Las mujeres lejos de la cima

    Sin embargo, hubo progreso. En el año 1979, cuando las Naciones Unidas crearon la Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación Contra las Mujeres, ellas tenían menos de 6% de participación en los parlamentos del globo. Hoy, la representación parlamentaria es de 21,4% según datos de la Inter-parliamentary Union. Sin embargo, esto tampoco es una participación proporcional. Los más avanzados son los países nórdicos, donde 42,2% de los representantes parlamentarios son mujeres; luego vienen las América con 25% y Europa con 23%.
    Siguen existiendo barreras políticas, legales, culturales y económicas. Desde la no aplicación de leyes de igualdad y la falta de confianza o de apoyo familiar hasta una cultura política masculina que todavía no está preparada para permitir a las mujeres hacer malabarismos con responsabilidades familiares y laborales.
    En opinión de Valbona Zeneli, doctora en seguridad nacional y subdirectora del Central and Southeast European Program del George C. Marshall European Center for Security Studies, hubo un notable progreso en los últimos 30 años. Lenta y progresivamente, dice, las mujeres fueron consiguiendo títulos universitarios, obteniendo más empleos en el nivel introductorio y entrando a campos de la actividad dominados por hombres.
    En resultados educativos superan a los hombres, con 58% de los títulos universitarios. Pero, mientras dos tercios de las mujeres se gradúan en humanidades y artes, los hombres siguen dominando en ciencia con 60% de los graduados.
    Queda todavía mucho más por hacer. Las mujeres no están llegando a la cima de ningún sector. En la empresa, la brecha de género sigue amplia. En Estados Unidos, por ejemplo solo hay 21 mujeres en la lista de las Fortune 500.
    Esto quiere decir que cuando se trata de tomar las decisiones que más afectan al mundo, las voces no se escuchan en forma pareja. Aunque tengan la educación necesaria se chocan con techos que las separan de sus aspiraciones.
    Un informe realizado por McKinsey en 2011 muestra que a los hombres se los promociona sobre la base de su potencial, mientras que a las mujeres se las promociona sobre la base de logros pasados.

    La razón del interés económico

    ¿Por qué es necesario más progreso? Por las leyes básicas de la economía, más que por los estudios de diversidad. Esas leyes nos dicen que si se aprovecha toda la reserva de recursos humanos y de talento, el desempeño colectivo mejoraría. Crecería el PBI global.
    Las investigaciones confirman una directa correlación entre la brecha de género en oportunidades económicas y el crecimiento económico. Cuanto más estrecha es la brecha de género en un país, más alta es su productividad económica.
    Parece una verdad de perogrullo decir que el fortalecimiento económico de las mujeres es un requisito para el desarrollo económico sustentable y las sociedades igualitarias. Y sin embargo, es muchísimo más que eso, afirma la académica.
    Pero mejorar la situación de la mujer no solo es una cuestión de conveniencia económica. Es una cuestión de simple justicia y equidad humana. En casi todos los países las mujeres trabajan más horas que los hombres y reciben menos paga. En los países pobres hacen más trabajo no remunerado, trabajan más horas en la economía informal y aceptan condiciones laborales degradantes.
    En casi todos los países, incluso en los más avanzados, el trabajo doméstico sigue siendo “invisible”. Esto tiene graves consecuencias socioeconómicas, entre ellas, graves injusticias a la hora de la jubilación.
    En los países en desarrollo las costumbres y las tradiciones siguen más fuertes que las protecciones legales formales. Esto obedece al férreo carácter patriarcal y conservador de la sociedad y también a la perpetuación de mitos de liderazgo. Además está la violencia doméstica que sigue rampante en áreas rurales y urbanas. Las mujeres no son informadas de sus derechos y muchas ni siquiera confían en las mismas estructuras que deberían protegerlas.
    Los medios juegan un rol importante en la afirmación de esos estereotipos, y no solo en países en desarrollo. Deberían realizar un esfuerzo para mejorar su desempeño porque, entre otras cosas, la prosperidad y el futuro sustentable de sus sociedades dependen de ello.