domingo, 22 de diciembre de 2024

La Danza blend, lo último de Altos Las Hormigas

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La bodega presenta su blend de uvas Malbec, Bonarda y Semillón 2019, cosechadas a mano.

La bodega Altos Las Hormigas presenta “La Danza”, un blend de uvas tintas con un refrescante porcentaje de uvas blancas: un vino que, por su composición, resulta altamente placentero.

“Es hora de disfrutar, ya sea en familia, con amigos o en pareja junto a una copa de este vino llamado “glou-glou”, como representa la onomatopeya. Se trata de un vino que invita a ser degustado de una manera relajada y descontracturada. La Danza es para tomar hoy, no para guardar o envejecer, es más frutal y con menos madera”, comenta Antonio Morescalchi, fundador de la bodega.

Su color es rojo rubí intenso con tintes violáceos brillantes. Sus aromas se combinan entre los frutales -frutillas, higos y frutos rojos- hasta los herbales y las especias. Por su sabor delicado, su toque de acidez y su dejo frutado es un excelente acompañamiento de platos mediterráneos, especialmente aquellos con berenjena y tomate.

Hoy, la bodega presenta una nueva propuesta que explora la versatilidad de diversos tipos de uvas y terroir. En esta ocasión las tres variedades utilizadas, Malbec, Bonarda y Semillón, provienen de Luján de Cuyo y el Valle de Uco y son cosechadas a mano. Durante la fermentación, cada tanque se degusta tres veces por día para evaluar su progreso. El vino no pasa por roble, para acentuar su frescura; es criado en cubas de cemento por un mínimo de 9 meses. En Argentina, ya se consigue en vinotecas, tiendas especializadas y canales online.

La etiqueta fue creada exclusivamente por la diseñadora francesa Laurence Chenè, quien logró un resultado con tonos de simpatía, alegría y emociones positivas, todo lo que despierta el vino al ingresar en la boca de quienes lo beben. Por todos los sentidos, este vino invita a disfrutar, a relajarse y, por qué no, a bailar un rato.

Es ideal para ser servido en jarra pingüino, para evocar nuestras raíces y volver a compartir la buena mesa con los seres queridos. Esta jarra era famosa por su presencia en los domingos familiares o las cenas con amigos, en las que no faltaba la excusa para destapar un rico vino y servirlo directo de la jarra, creada para conservar el calor ardiente del alcohol. Su diseño se remonta a los tiempos de masiva inmigración italiana. Rápidamente fue adoptado por los pulperos que preparaban y comercializaban los vinos. Su mística se conserva aún hoy y su aparición en reuniones sociales ya es tradición.

 

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