Una propuesta de este tipo en la Argentina de la segunda década del siglo XXI es inseparable de su proyecto de integración con los países de América del Sur, ante todo Brasil, vinculados todos ellos, a través de una estrategia deliberada, con el nuevo eje de la acumulación global, que es China.
La Argentina enfrenta el contexto más favorable de su historia para crecer sostenidamente en los próximos 10/20 años por encima del promedio mundial, y de esa manera resolver el problema de la pobreza.
Aprovechar esta oportunidad requiere una nueva estrategia de crecimiento económico que coincida con la tendencia central de la época, que es la convergencia estructural, en términos de ingreso real per cápita y aumento de la productividad, de los países emergentes con respecto a los avanzados, y en primer lugar EE.UU.
Esta convergencia estructural, como estrategia y tendencia de fondo de la época, es el nuevo nombre del desarrollismo del siglo XXI, que tiene lugar en un contexto de integración mundial del sistema capitalista, y mientras el eje del proceso de acumulación se ha trasladado irreversiblemente del mundo avanzado al emergente.