La medición fue válida sólo por unos días, pero fue suficiente para una reacción inmediata del gobierno local. La torre Eiffel desapareció bajo una nube de gas venenoso, las asieron una veda parcial de automóviles y tomaron una serie de otras medidas para bajar las emisiones drásticamente. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault adoptó inmediatamente medidas para controlar los niveles de contaminación por micropartículas, como la gratuidad del transporte público en una decena de ciudades, incluida el área metropolitana de París, con el fin para evitar el uso de los coches particulares.
Dispuso, además, la circulación alterna de vehículos en la ciudad y en los tres departamentos limítrofes ante la expectativa de un agravamiento de la contaminación atmosférica ese día y el martes. Esa circulación alterna, que limitaba la posibilidad de utilizar el vehículo propio uno de cada dos días según la matrícula sea par o impar, se aplicó hasta que los niveles de polución bajaron algunas semanas más tarde..
Durante ese pico de polución el aire contenía tantas partículas peligrosas que para los habitantes significaban algo así como convertirse en fumadores pasivos.
Pero fuera de ese pico que duró pocos días, la ciudad registra un promedio anual de 41 puntos mcg/m3 frente a 31 de Londres. París, por otro lado, está lejos de los récords mundiales de contaminación, ostentados por ciudades de Irán, India y Pakistán. En Francia, el umbral de alerta se desencadena cuando hay más de 80 microgramos de partículas de 10 micras por metro cúbico. Hay pocas grandes ciudades con una media anual dentro de los límites preconizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 20 mcg/m3.
Pierre-Emmanuel Burg , de Airparif, la asociación a cargo de monitorear el aire en la región de París, explica que hay muchos factores que contribuyen a elevar los niveles de polución. Uno de ellos es el enamoramiento del país con los autos a gasoil. El gasoil hace mucho tiempo que es el favorito de los automovilistas franceses. Los motores a gasoil son más bajos de mantener que los de nafta porque son más eficientes y cuestan menos en Francia Pero son mucho más contaminantes, en especial los modelos más viejos.
Otra fuente de polución es la calefacción residencial. Y la tercera proviene de la zona agrícola que rodea a la ciudad, donde el amoníaco que se usa en los fertilizantes doma una reacción química con los humos que emanan los autos urbanos.
Con todo, señala Burg, los niveles de polución han venido mejorando sostenidamente durante los últimos 20 años.