerense
En lo que era entonces el territorio nacional –que ocupaba menos de la mitad del actual– convivieron entonces dos estados nacionales. Buenos Aires por un lado y las otras trece provincias de la época por el otro.
Los dos tenían su propia Constitución, sus respectivos cuerpos diplomáticos acreditados por los demás países del mundo, contraían deudas externas cada uno por su lado, poseían su organización militar propia.
Urquiza primero y Derqui después son los que enfrentan al “Estado de Buenos Aires” en los nueve años que van de la batalla de Caseros en 1852 a la de Pavón en 1861, donde su relación con la Confederación fluctuó entre la convivencia, el conflicto y la secesión.
Dentro de Buenos Aires, se constituyen dos fuerzas políticas: los autonomistas, que liderados por Valentín Alsina son capaces de sacrificar el propósito de la unidad nacional, en aras de los intereses particulares de Buenos Aires, y los liberales o nacionales, que encabezados por Bartolomé Mitre conciben la puja entre Buenos Aires y el interior, como un estadio previo a la reconstitución del país como uno.
La batalla de Pavón en 1861 no solo significó el triunfo de los bonaerenses liderados por Mitre sobre los federales de Urquiza en el plano nacional, sino que en el ámbito de su provincia implicó el de los nacionales o liberales, sobre los autonomistas.
La llegada de Bartolomé Mitre a la Presidencia al año siguiente fue la consecuencia política de Pavón y las derivaciones mencionadas.
El Ejército de Línea bonaerense se transforma así en el nacional y a órdenes del General Paunero, marcha al interior a derrocar a los gobernadores federales, mientras Urquiza se repliega a la gobernación de Entre Ríos, aceptando la nueva situación.
El joven alférez Julio A. Roca, que en Pavón a los 17 años ha mandado las ultimas dos piezas de artillería que siguen disparando, dos años más tarde integra dicha expedición, que militarmente derrota a los caudillos provinciales e impone gobernadores partidarios del nuevo orden nacional.
Pero durante la Presidencia de Mitre (1862–1868), mientras la guerra con el Paraguay concentra todos sus esfuerzos en la segunda parte del mandato, en la política bonaerense, el Autonomismo se nacionaliza.
Se llega así a la elección presidencial, en la cual se plantean tres candidatos: Elizalde, el canciller de Mitre por el Partido Nacional; Urquiza, por los restos del Partido Federal y Adolfo Alsina por el Partido Autonomista, que con el segundo Alsina (Valentín), ha pasado a representar a los sectores populares de la política bonaerense y ha extendido redes en el interior del país.
Ninguno queda en fuerza de imponerse en el Colegio Electoral. Desde los campamentos del Ejército que están en el Paraguay, alguien –Lucio V. Mansilla se lo autoadjudica– lanza la candidatura de Sarmiento, cuyo hijo ha muerto en la batalla de Curupayty dos años antes y ejerce la representación diplomática en EE.UU.
Termina siendo el elegido, llevando como vicepresidente a Adolfo Alsina. En la Presidencia de Sarmiento (1868-1874), el Autonomismo consolida su despliegue político nacional. Al finalizar el período, en base a esta fuerza política, que ya es la más firme en el interior de país y tiene en Alsina su sostén bonaerense, el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Nicolás Avellaneda es electo Presidente por el oficialismo.
Rosendo Fraga
La hegemonía del Partido Autonomista Nacional
Un segundo Presidente provinciano consecutivo se hace inaceptable para el Partido Nacional, que aspiraba a una nueva Presidencia de Mitre, quien encabeza una revolución, que es derrotada por las fuerzas del Gobierno nacional. Roca será General a los 30 años sobre el campo de batalla de Santa Rosa, al vencer en Cuyo a los partidarios de Mitre mandados por su ex jefe, el General Arredondo.
Ya para este momento, el adjetivo de “nacional” ha pasado al Autonomismo que controla el poder político en el interior del país. Los partidarios de Mitre pasan a ser denominados “liberales” y a estar más identificados con “lo porteño”, mientras que el Autonomismo de Alsina predomina en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Durante el mandato de Avellaneda (1874–1880), Roca como su tercer ministro de Guerra, ocupa los territorios del sur hasta el Río Negro y en lo político, se conforma la Liga de Gobernadores liderada por el de Córdoba, su cuñado Miguel Juárez Celman. El Autonomismo ya va asumiendo la denominación del Partido Autonomista Nacional (PAN).
Roca –no sin zozobras– es electo para suceder al Presidente. En el Colegio Electoral derrota al gobernador de Buenos Aires Carlos Tejedor, el candidato del Partido Liberal, que solo ha tenido el apoyo de los electores propios y los de Corrientes.
Un tercer Presidente provinciano consecutivo y dos tucumanos seguidos plantea una nueva situación inaceptable para Buenos Aires, que se subleva contra el Gobierno nacional, que debe replegarse a Belgrano.
Las fuerzas nacionales finalmente y no sin ahorro de sangre logran imponerse sobre los bonaerenses, que en gran medida se identifican con los porteños y tienen a Mitre como su líder. Ya ha pasado más de un cuarto de siglo de la sanción de Constitución de 1853 y casi dos décadas de Pavón.
En la primera Presidencia de Roca (1880-1886), el PAN comienza a identificarse con el “Roquismo” que implica una nueva coalición política. En sus filas milita Carlos Pellegrini, el último ministro de Guerra de Avellaneda, que aporta el Autonomismo bonaerense partidario de la unión nacional.
Aunque estén en filas opuestas, representa en ese momento un pensamiento “nacional” al estilo de Mitre de veinte años antes. Hay federales que han sido recalcitrantes, como José Hernández, que ha participado en las últimas montoneras de López Jordán. Del futuro Radicalismo, ha acompañado a la causa nacional en este enfrentamiento Hipólito Yrigoyen, mientras que Leandro Alem ha estado con los porteños.
Todo ello se articula con la Liga de Gobernadores, que llevará a la Presidencia a Miguel Juárez Celman, a quien Roca le coloca como vicepresidente a Carlos Pellegirni. Para ese momento el “Mitrismo” no está en condiciones de disputar el poder electoralmente ni de encabezar una nueva revolución.
La crisis financiera que enfrenta el país, junto con la ruptura entre el Presdiente y el ex Presidente (Roca), deriva en la Revolución de 1890 de la cual participan el Partido Liberal de Mitre y un nuevo conglomerado de fuerzas, denominado Unión Cívica, del cual emerge Leandro Alem como figura más relevante.
En esta situación, el PAN se quiebra. Juárez Celman recibe el apoyo de un grupo denominado “modernista” que encabeza Roque Sáenz Peña. El vicepresidente Pellegrini, quien ejercerá la Presidencia tras la renuncia de Juárez Celman, entre 1890 y 1892, se mantiene leal a Roca, quien entra en su gabinete como ministro del Interior.
En la crisis política emergente, Roca percibe que no está en condiciones de imponer nuevamente su candidatura. Como salida, opta por buscar un acuerdo con Mitre, ofreciéndole respaldar la de él. Es un giro político por el cual los adversarios de 1874, 1880 y 1886, ahora convergen.
Pero en la Unión Cívica en la cual el Partido Liberal de Mitre coincide con el nuevo Radicalismo, el acuerdo genera una ruptura que obliga al ex Presidente a renunciar a su candidatura. En esta situación, emerge con fuerza la candidatura de Roque Sáenz Peña, del sector modernista del PAN que ha apoyado a Juárez Celman.
Roca y Pellegrini, decididos a cerrarle el paso, impulsan la candidatura de su padre Luis Sáenz Peña, que ha militado en las filas del mitrismo. El hijo renuncia, dejando el camino libre al padre. Roca por su parte asegura en la Vicepresidencia a José Evaristo Uriburu, un hombre del PAN que le será fiel.
La Presidencia de Luis Sáenz Peña (1892–1895) es muy difícil y llena de dificultades políticas. En 1893 una nueva revolución del Radicalismo conmueve al país. Roca y Pellegrini ejerciendo el poder detrás del Presidente la neutralizan. El desgate lleva a Sáenz Peña a renunciar. Con Uriburu en la Presidencia, el PAN en plenitud retoma el poder y Roca en el Senado, es electo Presidente Provisional.
Para la elección de 1898, quedan así planteadas dos candidaturas que son retornos: las de Roca y Pellegrini. El segundo renuncia a favor del primero, con el argumento de que es el argentino más capacitado para presidir el país en momentos que hay riesgo de guerra con Chile.
La declinación de las fuerzas conservadoras
Roca Presidente (1898-1904) evita la guerra y avanza con ímpetu reformistas en temas como la reforma electoral –establece la elección por circunscripción–, la educación –fracasa en imponer una más volcada hacia el mundo del trabajo–, y en lo social –su código del trabajo no llegará a ser Tratado por el Congreso–. En lo territorial, establece la presencia soberana de Argentina en la Antártida.
Rompe su alianza política con Pellegirni que llevaba casi dos décadas y que había sido clave para el predominio del Autonomismo en las dos décadas precedentes.
Roca termina su Presidencia debilitado y sin poder imponer un sucesor confiable. Termina apoyando la candidatura de un mitrista, Manuel Quintana, consecuencia de sus acuerdos de gobernabilidad con Mitre.
Pero esta vez no logra imponer un vicepresidente de su confianza. Es nominado José Figueroa Alcorta.
Quintana gobierna poco (1904-1906). Al comenzar su periodo es reprimido con éxito un tercer intento revolucionario del Radicalismo. Muere al año y medio de haber asumido. Ese mismo año, desaparecen también Mitre y Pellegrini. Es una generación que se va. Figueroa Alcorta en su Presidencia (1906-1910) se dedica con éxito a desarticular el poder de Roca. Interviene provincias y en el verano de 1908 clausura el Congreso.
Con Roca fuera del escenario político, toma cuerpo la candidatura de Roque Sáenz Peña, una figura del sector “modernista” del PAN, que lleva como vice a otro del ala más tradicional, que es Victorino de la Plaza. Esta fórmula cuenta con el apoyo del Presidente y logra amplia mayoría en el Colegio Electoral.
Sáenz Peña ejercerá la Presidencia desde 1910 hasta su muerte en 1914 y tiene el firme propósito de sanear el sistema electoral y así lo hace. El Congreso sanciona su proyecto de ley de voto universal, secreto y obligatorio, que se implementa por primera vez en la renovación de diputados nacionales de 1912.
Es una fórmula presidencial integrada por las dos vertientes del Autonomismo, que negocia el cambio de sistema con Hipólito Yrigoyen, el líder del Radicalismo que proviene de la misma fuerza política.
Para ese momento, el término de fuerzas conservadoras –tomando términos usados universalmente– comienza a ser usado para los partidos tradicionales que se oponen al radicalismo.
Tras la muerte de Sáenz Peña –el mismo año muere Roca– termina su período el vicepresidente De la Plaza, quien pese a pertenecer al ala autonomista más tradicional, mantiene el compromiso de aplicar la llamada “Ley Sáenz Peña”.
Para la elección presidencial de 1916, la política se ha reordenado. Hay autonomistas y liberales que han emigrado hacia el Radicalismo. Al mismo tiempo, sectores de ambas fuerzas convergen en el intento de crear una alternativa nacional que compita con los radicales, haciéndolo junto con figuras ajenas a ellas, como es Lisandro de la Torre. El Socialismo que tiene representación parlamentaria desde 1904 y que aumenta su bancada con el voto universal, secreto y obligatorio, se mantiene al margen de ambas fuerzas.
Este reagrupamiento pone fin a la política que durante más de medio siglo, tuvo como protagonistas centrales a autonomistas y nacionalistas o liberales, que tuvieron como referentes principales a Roca y Mitre, quienes condujeron el país con éxito –más allá de contradicciones, avances y retrocesos– en forma simultánea o sucesiva durante medio siglo de historia argentina.
* Abogado (UCA). Analista político, periodista e historiador. Miembro de la Academia Argentina de la Historia, de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, CARI. Profesor en la Diplomatura en Cultura Argentina del Instituto de Cultura del CUDES. Recibió el premio Konex en Comunicación Periodismo (1997) y el premio Santa Clara de Asís (2005) y recibió condecoraciones internacionales. Ha publicado 42 libros. Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.