Un trofeo que se disputan China y Estados Unidos

    En el mundo occidental abundan las críticas a la potencia asiática: dicen que China, más que promover el desarrollo, explota los recursos naturales del continente; que no contrata mano de obra local ni contribuye al desarrollo de recursos humanos; que busca conseguir contratos para sí, a expensas de los países africanos.

    Las empresas estadounidenses, y por cierto funcionarios del Gobierno, comienzan a ver a China como una gran amenaza para los intereses de Estados Unidos. Un grupo de expertos de la Brookings Institution, una ONG con sede en Washington, ahonda en los principales desafíos y oportunidades para que ambas potencias compitan y a la vez colaboren en la región.

    En el pasado mes de abril hubo una reunión entre miembros de la Africa Growth Initiative, rama local de la Brookings Institution y el John L. Thornton China Center para conversar sobre los desafíos políticos y de seguridad en el continente, la naturaleza de sus inversiones, el significado de su actividad para las empresas africanas y sobre lo que todo eso significa para la actividad e influencia de Estados Unidos en el continente.

    Los desafíos de China en África

    Los teóricos en China le reclaman a Beijing el desarrollo de una estrategia de largo plazo en África. Algo que en este momento no tiene. Hoy el Gobierno no tiene capacidad para brindar protección física a sus nacionales y sus intereses en África. Aunque sus inversiones aportaron ingresos e infraestructura a diversos países, la naturaleza mercantilista de alguna de sus inversiones dañó el prestigio internacional chino y muchos creen que sus prácticas terminarán perjudicándola con el tiempo. Por cierto, con inversiones acumuladas de casi US$ 22.000 millones y más de un millón de nacionales chinos viviendo en África, a China le resulta cada vez más difícil superar los riesgos de seguridad que corren sus proyectos y su gente.

    También está en riesgo su reputación al insistir en hacer inversiones que a veces pueden obstaculizar el fortalecimiento de instituciones democráticas en África. China sigue invirtiendo en países con problemas de gobernanza, cosa que suelen evitar los Gobiernos occidentales.
    Pero China no llegó ayer a África. Ejerce desde hace décadas su “diplomacia de la chequera”. La diferencia entre su política actual y la anterior está en el aumento del comercio y la inversión, en lugar de la simple ayuda. Si bien gran parte de las inversiones se mantienen en el campo de la extracción de recursos naturales, también invierte ahora en el sector manufacturero y proyectos de infraestructura.

    Igualmente Beijing sigue siendo un jugador menor frente a Estados Unidos. La inversión directa de Estados Unidos en África es entre dos y tres veces mayor que la de China. Francia y Malasia también, todavía, la superan.

    Además, dicen los investigadores de Brookings, la influencia estadounidense en el continente es muy superior a la china. Por eso China quiere conquistar a los africanos. Y quisiera ver más participación de Gobiernos no occidentales en África para paliar su propio aislamiento en la comunidad internacional y demostrar que los ideales democráticos occidentales no son universales.


    Barack Obama

    Cooperación

    Los gobernantes africanos necesitan políticas eficientes y efectivas para beneficiarse de la competencia entre China y Estados Unidos. En este momento tales políticas no existen. Deberían, piensan algunos observadores, poder aprovechar las diferentes ventajas comparativas de EE.UU. y China. Muchos dicen que la ventaja china está en la velocidad y que la de EE.UU. en la tecnología superior, en su capacidad para operar en la industria de petróleo y gas y en brindar maquinaria de alta tecnología.

    Pero muchos países africanos quieren desalentar la cooperación entre China y EE.UU., dice Brookings. La falta de coordinación crea una ventaja para África porque crea controles y equilibrios entre las dos potencias.

    A pesar de la necesidad de que haya una saludable competencia, hay grandes oportunidades para África en la cooperación chino-occidental en países africanos, especialmente en operaciones de paz y seguridad. China está aumentando su presencia en las misiones de paz de Naciones Unidas y en la lucha contra la piratería.

    Tal vez una de las áreas más importantes en las que África podría beneficiarse de la cooperación EE.UU.-China sea en el área de transferencia de conocimiento. La brecha de empleo y habilidades es grande y se agranda con la explosión demográfica. Para eso ambos contendientes deberían invertir en empleos y habilidades.

    Durante la discusión en Brookings, David Dollar, emisario económico financiero del Tesoro de EE.UU. en China mencionó que los países africanos podrían imitar lo que la propia China hizo en su momento con las inversiones extranjeras y cómo impuso a las empresas extranjeras la transferencia de tecnología y limitó las visas a trabajadores extranjeros en emprendimientos conjuntos en China. Obligaba así a las compañías no chinas a capacitar e invertir en empleados locales. Esta idea de poder ascender por la escalera del desarrollo económico es muy atractiva para los empleados locales.

    Cambió el juego

    Durante la visita que realizó a África el año pasado el presidente Obama anunció que su Gobierno realizaría la primera cumbre de la historia entre Estados Unidos y los 54 países del continente africano para abrir un nuevo capítulo en las relaciones mutuas. Esa cumbre, que se realizó ahora, este pasado mes de agosto, pone en evidencia la creciente importancia de África en la escena global y la admisión por parte del Gobierno de Obama de las posibles ventajas que presenta para su país una mayor participación en el continente. Reunión cumbre que terminó con promesas de inversión estadounidense por US$ 33.000 millones.

    Para un Presidente que ha sido criticado por una aparente falta de interés en los asuntos globales, la reunión podía significar un gran cambio en las relaciones con África. Sin embargo, los medios de comunicación no reflejaron adecuadamente la importancia de la ocasión, pusieron más atención al brote del ébola y hasta algunos hablaron de escaso éxito.

    En la víspera de la reunión cumbre, la Brookings Institution organizó un foro que reunió a emprendedores y líderes de empresas, miembros de Gobierno, de la sociedad civil y de los medios para explorar las prioridades en una política África-Estados Unidos, estrategias de negocios para crecimiento económico, desarrollo, innovación, gobernanza y cambio de percepción de África a los ojos del mundo.

    Mwangi S. Kimenyi, director de Africa Growth Initiative de la Brookings Institution, propuso una serie de indicadores objetivos para evaluar el éxito de la cumbre. Entre ellos figuraba: un plan concreto de acción y compromisos, una participación efectiva y coherente de los líderes africanos, un alineamiento con las prioridades y estrategias de desarrollo de los países africanos, un cambio en la relación del unilateralismo a la convergencia y la institucionalización de cumbres futuras.

    Plan de acción y compromisos. Hubo acuerdos firmes de acciones conjuntas entre ambas partes en cuanto a los recursos (financieros, humanos e institucionales) necesarios para implementar las acciones. Las deliberaciones resultaron en claros planes de acción y compromisos. Hubo firmes compromisos por parte de ejecutivos de empresas para expandir la inversión en África. Hubo acuerdos específicos para aumentar el comercio y también sobre aspectos de seguridad y gobernanza.

    Participación efectiva y coherente de los líderes africanos. Algunos temían que por la corta duración de la cumbre, el acontecimiento se reduciría a un discurso de Obama con mínima participación de los líderes africanos. Se ignoraba si estos tendrían una posición armonizada frente a las relaciones con Estados Unidos, pero las declaraciones de los líderes demostraron que articulan sus posiciones de manera coherente. En este sentido fue una cumbre que brindó a los líderes africanos la oportunidad de interactuar significativamente con el Presidente de Estados Unidos.

    Alineamiento con las prioridades y estrategias africanas. Aunque la agenda de la cumbre incluía temas importantes para ambas partes, algunas de las prioridades y estrategias claves para el desarrollo no estaban explícitas. No cubrir esos temas deja importantes baches en lo que constituye el núcleo del desarrollo de África. Sin embargo, durante el diálogo, los líderes africanos plantearon profundizar la integración regional, avanzar sobre una agenda de desarrollo post 2015 y actuar sobre los flujos ilícitos de capitales y otros problemas claves.

    Del unilateralismo a la convergencia. Durante mucho tiempo las relaciones EE.UU.-África se definieron por el unilateralismo –ayuda y preferencias comerciales– en beneficio de África a expensas de EE.UU. Unilateralismo implica una relación desigual en la que EE.UU. no saca beneficios. Ese tipo de relación no es la base de una relación duradera. Las deliberaciones durante la cumbre pusieron énfasis a la convergencia de intereses económicos y de seguridad. “Los líderes destacaron la importancia que asignan a la profundización de la cooperación mutua entre ambas partes para avanzar en los intereses compartidos de seguridad y los objetivos comunes para aumentar la prosperidad de Estados Unidos y los países africanos”.

    Institucionalización para la sustentabilidad. Probablemente el indicador más importante del éxito de la cumbre tenga que ver con la institucionalización de cumbres futuras para la sustentabilidad. Una cumbre aislada sin plan claro de futuras reuniones no lograría cementar las relaciones. El presidente Obama dijo en el cierre que se había acordado convertir a esa cumbre en un acontecimiento recurrente para que todos se hagan responsables de sus compromisos. Esto constituye un factor de éxito decisivo, afirma Kimenyi.

    Sobre la base de estos indicadores objetivos de éxito, el representante de Brookings opina que la reunión cumbre entre Estados Unidos y los países africanos fue un éxito rotundo. La administración Obama demostró que África es importante para Estados Unidos y que hay beneficios mutuos en una relación bien estructurada. Por su parte, los líderes africanos no fueron espectadores inertes sino que tuvieron participación activa en el diálogo y expusieron los temas que más les importan. Lo más importante fue que las resoluciones incluyeron estrategias para institucionalizar esas reuniones.

    Kimenyi remarca que la escasa cobertura que dieron los medios de EE.UU. al acontecimiento es una clara demostración de la profunda ignorancia sobre el continente africano.

    Cooperación para Inga 3

    Cuando el río Congo completa su arco atravesando el corazón de África –4.700 km de recorrido– justo antes de desembocar en el océano Atlántico, sus aguas caen a pique en una cascada llama Inga. Es en ese lugar que China ha ofrecido a Estados Unidos la posibilidad de cooperar en uno de los más grandes proyectos de infraestructura jamás emprendidos en África.

    Ello ocurre luego de más o menos una década en que Gobierno, empresas e instituciones financieras chinas se involucraran con miles de millones de dólares en la transformación de las perspectivas africanas, desafiando de paso la supremacía de las empresas occidentales sobre los recursos naturales de África.

    La República Democrática del Congo, una nación del tamaño de Europa que siempre ha figurado entre los peores países del mundo para hacer negocios, ha vivido en permanente conflicto durante las últimas décadas. Los planes del Banco Mundial para construir una tercera represa en Inga forman parte de un complejo de represas para generar 40.000 mega watts, el doble del tamaño de la represa Three Gorges en China.

    El proyecto Inga es El Dorado de la infraestructura africana, aunque parece más un sueño que una perspectiva realista. El Gobierno de Estados Unidos está considerando la oferta de firmas estatales chinas para financiar los US$ 12.000 millones que requiere la represa Inga 3, una de las más costosas y posiblemente más controversiales del mundo.

    La represa Inga 3 forma parte del Grand Inga Plan un complejo de US$ 80.000 millones y seis proyectos hidroeléctricos sobre el río Congo de la nación africana.

    Si el consorcio chino –integrado por Sinohydro y China Three Gorges Corp– consigue el contrato, será el mayor logro que China haya logrado jamás en el extranjero.