Por Mariano Lamothe (*)
En los últimos tiempos, en el plano local, el precio del crudo que se utiliza mayormente en la etapa de refinación (Medanito) estuvo en cierta manera desacoplado de los valores internacionales, pero si la tendencia se prolonga o profundiza en el mediano plazo, probablemente se sienta el impacto a la baja. Ahora bien, aún si el crudo local replicase en cierta medida la reducción proyectada en las estimaciones a escala internacional en 2015, la inercia inflacionaria del resto de las variables que inciden en la determinación del precio de los combustibles, hace poco factible prever una reducción del valor en pesos de las naftas o del gasoil en surtidor. Es decir, por más que los factores internacionales mantengan la tendencia declinante en el precio del crudo, en nuestro país los indicadores locales muestran una influencia contundente a la hora de definir valores.
En primer lugar, y si bien se espera que el tipo de cambio oficial siga actuando en cierta medida como ancla nominal, la devaluación promedio esperada para 2015 en nuestro escenario base ronda 17% interanual. Con lo cual, y dado que el crudo es un insumo dolarizado, gran parte de la eventual caída en el precio del petróleo sería compensado por un aumento en el tipo de cambio.
En segundo lugar, si bien el petróleo es el principal insumo de la etapa de refinación, inciden también y de manera significativa, la evolución de los costos de comercialización, logística y salarios, que seguramente muestren una dinámica más correlacionada con la inflación esperada para el año próximo, superior a 30% interanual.
En los niveles actuales
Bajo este escenario, lo más factible es que el precio de los combustibles en surtidor se mantenga en los niveles actuales o aumenten en menor medida que el nivel general de inflación. Esto en sí, ya constituye una buena noticia para aquellos rubros que tienen un importante peso del transporte en su estructura de costos. En este sentido, se destacan el sector de logística propiamente dicho, pero también el agropecuario, las economías regionales y el de los productos de consumo masivo como alimentos, bebidas y productos de cuidado personal, entre otros, que deben distribuirse por los centros urbanos de todo el país.
En cambio, sí podrían verse afectados los sectores proveedores de la industria petrolera ante la baja del precio del crudo en dólares. Aquellos que tienen inserción internacional, como el caso de los tubos sin costura, es probable que vean reducidos los envíos externos en el corto plazo ante una revisión y ralentización de la inversión petrolera en el plano mundial. En lo local, si no se frena o revierte la tendencia observada en la cotización del crudo en el mundo, puede implicar también una ralentización de la inversión esperada, sobre todo en las áreas de petróleo no convencional que cuentan con un costo de producción más elevado.
En otras palabras, el nuevo escenario internacional determinado por el precio del petróleo genera un nuevo desafío para la Argentina ya que si bien en el corto plazo podrá beneficiarse por la reducción del déficit energético calculado para 2015, la ralentización de las inversiones en nuevos pozos aleja aún más el horizonte para recuperar la seguridad energética.
(*) Mariano Lamothe es el gerente de Análisis Económico de abeceb.com