<p>En Occidente, el público atravesó una recesión (de 2007 a 2009), luego transformada en alto desempleo, que aún golpea a Estados Unidos, España y otras economías. En ese contexto, el aumento de materias primas e insumos invoca el espectro de la inflación. </p>
<p>El avance de las materias primas refleja tanto factores internacionales cuanto condiciones específicas en determinados sectores. En la plaza de hidrocarburos, donde el Brent ha rozado US$ 126 el barril y el tejano intermedio pasó los 111, la guerra civil libia pero –en realidad- los disturbios en Argelia, Siria o Bahrein y ciertas señales en la península arábiga crean incertidumbres sobre la oferta de crudos. Además, la catástrofe japonesa apunta a picos de desmanda: Tokio es el tercer importador mundial.<br />
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Entretanto, el sector agrícola fomenta su propia curva alcista en otros mercados. Por ejemplo, el mal tiempo en China y Pakistán reduce la cosecha algodonera. Igual sucede con el trigo (Rusia, Ucrania, Canadá), el maíz o la soja en Estados Unidos. ¿Resultado? Valores en alza.<br />
Estos descensos de producción no podían haber llegado en peor momento para economías dinámicas. Particularmente en Asia oriental y meridional, ávidas de bienes de consumo o uso final, cuya demanda se refleja en rubros e insumos básicos. Presionados desde varias puntas, inversores y especuladores salen a la caza de refugios como el oro.<br />
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Pese a todo, señala <em>Knowledge@Wharton</em>, no sin optimismo, este aumento de materias primas no parece hoy por hoy tan oneroso como la inflación de los años 70. Por ejemplo, la economía estadounidense se halla mejor ubicada para afrontar una disparada del petróleo. Así, la energía empleada para generar un dólar en el producto bruto interno es alrededor de la mitad que en 1973/5 o 1979/81 a valores constantes. Ello se debe, en parte, a que esa economía ha ido transfiriéndose de la industria a los servicios.<br />
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Aparte, “algunas tretas empleadas por el sector privado hace poco más de 35 años, para capear la borrasca, podrían servir en la actualidad”, apunta el experto David Reibstein. “Por ejemplo, las empresas solían mantener valores nominales, pero reduciendo el contenido de los envases. En general el público se fija en un alza de precio, no en una baja de volumen”, señala no sin cierto cinismo.<br />
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Siempre en términos del marketing norteamericano, la industria trata siempre de sostener precios lo más posible. Según subraya Stephen Hoch (<em>K@W</em>), “las empresas tiene miedo de pasar a los minoristas demasiada carga de costos. Temen que la competencia hará lo mismo y no quieren perder mercado”.<br />
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En verdad, la recesión iniciada en 2007 y el desempleo posterior, que no acaba de agotarse, ha disminuido márgenes en la gama de la venta al detalle. Ahora, el auge de productos e insumos primarios dificulta las cosas, pues el comercio trabaja con márgenes más estrechos y el público se fija de los precios.<br />
Ciertas actividades aplican estrategias de cobertura para eludir costos en aumento. Por ejemplo, las aerolíneas ahorran en combustible. Sin embargo, sin signos de que la fase alcista de los rubros básicos ceda, una cantidad de compañías viene anunciando incrementos de precios. <br />
Hanes, Gap o Abercrombie & Fitch, castigadas por el alza del algodón, empiezan a subir valores de su indumentaria. Kellog eleva los de sus cereales, mientras Procter & Gamble o Kraft Foods la emulan e igual hace Whirlpool, afectada por el aumento del acero y el aluminio. <br />
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“Sin la menor duda –opina John Zhang, profesor de marketing en Wharton-, muchas empresas debieran buscar formas de administrar alzas de precios, a fin de no sacar de quicio al comerciante ni, mucho menos, al público. No es necesario elevar todos los bienes o servicios para todos los clientes. Resulta preferible diferencia por área y capacidad adquisitiva, máxime en rubros masivos”.<br />
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Sea como fuere, la gente advierte tendencias inflacionarias amplias, pero la Reserva Federal y su presidente, el optimista Benjamin Bernanke, no cree que el alza de materias primas y bienes intermedios los preocupe. Apelan a un argumento nada original: los costos de productos básicos representan apenas una pequeña parte de los costos totales. Por otro lado, el desempleo recién aflojaba a 9% en marzo. <br />
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Sigue el alza en productos básicos y alarma el fantasma de la inflación
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