Davos, entre pronósticos errados, agenda equivocada e incertidumbre

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Todos los años, la reunión anual en la villa alpina de Suiza, concentra la atención mundial. No esta vez, cuando compite con la asunción de Donald Trump que jurará el mismo día (20) en que concluye el World Economic Forum.

Ni siquiera la anunciada presencia –por primera vez- de Xi Jinping, el poderoso presidente de China, alcanza a darle realce suficiente. Es que además der la tremenda competencia que supone la expectativa por las primeras medidas de gobierno de Trump, el foro debe luchar contra tres elementos que se han conjugado en su contra.

En primer lugar, admitir que todos los pronósticos formulados en la reunión pasada, la de 2016, fueron erróneos. En segundo término, improvisar para modificar a fondo la agenda prevista para esta reunión, totalmente desactualizada con las nuevas realidades. En tercero, y último lugar, adaptarse con gran velocidad de reacción al nuevo escenario geopolítico mundial y a todo lo que entraña.

Hace doce meses, la élite mundial presente en el encuentro, estaba convencida que era imposible que Donald Trump ganara la nominación presidencial por el partido Republicano (muchísimo menos el sillón presidencial). También estaba segura de que Gran Bretaña votaría con amplitud por permanecer en la Unión Europea, que la globalización era indetenible y que el libre comercio internacional seguiría en expansión.

No es la primera vez que este grupo selecto de dirigentes mundiales se equivoca, pero nunca antes en esta escala y en esta magnitud. Brexit se ha convertido en palabra de uso común, Trump parece listo a cambiar el mundo, la globalización se bate en retirada, el nacionalismo y el populismo campean en todas las latitudes.

En cuanto a la agenda, no sabrán por dónde empezar y deberán improvisar como mejor puedan.

Los temas centrales previstos eran:

 

  1. La cuarta revolución industrial: la tecnología tendrá un impacto mayor y más prolongado sobre el futuro de los trabajadores y las economías.
  2.  Fortalecer el gobierno de la globalización y la colaboración internacional.
  3.  Revitalizar el crecimiento económico global: los niveles de crecimiento económico actuales se traducen en estándares de vida más bajos. ¿Cómo revitalizar las economías para hacer frente a estos desafíos globales?
  4.  Reformar el capitalismo de mercado: el pensamiento a corto plazo, las conductas egocéntricas y la corrupción ponen en riesgo las relaciones entre las empresas y la sociedad.

Finalmente, en cuanto a las conclusiones posibles de este encuentro, la inédita situación presenta un costado positivo. Davos puede ser ahora más relevante que nunca. Basta con que abandone la inercia de una idílica visión colectiva del mundo, para entrar abiertamente en el campo de la confrontación de las ideas que se avecina.

 

 

 

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