Unilever no se vende. Sigue comprometido con sus planes de crecimiento sustentable y de utilidades en el largo plazo, pero busca demostrar que aprendió la lección. Prometió entregar valor a la brevedad posible. El fallido comprador crece con un programa de adquisiciones y fusiones, con la meta en el corto plazo. Unilever promete tener resultados positivos en el largo plazo, de modo sustentable.
Pero a pesar de ello, acusó el golpe y anunció un proceso de revisión –y de disminución de costos-, un camino que puede mejorar su actual posición, pero que si se extralimitan, puede cambiar la identidad del grupo.
La oferta de Kraft Heinz, para comprar Unilever, fue de US$ 143 mil millones. La firma oferente (la fusión de las viejas Heinz y Kraft) es propiedad del grupo financiero 3G Capital, del millonario brasileño Jorge Paulo Lemann. Si se hubiera concretado la compra, el grupo Berkshire Hathaway de Warren Bufett, (a pesar de su estilo paternal y tono de capitalista bueno) habría hecho su aporte como socio de este takeover inesperado, pero de trasfondo hostil.
El intento de comprar a la gran firma angloholandesa, especializada en alimentos, cuidado personal y del hogar, fue coherente con el accionar de este grupo inversor que ya tomó control de otras empresas mundiales de estos rubros, para reducir drásticamente sus costos, y luego usarlas como palancas para nuevas adquisiciones.
Pero las cosas no funcionaron como esperaban. No solamente Unilever rechazó de modo inmediato y categórico la oferta, sino que lo hizo de modo tajante y brutal. Lo que dejó malparado al oferente, que debió retirar la invitación con la cola entre las piernas, tras el fracaso de una empresa mucho menor en tamaño por engullirse a un gigante.
Para los observadores es obvio que 3G y Warren Buffett cometieron un grave error de apreciación. No pensaron que los directivos (e incluso los accionistas) de Unilever tienen una fuerte convicción en la cultura empresarial ligada a la búsqueda de crecimiento sustentable en el largo plazo.
Los observadores dudaron: ¿vendrá ahora un abierto intento de takeover hostil, sin ningún cosmético? No lo parece. Más bien 3G y sus socios buscarán nuevas oportunidades globales de hacerse con firmas de primer nivel para seguir con su estrategia. Reducir costos, vender partes no demasiado rentables de la empresa comprada, y apalancar la compra de otras nuevas.
De manera que por ese lado, no parece que Unilever tenga algo que temer. Sin embargo la fallida experiencia puede tener otras consecuencias sobre el orgulloso coloso anglo-holandés.
Una revisión íntima
El accionar de Kraft Heinz, que puede desembocar en otras compras no deseadas, obliga a todas las firmas candidatas a estar en la mira, a modificar de alguna manera la forma en que operan. Incluso a Unilever que comienza a reaccionar (los fans de la firma esperan que no haya una sobreactuación que vaya contra la coherencia del programa de largo plazo).
La receta de 3G es clara y contundente: reducir los costos al máximo, eliminar personal y plantas, y fusiones con otras empresas. Y tiene experiencia en la materia. 3G ha logrado armar la firma cervecera más grande del mundo, Anheuser-Busch InBev, que el año pasado se quedó con el control de otro rival, SAB Miller.
Lo que hace distinto a cualquier otro, este caso de la oferta y rechazo, es que Unilever es un modelo ejemplar –en todo el mundo- de lo que debe ser el capitalismo responsable.
Tiene la mejor imagen como un respetuoso ciudadano corporativo. La tesis central de su CEO, Paul Polman (líder del fuerte rechazo a la oferta de Kraft Heinz) es que los productos que satisfacen los más altos estándares de sustentabilidad ambiental y social, tienen mejores resultados que lo que no reúnen estos requisitos.
En honor a la verdad, también es cierto que el margen de utilidad operativo de la firma, está por debajo del que exhibe Kraft Heinz, una empresa con foco en las utilidades y que no presta atención a otros temas sensibles, como por ejemplo, la utilización del agua con fines industriales.
El estado actual es de un delicado equilibrio. Unilever sigue comprometido con el crecimiento a largo plazo, con todo lo que ello significa. Pero, por otra parte, y sintiendo la presión de algunos inversores, la alta gerencia del grupo promete una revisión integral de todos los negocios, con el objetivo de “acelerar la entrega de valor”.
Afrontar las erogaciones que demanda el futuro a largo plazo, o reducir costos y aumentar valor en los próximos tres años. Seguir con su estrategia de adquisición de empresas medianas o pequeñas que encajen en su modelo de negocios, o hacer como Kraft Heinz y concentrarse en mega compras y fusiones.
Si las decisiones se inclinan en la última dirección, la reputación y el modelo de Unilever pueden sufrir. Además, habría cambios significativos en la conformación de la alta gerencia del grupo.