¿Se revertirá el año próximo la desaceleración de 2012? Factores externos positivos: América latina y en menor medida, China. Siembran dudas los países desarrollados y los precios de los commodities. Factores internos que empañan las posibilidades: la suma de desequilibrios, en particular el energético, el de cuenta corriente, el cambiario, el fiscal y la inflación.
Por Estefanía Casadei y Juan Surraco (*)
Así y todo, la Argentina crecería en 2013 más que en 2012. Es rara la ciencia maldita.
La economía argentina se ha movido al ralentí durante 2012. Según datos oficiales, la actividad aumentó 5,2% interanual en el primer trimestre y 0% durante el segundo. El ciclo se revirtió levemente en el tercer trimestre de 2012. Sin embargo, esta recuperación parece ser más lenta que el pronóstico del Gobierno, que espera un crecimiento anual de 3,4% –lo que implica que el crecimiento en el cuarto trimestre tendría que ser de 4,5%–.
Mientras tanto, el Relevamiento de las Expectativas de Mercado (REM) estima que el crecimiento de todo 2012 llegará a 2,6%, a lo que corresponde un crecimiento interanual de 1,32% en el último trimestre. El aumento de actividad anual seguramente estará entre estas dos tasas. Para 2013, la evolución de la economía argentina está condicionada en parte por lo que ocurra en el plano internacional y también depende de ciertos factores internos.
Este año está cerrando con más dudas que certezas sobre la situación económica internacional venidera. El mundo seguirá moldeado por las secuelas que dejó la crisis financiera internacional. Si bien parece comenzar a verse la luz al final del túnel, la recuperación marcha lenta.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) sostiene que el crecimiento de la economía mundial será de 3,3%, en 2012 y de 3,6% en 2013. De la evolución de la economía mundial dependerá la demanda de productos de exportación argentinos. Desde Europa, el panorama resulta sombrío ya que la economía está estancada y caerá 0,4% este año. Para 2013 se espera que crezca apenas 0,16% (FMI). Esto es importante ya que el volumen comercial con la zona euro representa actualmente 16,6% del total. No obstante, los traccionadores del crecimiento seguirán siendo los países en desarrollo.
Asia crecería a 7,2% según estimaciones del Banco Mundial (China, a 7,7%). Si bien estas tasas representan una desaceleración comparadas con las de los últimos años, continúa siendo la región de mayor crecimiento a escala mundial. China es otro de los principales socios comerciales de la Argentina, ya que alrededor de 10% del volumen total de comercio se realiza con ese país.
Estefanía Casadei
Optimismo regional
Es en Latinoamérica donde hay mayores fuentes de optimismo: en 2012 se espera un crecimiento de 3,17% y, en 2013, de 3,9%. El año próximo, Brasil crecerá a 4,6% anual y esto es importante para la Argentina ya que alrededor de 23% del volumen de comercio ocurre con el país vecino. Según el FMI, la Argentina crecerá a 3,1% anual en 2013. Pero debe tenerse en cuenta la evolución de los precios de algunos commodities importantes para estas economías. Por ejemplo, en 2012 ambos países fueron beneficiados por los precios récord de la soja, que alcanzó US$ 690 por tonelada, y el maíz, que llegó a un máximo de US$ 350.
Los pronósticos del Banco Mundial indican que el poroto de soja se ubicaría en 2013 en torno a los US$ 550 la tonelada. Si bien implica una caída de 8%, sigue siendo un buen precio en relación histórica. El petróleo, otro de los commodities que influyen decisivamente en estas economías, ha mostrado durante este año cierta tendencia a la baja, y se prevé que para 2013 mantenga, en promedio, un precio de US$ 105 el barril de crudo.
Otro punto importante es la variación en las reservas internacionales. Desde 2003 a 2010, la Argentina tuvo un superávit de cuenta corriente (vendió más de lo que compró al resto del mundo) mayor que el déficit de la cuenta capital (el financiamiento neto al resto del mundo), lo que le permitió acumular casi US$ 40.000 millones en reservas. Sin embargo, en 2011 esta tendencia se revirtió y pasó a tener déficit de cuenta corriente (a pesar de tener superávit comercial tanto por la mejora en los términos de intercambio como por los controles sobre el comercio exterior) y de capital.
El resultado fue la pérdida de US$ 5.814 millones en reservas del BCRA. Al segundo semestre de 2012, estas cuentas permanecían equilibradas, aunque es esperable un peor resultado de la cuenta corriente en el segundo semestre.
Juan Surraco
Factores internos
La desaceleración del crecimiento, además de su explicación en los factores externos, tiene parte de su justificación en decisiones de política doméstica que dieron menos certidumbre a las inversiones privadas. Entre ellas, puede mencionarse el control de cambios establecido en noviembre de 2011 (y la progresiva restricción a la compra de dólares), y la decisión de expropiar YPF al grupo Repsol. No casualmente, el debate económico en 2012 giró en torno a dos grandes temas: la política energética e hidrocarburífera y el “cepo” al dólar.
La política energética ha resultado insuficiente para sostener la alta demanda asociada con el crecimiento registrado entre 2003 y 2011. El superávit de la balanza energética venía achicándose desde 2007, pero la gran reversión se dio en 2011, cuando el saldo pasó a ser deficitario y el país debió pagar al exterior casi US$ 2.800 millones para abastecerse.
El poco crecimiento de la actividad económica en 2012 disimuló la crítica situación. Sin embargo, en los primeros nueve meses, el saldo acumulado es deficitario en US$ 2.781 millones, es decir que apenas mejoró 4,2% respecto del mismo período de 2011.
Por otra parte, las restricciones a la compra de dólares han precipitado el avance del tipo de cambio en el mercado informal, donde se negocia la divisa a un precio mayor que el oficial –a principios de noviembre el informal tocaba los $6,32 por dólar mientras que el oficial estaba en $4,73–. Se crea entonces un spread de 34% que el BCRA no ignora, y en definitiva refleja el atraso del tipo de cambio real oficial y la pérdida de competitividad de la economía. El Poder Ejecutivo planea una devaluación nominal del 12,6% para 2013, año en el que el dólar valdrá $5,10 en promedio. Sin embargo, las estimaciones privadas indican un dólar a $5,6, es decir una devaluación de 16% anual.
Otro tema para tener en cuenta es que el Gobierno continúa utilizando la política monetaria como mecanismo de estímulo a la demanda. El aumento interanual de la base monetaria promedió 23% desde 2007 a 2011 y la tendencia de los primeros nueve meses de 2012 muestra una tasa de 33% anual.
Durante los primeros nueve meses de 2012, el BCRA acumuló más de $25.000 millones en adelantos transitorios al Tesoro, mientras que según la ley de presupuesto de la Administración Nacional de 2013 se prevé la colocación de más de $16.000 millones en adelantos transitorios al BCRA. Además, el presupuesto habilita al BCRA a transferir al Tesoro casi US$ 7.697 millones para el pago de deuda o para financiar gastos de capital si hubiera excedentes, a cambio de letras intransferibles en dólares.
Este mayor financiamiento del BCRA convalida el crecimiento del gasto del Estado, que alcanzó un tamaño récord –superior a 42% del PIB en 2012– medido por el gasto consolidado. Ello no necesariamente es un problema. En cambio, es preocupante que hace cinco años que el Gobierno nacional acumula déficits fiscales, hasta alcanzar 1,6% del PIB en 2012. Para 2013, en lugar del exiguo superávit pronosticado por el Gobierno, se espera un déficit que, en términos del PIB, tendrá igual tamaño que este año.
Definitivamente, la variable que más rápido absorbe todos estos desequilibrios es la inflación. Como la fiebre, es el primer síntoma. Entre 2003 y 2006 los precios aumentaron en promedio 10% anual. La base monetaria aumentaba a 22% interanual, la cuenta corriente era superavitaria y el BCRA acumuló más de US$ 21.000 millones.
A partir de 2007 y hasta 2010, la inflación anual se aceleró a 18% (medida por el IPC de algunas provincias), mientras que la emisión se mantenía a 21% anual. Aunque se acumularon US$ 18.600 millones en reservas, ya se podía percibir el progresivo deterioro del balance de pagos. En 2011, la emisión llegó a 33% y la cuenta corriente fue deficitaria, lo que llevó a un déficit de la balanza de pagos. Se perdieron US$ 6.100 millones de reservas. Mientras tanto, la inflación tocó 22% anual. El uso desmedido de la política monetaria y la financiación del Tesoro mediante emisión de moneda por parte del BCRA plantea nuevamente un escenario de alta inflación –cercana al 26% anual– para el año entrante.
En resumen, el crecimiento será mejor que en 2012, pero no tan alto como entre 2003 y 2008. Además, este nivel de actividad viene de la mano de la inflación, el déficit energético, el fiscal y otra serie de desequilibrios que habrá que atender para que este crecimiento sea sostenible.
(*) Estefanía Casadei y Juan Surraco son analistas del Programa de Política Fiscal de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). www.cippec.org