En el territorio de la empresa, la agenda suele cambiar con pasmosa velocidad. Hace apenas diez años había organizaciones donde no se había escuchado hablar nunca de la Responsabilidad Social Empresaria. El grupo más numeroso, sin embargo, era el que tenía una vaga idea del concepto pero que prefería evitar su tratamiento o bien lo asimilaba a cuestiones marginales del marketing o la filantropía.
Casi nadie se encuentra hoy en esta situación. Están los que tienen la más profunda convicción o los que recorren respetuosamente los primeros pasos del camino. Pero nadie necesita que le expliquen qué es RSE.
Es entonces cuando otra discusión se ha instalados en los últimos dos o tres años: la sustentabilidad. ¿Es un capítulo central de la RSE, o es al revés, y esta forma parte del concepto más amplio de crecimiento sustentable? No alcanza el tiempo para elucidar la cuestión. En los últimos doce meses la virulencia de la polémica avanza por otros senderos.
¿Es posible que haya crecimiento y que no desaparezca el capitalismo, si no se advierte el imperativo impostergable y la centralidad de la sustentabilidad? Esta es la avenida por donde habrá que transitar durante todo el futuro previsible.
Ese es también el foco del próximo “fuera de serie” de Mercado que, como ya es tradición, se publicará independiente de las ediciones mensuales habituales, durante el mes de noviembre próximo.
Es que el tema invade y perturba en todas las dimensiones. Para algunos se trata exclusivamente de satisfacer las demandas de los clientes que reclaman bienes y servicios producidos o entregados responsablemente. En otros casos, se impone la presión de arriba, de los propios accionistas e inversores que pretenden que se cumplan determinados valores corporativos.
Pero hay otros enfoques novedosos. Los que están conscientes de un entorno que exhibe cada vez menor disposición de recursos naturales, la cuestión es simplemente un imperativo estratégico. Cualquiera sea el resultado de este nuevo debate no quedan dudas de que la alta gerencia de las empresas más grandes y de las más actualizadas considera esencial definir y desarrollar modelos de negocios, elaboración de productos y prácticas de comportamiento que tengan en cuenta las implicaciones ambientales y sociales de cada paso.
Oportunidades y ganancias
Lo curioso –y atractivo además– es que buceando en esta idea de la sustentabilidad, muchos empresarios han identificado oportunidades que de otro modo nunca hubieran detectado. Sea reducir costos, achicar riesgos y –lo que es todavía más importante– generar nuevos y mayores ingresos.
Como dice el presidente internacional de Unilever (ver página 14 de esta misma edición), “la empresa existe para servir a la sociedad. Debemos encontrar la forma de hacerlo en forma sostenible y más equitativa no solo con recursos sino también con modelos de negocios sostenibles y que generen retornos razonables.”
Lo que se viene ya se vislumbra: una verdadera discusión –y no precisamente entre izquierda y derecha– sobre el futuro del capitalismo. Con todos los avances y aportes que sus defensores le atribuyan, cada vez más gente del común advierte que este ritmo de consumo desenfrenado y cada vez más mayor, no será posible mantenerlo.
Hace pocos días –para sumar otro enfoque– se discutió en Naciones Unidas sobre qué acciones tomar en materia de cambio climático. Un debate que parece estancado o en retroceso, ya que los índices de contaminación aumentan. Antes era fácil echarle la culpa a las potencias industrializadas. Después se puso de moda hacerlo con China, hoy una de las dos más grandes economías del planeta. Ahora está claro, que las economías emergentes –como la nuestra– también aportan lo suyo. Nadie tiene derecho a poner cara de inocente.
Como es tradicional, este esfuerzo editorial que aparecerá en noviembre próximo, consta de cinco capítulos bien definidos.
El primero, que se ocupa del estado del debate global en este campo. Como dicen los anglosajones, “the state of the art”. Por donde pasan las discusiones, cuáles las nuevas teorías que se abren camino. Dónde se pone el foco en este momento; quiénes son los nuevos protagonistas.
El segundo capítulo es el despliegue de una encuesta centrada exclusivamente en opinión pública, para saber con precisión lo que la gente opina sobre la RSE. Simultáneamente, ofrece un ranking: cuáles son –también según la gente– las empresas más valiosas en materia de responsabilidad social, las que mejor la practican.
El tercero es el que registra usualmente los testimonios, declaraciones y entrevistas de responsables del área en docenas de empresas, que explican cómo entienden y practican la RSE, a qué ideas le dan énfasis, qué materias privilegian y cómo rinden cuentas de lo actuado.
El cuarto, ideas centrales de protagonistas del quehacer en RSE que ponen de relieve conceptos e ideas que enriquecen este debate.
Finalmente, el quinto capítulo es el más completo directorio existente en la Argentina, de las empresas que declaran participar activamente de programas de RSE, con los datos centrales de su accionar.