Japón se acordó de América latina

    Shinzo Abe

    Justo después de que finalizara la gira del presidente chino Xi Jinpig por el subcontinente, Abe inició su gira regional visitando México, Trinidad y Tobago, Colombia, Chile y Brasil. Su periplo no solo tuvo objetivos económicos y diplomáticos sino que se interpreta como una estrategia de Tokio contra China, cuyo presidente Xi Jinping acababa de realizar una gira de nueve días por la región.
    Si a Estados Unidos le preocupa la presencia y los proyectos económicos de China en América Latina, a Japón, evidentemente también, pues busca ahora acuerdos económicos que le permitan neutralizar un poco el éxito de Xi Jinping.

    Fue la primera visita en 10 años de un Primer Ministro japonés a la región. El viaje buscaba reafirmar el tradicional compromiso de Japón con los países latinoamericanos. Trató, por encima de todo, temas relacionados con comercio, inversiones, energía y su interés en conseguir una banca rotativa en el Consejo de Seguridad de la ONU.

    De todos modos, Japón no es un visitante nuevo en la región. Brasil tiene la población descendiente de japoneses más grande del mundo y le sigue Perú. Tiene un acuerdo de libre comercio con México donde además es un inversor importante en el sector automotor. Curiosamente es gracias a las inversiones japonesas que México se convirtió en el segundo exportador de automóviles a Estados Unidos, relegando a Japón a tercer puesto. Hace tiempo que las empresas japonesas invierten en materias primas, como soja en Brasil y energía en Venezuela.

    Al comienzo de la gira Abe firmó en México varios acuerdos energéticos. Uno de ellos, entre la petrolera estatal Pemex y, otro entre Pemex y la Japan Oil, Gas and Metals National Corporation.
    La energía es prioridad uno para Japón desde que el desastre de Fukushima obligó al cierre de los reactores nucleares.

    México, por su parte, está realizando profundos cambios en su sector energético: el Congreso quiere poner fin al monopolio de Pemex y abrir el sector petrolero y de gas a la inversión extranjera.

    Inversión y tecnología

    Una vez realizadas las reformas en México, las empresas japonesas estarán en condiciones de invertir y ayudar a desarrollar el sector que necesita desesperadamente inversión, tecnología, infraestructura y experticia gerencial. El memorando de entendimiento que firmaron ambos mandatarios promete que apoyarán la construcción de un gasoducto para facilitar la exportación de gas natural licuado a Japón.

    En Colombia, Abe acordó con el presidente Juan Manuel Santos acelerar las negociaciones para concluir un acuerdo de libre comercio entre ambos países.

    Abe expresó su interés por fortalecer los lazos económicos y comerciales con los cuatro países que conforman la alianza del Pacífico. Japón tiene estatura de observador en el grupo, al que ve como un posible proveedor de recursos naturales y alimentos.

    Pero Abe también quiere fortalecer lazos con Brasil donde viven alrededor de 1,6 millones de descendientes de japoneses y ha pedido a las empresas de su país que busquen más negocios fuera de las fronteras de la isla asiática.

    Tokio ya tiene acuerdos de libre comercio con Chile, México y Perú. Con Colombia comenzó negociaciones en 2012, pero se demoran por diferencias sobre aranceles.

    La competencia económica con China no parece haber sido la principal motivación del viaje de Abe. El comercio entre China y Brasil ya es cinco veces más grande que el comercio entre Japón y Brasil.

    Además, China es el principal socio comercial de Chile y Perú y el segundo de la Argentina, después de Brasil. Más importante para Tokio en las Américas es la competencia económica generada por Surcorea y Singapur, que mantienen un perfil comercial y de inversión similar y por lo tanto, competitivo con Japón.

    Esto no quiere decir que la creciente influencia global de China no haya influido en la gira japonesa. La reunión cumbre entre la comunidad caribeña y Japón fue una oportunidad para que consiguiera los 14 votos que necesitaba para asegurarse un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU.