Delivery internacional de comidas, al DDI 0054…

    Por Rubén Chorny

    El hambre y las ganas de comer se sientan a una misma mesa alimentaria cotidiana tendida para los 7.200 millones de habitantes que contabiliza el planeta. Lo mismo harán dentro de 35 años con los 9.000 millones que se estiman para entonces, aunque seguramente en proporciones y también urgencias distintas.
    Argentina fue, es y será un animador calificado de esa primera gran necesidad global: entre granos, carnes, derivados, aceites, vinos y todo tipo de comestibles, el año pasado aportó 72 millones de toneladas a las ingestas de casi todo el mundo. Puso a disposición para ello 80% de las tierras cultivables.
    No sólo se nos está reservado un rol protagónico indelegable en la seguridad alimentaria del orbe, sino que la perspectiva enciende las luces de las cadenas de valor sobre todo regionales, que integran a casi 15 mil empresas, la mayoría Pymes, empleadoras de unos 500 mil trabajadores y que ocupa además a 1.200.000 personas en forma indirecta, según estima la Coordinadora de Productos Alimenticios (COPAL).
    De ahí que el nuevo gobierno de Mauricio Macri haya sacado de inmediato de la penitencia al campo y le haya puesto prioritariamente todas las fichas a reactivar las economías regionales, capaces como son de agregar valor, empleo y traer rápidamente divisas.
    Sin embargo, por más que las bocas a llenar tengan por delante un atractivo multiplicador demográfico universal, no habrá que “hacerse los rulos” con que le agregarán muchos ceros a la balanza comercial.
    La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) profetiza en su reporte semestral que la baja neta de 22% que hubo en los precios les permite a las economías centrales ahorrarse la quinta parte de lo que tenían que destinar a la compra de productos primarios de origen agrícola en años de bonanza como 2008.
    La mala noticia es que aflojó el costo de la alimentación, pero no la soga del cuello a muchos países subdesarrollados y emergentes, amenazados por el desempleo estructural, bajos salarios y por los efectos de la crisis sistémica occidental. La advertencia del reporte de la entidad global viene por el lado de que “las condiciones económicas en deterioro pueden acentuar las diferencias negativas. La capacidad de compra, ligada a ingresos en baja y paridades cambiarias inestables, afecta la disponibilidad de alimentos, por baratos que parezcan en el mercado mundial”, consigna.
    La conclusión consuelo para los productores es que, “excluyendo malas cosechas, la economía alimentaria parece menos vulnerable de cuanto se esperaba”, argumenta.


    Daniel Funes de Rioja

    Recuperar los años perdidos

    En este contexto, Argentina encalló el desarrollo agropecuario pujante que traía en la “década K ganada”. Lo afirma el presidente de COPAL, Daniel Funes de Rioja, al recordar que en 2011 se exportaban alimentos industrializados y procesados por US$ 30.000 millones frente a una importación de 1.500 millones. Un saldo comercial contundente que encima se potencia con la distribución federal del valor agregado que genera.
    Hasta ahí llegó la inercia del campo sorteando cepos y gambitos fiscales, tras la frenada del 2008, como secuela del enfrentamiento con el matrimonio Kirchner cuando les quisieron subir las retenciones de la soja.
    “Con toda la depresión y la caída de las economía regionales, que implicaron una retracción exportadora de US$ 5.000 millones y que llevaron a la actual situación, 2015 lo cerramos con ventas externas por US$ 26.500 millones”, saca cuentas el titular de COPAL en una entrevista concedida a Mercado. Igual, “no es moco e´ pavo”: equivalen a casi 38% de las exportaciones totales argentinas.

    Y si las principales fábricas de alimentos y bebidas de la Argentina no sintieron tanto el ostracismo internacional del rubro fue porque las góndolas se mantuvieron activas en estos cuatro años: la concentración de las ventas al público en las grandes cadenas de supermercados les aseguró fuerte demanda y continua actualización de los precios.
    La llamada cadena de valor de la industria de alimentos y bebidas es elocuente en cuanto a quiénes ganaron y quiénes perdieron en la carrera inflacionaria de los últimos años: en un extremo, el puñado de grupos económicos que llenan las góndolas metropolitanas y los que las administran se llevaron la parte del león, mientras que en la otra punta, en el interior, a las áreas rurales productoras les quedaron las migajas. Basta con comparar el precio final al consumidor de un producto con el que se paga por el insumo en origen: la diferencia en muchos casos es de más de 10 a 1.
    Sobre este último punto, una de las explicaciones que ensayan en el sector industrial es que casi 41% son impuestos, una presión que la economía en blanco, subrayan, evidentemente no resiste.
    El imperativo del momento para la manufactura de alimentos y bebidas, según el máximo directivo de la entidad gremial empresaria que agrupa 37 cámaras, es recuperar los últimos cuatro años perdidos.
    Lo grafica en el descenso del quinto al séptimo lugar en el mundo que registra Argentina como productora de alimentos, y del puesto 10° al 13° como exportadora mundial.
    Aun así, en el presente sigue pisando fuerte en el gran supermercado terrícola, sea sola o con la alianza del Mercosur. Y si se tomara el bloque regional como un todo, las exportaciones ya no serían de US$ 27.000 millones sino que, al sumarles Brasil, Paraguay y Uruguay, ascenderían a US$ 95.000 millones.
    Con estos datos a la vista, el presidente de COPAL está convencido de que la Argentina y el Mercosur tienen un protagonismo estelar reservado.
    En esa dirección apuntan: “En una última reunión de una coordinadora regional de la industria alimenticia (CIPAM), que tuvimos en Montevideo, pedimos mayor transparencia, mejores reglas de juego, equilibrio y racionalidad en los intercambios, y una actitud inteligente con participación de los sectores privados en los procesos inminentes de integración, sea con la Unión Europea, que está cada vez más cerca, o con el Tratado Transpacífico”, revela.
    Señala como multiplicador inicial clave para la expansión cuantitativa y cualitativa anhelada al rendimiento que se logre de las cosechas a igual superficie cultivada. Y, simultáneamente, que se preserve el suelo para que lo hereden otras generaciones hambrientas.
    Si fuera así, 20% de tierra cultivable que aún no está aprovechada podría incorporarse en cuanto una logística más amigable la pusiera en carrera. Un ejemplo en barbecho es el lanzamiento del Plan Belgrano y lo que puede significar para el Norte del país en materia de integración productiva.


    Martín Villanueva

    Tendencias claves

    En el “mientras tanto”, se puso en marcha una renovación sin precedentes en la industria, con tendencias clave que definirán hábitos de consumo y gustos de los consumidores. Apenas a la vuelta de la esquina, la biología molecular y la genética tendrán mucho para decir.
    En una primera aproximación de lo que viene, los estrategas toman nota de los alimentos que se consideran compatibles con el ambiente: los frescos, naturales y de la zona; seguros para su ingestión; los prebióticos y fortificados que aseguren la salud digestiva; granos enteros; ingredientes simples y etiquetas claras; menos sal y endulzantes alternativos.
    Y observan un aún incipiente desplazamiento desde alimentos frescos a congelados o enlatados como consecuencia de los cambios en los precios relativos.
    Otro de los datos claves que marcan dónde está parada hoy la industria de alimentos y bebidas es que COPAL exporta a 184 mercados, un poder de penetración exterior que no cualquier sector en el país puede ostentar.

    Con todo, se las vio en figurillas entre 2010 y 2014 para mantener presencia en el mundo pese a todos los cepos que ha tenido la economía en este terreno, y al menos pudo subir las ventas 21,5% en ese lapso. Claro que la performance se opaca al contrastarla con el salto fenomenal que tuvieron: Vietnam 70%; Turquía 60% igual que Nueva Zelanda; Sudáfrica 50%; República Checa 49%; China 47%, lo mismo que Perú y Chile, y Portugal y México, 45%. Asimismo, hubo que lamentar en los últimos cuatro años la pérdida de 40 y hasta 70 mercados.
    Funes de Rioja ve en el déficit de producción de alimentos a escala mundial en relación a la población a abastecer una inmejorable oportunidad para un país rico productor de materia prima como el nuestro, que puede industrializarla con diversos grados de transformación (elaborados, semielaborados, a granel). Pone el ejemplo del sector vitivinícola, que hace 20 años exportaba US$ 5 millones y en 2011/ 12, llegó a los US$ 1.000 millones.
    Aclara que, aunque ahora haya decrecido porque hay circunstancias que actuaron negativamente y sobrecostos que le hicieron perder competitividad, se trata de una actividad que obliga a analizar, a discutir, con el gobierno el planteo específico de la entidad.
    “Pero lo cierto es que esta industria está demandada y requerida bajo cualquier circunstancia o condiciones rápidamente –sostiene el titular de COPAL–. La ecuación de divisas es tremendamente favorable y el valor agregado, clarísimamente argentino”.


    Gustavo Grobocopatel

    –¿Cómo se lograrán recuperar los mercados internacionales que se perdieron?
    –Con el trabajo mancomunado de gobierno y sector privado, mediante una asociación activa –sostiene Funes de Rioja–. Con previsibilidad para las inversiones destinadas a la producción y con participación orientada hacia esos fines, como ferias, exposiciones, afuera y en el país. Si se quieren promover las exportaciones, hay un rol que es el del producto y de la marca, pero existe otro fundamental a cargo de los gobiernos que deben remover todos los obstáculos que aparecen del otro lado de la mesa. Sea en el interior del Mercosur, como nos tocó discutir recientemente en Montevideo, o en los otros mercados a los que tenemos acceso.
    La nueva Agencia de Inversiones y Exportaciones del gobierno jugará un rol clave, sobre todo para que accedan no solo las grandes empresas, sino también las Pymes exportadoras, que son muchas en el caso de alimentos y bebidas –expone.
    El futuro empieza hoy, se consuelan en las empresas cuando se reconocen dentro de un sector privilegiado, de demanda asegurada, pero con la conciencia de que habrá que pasar un año complejo, por las adecuaciones y sinceramientos de la economía y reacomodamiento de precios relativos en lo que se refiere al mercado interno.

    También por el lado del costo buscan las firmas alimenticias los equilibrios para ser competitivas en un mercado mundial complicado, en el que la retracción china, los grandes problemas de Brasil, el poco espacio que deja la Unión Europea en la medida que no reactive más enérgicamente su economía, tornan más difícil evolucionar.
    Pero afirman no haberse dejado ganar por el pesimismo. Barajan alternativas para profundizar el comercio con mercados tradicionales, como Brasil, Chile, Venezuela, España, Países Bajos, Italia, India, Vietnam e Indonesia, o para abrir otros en la amplia gama de productos que se generan en el país, desde el aceite de oliva, aceitunas, legumbres, carnes, conservas, chocolates, dulces, pesca, jugos, frutas en general, cerveza, miel, lácteos, azúcar, arándano, alfajores, uva, vino, arroz, ajo, huevos, todas, producciones regionales.
    Ratifican en esa dirección que la industria de alimentos y bebidas es la que más desarrollo regional garantiza, no sólo por su capacidad exportadora sino porque abastece casi totalmente el consumo interno.
    Funes de Rioja pone de relieve que Argentina ha tenido una revolución de los granjeros que llevó a mejorar la calidad y la intensidad de la explotación del suelo en el país, lo cual permitió disfrutar de años de bonanza con los commodities.
    Pero la historia no se agota en las grúas subiendo las bolsas con granos a los barcos de todas las nacionalidades que entran en el abanico de puertos que va del fluvial del Paraná al marítimo del sudeste de la provincia de Buenos Aires.
    “El proceso viene acompañado por la aplicación de tecnología tanto para siembra como para cosecha, y en ese sentido Expoagro ha mostrado en Ramallo una euforia que refleja el entusiasmo que existe en el sector primario”, resalta.
    Actualmente, hay paridad entre la cantidad de alimentos industrializados que se exportan y la de commodities. Cada una ocupa entre el 40 y 50% de la producción: en abastecimiento del mercado interno está más cerca del 40 que del 60% y, según en qué economía regional, la relación puede ser exactamente inversa.


    Horacio Busanello

    Plataforma a la modernidad

    “Para que estén en forma tiene que haber tecnología de punta –dice el veterano dirigente de la alimentación–. Hay un terreno a recuperar después de cuatro años de contracción económica y de caída de las economías regionales y pérdidas de empleo, pero no es tan grande como para que sea un obstáculo a mediano plazo”.
    Añade Funes que “este año el país tiene que disponer de la plataforma que permita que se puedan programar las inversiones de adecuación, a fin de que la industria alimentaria nacional, que mayoritariamente está actualizada en cuanto a la tecnología e innovaciones, pueda producir y ofrecer plenamente la nueva generación de alimentos”.
    Desde COPAL recuerdan que desde hace más de cinco años vienen trabajando codo a codo con el Ministerio de Ciencia y Tecnología, además de con las carteras operativas y de apoyo, “porque el cambio tecnológico y la innovación son permanentes y con la misma velocidad llegan a nuestros mercados”.
    Los frutos del conocimiento aplicado a la tierra empiezan a verse y permiten avizorar que se viene otra manera de producirla.
    Gustavo Grobocopatel insiste con que ya se puede hablar de una nueva agricultura en la que las plantas se han convertido en las fábricas del campo. Y hasta empiezan a cambiar chimenea por antena. Su grupo agroexportador, Los Grobo, entró en otra dimensión: ahora comparte por mitades con Invap una sociedad que aplica tecnología espacial y robótica a procesar información sobre suelos, tipos de cultivos y meteorología, que el productor puede consultar antes de decidir qué sembrar en cada lote, el tipo de semillas, y las dosis adecuadas de fertilizantes y agroquímicos.
    También brindará las características de cada campo para los arrendamientos, pero fundamentalmente ponen de relieve que esta preparación a medida se verá reflejada en los rindes.
    Horacio Busanello, CEO del grupo empresarial líder en soja, dijo que las aplicaciones son infinitas, y que además del agro, ve en la industria forestal, la pesca y la minería a potenciales usuarios de esta tecnología.
    Los semilleros multinacionales, como Monsanto, Syngenta y los chinos, tienen en carpeta una serie de investigaciones biotecnológicas aplicadas que desarrollaron en los laboratorios mientras discuten su globalización y le buscan la vuelta a las controversias con los productores por el pago de las patentes cuando se reutilizan, lo mismo que al calibre ambiental de la cultura transgénica.
    Se descuenta que el vía libre comercial a los desarrollos acumulados en los laboratorios potenciará los cultivos.


    Gabriel Raya Tonetti

    3D, prototipos de nuevos productos

    En la otra punta de la cadena de valor, la tecnológica-industrial, el Ministerio de Ciencia y el grupo empresario Arcor abordan un ensayo de solución de ingeniería para el diseño personalizado de alimentos y el control de la nutrición a medida a través del sistema de impresión 3D, a partir del cual se desarrollan prototipos de nuevos productos con potencial para volver a configurar una cadena de suministro de alimentos por pedido.
    Los primeros resultados que constan en el estudio de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva realizado por la cartera científica dan cuenta del significativo impacto que proyecta el 3D sobre la industria alimenticia. El consumidor ya no opta en la góndola, sino que decide lo que le van a ofrecer, conforme a su patrón de nutrición, al desarrollo de nuevas texturas y formas, a la producción flexible, y a la conveniencia y experiencia social.
    El informe plantea también que el campo de aplicación de la impresión 3D en los alimentos podría ser muy amplio Se puede utilizar en el diseño, decoración, producción de bajo volumen, impresión de moldes, matrices y prototipos, no sólo para personalizar la nutrición sino también para adecuarla a otras aplicaciones, como la impresión de alimentos en vuelos comerciales.
    Desde su laboratorio cordobés, el gerente de Investigación, Desarrollo e Innovación de Grupo Arcor, Gabriel Raya Tonetti, le cuenta a Mercado que algunas empresas, como la multinacional argentina para la que trabaja, “tienen planes estratégicos de vigilancia tecnológica que le permiten mantenerse informadas de los avances tecnológicos, patentes y publicaciones científicas”.
    Este radar monitoreado por la conjunción I+D+I pública–privada cruza lo que detecta con la información de mercado, tendencias y gustos de los consumidores que suministra el área de marketing de la compañía.
    Da así la oportunidad de desarrollar productos o servicios de vanguardia, prácticamente en simultáneo con las grandes corporaciones mundiales, lo cual contribuye a que las compañías sean competitivas tanto en el mercado local como en el de exportaciones”.
    El secreto de la innovación se torna a gritos en las estadísticas internacionales, que marcan que hay una disruptiva cada 100 proyectos–ideas analizados. Raya Tonetti señaliza como factor de éxito de Arcor que haya estado en alrededor de 3 de cada 100.
    “No se hacen grandes aportes al inicio. Son todas pruebas de testeo menores como para tener un prototipo y recién definir desde ahí cómo va a ser el desarrollo final. Si requiriesen invertir en tecnología no se pasa a grandes desembolsos hasta no saber si la posibilidad de éxito es mayor”, aclaró al respecto.

    Inteligencia estratégica

    Por el flanco estatal, el proyecto con el grupo Arcor en tecnologías de Impresión 3D para alimentos constituye, junto con el de comidas funcionales y enfermedades crónicas no transmisibles –ECNT (sobrepeso y obesidad, diabetes y dislipemias)– y alimentos saludables según OMS, reducidos en sodio, azúcares y grasas (ambos proyecto con COPAL), la temática de vigilancia e inteligencia estratégica que se aborda como política de Estado.
    El director nacional de Estudios de la Subsecretaría de Estudios y Prospectiva, que depende de la Secretaría de Planeamiento y Políticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Martín Villanueva, detalló los estudios prospectivos que se hicieron del sector:

    • Escenarios sobre exigencias de calidad e inocuidad en el sector productor de materias primas y alimentos elaborados en la Argentina para el 2030.
    • Desarrollo de las exigencias sobre calidad e inocuidad de alimentos en el mundo 2025.
    • Agroindustria Alimentaria Argentina 2030 en general y, específicamente, las siguientes cadenas: maíz, láctea, porcina, olivo y frutas finas.
    • Biotecnología en agroindustria alimentaria y en salud animal 2030.
    • El futuro de las tecnologías en 2020 a escala mundial en complejos productivos agroindustriales: oleaginoso; cerealero; arrocero; cárnico; lácteo; frutícola; hortícola; azucarero, chocolates y golosinas; apicultura; pesquero; vitivinícola; aguas saborizadas; tabacalero; infusiones.

    La repartición a su cargo, desde 2007, busca identificar áreas de investigación científica, tecnologías e innovaciones que resultarán claves para el desarrollo futuro del sector científico–tecnológico y el sector productivo.
    “Intentamos elaborar agendas de I+D+i que sirvan de referencia a los diversos planes estratégicos promovidos desde el Gobierno Nacional”, explica.
    Añade que “la creación de materias primas alimenticias que permitan su uso en procesos de fabricación aditiva, manteniendo sus propiedades nutricionales, organolépticas y de conservación, representa otro reto sobre el cual trabajar y en donde nuestro país y sus industrias pueden desempeñar un rol preponderante”.
    El funcionario destaca, asimismo, que a través de un bien público llamado “antena tecnológica” se ponen a disposición de la sociedad ocho Plataformas de Vigilancia e Inteligencia Estratégica. Entre las relacionadas al sector Alimentos y Bebidas se encuentran:

    • Envases plásticos para industria alimenticia.
    • Nanotecnología aplicada a agroalimentos.
    • Alimentos y bebidas.
    • Tecnologías de la Información y la Comunicación aplicada a agroalimentos

    Argumenta: “Todas estas acciones dan muestra de la existencia de una política institucional referida a observar, analizar y generar información continua sobre el entorno científico/tecnológico/productivo/comercial/normativo de sectores estratégicos como alimentos y bebidas, lo cual permite proyectar su potencial competitivo y exportador, como consecuencia de impulsar proyectos concretos de incorporación de tendencias innovadoras mediante los planes sectoriales estratégicos y operativos que el Ministerio confecciona”.
    Asimismo, los avances en datos y las innovaciones tecnológicas pueden desempeñar un papel fundamental en la seguridad alimentaria global. Raya Tonetti, que la concibe como el suministro de alimentos seguros para su consumo, sostiene que, “siendo Argentina uno de los principales productores de alimentos a escala global, debería mantenerse a la vanguardia de la investigación y desarrollo de tecnologías que atiendan las necesidades y exigencias de los consumidores en general”.
    Agrega que el país se caracteriza por ser fuente de innovación en materia agroindustrial, como es el caso de la siembra directa, y del desarrollo de las industrias metalmecánica y de tecnologías de alimentación.
    Considera fundamental trabajar en asociaciones estratégicas público-privadas, de manera de favorecer la rápida transferencia de tecnologías y conocimiento, de manera tal que lleguen a la sociedad en productos y servicios.
    Ese es el bosquejo del mañana que se recorta a la salida de las turbulencias de la transición del recambio de gobierno.
    Los referentes de la industria de la alimentación no ven ninguna razón para que la góndola de productos argentinos sea distinta a la de los países más desarrollados.
    En todo caso, lo que le demandan a COPAL los productores y los industriales del sector es que faciliten las gestiones ante los gobiernos a fin de interponer los recaudos burocráticos y administrativos que impidan o dilaten las múltiples chicanas que componen el manual del proteccionismo.
    La FAO va más allá y plantea el desafío a futuro en tres dimensiones: 1) contribuir a que se baje de la fatídica barrera de los 1.000 millones de personas en el mundo que padecen de desnutrición; 2) el uso intensivo en el futuro inmediato de los cultivos transgénicos, pese a que no se saldan las disputas en torno de la salud humana, y 3) la reinvención de los alimentos y de la industria que los sustentan.

    Una meta, bajar los costos de la industria

    La industria agroalimentaria argentina necesita un trabajo sobre la competitividad que no se limite al tipo de cambio, sino al acceso y rápida incorporación de tecnología.
    En esa línea de remoción de obstáculos referidos a la producción de maquinarias o sus repuestos que no se producen en el país trabajan codo a codo el Ministerio de la Producción y COPAL. La meta es que los costos sean más competitivos para la industria.
    Si bien la eliminación del cepo ha sido una condición sustantiva para cortar el nudo gordiano, ahora quedó pendiente la renegociación con los holdouts por la posibilidad de acceso al mercado internacional y al crédito para traer tecnología de punta y concretar el equipamiento de bienes de capital, que es esencial en la renovación de maquinaria, reconoce Funes de Rioja.
    Preocupa asimismo el tema logístico, al igual que el energético, pero en el fiscal denuncia una superposición de impuestos nacionales, provinciales y tasas municipales que determina una presión sobre los alimentos que llega a 40,7%. “Es un tema muy delicado sobre el que hay que trabajar”, anuncia el titular de COPAL.
    El gobierno está de acuerdo con la eliminación que pidió la entidad de las restricciones al financiamiento contenidas en la resolución 142 de la época en que el ministro de Economía era Hernán Lorenzino. “Causó una fuerte distorsión porque obliga a liquidar las divisas de las exportaciones en 30 días, aunque se cobren a 180, como es frecuente en determinados productos y mercados”, señala el directivo.
    Saca como conclusión que la imposibilidad de cumplir con estas normas llevó a una pérdida de exportaciones muy grande, en especial a las empresas líderes, no sólo internacionales sino argentinas transnacionales, con gran presencia en muchos lugares del mundo. Tuvieron que declinar parte de esta presencia atados a pagar esta normativa cuando aún no habían cobrado.

    La competitividad, prioritaria

    ¿Qué se quiso decir con “marco estable y fortalecimiento de la competitividad sistémica” en el documento difundido al final de la reciente Segunda Jornada Nacional de Alimentos y Bebidas que realizó la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) en ocasión de cumplir 40 años?
    Daniel Funes de Rioja, presidente de la entidad, explicó que “desde el punto de vista local, necesitamos primero que nada infraestructura, porque si se aborda un programa de producción o se pretende ampliarlo y hacer nuevas plantas, lo que está claro es que deben contar con energía”.
    Recordó que “hoy las plantas industriales tienen cortes energéticos en etapas productivas por la crisis que atraviesa el país en la materia”.
    Otra prioridad fundamental que reclama COPAL se refiere a los caminos y los puertos, o sea, a la logística. “En nuestro país, el costo del traslado desde una producción en origen, digamos en Mendoza o cualquier provincia cuyana, hacia un puerto de exportación, triplica o quintuplica al de Puerto de Buenos Aires o de Rosario–Rotterdam”, precisó.
    Subrayó la importancia que en tal sentido asume el plan de desarrollo del NOA. “Tal es así que hemos decidido hacer un foro regional en el Noroeste, porque creemos que no sólo por el azúcar, sino que las leguminosas y el contacto de irradiación a otras zonas aledañas, lo convierten en uno de los ejes principales”, anuncia.
    Pero advierte que, además de resolver o atenuar el problema logístico, se necesitan proyectar otras soluciones transpacíficas.
    COPAL viene machacando desde 2013 con la misma propuesta en diversos ámbitos; además del comercio exterior, en lo fiscal, laboral y en la normativa alimentaria a fin de evitar las barreras paraarancelarias. La sometió a los partidos políticos que contendieron en esa última elección y fue discutida por las dos fundaciones: la del actual gobierno y la del anterior.
    “Nos dicen: exporten ustedes si quieren, y después no podemos entrar porque nos ponen barreras paraarancelarias, fitosanitarias o creaciones muchas veces absolutamente ilógicas desde el punto de vista del comercio internacional”, advierte Funes.