En consecuencia, el proceso de desinflación encarado sobre el cierre de 2018 pareciera haberse revertido y las luces de alerta permanecen encendidas.
Al analizar por categorías, resalta el avance de Regulados (+4,2%) producto del aumento en las tarifas de electricidad, transporte y prepagas. Por su parte, el IPC Núcleo trepó 3,9% el mes pasado, impulsado por la suba de alimentos (un alza de casi 6% en el mes) y los precios estacionales crecieron solo 1,9% i.a.
¿A qué respondió la aceleración de la inflación? En primer lugar, cabe destacar que, aunque el tipo de cambio creció casi 6% durante el mes cerrando en torno a $39, no alcanzó a los niveles de septiembre pasado ($41), de modo que su impacto fue acotado durante febrero.
En este marco, adquiere relevancia la inercia inflacionaria: precios que suben porque otros precios subieron antes en pos de no quedar atrasados frente al nivel general. En este sentido, resalta la dinámica de la carne vacuna, que como consecuencia de los aumentos en el precio mayorista, registró un incremento en los precios al consumidor de hasta 15% -dependiendo del corte-, cuando en el último cuatrimestre del año pasado había acumulado un alza cercana al 5%. En la misma línea, la continuidad en el recorte de subsidios económicos implicó un nuevo ajuste mensual de tarifas (el rubro Vivienda, agua, electricidad y gas escaló 6,4% en el mes), que al ser un costo de central de la mayoría de los bienes y servicios tuvo un efecto considerable de segunda ronda.
Por último, las actualizaciones salariales producto de las cláusulas de recomposición que se vienen activando desde diciembre pasado también agregaron presiones a la inflación.
¿Qué pasará en los próximos meses?
Al comienzo de marzo, el tipo de cambio superó los niveles de septiembre pasado. Si bien este nuevo “récord” podría generar nuevos aumentos, por el momento estos serían acotados producto de la volatilidad que reviste el mercado cambiario y una demanda deprimida. Sin embargo, la mayor inercia inflacionaria eleva el riesgo que los agentes sobrereaccionen ante estas situaciones, por miedo a quedar retrasados.
Asimismo, ya hay pautadas subas de tarifas de servicios públicos para marzo (electricidad y transporte) y abril (gas) además de otros precios regulados (colegios privados y prepagas). Como resultado, la inflación no cedería de manera significativa durante marzo y abril –cuando empiecen a cerrarse las negociaciones paritarias de este año-, y la suba de precios acumularía alrededor de 15% en el primer cuatrimestre del año.
En los meses posteriores, las presiones cambiarias podrían intensificarse, lo que apuntalaría las presiones por este lado. Sin embargo, las tarifas también ingresarían en su “período electoral”, aunque en este caso irían en el sentido opuesto a la divisa y permanecerían estables. En consecuencia, se cambiaría un factor por otro, de modo que la inflación no se desaceleraría sensiblemente. Como resultado, proyectamos una suba de precios superior a 35% para el acumulado anual.