Lanzatech es una compañía de Illinois que está revolucionando la forma en que el mundo concibe los residuos de carbono. Está desarrollando un tratamiento químico para convertir los gases residuales de muchas industrias en combustibles y productos químicos sin impactar la cadena de valor de los alimentos. La directora ejecutiva, Jennifer Holmgren, estima que, por ejemplo, si todos los gases residuales de la industria siderúrgica global fueran tratados usando el proceso de su compañía, el mundo encontraría una manera de crear un quinto de todo el combustible que necesita la flota aérea global para volar durante un año. Según ella, “esta tecnología desafía la definición actual de “desecho” y modificará irremediablemente la forma de conseguir materias primas”. La tecnología tiene la posibilidad de revolucionar el actual sistema energético basado en petróleo, altamente centralizado, porque permite la producción regional de energía barata a partir de residuos y desechos locales.
Pero las ideas que maneja Lanzatech no son más que un ejemplo de una cantidad de conceptos tecnológicos capaces de transformar la vida de la gente en los próximos 30 años. Las estadísticas detrás de esta tendencia son impresionantes. Según Battelle, un grupo estadounidense (Columbus, Ohio) que realiza investigación y desarrollo en ciencia y tecnología, el mundo gastará este año unos US$ 1.600 billones (millón de millones) en una cantidad de disciplinas relacionadas con la ingeniería y que van desde la robótica hasta los medios sociales.
Ya son más de 7 millones las personas que hacen investigación tecnológica en el mundo. El número es cada vez mayor en China, India y Brasil, tres países que han comenzado hace apenas 15 años a figurar en las grandes ligas de la tecnología.
En el mundo hay una larga lista de campeones trabajando en ciencia y tecnología que, aunque incluye nombres como Google y Apple en Estados Unidos, abarca también firmas menos conocidas como la danesa Coloplast, la francesa Essilor y la japonesa Keyence.
Coloplast desarrolla, fabrica y comercializa instrumentos y servicios médicos. Da empleo a 7.500 personas, opera en 53 países y produce en Dinamarca, Hungría, Francia, China y Estados Unidos.
Essilor es la compañía de lentes oftálmicas más grande del mundo. Ha creado Varilux, la primera lente progresiva mundial que corrige la presbicia y permite una visión nítida de cerca, intermedia y lejana. Opera en más de 100 países de los cinco continentes y en Europa es la cuarta en equipamiento médico.
Keyence está en la vanguardia de la automatización industrial. Es líder en sensores, sistemas de medición, marcadores láser, microscopios y sistemas de visión artificial en todo el mundo.
Multitud de actores
Luego hay empresas relativamente pequeñas creadas en años recientes para explorar áreas nuevas de ciencia y tecnología que apenas aparecen en la constelación del universo corporativo pero son una gran promesa. Entre ellas figuran DNA2.0 y Genome Compiler, dos pioneras sede en Estados Unidos que operan en el campo de la biología sintética. Y Roli y Sugru en Gran Bretaña que están explotando ideas en instrumentos musicales electrónicos y químicos sintéticos, respectivamente. Roli, fundada en 2009, fabrica productos de hardware y software pensados para aumentar y mejorar la interacción entre la gente y la tecnología.
Sugru fabrica una goma revolucionaria que se forma con la mano. Se la moldea como si fuera plastilina, sella prácticamente cualquier cosa y se convierte en horas en una silicona fuerte y flexible. En suma, un producto revolucionario que permitirá arreglar, modificar o hacer de todo.
¿Cómo determinar el impacto de esta enorme masa de desarrollo tecnológico? Por un lado, hay una escuela de pensamiento que menosprecia el actual nivel de innovación y lo considera marginal en comparación con algunos de los grandes cambios del pasado. Esto está basado en la idea de que los revolucionarios avances en productos de principios del siglo 21 se ven débiles cuando se los compara con la invención de la máquina de vapor o el advenimiento de la generación de electricidad.
Con la misma fuerza hay expertos que dicen que la riqueza de actividad, que a menudo implica la colaboración de investigadores en muchas partes del mundo que trabajan en múltiples disciplinas científicas, está generando una cantidad inmensa de avances importantes.
Los economistas y estadígrafos recurren a métodos conocidos de medición, como contar patentes o gasto en I+D, o mirar datos de productividad; esas técnicas normalmente ofrecen una visión parcial, según el profesor Josh Lerner, jefe de la unidad de administración de emprendimientos de Harvard Business School. Dice que las patentes y el gasto en investigación cuentan solo los “insumos” necesarios para el proceso innovador y no lo que más le interesa a la gente: los verdaderos “resultados”.
Sobre la misma línea, la mayoría de los estudios de productividad descansan sobre la medición de cómo los precios de los bienes y servicios afectados por la infotecnología han cambiado en el tiempo, un área plagada de minas estadísticas.
La misma generalización y complejidad de la tecnología hace difícil desenredar los efectos de una o múltiples líneas de desarrollo técnico, según Kenneth Carlaw, economista de la universidad de British Columbia en Canadá.
¿Cuál es la contribución marginal de una cubierta de automóvil? Todo el auto no se puede mover sin la rueda llena de aire. Ahora consideremos el mismo escenario sin un conductor, o sin volante, o sin gasolina. Cada una de esas contribuciones marginales tiene un rol en el proceso de brindar el servicio de transporte total. “Pero cada una de esas contribuciones puede no ser mensurable, porque está ligada a todas las otras tecnologías que son importantes”.
Pareciera que –por más cambio tecnológico que se logre o por más interés en crear cambios radicales en la forma que funciona el mundo– la habilidad de los humanos para entender todo eso tal vez no aumenta al mismo ritmo que la actividad innovadora.
Revolución industrial
La robótica y la impresión 3D
Ambas áreas de intensa actividad prometen revolucionar la manufactura, los servicios y los modelos de negocios en casi todos los sectores. Como todo hecho revolucionario, vienen con costos y riesgos, ambos capaces de demorar su avance arrollador.
Podría decirse que la impresión tridimensional existe desde los años 80, pero que solo en los últimos años los avances en la tecnología ayudaron a que tenga un rol de mayor importancia pero en la industria y en los mercados de consumo.
El mercado global para productos y servicios realizados mediante impresión tridimensional, que se usa para hacer cualquier cosa desde figurines de plástico hasta complejas partes para motores de avión, creció 34,9% en 2013 según un informe de la consultora Wohllers Associates.
Esto marca su mayor crecimiento en 17 años, que fomenta las expectativas de que esta tecnología sea capaz de desatar una nueva revolución industrial.
Con la reducción del costo de las impresoras una amplia gama de industrias, desde la aeroespacial hasta la de las joyas parece adoptar la tecnología tridimensional para la fabricación de prototipos u objetos finales a costos relativamente bajos. En los próximos años, permitirá también la impresión con metales, incluyendo algunos preciosos como oro y plata además de papel y plástico.
La medicina está usando esta tecnología para diseñar productos altamente personalizados, como audífonos e implantes dentales. Pero hay mucho más: en un campo donde la innovación salva vidas, la impresión 3D potencia a médicos, investigadores y fabricantes no solo de dispositivos médicos para trabajar más rápido, probar de manera detallada y personalizar como nunca antes. También crea órganos.
El 27 de marzo de este año se difundió una noticia asombrosa en Internet: por primera vez en el mundo, médicos implantaron todo el cráneo (de plástico) hecho con una impresora en tres dimensiones. La paciente fue una mujer holandesa de 22 años. En el Hospital Universitario de Utrecht (Holanda) se colocó la pieza desde la frente hasta la nuca y “de una oreja a la otra”. La paciente no tenía alternativa porque sufría de una enfermedad ósea que iba aumentando gradualmente el tamaño de su cráneo.
También en marzo un equipo de médicos del Morriston Hospital en Swansea (Gales) reconstruyó, con piezas realizadas con tecnología 3D, la cara de un hombre que había sufrido un accidente automovilístico.
Avances en robótica
La robótica está teniendo una participación todavía más intensa que la impresión tridimensional. Los desarrollos en robótica están habilitando impresionantes avances en la manufactura. Los robots se utilizan en la industria desde hace 50 años, especialmente en la automotriz, para realizar tareas difíciles y peligrosas como soldaduras y elevación de piezas pesadas.
Sin embargo, a medida que se instalan tecnologías inteligentes, con desarrollos en visión, movilidad e inteligencia artificial, los robots comienzan a salir de la “caja de seguridad” (operaban en sectores cerrados para evitar accidentes).
Esto abre nuevos mercados robóticos y a trabajar codo a codo con seres humanos. Por ejemplo, se están usando robots para ciertas cirugías delicadas, para trasladar por los pasillos de los hospitales carritos cargados con medicamentos, muestras de laboratorio, comidas, ropa para lavar, cargas pesadas y desechos peligrosos. Un informe del McKinsey Global Institute, el brazo investigador de la consultora, estima que la aplicación de robótica avanzada en el sector salud, manufactura y servicios podría generar un crecimiento económico de US$ 1,7 billones a US$ 4,5 billones anuales para 2025 (millón de millones).
“El gran mercado para la robótica está en los servicios”, dice Robert Richardson, director del Departamento de Sistemas Robóticos Innovadores en el EPSRTC de Leeds. “Finalmente la robótica se está mudando de la industria a la vida cotidiana. Eso es un desafío inmenso”.
Pero si bien el potencial de la impresión 3D y la robótica es inmenso, no es probable que provoque una alteración masiva en la industria o la vida cotidiana en el futuro inmediato. La primera debe lograr todavía más reducción de costos y la segunda sigue generando temores de seguridad. Los organismos reguladores estudian en detalle todos los resguardos que habrá que tener en cuenta si las industrias sacan a los robots de sus cajas de seguridad. O sea, los peligros que conllevan podrían demorar su aplicación masiva en la industria, los servicios y la vida cotidiana.