El debate sobre las medidas que deben tomarse para detener el cambio climático está empantanado. A pesar de altisonantes declamaciones y de muchas conferencias internacionales, incluida la última cumbre de la Unesco celebrada en septiembre en la ciudad de Nueva York, las emisiones de gases de invernadero siguen creciendo. Tal es la evaluación que hizo Martin Wolf en el diario inglés Financial Times.
Para que el empantanamiento se destrabe, estima el analista, habría que comenzar por entender que las medidas necesarias para detener el cambio climático son compatibles con la prosperidad de las naciones. Si los líderes del mundo vieran con claridad que es posible combinar el combate contra el cambio climático desenfrenado con el mejoramiento de los niveles de vida de la gente, tal vez el debate se transformaría. Por ejemplo, si se lograra eliminar la dependencia de la electricidad generada por carbón se lograrían notables beneficios para la salud.
Un informe reciente realizado por la Comisión Global para la Economía y el Clima señala varios puntos fundamentales. Primero, que la naturaleza de la infraestructura que construyamos en los próximos 15 años definirá las chances que tengamos de mantener el calentamiento global promedio en menos de 2C, el nivel por encima del cual muchos científicos creen que el cambio podría resultar catastrófico. Segundo, para lograr ese cambio, el mundo debe comenzar a cambiar su conducta ahora. Tercero, durante este período se harán grandes inversiones en la infraestructura que va a moldear el desarrollo urbano, el uso de la tierra y los sistemas energéticos. Cuarto, al hacer las inversiones correctas, el mundo podría lograr por lo menos la mitad de la reducción en emisiones que se necesita para 2030.
Subsidios energéticos
El informe señala que los subsidios a los combustibles fósiles ascienden a US$ 600.000 millones al año, mientras que los que van a la energía limpia apenas llegan a US$ 90.000 millones. Esto, estima Wolf, tiene bastante poca lógica dado el daño que provocan las emisiones. En China, la dependencia del carbón ha convertido al país en el más grande emisor de gases de invernadero del mundo. Además del impacto sobre el clima, el resultado ha sido una terrible polución local. La conclusión parece estar clara: si reducen la dependencia del carbón reducirían también la polución local y global.
Un estudio del FMI afirma que el precio que actualmente se paga por emisiones de carbono beneficiaría a muchos países aunque se ignoraran todos los beneficios globales. En promedio, sugiere, el precio justificado por consideraciones domésticas sería de US$ 57 la tonelada en los primeros 20 emisores, mucho más alto que los precios recientes en el sistema de intercambio de emisiones en la UE. Sería lógico cobrar ese impuesto y usarlo para bajar impuestos más dañinos. También, los subsidios al consumo en muchos exportadores de petróleo generan derroches inmensos que deberían eliminarse de inmediato.
Además, las áreas urbanas son responsables de casi 70% del uso de la energía y en las economías emergentes están creciendo a toda velocidad. El informe de la comisión contrasta Atlanta con Barcelona, dos ciudades prósperas con poblaciones similares. La primera genera 10 veces más dióxido de carbono por transporte. Las ciudades del futuro deberían elegir ser más como Barcelona.
El uso de la tierra puede mejorarse al tiempo que se aumentan los ingresos de los agricultores. La deforestación descontrolada, por ejemplo, no significa ganancias sino enorme desperdicio económico y ambiental.
Finalmente, en energía, estamos asistiendo a una tremenda disminución en el costo de las renovables, especialmente en generación solar, junto con una mejor capacidad para manejar la intermitencia en la oferta energética. Las renovables y otras fuentes energéticas de baja emisión de carbono (incluida la nuclear) podrían, dice el informe, representar más de la mitad de la nueva generación de electricidad en los próximos 15 años.
Esas transformaciones deberán lograrse combinando precio, inversión, promoción de innovación y planificación. Y para eso hará falta combinar medidas públicas y privadas.