Todo el poder al Pacífico, un cambio trascendente

Si de verdad hay un desplazamiento de gravitación desde Occidente hacia Oriente, ¿eso significa que viviremos la centuria china? ¿O por el contrario, ningún país o región será protagonista excluyente de este siglo?

28 agosto, 2012

¿Acaso China e India pueden llegar a dominar la escena internacional con el mismo peso que Gran Bretaña en el siglo 19 o Estados Unidos en el siglo 20? 
En todo caso, la cuestión es si tiene sentido una estrategia de control militar de ese océano con la escasez de recursos que se avecina y el aumento de la población global que pasará de los actuales 7 mil millones de habitantes a 9 o 10 mil millones en 2050.

 

El argumento es fascinante por sí sólo, aunque su demostración no es tan sencilla. Pero corre a lo largo de estas líneas. Estados Unidos –como antes Gran Bretaña- ha sido la potencia hegemónica durante seis o siete décadas.

No más, su poderío económico está golpeado y hasta su capacidad militar comienza a verse disminuído. En simultáneo, más allá de la visibilidad notoria de varias economías emergentes, China ejercita sus músculos y ya es la segunda potencia mundial (si no la primera, como sostienen otros).

Pero además de China está India que avanza con celeridad para situarse en el pelotón de vanguardia, y otros países asiáticos que irrumpen como jugadores, al menos económico, de indudable peso.

Lo que permite que se hable cada vez con más fuerza de la centuria asiática, o de la hegemonía china. La insistencia de Estados Unidos –en plena retirada de conflictos regionales en distintas partes del globo- en su visión estratégica de control de los mares que circundan a China, alimenta esa versión.

Es muy probable que este siglo no sea de China ni de nadie. Pero lo cierto es que el Pacífico será el centro de gravedad económico del planeta, y Washington – no importa quien gane las elecciones presidenciales- se apresta a usar los recursos y herramientas que adquirió como gran superpotencia, para seguir teniendo la mayor influencia posible.

Tanto China como India pueden convertirse en poderosos actores económicos, pero eso no implica que automáticamente dominen el escenario mundial como le tocó hacerlo a Estados Unidos. Es el fin del mundo unipolar, y la aparición cierta del multipolarismo.

Algunos observadores se preguntan si todos estos esfuerzos, de una y otra margen del océano, tienen sentido. Lo que se avecina es la escasez de recursos básicos y la presión por conseguirlos, para una población mundial de 7 mil millones, que a mitad de siglo puede ser de 9 a 10 mil millones y que en 2100 se estima entre 12 y 15 mil millones.

El capitalismo de los siglos anteriores se desarrolló con productos básicos abundantes y baratos, y con poca población (relativa) en el mundo industrializado. Si hoy los países asiáticos siguen la pauta de consumo occidental e imitan el modelo de capitalismo de los últimos dos siglos, pueden encontrar sus terribles límites en muy pocos años. Cinco mil millones de asiáticos en 2050 no pueden consumir como se hace hoy en el mundo que primero se industrializó y desarrolló.

Pero además no todas son rosas en el escenario actual. Aparte de Japón, Surcorea, y estados pequeños como Singapur, la mayoría de los países asiáticos son pobres todavía y con una reducida clase media. Para prosperar, algunos países siguieron las recetas importadas y abrieron sus mercados comerciales y financieros, con amplia libertad en movimiento de fondos. Un camino del que ya hay síntomas de arrepentimiento.

Cuando se advierten las dificultades a enfrentar, en todos los continentes y regiones, la cooperación y los esfuerzos conjuntos parecen más inteligentes que los antiguos planteos militares. Pero tal vez falta un tiempo para lograr que ese concepto se convierta en principal corriente de pensamiento.

 


La región y el nuevo gran socio

 

Hay una razón poderosa por la que Argentina y toda la región latinoamericana deben prestar atención al nuevo escenario en el Pacífico y al notorio deslizamiento de poder desde Occidente hasta Oriente.

Desde 2005 los bancos de China han prestado más de US$ 75.000 millones a América latina. El gigante asiático desplazó a Estados Unidos convirtiéndose en el principal socio comercial de Brasil y Chile. Nada más que en 2010, los bancos chinos prestaron al área más que el Banco Mundial, el BID y el ExIm Bank juntos, según un informe académico independiente publicado por la Universidad de Boston.

Los préstamos no siempre son baratos. El China Development Bank, principal actor en la financiación al subcontinente americano,  extendió en 2010 un crédito a nuestro país por US$ 10.000 millones a tasa Libor más 600 puntos de base. Ese mismo año, el Banco Mundial nos prestó US$ 30 millones a tasa Libor más 85 puntos de base.

Hay diferentes explicaciones sobre la estrategia china. Para algunos es un mecanismo para asegurarse provisión de commodities a largo plazo. Para otros, desde una perspectiva más ideológica, se trata de que Beijing busca reforzar los lazos Sur-Sur. Para la mayoría, la explicación es que China está comprando influencia con dinero barato.

Cualquiera sea la interpretación, los latinoamericanos no pueden permanecer ajenos a este debate sobre el desplazamiento del poder mundial desde Occidente hacia Oriente, y las previsibles consecuencias políticas y económicas que tendrá este giro.

 

 

Guerra fría entre China y EE.UU.

 

Lo más sorprendente, en un año electoral en Estados Unidos, es como apenas salida de la trampa en Irak y casi fuera de Afganistán, la potencia americana se embarca en una nueva estrategia bélica en la región de Asia-Pacífico, anunciada formalmente en enero pasado.

Tanto Beijing como el Pentágono se observan y miden sus fuerzas en las aguas del mar de China meridional. Washington aumenta su presencia porque, explica, China está aumentando su poder naval.

Es cierto que en las últimas semanas apareció un nuevo fantasma: la posibilidad de una guerra en Medio Oriente entre Irán e Israel, y tal vez otros vecinos de la región e incluso naciones occidentales, incluyendo a EE.UU.

Pero hasta ese entonces, la gran preocupación estratégica del Pentágono era que China ha invertido tanto en armamento que podría estar en condiciones de disputar el liderazgo de Estados Unidos en el Pacífico. El gigante asiático cuenta ahora con aviones de combate capaces de evadir radares, y también con misiles balísticos anti navales. 

 

China: “Acusaciones infundadasâ€

 

La respuesta oficial de Beijing cuando el Pentágono anunció su nueva estrategia defensiva que la señala como uno de los principales desafíos militares a Estados Unidos, fue tajante: “Las acusaciones son completamente infundadasâ€. El vocero del ministerio de defensa chino, coronel Geng Yansheng, llamó a Estados Unidos a “seguir la tendencia de la era y tratar con china y las fuerzas armadas chinas de manera objetiva y racional. Advirtió también a Washington que tuviera cuidado con sus palabras y sus acciones.

Otros funcionarios del gobierno denunciaron públicamente las recientes alianzas militares de Estados Unidos en Asia definiéndolas como “pensamiento típico de la guerra fría†y advirtieron que tales medidas podrían desestabilizar la región.

Más allá de esas declaraciones, el gobierno y los militares buscan evitar críticas directas a la AirSea Battle, la doctrina militar del pentágono. Si bien la percepción de que Estados Unidos busca contener a China está profundamente enraizada en el gobierno y las fuerzas armadas en Beijing, también ha habido un período de reflexión sobre cómo la opinión de los países vecinos se ha vuelto contra China en los dos últimos años. 

En opinión de Lin Zhiyuan, experto en EE.UU. en la Academia de Ciencia Militar, el gobierno de Estados Unidos ha retomado su interés estratégico en el este iniciado luego del final de la guerra fría pero interrumpido por las guerras en Afganistán e Irak. Ahora, dice, la interferencia en algunos puntos importantes crea un entorno todavía más complicado en la estrategia china de crecer en paz. Según él, la respuesta ideal es mejorar las relaciones con sus vecinos para despejar temores sobre su ascenso.

Funcionarios militares salieron al cruce de las quejas presentadas en Washington por el vicepresidente chino y candidato a la presidencia, Xi Jinping en oportunidad de su visita. Defendieron su estrategia militar en Asia diciendo – en palabras del secretario de Defensa Leon Panetta — que potencias emergentes estaban “poniendo a prueba reglas y relaciones internacionalesâ€. 

Antes de iniciar su viaje, Jinping se refirió a la decisión de la administración Obama de aumentar sus alianzas y su presencia militar en Asia. “En un momento en que la gente quiere paz, estabilidad y desarrollo, privilegiar deliberadamente la agenda de seguridad militar, escalar el despliegue militar y fortalecer alianzas militares no es realmente lo que la mayoría de los países de la región Asia-Pacífico quiere verâ€, destacó.

 “En el vasto océano Pacífico caben cómodamente China y Estados Unidos. Esperamos que respeten y se acomoden a los principales intereses y legítimas preocupaciones de los países de Asia Pacíficoâ€.

En la casa Blanca, el presidente Obama recibió a su visitante celebrando el “ascenso pacífico de china†pero manifestando la necesidad de asegurarse de que “todos están trabajando según las mismas reglas en lo que se refiere al sistema económico mundialâ€.

La rivalidad militar entre ambos países en el Pacífico occidental se intensificó en los últimos tres años ante los esfuerzos de China por afirmar sus derechos en los mares del sur y este de la China. A modo de respuesta, Estados Unidos está fortaleciendo sus alianzas con varias naciones asiáticas preocupadas por el ascendiente poder de su gran vecino y ha instalado una nueva base militar en Australia.

Aunque las relaciones entre los mandos militares de ambos países Jinping visitó también el departamento de estado y el Pentágono y se entrevistó con un grupo de empresarios norteamericanos. En el Pentágono la recepción fue importante, con un saludo de 19 cañonazos y la fanfarria de la Drums Marching Band. También tuvo dos encuentros privados con el vicepresidente Joe Biden. Es el primer vicepresidente a quien el Pentágono recibe con tantos honores.

 

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