sábado, 6 de diciembre de 2025

La economía retrocede en junio pese al rebote anual

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró en junio una caída de 0,7% respecto de mayo en términos desestacionalizados. Aunque el índice muestra un crecimiento interanual de 6,4%, la tendencia evidencia dificultades para sostener el ritmo de recuperación.

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En junio de 2025, el INDEC publicó una nueva estimación de actividad económica que arroja un dato inquietante: la economía argentina retrocedió 0,7% frente a mayo, según la serie desestacionalizada. Este indicador, que elimina los efectos estacionales y refleja con mayor precisión la evolución coyuntural, revela un freno en el ciclo expansivo iniciado a fines de 2024.

La caída contrasta con el crecimiento de 6,4% en la comparación interanual. Pero esa mejora responde, en gran medida, a un efecto de base: en 2024 la economía atravesó uno de los períodos más recesivos de la última década. El desafío central, ahora, es determinar si el retroceso de junio constituye un tropiezo transitorio o el inicio de una fase de estancamiento.

El límite del rebote estadístico

El acumulado de los primeros seis meses de 2025 muestra una expansión de 6,2% respecto al mismo período de 2024. Este dato, alentador en apariencia, se matiza al observar la serie mensual. Desde marzo, el EMAE alterna avances y retrocesos. En abril, por ejemplo, había crecido 1,4% respecto de marzo; en mayo retrocedió 0,2%; en junio volvió a caer 0,7%. El componente tendencia-ciclo, que suaviza las oscilaciones, apenas avanzó 0,3% en junio. La señal es clara: el crecimiento pierde fuerza.

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La experiencia histórica advierte sobre este riesgo. En varias oportunidades, los repuntes posteriores a una recesión no lograron transformarse en procesos de expansión sostenida. El problema no es la comparación interanual con un año de contracción, sino la capacidad de mantener una dinámica de aumento continuo de la producción y el empleo.

Sectores en ascenso, economía en pausa

Los datos sectoriales confirman la heterogeneidad del panorama. El comercio mayorista y minorista creció 11,5% interanual; la industria manufacturera, 7,8%; y la intermediación financiera, 28,7%. Estos sectores explicaron gran parte de la mejora en la comparación con 2024. Sin embargo, ninguno logró evitar la caída mensual general.

El caso de la intermediación financiera es ilustrativo: aunque lidera el crecimiento anual, no tiene la envergadura suficiente para sostener por sí sola la trayectoria del conjunto. Lo mismo ocurre con el comercio y la industria, que enfrentan un consumo todavía debilitado y un contexto internacional incierto.

Factores de contracción

La pesca se desplomó 74,6% interanual, con una incidencia negativa de 0,42 puntos porcentuales sobre el EMAE. La magnitud de la caída en este sector refleja más que un fenómeno coyuntural: ilustra los problemas de competitividad y logística que enfrenta la producción primaria.

A ello se suma la baja de 0,7% en administración pública y defensa, y en otros servicios comunitarios y sociales. Aunque su incidencia es menor, su evolución señala una desaceleración en actividades habitualmente estables.

Más allá de estas ramas específicas, la caída de junio refleja un freno generalizado: la mayoría de los sectores no mostró la suficiente tracción como para revertir la tendencia.

El dilema del consumo

El comercio fue el motor más dinámico en la comparación interanual. Sin embargo, su desempeño depende de la capacidad de compra de los hogares. La inflación elevada y la lenta recomposición de los salarios reales condicionan la posibilidad de sostener la expansión. De ahí que, pese a la mejora en relación a 2024, el consumo exhiba señales de fatiga en la comparación mensual.

La construcción como termómetro

Otro sector clave es la construcción, que en junio creció 9,9% interanual. Tradicionalmente, la construcción funciona como un indicador adelantado de expectativas: cuando los agentes económicos prevén estabilidad, apuestan a proyectos inmobiliarios o de infraestructura. La suba anual contrasta con la baja mensual y sugiere que el entusiasmo inicial de la recuperación se atenúa.

Antecedentes históricos

La situación actual recuerda a episodios anteriores. En 1991, tras la hiperinflación, y en 2003, luego de la crisis de 2001-2002, la economía mostró saltos interanuales elevados, seguidos de momentos de estancamiento. En ambos casos, la clave fue la capacidad política para sostener el ciclo expansivo. Hoy, la interrogante vuelve a plantearse: ¿será junio un mes aislado o el primer signo de un techo en la recuperación?

Expectativas para el segundo semestre

El próximo informe, con datos de julio, será decisivo para evaluar si la caída de junio se revierte. Una nueva contracción confirmaría la tendencia hacia la desaceleración. En cambio, una recuperación permitiría sostener la hipótesis de un tropiezo temporal.

El escenario combina elementos de optimismo y de cautela. El crecimiento interanual todavía ofrece cifras positivas, pero la evolución desestacionalizada —que mide el pulso real de la economía— envía señales de alarma. En un contexto de inflación persistente, restricciones externas y presión fiscal, la economía argentina enfrenta el desafío de transformar un rebote estadístico en un proceso de expansión genuina.

Fuentes: Estimador mensual de actividad económica (EMAE), INDEC, junio 2025.

 

 

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