Petróleo, un nuevo mundo muy diferente

    En menos de 20 años, Estados Unidos y toda América del norte serán autosuficientes en petróleo. Una consecuencia directa de la presencia de las inmensas reservas confirmadas de shale oil y del shale gas.
    Esa es la razón de la gradual retirada estadounidense del conflictivo escenario del Oriente Medio. Y la misma causa por la que China, cuya dependencia petrolera aumenta debido al creciente y enorme consumo, se verá involucrada en lo que acontezca en esa región.
    Otra consecuencia de importancia en este continente es cómo se debilita el rol de proveedor privilegiado de Venezuela –y de México– del gran mercado americano. Grandes productores como Arabia Saudita, países árabes del Golfo y Nigeria, ven amenazada su posición dominante como proveedores del hidrocarburo, o al menos se verán obligados a buscar nuevos clientes en otras latitudes.
    También hay un futuro luminoso para la Argentina, tal vez la tercera reserva del planeta en shale oil y gas. Es cierto que la actual coyuntura puede desanimar. El país debe recuperar la suficiencia energética, hacer frente a cuantiosas inversiones y disponer de tecnología de punta para avanzar en la explotación de estos yacimientos, pero el vaso medio vacío no debe impedir ver el potencial del vaso medio lleno.
    En el escenario mundial –tal como lo advierte la IEA (sigla inglesa para la Organización Internacional de la Energía), el mapa de producción, refinación y comercio de petróleo será rediseñado durante el próximo quinquenio.
    El pronóstico es que para 2017, Estados Unidos superará a Arabia Saudita y a Rusia, para convertirse en el gran productor mundial de crudo. La revolución “shale” cambiará el mapa y el escenario de la actividad petrolera y del mundo energético.
    Es cierto que el nuevo boom está aún en la infancia, pero todos los actores se ven obligados a tomar nota de la nueva realidad.
    Con bastante certeza, se calcula que para 2030, Estados Unidos –que hoy importa 20% del total de sus necesidades energéticas– será autosuficiente en términos netos. Las grandes corrientes del comercio de crudo se reorientarán hacia Asia.

    Nuevo escenario geopolítico
    Lo que implicará un tremendo cambio en materia de concepciones geopolíticas. Si se autoabastece, EE.UU. perderá interés en salvaguardar la navegación por los corredores críticos actuales. Mientras que China, que dependerá cada vez más del Medio Oriente, seguramente se verá obligada a intervenir cada vez más en esa crítica región.
    La clave para entender este nuevo boom petrolero en Estados Unidos fue la aparición y perfeccionamiento de técnicas como la fractura hidráulica o “fracking”, un método de perforación horizontal que ha permitido alcanzar yacimientos cuya existencia se ignoraba o bien se consideraban irrecuperables. Primero permitió extraer gas, pero ahora también petróleo. La técnica tiene sus detractores: uso excesivo de agua para la fragmentación de las rocas, distrayendo la utilización de buena parte de los recursos hídricos, necesarios para la agricultura y el uso humano.
    En los últimos años, gracias a esta técnica y a estos hallazgos, Estados Unidos ha venido incorporando 500.000 barriles diarios cada año. Se espera que en 2035, el país produzca 7,8 mbd.
    Mientras tanto, la necesidad de energía global –también para 2035– crecerá en un tercio con respecto a la actual demanda (especialmente en China e India).

    Pronósticos de la IEA
    El Medium-Term Oil Market Report de la IEA es un pronóstico de mediano plazo que alcanza a las cuatro fuentes primarias de energía: petróleo, gas, carbón y energías renovables. En esta última versión, queda en claro que las transformaciones se dan en todos los frentes: tecnológico, geopolítico y económico.
    Precisamente, cierta debilidad en la economía mundial ha reducido las expectativas de crecimiento de la demanda en el mediano plazo. Pero igual sobrevienen cambios. La demanda combinada de las economías emergentes superará a la de los países agrupados en la OCDE tan temprano como en 2014. Especialmente en el continente asiático.
    Visto desde la oferta, el crecimiento se dará en el continente americano, en especial en Estados Unidos y Canadá.
    Para 2017 –siempre según la IEA– 32,9 millones de barriles diarios de crudo se transarán en diferentes regiones del planeta, 1,6 mbd menos que el año pasado. Esto implica no solamente cambios importantes en la balanza comercial de muchos países, sino un cambio profundo en el día a día de las grandes corporaciones que negocian estas materias primas.
    Las refinadoras de petróleo de Estados Unidos cortarán sus importaciones de crudo en el orden de 2,6 mbd, equivalente a toda la producción de Kuwait, gracias al aumento de la extracción en Canadá, Texas y Dakota del Sur. Entre tanto, la hasta hoy gran región productora del planeta, el Medio Oriente verá reducidas sus exportaciones en 1,9 mbd con respecto a las cifras del año pasado.
    El cálculo es que las importaciones de crudo por parte de países industrializados caerá en cinco años en 4,3 mbd. Mientras que los países en desarrollo aumentarán su consumo en 2,7 mbd.

    Obama puede zafar
    del abismo fiscal

    Los pesimistas dicen que nada ha cambiado. Que Barack Obama ganó las elecciones en el Colegio Electoral, aunque las cifras de votos totales fueron parejas. Que los demócratas, como hasta ahora, controlan el Senado, mientras los republicanos lo hacen con la Cámara de Representantes (o diputados). Por tanto, todo seguiría como hasta ahora, con el camino bloqueado para evitar el tan mentado abismo fiscal, o la imposibilidad del Gobierno para gestionar.
    Pero hay otra manera de ver las cosas. Durante al menos dos años largos, los republicanos bloquearon toda posibilidad de eliminar la reducción de impuestos a los más ricos, establecidas por George Bush, de generar nuevos ingresos y por lo tanto de reducir el déficit de la forma que pretendía el Presidente (sin recortes en salud o en otras áreas sensibles).
    Lo que ocurrió en estas elecciones presidenciales, y de lo que han tomado nota la mayoría de los republicanos, es que resulta imposible triunfar con una plataforma electoral tan radicalizada como la que impuso el “Tea Party”. Esas consignas tuvieron todo este tiempo a Obama a la defensiva. Ahora que han fracasado en la compulsa popular, es el Presidente el que recupera la iniciativa y lanza su ofensiva. Será difícil para los republicanos no hacer algunas concesiones en esta instancia.
    La estrategia de dejar al Presidente sin nuevos recursos para afrontar nuevos gastos y reducir el éxito parecía ser la bala dorada con la que el viejo partido republicano recuperaría el poder. La bala fue disparada y no hizo blanco. Al contrario, hirió en el pie a quienes la dispararon.
    Obama resultó ser un hueso duro de roer y logró demostrar que era un Presidente de “segundo mandato”, que es precisamente lo que acaba de obtener. Los republicanos han perdido buena parte de sus armas. Este año expiran esas deducciones impositivas y recortes automáticos que favorecían a los más ricos. Sin tener que hacer absolutamente nada, los demócratas encontrarán nuevas fuentes de recursos. La iniciativa está ahora en manos de la Casa Blanca.
    Los que están en riesgo con su electorado son a su vez los republicanos. El poder combinado de más impuestos a los más ricos, tasas más altas sobre ganancias financieras y fuertes reducciones en el presupuesto de defensa los pone en difícil situación en el Congreso. Su gente los votó, perdieron y ahora Obama logra lo que se le iba a impedir nuevamente. Son ellos ahora los que tienen urgencia por negociar.
    En la estrategia presidencial puede haber una propuesta de recorte impositivo a la clase media, que alcanzaría a 98% de los hogares que perciben menos de US$ 250.000 al año. ¿Se animarán a bloquearla los republicanos? La indignación popular puede ser difícil de resistir aún para la piel dura de legisladores republicanos que aspiran a ser reelectos en su momento.
    La gran ventaja republicana era la amenaza de obligar a un default de la deuda nacional (situación que se alcanzaría en febrero próximo). Pero si no prestan algún tipo de acuerdo, los impuestos subirán automáticamente el 1º de enero, y el Gobierno federal tendrá recursos para evitar el fantasma del default. Fin de la ventaja republicana.
    Lo que está ocurriendo estos días en Washington es lo que los medios han bautizado como “el gran regateo”. Que puede durar casi todo el 2013, pero con una gran diferencia con todo lo ocurrido hasta ahora. Los votantes pusieron de manifiesto que quieren un compromiso balanceado y que si el tema principal son los ingresos, se inclinan en esa dirección.
    En simultáneo, lo que está ocurriendo es una verdadera batalla para saber cuál es la facción y el pensamiento dominante que se adueñan del control del partido Republicano.







    El singular negocio del lujo


    El mercado de lujo en la Argentina no está viviendo su época de oro. Las restricciones a las importaciones y el cepo cambiario han sido el gran disuasivo. Fueron muchas las marcas de lujo que este año decidieron irse del país (como Louis Vuitton, Montblanc y Cartier). Pero esa no es la experiencia en la región ni tampoco en el escenario global (ver Informe a partir de la página 74).
    Los ingresos del mercado de bienes de lujo mundial crecerán 7% en los últimos tres meses del año en comparación con 2011, para culminar con un crecimiento total anual de 10% y empujar la facturación a € 212.000 millones; de acuerdo a Bain & Company consultora global, en la 11ª edición de su “Estudio del Mercado Mundial de Bienes de Lujo”.
    Un aumento estimado de 10% para 2012 representa el tercer año consecutivo tras la “gran recesión” que el mercado de los bienes de lujo crecerá anualmente en dos dígitos. Las ventas de Asia-Pacífico, impulsadas por China, proyectan crecer 18%, mientras que la región de las Américas también planea fuertes ganancias, con ingresos elevándose en 13% para fin de año. El crecimiento en Europa representará aproximadamente la mitad del que tuvo el año pasado y se situó en 5% este año. Se estima que el mercado de los bienes de lujo crecerá, en términos reales (es decir, a tipos de cambio constantes), entre 4 y 6% por año entre 2013 y 2015, impulsando el mercado a € 240 – € 250.000 millones para mediados de la década. En Latinoamérica, se aguarda un crecimiento de entre 15% y 25% para los próximos cinco años.