Cuatro escenarios de la economía mundial

    Los procesos son complejos y sus consecuencias casi siempre tienen alcance global. Hoy una crisis en cualquier lugar del mundo preocupa más porque las economías todavía no se han recuperado de la de 2008. Es preciso encontrar la forma de detectar las señales a tiempo para poder ver lo que se avecina antes de que estalle y afecte a todo el planeta.
    Esta preocupación motivó una investigación organizada por el McKinsey Global Institute que concluyó que son tres los factores que pueden cambiar los resultados a largo plazo de la economía global: demanda agregada, cambios estructurales y diferentes patrones de crecimiento.
    Las grandes economías del mundo siguen haciendo denodados esfuerzos por lograr crecimiento autosostenible en la demanda agregada que años de estímulos fiscales y monetarios no lograron reavivar. Segundo, afrontan desafíos estructurales de largo plazo: deuda creciente, envejecimiento de la población e infraestructura vieja. De cómo logren resolver esos temas dependerá la velocidad su crecimiento a largo plazo. En tercer lugar, mientras antes la integración global había impulsado la convergencia, en los últimos años esas economías han tomado caminos divergentes. Hoy, las perspectivas de integración son mucho menos ciertas. Esta es la evaluación que hacen Luis Enriquez, Sven Smit y Jonathan Ablett en el trabajo que realizaron para el McKinsey Global Institute que titularn “Shifting tides: Global economic scenarios for 2015-25”.
    Dadas las consecuencias de esa interconexión, dicen allí, no sorprende que los acontecimientos de corto plazo hayan cobrado una importancia desmedida. El enfoque de la investigación fue trabajar hacia atrás a partir de una serie de resultados de largo plazo, determinados por la medida en que se resolvieron desafíos estructurales y el crecimiento global se volvió más o menos divergente. A partir de ahí articularon los posibles escenarios que podrían surgir en el futuro.
    Tres conjuntos de fuerzas moldearán la economía global en la próxima década. Las dos primeras son de corto plazo cuyos efectos se sienten a diario: políticas de estímulos y cambios en los mercados energéticos. Las siguientes dos, urbanización y envejecimiento, son poderosas e inexorables tendencias que agravan los actuales desafíos. Finalmente hay otras dos fuerzas de magnitud variable e incierta: la innovación tecnológica y la conectividad global. Todas esas tendencias podrían alterar y transformar sectores.

    Señales de corto plazo y fuerzas de largo plazo

    Las grandes economías del mundo, emergentes y maduras, han tomado caminos claramente divergentes en la primera mitad de 2015. La economía estadounidense se contrajo en al primer trimestre, en la eurozona retornó el crecimiento, aún con la crisis de Grecia en ciernes. China siguió avanzando cautelosamente entre el riesgo de desaceleración y el aumento de la deuda. En India, se aceleró el crecimiento mientras que la caída del precio del petróleo y las sanciones económicas provocaron la contracción de la economía rusa.
    Esos acontecimientos podrían señalar el retorno a ciclos comerciales a escala país, provocados por la crisis global, pero también podrían sugerir que hay fuerzas más profundas en funcionamiento.

    Factores de corto plazo

    Estimular la demanda agregada. De preocupación inmediata es el persistente problema de la debilidad de la demanda agregada con relación a la capacidad económica general. El Fondo Monetario Internacional estima que en 2014 la producción en las diez economías más avanzadas fue 2% inferior a su potencial.
    Todas las grandes economías excepto China tuvieron mucha menos demanda luego de la crisis financiera. Muchos Gobiernos y bancos centrales respondieron con estímulos monetarios y fiscales que fomentaron el escenario de tasas bajas que duró más de cinco años. McKinsey analizó el desempeño reciente de las economías avanzadas y descubrió que todas habían aumentado su deuda, en algunos casos más de 50%.
    Complicando el panorama está el tema del futuro de las tasas de interés. Transformaciones en el mercado energético. Los precios de los hidrocarburos cayeron 50% en la segunda mitad de 2014. Incluso después de un leve repunte, se mantuvieron muy por debajo de los niveles promedio de los últimos cinco años. Para los consumidores de energía, esos precios bajos significaron un respiro; a los productores les significó un grave desequilibrio fiscal. El precio en punto de equilibrio, ese en el cual el excedente fiscal se convierte en déficit, se calcula en US$ 57 para Kuwait y en US$ 119 para Argelia.
    Las fluctuaciones en el precio del petróleo no se sienten de la misma manera en todas partes del mundo. La productividad energética de las diez economías más avanzadas hoy es de 74% de lo que eran en 1980. En otras partes el panorama cambia. Gracias al creciente tamaño de las economías emergentes, la productividad energética mundial logró subir 33% entre 1980 y 2002.
    Al evaluar el impacto de estos cambios, los estrategas buscan averiguar qué pasará no el próximo año sino en la próxima década. Solo en otras dos ocasiones durante los últimos 30 años, en1985 y 2008, cayó el precio del petróleo tan fuertemente como en 2014. En esas dos oportunidades la recuperación fue muy diferente y sirve de lección para hoy. En 1985, la excesiva capacidad de producción llevó a precios estables durante casi 10 años después de una inicial caída del precio. La caída de 2008 fue parte de la crisis financiera; los precios cayeron precipitadamente y luego también rebotaron cuando la demanda se recuperó, especialmente en los mercados emergentes.

    Factores inexorables

    A diferencia de lo que ocurre con la energía, los efectos de la urbanización y el envejecimiento poblacional son predecibles y están orientando la economía global en una dirección: hacia los mercados emergentes. La creciente congestión urbana y el envejecimiento de la fuerza laboral imponen cargas –entre ellas menos productividad, menor demanda y aumento de los costos de salud y jubilatorios– a todas las economías. Los desafíos son claros. La incertidumbre radica en cómo se adaptarán a todo eso las economías.

    Rápida urbanización. Desde Brasil hasta China, las economías emergentes están urbanizándose con una rapidez sin precedentes. Las poblaciones rurales están respondiendo a las crecientes oportunidades industriales y el peso económico de las ciudades en la economía mundial continúa creciendo. La investigación de McKinsey indica que 46 de las 200 ciudades más grandes del mundo estarán en China para 2025, otra señal de que el centro de gravedad económico del mundo está migrando hacia el este.

    Presiones demográficas. La fuerza de trabajo, de la que depende la actividad económica, está envejeciendo y achicándose. Se calcula que en China se va a contraer 11% para 2050, aun si se expande la economía del país. El achicamiento en Europa continental se calcula que podría ser más notable. Entre las principales economías, solo Estados Unidos tiene un perfil demográfico favorable para el crecimiento económico de largo plazo. Para el resto de las principales economías, las mejoras en productividad que se esperan no van a salvar la brecha. Sin un cambio fundamental económico y cultural que favorezca la continuada participación de trabajadores de edad avanzada y la introducción de más mujeres e inmigrantes en la fuerza laboral, muchas economías se verán en serios aprietos en un lapso de diez años.

    Factores inciertos

    En un sentido la innovación tecnológica y la conectividad global son ya fenómenos conocidos. La disrupción tecnológica se ha convertido en una característica omnipresente en le economía global moderna, pero su alcance es incierto. Muy importante es la cuestión de cuánta innovación vendrá de China, India y otras economías emergentes. La apertura de mercados ha acelerado el crecimiento de la productividad y las cadenas de suministro globales, pero no se sabe si este crecimiento continuará.
    Innovación tecnológica. La innovación tecnológica ha llegado a un nivel en las grandes economías donde hay cambios estructurales en proceso o ya han ocurrido. La digitalización ha transformado las telecomunicaciones, los medios, los servicios financieros y los sectores minoristas. Los consumidores están usando dispositivos móviles para conectarse a una cantidad de bienes y servicios que crece día a día mientras las empresas incrustan esos dispositivos en procesos y aparatos de todo tipo. Las innovaciones de alta tecnología en robótica e impresión en 3D podrían permitir mayor productividad laboral y expandir los horizontes industriales –tanto en economías maduras como emergentes– y sí cambiar los patrones globales de comercio.

    Conectividad global. Las partes que constituyen la economía global en 2015 están más profundamente interconectadas que nunca. Las relaciones comerciales son cada vez más densas y complejas y han repuntado rápidamente desde la crisis global. Hoy, China es un centro mundial de comercio y el comercio latinoamericano, indio y del Medio oriente han aumentado su peso en el mundo económico. Entre otras cosas, la recapitalización de los bancos, el cambio regulatorio y los estímulos monetarios han ejercido un efecto compensatorio en los flujos financieros que siguen muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis. Sigue alta la preocupación por la transmisión e impacto de los shocks financieros en la agenda regulatoria global.
    Han pasado más de 20 años desde la finalización de la última ronda de negociaciones sobre comercio multilateral en 1994. Desde entonces se han abierto más economías y el alcance de los acuerdos comerciales se amplió. El foco en economías desarrolladas ha girado hacia la apertura de oportunidades de inversión y el aflojamiento de restricciones a los servicios; en mercados emergentes, los subsidios agrícolas fueron prioridad. Esas áreas demostraron ser muy difíciles en un contexto multilateral, pero los acuerdos bilaterales y regionales no obstante proliferaron desde 1994.

    Los cuatro escenarios

    Los escenarios que plantea McKinsey para 2015 a 2025 fueron trazados según los tres conjuntos de factores enunciados más arriba: factores de corto plazo, factores inexorables y factores inciertos. La interacción de esos factores gobernará una serie de resultados cruciales. ¿El débil crecimiento en las economías avanzadas va a debilitar la voluntad de abrir mercados políticamente más sensibles? ¿Hasta qué punto la infraestructura inadecuada o los mercados restrictivos estancarán el crecimiento en países emergentes? ¿Cómo complicará la caída de los precios de los commodities los esfuerzos por diversificar economías impulsadas por la exportación de materias primas?
    Los factores de largo plazo –urbanización, envejecimiento, innovación tecnológica y conectividad global –vinculan los cuatro escenarios. Los factores de corto plazo– estímulos monetarios y precios de la energía– alimentan el camino hacia los resultados de largo plazo. Estas dinámicas se enmarcaron por la intersección de dos ejes. El eje vertical mide la aceleración o desaceleración del crecimiento y así cuan bien (o cuán mal) las economías han manejado sus desafíos estructurales de largo plazo.
    El eje horizontal mide hasta qué punto el crecimiento global es convergente. Esto es determinado por una combinación de factores de corto y largo plazo.

    Escenario 1. Sincronicidad global.

    Convergencia y crecimiento rápido. En este escenario, la economía global experimenta el crecimiento de largo plazo más sólido que ha visto en más de tres décadas, alcanzando 3,5% anual hasta 2025. Estados Unidos, la eurozona y Japón pueden hacer la transición hacia un crecimiento más sustentable mientras salen de sus estímulos monetarios con mínima disrupción. Paralelamente, los políticos en China implementan cambios incrementales y guían un crecimiento económico suave y gradualmente hacia un nivel sustentable. India surge como la economía de mayor crecimiento en este periodo durante el cual vive una ola de reformas, inversiones y sólida demografía. Para 2025, la economía global habrá crecido a US$ 90 billones en moneda a valor constante de hoy, de US$ 62 billones en 2015.
    Mientras cobra impulso el crecimiento global, la liquidez que proviene de políticas monetarias no convencionales va siendo gradualmente absorbida o retirada en Estados Unidos, la eurozona y Japón. La proliferación de acuerdos comerciales conduce a bajar las barreras en los servicios y a reactivar la actividad internacional y la transferencia de tecnología. La rápida difusión de la innovación, aumentada por el creciente comercio global aumenta la participación de las exportaciones en el PBI para el G20 de 34% hoy a 29% para 2025.
    Las reformas en el sector financiero en economías emergentes fomentan mercados de capitales más sólidos. Las tasas de interés globales vuelven a los viejos niveles “normales” de los años anteriores a la crisis. Los precios de la energía y las commodities hacen la plancha porque los aumentos en la oferta inducidos por la productividad no pueden mantenerse a la par de la demanda en mercados emergentes. En un entorno semejante, el crecimiento del empleo rebota, cae el desempleo y aumenta la participación. India, China y las economías impulsadas por commodities representan 80% del crecimiento del empleo.

    Escenario 2. Bolsones de crecimiento.

    Divergencia con crecimiento rápido. En este segundo escenario de alto crecimiento, el paisaje es más desparejo, con países que acometen los desafíos estructurales en forma más espasmódica. El crecimiento global puede alcanzar 3,2% al año en el transcurso de la década, un nivel histórico relativamente alto y para 2025 la economía global alcanza US$ 88 billones en dólares de 2015.
    Estados Unidos, China e India logran crecimiento sólido satisfactorio pero esporádico, mientras la eurozona y Japón tienen problemas. La irregularidad de la expansión hace más difícil los acuerdos para lograr protecciones internacionales para inversores, propiedad intelectual y subsidios agrícolas. Como resultado, el crecimiento del comercio comienza a desacelerarse y se mantiene chato con respecto al PBI en 25%.
    A algunos países les resulta difícil salir de las políticas monetarias no convencionales, que continúan distorsionando los canales de crédito y los flujos de capitales. La búsqueda de inversores para lograr rendimientos más altos o más estables se acelera aumentando la volatilidad. Los precios del petróleo gradualmente se recuperan ante la mayor demanda y los productores de otros commodities tropiezan con limitaciones de oferta más frecuentes.

    Escenario 3. Desaceleración global.

    Convergencia con menor crecimiento. El escenario de menor crecimiento se define por la convergencia global hacia un camino más lento. El crecimiento global consigue alcanzar 2,0% en el transcurso de la década, levemente por debajo del promedio de los últimas tres décadas. La expansión depende especialmente de resultados positivos en mercados emergentes. Para finales de la década, la economía global llega a US$ 86 billones en dólares de 2015.
    Los desafíos estructurales siguen sin atenderse pero son compensados en el corto plazo con esfuerzos en parte exitosos por reactivar la demanda. China evita los peores efectos de un “aterrizaje violento” pero la confianza en el sistema financiero y fiscal decae y eso afecta también el crecimiento. China igualmente representa casi 23% del PBI global para 2025. En las economías avanzadas, los colchones fiscales y monetarios para atender reformas estructurales están agotados. La demanda de corto plazo se reactiva globalmente creando una oportunidad para Europa y Estados Unidos de avanzar en servicios financieros, privacidad y actividad de fusiones y adquisiciones, lo cual se convierte en un punto de referencia para imitación global. El comercio es un impulsor de crecimiento más importante en este escenario que en el anterior. La menor curva de crecimiento es una limitación, pero el comercio igualmente representa 27% de la economía global.

    Escenario 4. Crisis regionales escalonadas.

    Divergencia y bajo crecimiento. Este escenario es la imagen en negativo del escenario de sincronicidad global. El crecimiento se detiene y la economía mundial es US$ 11,4 billones más chica de lo que sería en el otro escenario. “Crisis regionales escalonadas” describe un mundo donde las reformas estructurales se detienen y la demanda agregada, especialmente en economías avanzadas, no vuelve en un modo sostenible.
    Los países dependen de formas convencionales y no convencionales de estímulos fiscales y monetarios. Las tasas de interés se mantienen en territorio negativo pero el panorama de crecimiento no logra alentar la inversión. La inversión fija incremental en los países del G 20 totaliza poco más de la mitad del nivel en el escenario de sincronicidad global.
    Sin suficientes incentivos económicos, las empresas no invierten en Investigación y Desarrollo y la innovación tecnológica se mantiene limitada a unas pocas regiones. La difusión de tecnología también se desacelera porque las economías cada vez más se vuelven hacia adentro. Proliferan las restricciones implícitas y explícitas a la actividad de fusiones y adquisiciones internacionales, como así también las regulaciones que inhiben la expansión del comercio y la tecnología. Como resultado, la participación de las exportaciones en el PBI para las naciones del G 20 crece más lentamente, de 31% hoy, a 34% para 2025.
    También se desacelera el crecimiento del empleo y las naciones del G20 agregan 60 millones de empleos menos de lo que harían en el escenario de la sincronicidad global.
    En este escenario, la economía mundial se mantiene mucho más vulnerable a los shocks económicos, especialmente de los flujos financieros.

    Nuevo equilibrio mundial

    Cinco megatendencias que impactarán en el futuro

    El mundo está experimentando cambios profundos que redefinirán la sociedad en general y también la forma de hacer negocios. Son tendencias que resultan significativas y generan grandes impactos, en diferentes sentidos.

    Desde PwC se han identificado cinco megatendencias que impactarán directamente sobre nosotros en un futuro cercano y que se reflejarán en la demografía, urbanización, el clima, la tecnología y los cambios en el poder económico.
    Una megatendencia es un patrón o movimiento de gran impacto en la sociedad y en los negocios que se mantendrá por un prologando período y cuyo efecto puede ser inmediato. Este nuevo modelo se presenta como un desafío de liderazgo y que demandará la búsqueda de un nuevo equilibrio mundial.

    –¿Cómo impactan en los negocios? Las megatendencias pueden generar grandes oportunidades o amenazas para las organizaciones, de acuerdo a cómo interactuemos con nuestros clientes y comunidades.
    –Influencian los negocios de tres maneras distintas: porque producen cambios en la sociedad en general, porque afectan a los consumidores, y por su impacto que tienen sobre nosotros como individuos. Por ejemplo, los cambios en el comportamiento de los consumidores son consecuencia de la colisión de tres grandes tendencias, como los cambios demográficos, los cambios tecnológicos y los cambios en el poder económico global.

    –¿Cómo podemos transformarlas en oportunidades?
    –Estas grandes tendencias varían según el lugar del mundo en el que nos encontremos, por lo que las organizaciones y las sociedades tendrán que comprender su impacto local. Al mismo tiempo, pensar en las megatendencias supone pensar en el largo plazo. En consecuencia, la clave para transformarlas en oportunidades estará en resolver problemas a corto plazo con perspectivas a largo plazo. Sería un error creer que el corto y el largo plazo son independientes uno del otro: si la tendencia está aquí y se quedará por un largo tiempo, debemos aprender a resolver problemas en el corto plazo, pero con una visión a largo plazo.

    Cambios en el poder económico
    No hace mucho tiempo el desarrollo económico podía localizarse en los grandes mercados de Europa y Norteamérica. Pero el juego comenzó a abrirse en las últimas décadas, cuando se identificaron atractivos emergentes en Asia y Latinoamérica. Hemos comenzado a transitar los primeros cambios en el poder económico global, una megatendencia que impacta directamente en el corazón de los negocios. Pero mientras que las empresas ya están trabajando para captar a los nuevos consumidores de las regiones emergentes, los cambios tecnológicos –otra megatendencia– atraviesan todos los mercados y están transformando el consumo en una experiencia mucho más compleja que exige nuevas soluciones.
    Para visualizar mejor la redistribución del poder económico que ya está en marcha, se han geolocalizado tres grandes grupos de mercados: desarrollados, emergentes y nuevos emergentes.
    En el grupo G7 ubicamos a los mercados plenamente desarrollados más importantes del mundo, que tradicionalmente han dominado el poder económico y político mundial: Estados Unidos, Japón, Francia, Italia, Reino Unido, Alemania y Canadá.
    El grupo E7 está conformado por las economías emergentes más grandes del mundo, incluidas las BRIC: China, India, Brasil, Rusia, pro también México, Indonesia, Turquía. Para 2030 se prevé que estarán entre los 12 mercados más grandes del mundo.
    Y también está el grupo F7 o de “economías frontera”, a partir de siete mercados pequeños pero altamente dinámicos: Nigeria, Colombia, Perú, Marruecos, Vietnam, Bangladesh y Filipinas. Este grupo tiene ingresos promedio por debajo del E7 pero en muchos casos está creciendo más rápido.
    Para John Hawksworth, líder del equipo económico de PwC en el Reino Unido, el futuro del poder económico global será disputado por los actuales mercados emergentes. “Hace veinte años, el E7 estaba millas atrás del G7; ahora la brecha se ha estrechado considerablemente, y para el año 2030 creemos que el E7 será relativamente más grande que el G7, en términos del tamaño de sus economías”.
    En base a esta perspectiva, las organizaciones están incrementando sus operaciones en las regiones del E7, una estrategia sin lugar a dudas conveniente, pero que puede resultar insuficiente si ponderamos el largo plazo. “También creemos que las empresas deben mirar más allá de los BRICS, más allá del E7, para buscar un rango más amplio de oportunidades –señala Hawksworth–.
    “Por eso hemos creado este nuevo grupo, que denominamos F7. Se trata de economías que por tamaño están en un nivel inmediatamente inferior al E7 y los BRICS, pero que si continúan desarrollándose en los próximos 10 o 15 años van a convertirse en grandes mercados de consumo”.