Este año Strategy & Business ha seleccionado los mejores libros publicados sobre el tema. El que figura en primer lugar, The Second Machine Age, está escrito por un economista (Erik Brynjolfsson) y un especialista en infotecnología (Andrew McAfee). Los autores sugieren que las máquinas inteligentes no son solo los productos de la innovación sino además habilitadoras fundamentales de destreza innovacional.
El título completo del libro es The Second Machine Age: Work, Progress and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies.
Allí Brynjolfsson y McAfee, del Centro de Negocios Digitales del MIT, sostienen que hemos entrado a una era durante la cual las máquinas aumentarán nuestros poderes mentales de la misma forma en que ya aumentaron nuestro poder físico. Muy pronto llegará una ola de máquinas inteligentes que, según ellos, cambiarán y desdibujarán la línea divisoria entre el dominio humano y el digital. Las tareas rutinarias, tanto manuales como cognitivas que hasta ahora estaban reservadas a los humanos, se irán digitalizando cada vez más.
Los autores están convencidos de que el efecto general de las tecnologías digitales inteligentes será profundamente beneficioso. Prevén que el crecimiento de esas tecnologías generará un aumento exponencial en la trayectoria del desarrollo social humano en el futuro previsible. A medida que las tecnologías digitales se combinen y recombinen, la abundancia reemplazará a la escasez como norma en economía, algo que traerá mayor cantidad de opciones y de libertad. Calculan que la tecnología digital nos ayudará a vivir en el planeta más livianamente que las tecnologías de las máquinas que la precedieron.
Las tecnologías de las máquinas, como el ferrocarril y el automóvil, cambiaron el paisaje físico, que a su vez crearon una amplia ecología de nuevos trabajadores en la fábrica y la oficina. Pero la migración del trabajo a las computadoras probablemente resulte en importantes pérdidas de trabajo. Y si el cambio digital se produce con más rapidez de la que logren los trabajadores desplazados en adquirir nuevas habilidades, tal vez nunca puedan actualizarse. Por eso, una de las grandes preocupaciones de los autores es que la reducida escala física de las tecnologías digitales (comparada con sus equivalentes humanos y mecánicos) puede ser una de las causas de la desigual distribución del botín económico que acompañará a la segunda era de las máquinas.
Sociedad polarizada
Además, por la misma naturaleza de la innovación digital –en la que el ganador se lleva todo– la sociedad podría polarizarse en extremo, con un pequeño grupo de trabajadores de conocimiento digital muy bien pagos por un lado, y por el otro una amplia masa de trabajadores de servicios con bajos ingresos realizando las tareas no rutinarias que las computadoras todavía no pueden hacer. La media salarial podría ser muy baja, marcando enormes disparidades de ingresos entre los que tienen y los que no. Estos problemas, junto con los muchos cambios en política y práctica requeridos para solucionarlos, podrían colocar una enorme carga sobre los Gobiernos.
Para sortear estos problemas y prosperar en la segunda era de las máquinas, los autores recomiendan que el foco de las instituciones educativas y de los estudiantes gire hacia “las habilidades de ideación, reconocimiento de patrones y comunicación compleja” algo que las máquinas todavía no hacen. Los Gobiernos deberían sostener la investigación básica y ofrecer premios por innovación, adoptar incentivos impositivos para alentar el empleo y reformar radicalmente mediciones económicas como PBI, que no logran captar mucho de lo que es relevante para el bienestar humano.
La última meta de Brynjolfsson y McAfee es el desarrollo de una civilización “estilolibre” donde las personas y las máquinas trabajen juntas para convertirse en poderosos híbridos. Como ejemplo, citan el ajedrez, una actividad en la que ahora es normal que las computadoras puedan vencer a los grandes maestros, pero en la que los grandes maestros, al trabajar con máquinas, pueden lograr una combinación de agilidad y conocimiento táctico que es todavía más poderoso. Esta idea, llevada al ámbito empresarial, sugiere que en el futuro, la ventaja competitiva de una compañía estará en la capacidad de sus empleados para razonar e integrar mientras sus computadoras se ocupan de escanear y calcular.