Innovaciones e inversión
Claro que sumas considerables siguen fluyendo hacia la innovación, y que lo que se invierte en tecnologías limpias y verdes está a niveles altos, históricamente hablando. Pero eso es una gota de agua en el océano, en opinión de Steve Minnihan, analista de Lux Research. Si una empresa de servicio público invirtiera US$ 1.000 millones en instalar energía solar, estaría solucionando apenas 0,0025% de la demanda global de energía.
Y esa cifra se vuelve insignificante frente a los US$ 644.000 millones que gasta el mundo en exploración de gas y petróleo. Eso refleja una realidad: que el equilibrio de la energía global sigue dominado por combustibles fósiles convencionales y continuará así durante décadas. En su último panorama del futuro, BP dijo que el petróleo, gas y carbón tendrán cada uno un market share de 26-28% del sistema energético global en 2030. En cambio, las energías renovables y la nuclear solo ostentarán apenas 6-7% cada una.
Los que sueñan con una tecnología disruptiva capaz de romper el equilibrio en favor de fuentes de combustibles no fósiles se van a desencantar. Minnihan no espera que nada cambie las reglas del juego durante por lo menos 50 años.
Sin embargo, el panorama no es todo negro. Va a haber cambio, dice Minnihan, pero más del lado del consumo que de de la producción. “Las mejoras en eficiencia energética, por ejemplo en sistemas de iluminación, calefacción y ventilación pueden tener un impacto enorme en la demanda de energíaâ€, dice.
Algo parecido ocurre en el sector automotor. Los vehículos eléctricos no lograron despegar en la escala que muchos anunciaban. Lo mismo ocurrió con los vehículos de células combustibles. Pero mientras las tecnologías verdaderamente disruptivas siguen en etapa embrionaria, se van instalando mejoras más modestas.
Minnihan cita el ejemplo de los vehículos micro híbridos que usan sistemas de arranque y detención, en los que el motor de un auto se apaga automáticamente cuando llega a una luz roja o se atasca en una congestión de tránsito, reduciendo así el tiempo que el auto pasa en inactividad. Esa tecnología podría conducir a una mejora de 5 a 10% en la eficiencia energética del vehículo, que tendrá mucho más impacto sobre el consumo de combustible que si 2% de los conductores se cambiaran a un auto eléctrico. Para 2020 casi todos los nuevos vehículos serán micro híbridos.